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D'Alessandro, en el lugar y el momento justo
Domingo 6 de Julio de 2003. El estadio Monumental se conmociona. Leonardo Astrada decide afrontar su retiro del fútbol frente a Racing, en la última fecha del Torneo Clausura. River ya se consagró campeón y aunque todo debería ser una gran celebración colectiva, la incertidumbre le gana a la emoción que reina en la escena y el tono dramático del momento obliga a que ese último acto transite por un andarivel particular. El padre del "Jefe" está secuestrado desde hace algunos días y el llanto del mediocampista al abandonar el campo luego de jugar un puñado de minutos, funde todas las sensaciones que atraviesan su cuerpo.
Andrés D'Alessandro recibe la cinta de capitán que ya había portado durante buena parte del torneo, ese que lo consagró como figura del campeón. Su rendimiento a lo largo del semestre fue superlativo. Goles, asistencias, manejo de los tiempos y esa zurda que patentó "la boba" como marca registrada. El chileno Pellegrini le había dado grandes responsabilidades, que Andrés con su fuerte personalidad asumió con gusto. Esa misma que después de entrar por la ventana por la lesión de Livio Prieto, lo consagró como una de las figuras del campeón mundial juvenil en 2001, que deleitó jugando un fútbol de alta escuela.
Los días posteriores traerían novedades. Para las páginas de "policiales" la aparición con vida de Rubén tras veintiséis días de cautiverio, le devolvió la paz a la vida del Astrada ya ex futbolista. Para los suplementos deportivos una oferta de nueve millones de dólares del Wolfsburgo de Alemania, obligaba a D´Alessandro a armar las valijas. A partir de allí un peregrinaje de doce años con suerte dispar que incluyó Inglaterra, España, un paso fugaz pero simbólicamente profundo por San Lorenzo, hasta asentarse en Brasil para transformarse en amo y señor del Inter de Porto Alegre. Paralelamente, en ese mismo invierno de 2003, Marcelo Gallardo finalizaba su vínculo con el Mónaco y ante la partida de la joven estrella, era el nombre ideal para retornar a su casa. Su vida profesional los mostraba por caminos separados y los dos se quedaron con las ganas. Hasta ahora.
Unos cuantos "coqueteos" que tuvieron mucho de artificio y poco de real, vincularon al jugador con River en los últimos años, pero lo cierto es que la vuelta se produce por estas horas y todo parece indicar que en un contexto absolutamente favorable.
Desde lo futbolístico, la merma en el juego luego desde la obtención de la Copa Libertadores ha sido evidente. El stress deportivo y el trajín físico jugaron una parte trascendente, pero el "Muñeco" siempre supo, y lo dijo luego del final del Mundial de Clubes, que era necesaria una transformación. Del otro lado, sin competencia internacional por delante y con cierta tensión en la relación con los dirigentes del Inter, la vuelta era un negocio redondo también para el jugador.
Competitivo al extremo, con rodaje y maduro a nivel personal, D´Alessandro llega para devolverle al equipo el volumen de juego que se extravió tiempo atrás. No habrá lugar para todos, pero la mezcla con cualquiera de los nombres que el menú ofrece (Nacho Fernández, Pisculichi, Lucho González, Mora, etc) parece tentador. Con competencia continua, el "Muñeco" tendrá que repartir con destreza las cartas para que la abundancia no se vuelva un problema. Cuando manda la escasez, el entrenador debe exhibir su impronta en el campo. Cuando el menú es variado, también debe mostrar sus dotes para tener armonía en el vestuario. En ambas facetas, Gallardo se ha consagrado en poco tiempo y en esos desafíos se alimenta la capacidad del técnico. A nadie jamás se le ocurrió, ni siquiera en los momentos en los que los resultados no fueron los esperados, dudar de su autoridad y su ascendencia para convencer al grupo del camino a recorrer. En ese sentido, es cierto que D´Alesandro, por personalidad, probablemente asumirá rápidamente un lugar de líder con un perfil como hasta ahora el plantel no tenía, incluso en el contacto con la prensa, pero nada de eso parece debilitar la reconstrucción del proyecto.
El retorno del zurdo también le juega un partido a la nostalgia. Las experiencias frustradas de Aimar luchando contra su físico y de Saviola sin ritmo ni confianza, despiertan en los hinchas una pizca de incertidumbre, aunque bien vale decir que no todos los casos son semejantes. Ni siquiera el recuerdo de aquél 8 de Marzo de 2008 cuando San Lorenzo eliminó a River de la Copa parece un dato insalvable. En todo caso, si de desafíos se trata, será uno más a superar en el "operativo retorno".
Cuentan que el primer puente lo tendió Francescoli, pero que las palabras del "Muñeco" fueron irresistibles. A partir de allí todo fue tan prudente y sigiloso como indetenible. La apuesta es a todo o nada. Un año a puro vértigo.
Parecía escrito. Inexorable. Los caminos de D´Alessandro y Gallardo finalmente se terminaron juntando.
/tb
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