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Daniel Oldrá: “Hoy los pibes pasan hambre, llegan al club y llevan dos días tomando té con pan. Eso es el país, y el fútbol te lo muestra”
“No hay plata que valga para irme de Godoy Cruz”, avisa el hombre que siempre está listo para ayudar al club de su vida; la cruda mirada social sobre las inferiores
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–Daniel, ¿llevás la cuenta? ¿Sabés qué número de interinato en Godoy Cruz es el actual?
–Mirá, no lo tengo claro, pero creo, creo, que es el noveno.
–Mis cuentas me dan diez.
–Y puede ser, debés tener razón vos, te soy sincero, yo no los cuento. Pero debe ser récord, ¿no?
Daniel Oldrá es una leyenda de Godoy Cruz. Y también es su ‘bombero’, la pieza siempre dispuesta al rescate, un compromiso que refuerza la condición de… leyenda, precisamente. Una vida en el club, y anda por los 56 años. Arrastrando la tonada mendocina, amable, con la habilidad de hablar sencillo para llegar profundo. “Si me voy de Godoy Cruz, sé que lo voy a extrañar. ¿Entendés?”, resume Oldrá. Se abraza al sentimiento ante la curiosidad del ojo lejano que busca entender su sentido de pertenencia. El “Gato” ascendió como futbolista del ‘Bodeguero’ al Nacional B en 1994 y fue el entrenador del desembarco en Primera, en 2008. Y nunca más bajó.
Rara avis en un fútbol líquido. Nunca es la primera opción, pero nadie luce su foja laboral: más de dos décadas ininterrumpidas en el mismo lugar. Claro, es su casa. “Mirá, te voy a ser sincero: me han buscado para dirigir, para ser coordinador, para ser ojeador de jugadores de equipos extranjeros, pero se me hace difícil salir de mi provincia. Ya me pasó cuando era jugador, me iba y extrañaba… Siempre que apareció alguna propuesta corté la relación ahí nomás porque no he querido hacerle perder el tiempo a nadie. Entré con 8 años al club y el club fue creciendo conmigo adentro, todo lo que me pasó en la vida se lo debo a Godoy Cruz. No hay plata que valga para irme a otro lado… Igual, me apuro para no darles tiempo a que me digan ninguna cifra y no tentarme, jaja. El día que diga que me voy de Godoy Cruz, calculo que en algún lado tendré trabajo…”
–¿Algún día te irás de Godoy Cruz?
–Y…, eso no lo sabe nadie. Si es por mi sentimiento, yo me querré quedar siempre, pero vos sabés cómo es el futbol… Yo sé que le aporto cosas al club, pero también el club se está haciendo muy grande y si llega gente que le puede aportar más, uno se tiene que ir. Lo tiene que asumir, como corresponde. Mi sentimiento no se va a ir nunca, pero después esas decisiones pasarán por el dirigente que esté de turno.
–Hace más de 20 años que trabajás en Godoy Cruz. Sos el ‘bombero’ de Primera, pero después el club respeta que vuelvas a tu lugar. Los interinos suelen quedar desempleados…
–Lo que pasa es que yo siempre he sido claro: lo mío no es dirigir en Primera, esa es la realidad. Siempre lo he hecho porque me lo han pedido, pero no me desvela hacerlo. En estos 20 años han pasado 20 técnicos por Godoy Cruz, o más, y siempre nos hemos brindado, jamás les hemos puesto una piedra en el camino. Yo soy el primero que sé, que si ellos vienen y nos ponen primero o segundo, estamos todos felices. Si algo sé de fútbol, es por todo lo que he aprendido de ellos, desde el ‘Chocho’ Llop, que fue el primero allá lejos, hasta el último. Me ha tocado dirigir en los momentos en los que se fueron muchos entrenadores. La primera vez, en 2007, cuando se marchó el ‘Checho’ Batista para dirigir a la selección olímpica; iban a contratar al ‘Cabezón’ Zapata para que lo reemplace, pero no pudo venir a la provincia por un tema de salud de su padre. Entonces agarré el equipo y tuvimos suerte: ascendimos.
–Ahí dijiste: “¡Esto es fácil!”
–No, no, ¡qué va a ser fácil! Y menos en la Argentina. Yo la ventaja que puedo tener es que conozco a todos los jugadores que viene al club, a todos los chicos que están en las inferiores y trabajo permanentemente con el entrenador que está de turno… Quizás tengo esa ventaja, y, a veces, con suerte, podemos acomodar al equipo rápido. Y a veces no, porque también nos ha pasado que nos ha costado muchísimo.
Me llega esto del futuro: Godoy Cruz en el año 2040 y el interinato 100 de Daniel Oldrá pic.twitter.com/PRrKhVqrF9
— Adrian Sgroi (@papaiito) April 11, 2023
–Siempre difícil…, si te piden que pases a Primera es porque el equipo está sin técnico y en problemas.
–Y sí..., a mí fáciles nunca me van a tocar. Más vale, yo la tengo clara que es así. Nos toca a todos los que estamos muy identificados con nuestro club.
–Al menos contás con la ventaja de ser un símbolo del club. ¿El hincha te tiene más paciencia?
–Noooo, si te va mal, este yo o no esté yo, el hincha te putea igual. Por ahí no será una puteada mayor, pero te putea igual, al hincha lo único que le interesa es ganar. No mide otra cosa. Hasta mis hijos, que son fanáticos del club, a veces me putean. Es así de clarito. Llego a casa y me reputean. El hincha es eso, y también hay que interpretarlos y saber qué les pasa. ¿Me entendés?
–Pero eso y naturalizar la sinrazón…
–Lo tenés que aceptar o no podés estar metido en esto. Te tenés que ir a tu casa y dedicarte a otra cosa. ¿Me entendés? Lamentablemente es así, entonces, mejor, lo tenés que asumir.
–¿Godoy Cruz es algo así como una ‘escuelita’ de entrenadores? Ha sido el debut, o casi, para Troglio, Batista, Cocca, Asad, Palermo, Almirón, Heinze, Méndez, Diego Martínez…
–Y no es casualidad… El presidente, en su momento [José Mansur], eligió que la base del club fuera así. Fue una búsqueda. Hay un montón de entrenadores que comenzaron acá y les ha ido muy bien como técnicos. Y si Godoy Cruz no les hubiese dado la oportunidad, quizás, hoy, no estarían dirigiendo donde están dirigiendo. Esa es la realidad. Creo que Godoy Cruz ha sido pionero en esto; antes era difícil que dirigiera alguien sin experiencia ni años. Creo que, a partir de Godoy Cruz, muchos se animaron. Recuerdo a Luis Zubeldía, en Lanús, pero antes estuvo mucho tiempo acompañando a Ramón Cabrero; o a Passarella en River, sí, pero Passarella era Passarella… En cambio, Godoy Cruz apostó por nombres sin identificación con el club y, a veces ni conocidos para el mundo del fútbol. Últimamente vino la dupla [Orsi–Gómez], que todavía no habían trabajado en Primera, y también Diego Flores..., bueno es un estilo que adquirió el club.
–¿Hasta la AFA lo copió con Scaloni?
–Ahí está… Por supuesto, yo no sé si en otro momento se hubieran animado. Es tan grande la selección… Por eso, insisto, Godoy Cruz marcó un estilo, una forma, que muchos la han adquirido. Y es un mérito exclusivo de los dirigentes.
–¿Y ahora? ¿Vas a seguir en el próximo torneo?
–Te soy sincero, vamos día a día. No me seduce dirigir y siempre he tenido algo bueno: sé cuáles son mis limitaciones. El equipo hoy está bien, estamos haciendo una buena campaña, no vamos a forzar nada.
–Mirá si te tentás esta vez…
–Noooo..., te vuelvo a decir, no me desvela ser el técnico de Primera. Hoy estoy acompañado por el ‘Ruso’ Marcucci, el Nico Olmedo y Nelson Ibáñez y ellos, el día de mañana, tienen que ser los entrenadores por su juventud y las ganas que tienen de ser entrenadores. Que ellos tomen mi posta, así yo no soy el que siempre debe reemplazar a los entrenadores que se van.
–¿Extrañás dirigir a los chicos…?
–Uno es formador, es lo que he hecho toda la vida… Trato de cuidar a los chicos, de llevarlos, de ponerlos en el momento justo y no ponerlos por ponerlos. Llevarlos despacio para que no sufran porque ya sabemos cómo es la gente y los puede putear enseguida, aunque sean jugadores del club. Por eso yo siempre he estado más en esa contención que dedicándole tiempo a los jugadores más grandes. Tengo muy claro que mi lugar es con los jóvenes y no lo voy a cambiar por nada del mundo. Esa es mi pasión. Para otros, su pasión es ser entrenador de Primera y a veces los ponen de coordinadores de juveniles y no les gusta. Yo los entiendo, porque pienso al revés. Esto es como un puesto en la cancha: sos delantero o sos defensor, no te sentís bien en los dos sitios.
–¿Les gusta el fútbol a los chicos de hoy?
–Tenés de todo… Mirá, te voy a contar una historia del primer jugador que traje al club, siendo muy chiquito… El Enzo Pérez. Yo vivía a una cuadra del club Maipú y todavía jugaba; pasaba por la cancha, lo veía y me decía ‘mirá que bien juega este pibe’. Y fue el primero, junto con otro pibito, el ‘Cabezón’ Díaz, que llevé a Godoy Cruz. Y él, siendo tan chico, ya tenía las cosas muy claras, porque hablábamos y me decía que iba a jugar en la selección, y en River, y en el exterior. Y yo le decía: ‘Pará, pará, primero jugá en Godoy Cruz y después seguí jugado adónde a vos se te ocurra’. Pero mirá, pero todo lo que me dijo lo cumplió. Indudablemente, el fútbol ya era muy importante para él. Y la historia del Enzo se las cuento a algunos chiquitos, que están muy apurados. Quieren ver los finales, no se aguantan mirar antes los capítulos. Y yo les digo: ‘Nooooo, mirate los 18 capítulos y después disfrutá del final’.
–¿Ese apuro es el gran paso atrás con respecto a generaciones anteriores?
–Sí, están todos apurados ahora. Y si no juega, el pibe no quiere venir más. No quiere entrenar más o se quiere ir a otro club. Viven apurados. No quieren competir, no quieren nada. No quieren ver toda la película, sólo quieren ver el final. Tenés que charlar mucho con ellos, convencerlos de que hay un proceso, un camino… Así y todo, salen, siguen saliendo jugadores.
–Cambió el contexto social. ¿Qué escenario ves día a día con los jóvenes?
–Hoy hay muchos chicos que no comen. Hoy, los clubes hacen un trabajo social tremendo, y muchos no lo ven. El Gobierno mismo no lo ve. Los clubes contienen a muchos chicos dándoles un plato de comida, un desayuno, una escuela, un lugar donde sobrevivir… Es muy compleja la realidad. La gente se cree que al pibe hay que ponerlo para que haga goles y listo, y no. No es así. Hay un entramado terrible atrás de muchos, y tenés que estar atrás de ellos porque los perdés. Comen mal muchos, y cuando llegan al fútbol profesional, y el fútbol profesional los empieza a exigir, se lastiman, se lesionan todo el tiempo, y eso viene de tiempo atrás. Y es en ese momento que se pierden un montón de pibes con potencial. Yo, de pibe, no tenía un par de botines, pero comía. Mis viejos me daban de comer. Hoy los pibes pasan hambre, llegan al club y llevan dos días tomando té con pan. Eso es el país, y el fútbol te lo muestra.
–¿Y el nexo del club con las familias?
–Hoy a los pibes les tenés que enseñar todo, pero todo, todo, todo. Antes, la mamá estaba en la casa y ahora trabajan la mamá y el papá. Los padres que tienen trabajo, claro. Y los pibes se van de casa a las 8 de la mañana, en el mejor de los casos, y vuelven a las 7 u 8 de la noche y todavía no están los padres. Y al otro día, por ahí se levantan y tampoco los ven. Entonces, muchos pibes hoy se la pasan solos. Y el entrenador termina siendo más importante que los padres, porque probablemente los tienen más horas ellos que sus padres. A veces, los chicos le cuentan cosas que no les pueden contar a sus padres. Y la droga, la droga, el desastre que hace la droga.
–El club tiene que atender sus emociones, sus frustraciones…
–Sí, claro. Los chicos están expuestos a tantas cosas, es muy delicado el tema de sus emociones, por eso mismo hablaba de los apuros, las urgencias, para que todo suceda ya.
–Es un caso diferente, pero si se trata de emocionalidad, aparece el recuerdo del ‘Morro’ García.
–Lo recuerdo con cariño. Fue muy importante en mi vida; lo descubrimos, lo trajimos desde Uruguay y se convirtió en ídolo. Es muy triste lo que sucedió, pero para el hincha de Godoy Cruz va a ser su ídolo toda la vida.
–Dijiste que es muy difícil dirigir en la Argentina. ¿Por qué?
–Por todo un poco… A pesar de que todo el mundo se queja de nuestros campeonatos y critica que hay un montón de equipos en Primera, el torneo argentino es súper competitivo. Todos pelean por algo, son muy buenos campeonatos. El fútbol argentino es difícil. Por eso mismo, acá no hay proyectos, es dirigir día a día y al que le va bien sigue y al que no, lamentablemente, el fútbol le impone cambios. Mirá a Battaglia, se fue después de nueve partidos… Porque él ya sabe, los técnicos ya saben, y solos, en un momento, dicen ‘hasta acá llego’. Todo es difícil acá. Y más con la mala situación económica que estamos atravesando, que es por el país que tenemos. Y acá, mientras, muchos pretenden que seamos 20 equipos en Primera, una locura…
–Vas a contramano…, a la mayoría no le gusta un torneo con 28 equipos.
–No les gusta porque no analizan. Dicen: ‘Hay que jugar con 20 equipos porque vamos a tener un torneo más jerarquizado y mejores recursos’. ¿Sí, quiénes van a tener más dinero? Mentira. Todos los que se vayan, esos seis u ocho equipos, van a pasar a tener menos recursos, van a ser más pobres… ¿Y los 20 que queden van a jerarquizar el torneo? Eso no lo sé, nadie lo puede asegurar. ¿Quién está ultimo? Arsenal, y le ganó a River, a Independiente y a Racing. En España, Real Madrid no pierde con el último ni Barcelona pierde con el penúltimo. Entonces, nuestro torneo tiene nivel. Creo que, a veces, muchos hablan para quedar bien.
–Y si el torneo es bueno, como espectador, ¿qué equipos te gustan?
–Me gustan los que juegan bien, los que atacan, me gusta ver un enganche, me gusta ver juego asociado. Pero tampoco hacerse el lirico ni el ingenuo a la hora de defender. Me gustaba el River de Gallardo, también el de Demichelis… El Boca de Almirón, cuando lo pueda armar, porque uno lo conoce y sabe que es un tipo capaz. Pero también tenés que tener a los jugadores. Lo que pasa es que a veces los entrenadores nos creemos que si trabajamos mucho y estamos en todos los detalles vamos a conseguir que todo salga bien, y no es así, sino tenés jugadores… La única verdad son los jugadores.
–Conocés bien a Almirón, pero los tiempos de Boca no son los de Godoy Cruz.
–Ya lo sé, es verdad, eso es cierto.
–¿Y del fútbol internacional…, alguna referencia?
–No, no, te soy sincero: por mi historia, por lo que siempre he hecho y a lo que me he dedicado, miro más la B Nacional y el torneo Federal A porque esa es mi búsqueda. Busco ahí si encuentro algo, si aparece alguien… Puedo ver la Champions, quizás, pero me entusiasmo más con la B Nacional porque sé que estoy viendo algo para mi futuro. Para mi realidad. ¿Si yo no puedo traer ninguno de afuera? ¿Si no le voy a sacar un jugador a Guardiola? No me engaño, a mí me entusiasma mi realidad.
–Ante un gran triunfo de Godoy Cruz, como el 4-0 sobre Boca, ¿qué méritos te atribuís?
–Lo disfruto, sí, pero cada victoria es del jugador de fútbol. Todos dijeron que ese día Boca fue un desastre, pero si ves el partido, notás que por cada uno de ellos iban cuatro nuestros. Yo puedo pensar una táctica, un plan, pero si el jugador no lo lleva adelante, de nada servirá lo que yo haya pensado. Lo único importante del fútbol son los jugadores, y mirá que discuto, porque he hablado con un montón de entrenadores y algunos creen que somos importantes… Y no, no. Al fútbol podemos meterle diez mil computadoras y no sé cuántos GPS, pero hay cosas que vienen desde la historia…
–¿Cómo te llevás con la tecnología?
–Son herramientas y no las rechazo. Pero a mi medida; todo sirve, pero hay cosas que en el fútbol no van a pasar de moda, aunque le quieran cambiar el nombre. Para darle un pase a un compañero no hay computadora que valga.
River: la mesa de los gorditos y el póster de Passarella
Daniel Oldrá fue jugador de River. “Me acuerdo de la mesa de los gorditos. Nos separaban, y a los que estaban un poquito fuera de peso los ponían aparte y les daban menos”, bromea. Llegó desde Godoy Cruz a mediados de 1988, con 21 años. Una época increíble por Núñez. Había ganado todo con el ‘Bambino’ Veira, ya había pasado Carlos Timoteo Griguol y desembarcaba César Luis Menotti. Fueron un par de temporadas y compartió planteles con Passarella, Ruggeri, Batista, el ‘Loco’ Enrique, Higuaín, Borgui, Balbo, el ‘Pelado’ Centurión, el ‘Polilla’ Da Silva, el ‘Mencho’ Medina Bello, Milton Melgar…, y Batistuta muy joven, aparecían Zapata, Astrada, Juanjo Borrelli y se hablaba de un tal Ortega, pero no alcanzó a jugar con el ‘Burrito’. “Me acuerdo que hizo la pretemporada con nosotros Chilavert, pero después no se concretó el pase. Abrían las prácticas en el Monumental y nos miraban 10 mil personas. Fue algo soñado estar en River”, cuenta Oldrá.
¿Cómo llegó? “El River campeón del 86 fue a jugar a Mendoza un amistoso contra Gimnasia, y me sumaron como refuerzo de Gimnasia para ese partido. Y parece que les dejé una buena impresión… Yo me estaba por ir a Independiente de Avellaneda, pero me dijeron que fuera una semana a River, a una especie de prueba. Todavía estaba el ‘Viejo’ Griguol. Estuve y me volví, y después me llamaron de nuevo. Menotti era muy amigo del ‘Nene’ Fernández, que me había hecho debutar en Godoy Cruz, y él me recomendó. Le dijo a César que me llevara con los ojos cerrados. Yo he tenido mucha suerte. Menotti te hablaba y se te caían los pantalones, te convencía con sus palabras, un tipo adelantado… qué te voy a decir yo…”, rememora Oldrá.
Integró el River campeón 89/90, el Merlo/Alonso en la primera rueda, y el debut de Passarella como entrenador en la segunda rueda. El último torneo largo de 38 fechas, todos contra todos. “Passarella era mi ídolo, lo había tenido en el poster en mi casa y a veces me tocaba compartir la habitación de la concentración con él, cuando todavía jugaba, y yo ni abría la boca. Y después salimos campeones con Daniel de técnico. Tenía muy buena relación, me ayudaba mucho, quizás porque yo era del interior como él”.
Estuvo por Núñez hasta 1991 y participó de 11 partidos. “Después tuve una lesión importante y me dieron a préstamo a Bolivia, a Blooming. Quizás tomé una mala decisión de irme de River, pero fue maravilloso pasar por el club y le guardo mucho cariño”.
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