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Cuando Boca ganó... "a lo Boca"
A lo largo de su historia, el equipo xeneize protagonizó momentos épicos en la Libertadores; aquí, cinco partidos destacados; ¿qué encuentro es el que más recordás?
Boca 5 vs. Olimpia 3 (12 de abril de 1989)
El xeneize había perdido 2 a 0 en Paraguay (Jorge Comas había errado un penal)
En tiempos donde aún no existía el "gol de visitante vale doble", Boca debía ganar por dos tantos de diferencia para ir a los penales, o por tres para acceder a los cuartos de final. Pero a los 18 minutos, Olimpia ya estaba 2 a 0 en la Bombonera y parecía que todo estaba liquidado.
Sin embargo, el extirpe xeneize salió a flote, y con goles de Perazzo y Villarreal, alcanzó el 2 a 2 apenas iniciado el segundo tiempo. La ilusión duró poco, porque Amarilla clavó el 3 a 2 para los paraguayos, lo que obligaba a Boca a meter tres goles para llegar a los penales. Comas puso el 3 a 3 a los 25´, y así quedó el marcador hasta los 40´, para frustración local.
Pero una patriada del uruguayo Tavares se convirtió en el ilusionante 4 a 3. Casi en la última pelota, y a la salida de un corner, Perazzo remató desde afuera del área y decretó el 5 a 3, para delirio de toda la Bombonera.
"Teníamos que levantar un resultado de tres goles, lo logramos en los últimos minutos y en los penales la fortuna nos fue esquiva, porque yo atajé dos penales, tuvimos la chance de definir, pero Almeida le atajó el decisivo a Villarreal y después perdimos. Fue una noche que no terminó con el éxito del resultado, pero recuerdo la ovación de la gente de Boca por nuestra reacción, en una de esas remontadas épicas tan propias de la historia de Boca", recuerda el Mono Navarro Montoya, en diálogo con canchallena.com
Boca 4 vs. River 3 (27 de febrero de 1991).
El supérclásico abrió el juego en el Grupo 1
River tenía un gran equipo, en el cual se destacaban Juan José Borrelli y Leonardo Astrada, entre otros.
El xeneize arrancó muy mal. Borrelli y Zapata pusieron en ventaja al Millo. Latorre descontó en un corner, pero enseguida el propio Borrelli clavó el lapidario 3 a 1. Los Millonarios se floreaban en la Bombonera, y pudieron haber aumentado la cuenta, de no ser por las atajadas de Navarro Montoya.
El entretiempo invitaba a los espectadores xeneizes a volver a sus scasas, o bien a apagar la televisión, para evitar presenciar la hecatombe. Pero Boca se agrandó, y con uno más (Astrada vio la roja antes del descanso) fue por la impensada hazaña.
Faltaban 25 minutos y el resultado no se movía. Pero apareció Blas Giunta, que descontó de cabeza y casi desde el punto penal, tras un tiro libre que cayó en el área. Poco después, Víctor Marchesini se mandó por la izquierda, hizo una pared con Latorre, fue a buscar la descarga y le pegó con alma y vida. La pelota se coló entre el primer palo y Passet, para decretar el ya heroico 3 a 3.
Sobre la hora, y cuando Boca ya celebraba el empate como si fuera un triunfo, Villarreal habilitó a Batistuta, quien mandó el centro ante la desesperada salida de Passet. Fabián Basualdo despejó a medias, la pelota se elevó, y Diego Latorre se lanzó en media tijera para inflar la red y hacer explotar a casi toda la Bombonera.
"Eso es Boca. Eso forma parte de la historia de Boca. Eso es mística. Es la camiseta. A Boca nunca lo tenés que dar por muerto. Boca es capaz de las utopías más grandes. Y ese fue un episodio más. Hay muchísimas remontadas así en la historia. Después, aquel partido entra en el ámbito de la mitología porque se da contra el rival de toda la vida, en una copa Libertadores, y cosas que permiten que los hinchas lo recuerden aún más", revive Navarro Montoya.
Boca 3 – River 0 (24 de mayo de 2000)
El Millo había vencido 2 a 1 en el Monumental, lo que obligaba al equipo xeneize a ganar por dos o más goles de diferencia para acceder a las semifinales de la Cop a
En la semana previa se armó un duelo mediático, luego de que Carlos Bianchi anunciara que Martín Palermo (que se había roto los ligamentos en noviembre de 1999 y aún no había regresado a la actividad) tal vez fuera al banco en la revancha, y que Américo Gallego le contestara: "Si él pone a Palermo, yo lo llamo a Enzo (Francescoli, retirado hacía dos años)".
La cuestión es que los minutos pasaban, quedaba poco más de media hora y Boca no podía quebrar el 0 a 0. Hasta que Juan Román Riquelme habilitó a Marcelo Delgado con un centro largo, Bonano erró el cálculo y el Chelo clavó el 1 a 0, que garantizaba, al menos, los penales.
Minutos después ingresó Palermo, lo que generó que la Bombonera, literalmente, temblara como nunca.
A 10 minutos del final, Riquelme estableció de penal el 2 a 0, lo que le garantizaba a Boca un lugar en las semis, pero faltaba lo mejor. La frutilla del postre. El éxtasis.
Después de un memorable caño de espaldas a Yepes, Riquelme tomó la pelota por la izquierda, habilitó a Battaglia, quien desbordó y tiró el centro atrás. El que la recibió de espaldas al arco fue Palermo. El Titán la paró, se acomodó, dio media vuelta y la colocó junto al palo derecho de Bonano, ante la mirada de los estáticos defensores de River.
Fue el delirio, la locura total y el final del partido, en uno de los grandes capítulos del Loco.
Paysandú 2 – Boca 4 (15 de mayo de 2003)
Por el partido de ida de los octavos de final de aquella copa, Boca había perdido 1 a 0 contra el supuestamente accesible Paysandú de Brasil. Un tal Iarley, que seis meses después se consagraría campeón del mundo con la casaca xeneize ante Milan en Japón, había anotado el 1 a 0 en la Bombonera
Esa derrota fue más que un llamado de atención en el equipo dirigido por Carlos Bianchi. Con un Guillermo Barros Schelotto superlativo, el xeneize no sólo ganó 4 a 2 como visitante, sino que encadenó otras seis victorias más para ganar su sexta Libertadores.
Libertad 0 – Boca 2 (24 de mayo de 2007)
Boca llegó a Paraguay con la obligación de ganar, o igualar en dos o más goles, tras el 1 a 1 cosechado en la Bombonera
El encuentro iba 0 a 0, quedaban 30 minutos y el xeneize se despedía de la Copa.
Hasta que apareció Juan Román Riquelme, quien al borde del desgarro se mandó una corrida desde poco más adelante del mediocampo hacia la medialuna del área, de donde sacó un latigazo de derecha para abrir la cuenta y la ilusión.
Diez minutos después, Palacio selló el 2 a 0 y el pasaje a las semifinales.
Producción periodística: Pablo Lisotto
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