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Cuántos directores técnicos se devoró la Superliga en 2019 y el "Caso Beccacece"
Este año se retiró el ‘Cholo’ Guiñazú, y Gabriel Heinze le hizo una sugerencia con tono de imposición: "Ahora, ni se te ocurra ser técnico". El ‘Gringo’ suele renegar, paradójicamente, de la tarea que lo apasiona. "Si hubiese sabido por todo lo que pasa un entrenador, no me hubiese dedicado a esto por muchas razones. Esto te demanda dormir cinco horas, que la cabeza no pare, que las personas que te quieren te hablen y vos no les estés prestando atención... Y al primero que le apuntan es al técnico, y es normal, el cargo lo impone", confiesa.
Esta profesión de riesgo es una puerta giratoria. No hay sociedad que espere, no hay cultura que contenga. Este fútbol perturbado volvió a acorralar en 2019 a los entrenadores, que viven en agitación. En este caso el número es el 77. Entre estables, interinos y contratados en las últimas semanas, la mirada anual certifica que el vértigo nuevamente puso su diabólica rúbrica. La impaciencia es evidente, casi el 72% de los clubes de Primera no mantuvo sus cuerpos técnicos y, al menos en una ocasión, cambió la cabeza.
Un simple ejercicio sirve de referencia para entender el tembladeral. ¿Quién era el técnico de Central a principios de año? Edgardo Bauza, que incluso campeón de la Copa Argentina, en febrero ya se había marchado de Rosario. ¿Y de Huracán? Antonio Mohamed. ¿Y de Independiente? Ariel Holan. ¿Y de San Lorenzo? Jorge Almirón. ¿Y de Gimnasia? Pedro Troglio. Los apellidos se atropellan y parece que el tiempo ingresa en otra dimensión. Sebastián Beccacece es un buen resumen porque nadie dirigió en más clubes que él este año: empezó en su Defensa y Justicia sensación que discutió la Superliga pasada hasta el final, se desdibujó en Independiente y buscará reivindicarse nada menos que en Racing.
Mario Sciacqua (Patronato y Godoy Cruz), Juan Pablo Vojvoda (Talleres y Huracán), Gustavo Alvarez (Aldosivi y Patronato), Diego Osella (Belgrano y Colón) y el infaltable Ricardo Caruso Lombardi (San Martín de Tucumán y Belgrano) también asumieron que para sobrevivir debían cambiar de camiseta.
El récord del siglo de ‘descartes’ se produjo hace dos años, cuando 2017 se devoró a 84 entrenadores. Claro que entonces habían pasado por Primera 32 equipos y ahora fueron 28 los clubes, contabilizando a los descendidos San Martín, de San Juan y de Tucumán, Tigre y Belgrano, y los ascendidos Arsenal y los santiagueños de Central Córdoba.
Si se repara en que Huracán todavía no resolvió el sustituto del inoxidable interinato de Néstor Apuzzo (¿Leo Ramos?), el número 77 impresiona aún más. La tasa de desempleo permanece altísima. De 2000 para acá, en estas 20 temporadas, apenas dos ofrecieron más ‘víctimas’: la apuntada de 2017, con 84, y en 2016 fueron 82. Atrás quedan los 73 directores técnicos que recorrieron 2018 y 2007, y los 71 que habitaron en 2015.
De las 28 instituciones que transitaron por la máxima división, apenas ocho clubes, ocho entrenadores, resistieron todo el 2019. Desde Marcelo Gallardo, intocable a partir de mediados de 2014 bajo la propulsión de su revolución riverplatense, hasta Gustavo Coleoni en Central Córdoba. Por cierto, extremos con algo en común: se trata de los técnicos con más continuidad en el escenario mayor del fútbol argentino.
Los otros seis legionarios son Gabriel Heinze (Vélez), Leonardo Madelón (Unión), Luis Zubeldía (Lanús), Sergio Rondina (Arsenal), Diego Dabove, el conductor del puntero Argentinos, y Ricardo Zielinski (Atlético Tucumán), un hombre que se las ingenia para sostenerse bajo el mismo escudo: de 2011 a 2016 en Belgrano, y desde hace dos años y medio en el Decano.
Por cierto... Así como entre los futbolistas existe el formato ‘One Club Man’, es decir, los jugadores que desarrollan toda su carrera en la misma institución – Ryan Giggs, Paolo Maldini, Francesco Totti, Seep Maier o Ricardo Bochini, sólo como ejemplos–... ¿puede replicarse entre los técnicos? Imposible en esta era líquida y alienada. Se podrán reducir las pretensiones y suponer que, en la Argentina, Alejandro Sabella será eternamente de Estudiantes. ¿Gallardo y River se volverá otra irrepetible sociedad de colección?
Este año desembarcó Hernán Crespo para vivir su acto bautismal en Banfield. El estreno de Paulo Ferrari fue incluso más fugaz en Rosario Central. Lucas Bernardi intentó nuevamente en la plaza mendocina y sumó otra decepción. El colombiano Julio Comesaña resultó un experimento en falso para Colón. Alfredo Berti nunca se afirmó en Belgrano y se tuvo que marchar. Gustavo Alfaro y Eduardo Coudet fueron otros apellidos potentes que no cubrieron el año. Unos amagaron con irse, como Diego Maradona y Julio César Falcioni, pero por razones muy diferentes, finalmente resolvieron continuar.
Si algo caracterizó a este 2019, es que extinguió sucesivamente los ciclos interinos a los que, declarada la emergencia, se abrazaron varios clubes. Los agotó. Para confirmar que el entrenador interino es un hombre frágil, siempre expuesto como una hoja seca en un ventoso otoño. Como la apuesta de Tigre por Mariano Echeverría, la de Gimnasia con Darío Ortíz y la enésima de Estudiantes con Leandro Benítez; en las tres situaciones, aunque quisieron revestirlos de ‘titulares’, rápidamente crujieron. Daniel Oldrá, en Godoz Cruz, y Néstor Apuzzo, en Huracán, oficiaron por enésima vez de bomberos. Mariano Messera (Gimnasia), Julio Constantin (Belgrano), Fabio Radaelli (Aldosivi), Martín De León (Patronato) o Marcelo Goux (Colón), entre otros, también debieron disfrazarse de socorristas.
Fernando Berón no llegó ni a entusiasmarse en Independiente y solamente Diego Monarriz termina 2019 con la esperanza de construir el año próximo un ciclo estable. Pese a la confirmación del presidente Marcelo Tinelli, los antecedentes invitan a la desconfianza.
Un dato demoledor revela ese zarandeo que intimida. Ayer y siempre. Solo se trata de posarse sobre los cinco clubes grandes. En el mismo tiempo que Gallardo condujo a River, por el póquer restante desfilaron... 27 colegas. ¡Sí, 27! El detalle: Bauza, Pablo Guede, Diego Aguirre, Biaggio, Almirón, Pizzi y Monarriz-Tocalli (8 en San Lorenzo); De Felippe, Almirón, Mauricio Pellegrino, Gabriel Milito, Holan, Beccacece y Pusineri (7 en Independiente); Cocca, Sava, Úbeda, Zielinski, Cocca nuevamente, Coudet y Beccacece (7 en Racing), y Bianchi, Arruabarrena, Guillermo Barros Schelotto, Gustavo Alfaro y próximamente Miguel Ángel Russo (5 en Boca).
El 13 de noviembre es el día del técnico. ¿Alguien lo festejará? El mensaje de urgencias tiene demasiados cómplices. Convendrá empezar por los medios, que tantas veces contamos las horas del moribundo... Una clase dirigente demagoga y e inconsistente que no se avergüenza cuando se descubre contradictoria, y algunos entrenadores, también, que han desarrollado la habilidad de reinventarse, serviles al circo y sus satélites.
En definitiva, los técnicos sufren cuán desechables pueden ser. Algunos clubes se abrazaron a una marcada crispación: Gimnasia se entregó a seis técnicos, Colón a otros cinco, lo mismo que Godoy Cruz y San Martín (Tucumán). Como reflexionó Lucas Bernardi hace unos días en LA NACION: "Cuando firmás un contrato, ya sabés que te van a echar". Todos están advertidos, todos están condicionados. El próximo no tardará en caer.
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