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Quién es Pablo Guede: diez claves para conocer al nuevo técnico de San Lorenzo
Admirador de Sampaoli y Bielsa, el reemplazante del Patón Bauza comenzará su aventura en el Ciclón el 4 de enero próximo; estuvo 17 temporadas en España
Poco se sabe de Pablo Adrián Guede Barreiro, el flamante entrenador de San Lorenzo, que comenzará con su aventura el 4 de enero próximo. De 41 años, es audaz, admira a Jorge Sampaoli, adora a Marcelo Bielsa, fue amigo de Tito Vilanova (jugaron juntos en Elche y, juntos, también, hicieron el curso de técnico) y tiene colgado un cuadro de Pep Guardiola en su habitación. Fue un goleador de los subterráneos: en la temporada 1995/1996 fue el artillero de Nueva Chicago, con 17 tantos, aunque se lo reconoce mejor por haber estado en el círculo de los seis jugadores de Deportivo Español que provocó un conflicto mayúsculo, que derivó en un paro general, a mediados de 1997.
Voló, creció, maduró en España, tierra en donde anduvo durante casi 17 años. Xerez, Málaga, Elche: goles festivos en el bajo fondo. Como conductor (porque tiene una pelota de fútbol en su cabeza, todos los días, a toda hora, entre lunas, soles y feriados), dirigió Deportivo El Palo (una entidad de la tercera división, que queda en Málaga), Nueva Chicago (campeón de la B en la temporada 2013/2014, una formación de galera y bastón) y Palestino, de Chile (en donde, verdaderamente, construyó la revolución ofensiva). Es el entrenador del noble elenco chileno hasta el final de la temporada. Quiere inscribirlo, otra vez, en la Copa Libertadores. Un buen ejemplo: ayer superó por 2 a 0 a Colo Colo, el gigante trasandino, con un cabezazo de Fernando Meza, el defensor surgido en… San Lorenzo. Guede es fanático del Ciclón.
Todo eso, palabras más o menos, no es imposible de descubrir. Lo singular, lo curioso, son sus trucos. Qué lleva escrito en su libreta. Este es un adelanto, sus primeras diez anotaciones. Es obsesivo. También, divertido y simpático detrás de escena. Y su lenguaje resulta atrapante, polémico, irreverente.
1 Jugar y presionar. "Todos los futbolistas tienen la obligación de correr". Cree en una presión asfixiante, bien arriba o en tres cuartos de cancha. La posesión es esencial, aunque más importante aún es el modo de recuperar la pelota. Debe ser rápido y vertiginoso.
2 Se adapta al plantel. No se obsesiona con las figuras, prefiere jóvenes (una motivación de los dirigentes, potenciar las divisiones menores) con personalidad arrolladora. Suele descubrir joyas perdidas en las gateras. El 40 por ciento de Palestino está hecho en casa.
3 El tercer hombre. Suele poner el ejemplo de Xavi en Barcelona: el cerebro que no siempre toca el balón, que aparece libre, por sorpresa, mientras otros dos generan una sociedad. Toque y desmarque. Y se inclina por los avances por los costados: por eso pretende a Pablo Mouche, o punteros como los de antes.
4 El arquero jugador. Una premisa de los nuevos tiempos: el guardavalla es, realmente, el futbolista número 11. "Si jugás con el arquero, jugás con 11". Sus equipos brindan espectáculo al espectador imparcial. Los hinchas, sujetos pasionales por excelencia, rendidos de modo inequívoco en la verdad del resultado, lo adoran o lo condenan.
5 En la escuela. Los futbolistas se llevan a casa un pendrive con un video con jugadas puntuales, con relación al próximo adversario, de 30 segundos, un minuto, como mucho. Suele preguntarle al jugador qué entendió, a modo de examen. Por qué le pide tal cosa.
6 No tiene representante. El solo arregla sus contratos (firmó por un año y medio con el Ciclón). Lo ayuda Leonadro Cauteruchi, un ex arquero. Sus ayudantes serán Germán Cavalieri y Damián Tempani.
7 Al ataque. Prefiere el sistema 4-3-3 (que se convierte en un 3-4-3), pero se adapta a los rivales, siempre desde la óptica ofensiva. Prefiere que los zagueros ataquen como si fueran los laterales. Por sorpresa o como método. Defiende mano a mano: si lo atacan con dos delanteros, se defiende con dos. Si lo atacan con uno, se defiende con uno. De local, de visitante. En el torneo, en la Libertadores.
8 Pelota parada. La locura por el ataque, en Palestino, le cambió la cabeza al fútbol chileno: un tiro libre puede atraer a seis hombres en el área rival. Queda otro jugador para el rebote y dos defensores en la última línea. El contragolpe rival puede ser una lógica y traumática respuesta. No le teme a esa hipotética situación. "Hay que desterrar el medio a perder, el miedo al fracaso".
9 Un sello personal. El 25 de octubre, Universidad Católica le gana a Palestino por 2 a 0. Otros nombres, otro poderío. Sin embargo, hay un detalle: Guede dispone que Francisco Alarcón, un defensor, sea el número 9… a los dos minutos del partido. Marcos Riquelme, el centrodelantero (argentino, goleador, ex Olimpo y Fénix), se corre a la derecha. El laboratorio semanal falla, pero es una muestra de lo que suele inventar. El trabajo semanal es esencial.
10 No tiene un equipo de memoria. Y tampoco celebra el triunfo circunstancial: después de una victoria puede cambiar tres o cuatro piezas. "Estudio todos los detalles. Y me adapto todo el tiempo. Cómo puedo ganar, por qué puedo perder. Planifico todo. Y obligo a los jugadores a que encuentren respuestas", suscribe.
ar/gs/ae
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