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De maletero en un hotel a referencia en Oxford: la historia del argentino que llevó a Maradona a exponer en la legendaria universidad inglesa
Esteban Cichello Hübner se crió en la extrema pobreza y estudió cinco carreras; los recuerdos de una historia de superación y sus vivencias con el astro del fútbol
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De crecer sin acceso al agua a estudiar en Oxford: la historia de vida de Esteban Cichello Hübner es digna de una película y está cargada de resiliencia y superación. Tras haber sobrevivido a la pobreza extrema, estudió cinco carreras, aprendió siete idiomas y hoy es profesor en la prestigiosa Universidad británica a la que se dio el gusto de llevar en 1995 a uno de sus seres más admirados: Diego Armando Maradona. En 1981, en uno de sus trabajos como maletero de un hotel del centro porteño, Cichello Hübner conoció al “Diez”. Y desde allí se formó una relación con una extensa cantidad de anécdotas que trascendió al mundo del fútbol.
Cichello Hübner creció en el conurbano bonaerense, en un descampado que hoy forma parte de San Isidro. “Yo nací en las sierras de Córdoba. Cuando mis padres se divorciaron, mi madre agarró todo y nos llevó a Buenos Aires a un pedazo de tierra que mi abuela Raquel estaba comprando en cuotas. A los nueve años empecé a trabajar en el almacén de doña Lolita, cerca de casa. Ella sabía nuestra realidad porque sacábamos a fiado y me invitó a trabajar. Barría, envolvía huevos y llenaba las heladeras para después irme a la escuela”, le explica a LA NACION.
Cuando tenía seis o siete años, este profesor que hoy es muy reconocido en Oxford se bañaba a baldazos, con el agua que había arrastrado unos cien metros en un palo atravesado sobre los hombros, hasta su rancho. La lectura ya le despertaba pasión. “Nuestra casa estaba muy cerca de la Panamericana. Y como no tenía luz, iba a leer bajo las luminarias de la autopista. Gran parte de mis estudios se lo debo a eso”, dice. En realidad, su hogar no tenía piso, ni baño, ni cocina. Mucho menos calefacción. “Siempre andaba sucio, revolvía la basura. Mi primer par de zapatos lo tuve a los 15 años. Siempre quise tener un par de zapatos. Fue todo muy difícil”, recuerda. Aún así, logró terminar la escuela primaria mientras su madre conocía a otro hombre que luego se convertiría en su pareja y padre de los hermanos de Esteban. “El colegio era un lugar de contención y hasta nos daban chocolate caliente, era una fiesta y lo que más deseaba”, relata emocionado.
En ese camino siempre surgía la figura de Maradona. La selección argentina, el Mundial de México 1986, la copa en las manos de Diego. Todo le sirvió de motivación a Esteban para perseguir sus anhelos. “Fue un ejemplo para mí. ‘Si él llegó a cumplir su sueño, yo también puedo’. Esa era mi reflexión en aquel momento”, asegura.
La llegada al secundario se complicó y durante sus estudios debió abandonar dos años la educación. “La realidad era muy dura en casa y tenía que trabajar. Lo hacía en un laboratorio dental repartiendo dientes postizos”, detalla. Pero jamás agachó la cabeza. En 1987 terminó el secundario especializado en Letras. Fue al turno noche en el Colegio Nacional Juan José Paso, en Once. “Sin sacrificio no hay beneficio”, es su lema.
Cichello Hübner tuvo muchos oficios: cadete, repartidor, botones de un hotel porteño. Distintos caminos para abrirse paso en la vida tanto en el desarrollo personal como en el estudio. “Mi mayor logro fue haber terminado la primaria y la secundaria”, repite. Y resultó en sus tareas en el hotel Conquistador -allí se concentraba el plantel de Boca en 1981- donde empezó a entablar una relación con Maradona.
Lógicamente, acercarse a una estrella del fútbol mundial era complejo. Pero el adolescente persistía. Una y otra vez. “Todos los jueves veía venir el micro blanco y de ahí bajaba mi estrella”, rememora Esteban. “Diego, ¿te llevo el bolso?”, le preguntaba. “No, no hace falta, petiso. Yo me lo llevo”, solía ser la respuesta del futbolista. “Él andaba siempre con los bolsillos repletos de caramelos ‘Media hora’. Y un día me dice: ‘¡Petiso, el bolso no te lo doy, pero te doy un caramelo!’. De la emoción, me lo comí, me atraganté y Maradona se asustó. Me palmeó la espalda y empezamos a hacer unos chistes. Eso rompió el hielo entre nosotros y creamos una relación. Aprendió mi nombre, me saludaba con un beso. Yo tenía 15 años y éramos los dos de la misma estatura”.
Ya asentado laboralmente, Esteban se trasladó a Mendoza y juntó dinero para perseguir nuevos sueños. Se instaló en Israel y se anotó en la Universidad Hebrea en Jerusalén para estudiar Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas. Apuntó a Estados Unidos y Gran Bretaña y mandó solicitudes a Oxford, Cambridge, Johns Hopkins y Stanford. Surgió un inconveniente: para ingresar a Oxford -su mayor anhelo- precisaba 11 mil libras esterlinas. Claro, no las tenía. Se mudó a Japón, para trabajar y ahorrar. Tenaz, persistente, consiguió que le dieran una beca para Oxford, aunque sea por dos años. Cichello Hübner detalla que terminó estudiando tres carreras en esa Universidad, y jamás pagó una libra. A todo esto le añaden sus estudios de Filología Española en la Universidad de Salamanca.
El hombre fue por más: formó parte del centro de estudiantes de Oxford y también se convirtió en profesor de la institución más prestigiosa del mundo, con casi mil años de antigüedad. Allí además debía buscar a expositores que brindaran una experiencia “enriquecedora para los alumnos”. Su ídolo de chico se le vino a la mente casi de manera inmediata. Al principio, en una mesa de decisión, su voto por Diego fue el único favorable entre los 20 electores. ¿El motivo? “Porque tomó drogas”, le respondieron. Insistió. “Pero él no es conocido en el mundo por eso, sino porque es el mejor jugador de fútbol. Y sigue siendo brillante”, retrucó. Defendió su postura en la BBC. Hasta que un día le llegó la aprobación. “Tras eso le escribí una carta formal y me la rechazó. Maradona fue el único en la historia que rechazó una invitación de Oxford”, rememora. Pero no se rindió. De puño y letra, le escribió a Diego un segundo mensaje donde recordó sus encuentros cuando era maletero y Diego jugador de Boca.
“No me quedé con un ‘no’. Un día me llama y me dice: ‘Petiso, me acuerdo de vos. Vení a buscarme a Buenos Aires y voy’. Vine a buscarlo a Buenos Aires y pasé tres días redactando la exposición con él. Volamos con su familia a Nueva York y de allí tomamos un avión Concorde a Oxford. Fue la charla más importante que tuvo la Universidad después de la visita de la Reina en 1968″, asegura el hombre que también invitó a la Universidad a cinco premios Nobel. Así, el 6 de noviembre de 1995, Oxford nombró a Maradona como “Maestro inspirador de los estudiantes soñadores”. Se abrieron los jardines y hubo más de 2.000 personas. El Diez respondió preguntas con su clásico sello y maravilló a todos haciendo jueguitos con una pelota de golf, entre otras cosas. Apenas habían transcurrido 9 años desde el Mundial de México 1986, pero los estudiantes ingleses deliraron.
Esteban -que contó la primera parte de su vida en un libro que tituló “Las llaves de Raquel” y se vende en Mercado Libre- entiende las discrepancias que suelen existir alrededor de la figura de Maradona. “Yo sé que hay gente que le critica mil cosas: el apoyo a las dictaduras latinoamericanas y tantas cuestiones personales. Ahora, ¿quién no tiene un muerto en el ropero? Hay personas que tienen un cementerio… Para mí es un ejemplo porque Maradona no nació Maradona: él se hizo Maradona a costa del sacrificio, la disciplina y la perseverancia. Según sus propias palabras, Diego es un ejemplo de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer. Tan simple como eso”.
Cichello Hübner habla español, inglés, francés, italiano, portugués, alemán, hebreo y árabe; viajó por 82 países y visitó las Islas Malvinas en cinco oportunidades. Su relación con Maradona continuó con el tiempo. A tal punto que un par de años atrás el profesor fue a visitarlo a Dubai. Su rostro se ilumina cuando vuelve a recordar aquel paso por Oxford. “A la vuelta de la exposición Diego quería ir de compras a Versace, en Londres. ¡Pero no íbamos a llegar a tiempo al vuelo! Él insistía y pedía un helicóptero para llegar al aeropuerto. Era imposible. Hasta que alguien se iluminó y pensó en el subte. Lo disfrazamos con una gorra, una bufanda, de todo. El tema es que en un momento, en un vagón que iba absolutamente lleno, un ciudadano asiático lo reconoció a Diego. Empezó a reírse y terminó firmándole autógrafos a todo el mundo. Algo tan espectacular como era Maradona”.
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