Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
Cristian Lucchetti: su enfermedad, la odisea de Quito, las 1000 noches sin dormir, “el robo más grande de la historia” y por qué no le gusta atajar
El arquero, a los 44 años, responde las 100 preguntas en una charla íntima y profunda; “la diabetes no me impide nada: yo puedo caminar, correr, entrenar; no es el fin del mundo”, confiesa
- 52 minutos de lectura'
De jugar un partido más en Primera División, superará el récord de Hugo Gatti y se transformará en el futbolista más longevo en la historia del fútbol argentino. Con 44 años y medio, sin embargo, el dato no lo desvela: no juega para entrar en los libros sino para disfrutar, asegura, aunque paradójicamente admita que en el arco nunca la pasó demasiado bien. En inferiores atajaba y también se ponía la pilcha de delantero en diferentes categorías, pero un hecho fortuito terminó determinando su destino usando guantes.
Ídolo en Banfield y Atlético Tucumán, ascendió con ambos y ganó el único título en la historia del Taladro. Se consagró evitando goles, pero también se dio el gusto de vengarse en nombre de sus colegas al convertir más de 20 remates desde el punto del penal. No la pasó bien cuando atajó en Boca, afirma que sufrió un robo histórico en Santos Laguna y se queja de los arbitrajes de la Primera Nacional. Padece diabetes desde casi el comienzo de su carrera pero asegura que la enfermedad nunca lo limitó. Con conceptos claros y un relato minucioso, el Laucha Cristian David Lucchetti contesta las 100 preguntas con entusiasmo y buen humor.
1.- Contá al detalle la epopeya de Quito con Atlético Tucumán, por el repechaje de la Copa Libertadores 2017.
-Habíamos empatado con El Nacional en Tucumán y a la semana siguiente viajamos a Guayaquil, hicimos noche ahí para salir hacia Quito al mediodía del día siguiente, el día del partido. Así lo hacen casi todos. Fuimos al aeropuerto, subimos al avión y todo estaba normal. El avión empezó a carretear y de repente se paró: 5 minutos, 10 minutos, 20 minutos, y nadie nos decía nada. Era un chárter, yo iba sentado adelante con el Pulga (Rodríguez), Mario Leito (el presidente), su mujer y el gerente del club. Después de un rato, el piloto anunció: “Hay un problema con los papeles, pero ya lo solucionamos y en un ratito salimos”.
2.- No salieron.
-Habrá pasado media hora, 40 minutos, todos seguíamos arriba del avión, y de pronto empezó a carretear otra vez. Listo, ya está, pensamos todos, pero enseguida paró de nuevo. “Mario, llamá a Conmebol que no vamos a llegar, que pasen el partido para mañana”, le dijimos a Leito. Que sí, que no, que ya lo solucionamos, y de golpe nos abrieron la puerta del avión y nos hicieron bajar a la pista, los aviones aterrizaban a 30 metros de donde estábamos parados, y no venía nadie a decirnos nada. A todo esto, seguían las llamadas, hasta que nos dijeron: “No autorizan a salir porque faltan unos papeles y en Quito no dan permiso para aterrizar”. Nos subieron a un micro y nos llevaron a la otra punta del aeropuerto y nos bajaron en el medio de la nada. Un rato después vino un policía: “¿Qué hacen ustedes acá?”. Nadie entendía nada, era como una película de enredos.
3.- ¿Qué hicieron?
-Se nos ocurrió sacar pasajes de línea, se lo dijimos al tesorero. El tema es que las boleterías estaban como a 2 kilómetros. Fuimos caminando. A todo esto, Pablo Lavallén nos llamó al Pulga y a mí y nos preguntó: “¿Qué hacemos?”. Yo le dije que cambie el partido para el día siguiente, el Pulga agregó: “Viajemos igual, ya estamos, después vemos qué onda”. Yo acepté, pero decía que mientras tanto intentaran postergar un día el partido. Imaginate el tesorero tratando de sacar pasajes para todos, era un quilombo. Pa, pa, al final nos fuimos subiendo a una aerolínea de Ecuador. La prioridad la teníamos los jugadores, así que el resto se quedó, nos pidieron que nos sentáramos donde había lugar. Ya en el aire, el piloto anunció: “Les pedimos a los señores pasajeros que, por favor, una vez llegados a Quito, dejen bajar primero a los jugadores de Atlético Tucumán porque están apurados”.
4.- Bajaron corriendo.
-Olvidate. Yo estaba primero, así que arranqué con todo y al primero que me encontré fue a Luis Juez, que era embajador en Ecuador. “Eh, amigo, ustedes tienen menos papeles que el Cartonero Báez”, me dijo, para empezar, ja, ja. Nos subimos corriendo al micro que estaba en la pista. Iban los policías adelante, habían cortado el tráfico. Nosotros llevábamos encima una bolsita con una remera de entrenamiento, un pantalón corto y unos zoquetes, por cualquier eventualidad. “Muchachos, pónganse esa ropa y después vemos cómo seguimos”, nos dijo el profe. Yo me quería vendar y no podía, porque el micro iba a 130 por hora por un camino de montaña, imagínate, pa, pa, pa, para un lado, para el otro, era el Zamba. Cuando salió el colectivo del aeropuerto, una moto de gendarmería se llevó puesta una puerta de una camioneta, así era todo.
5.- ¿Estaban muy nerviosos?
-Ansiosos, te diría. De golpe, uno de los muchachos dijo: “Che, loco, ¿y las camisetas?”. Y uno contestó: “Quedaron en el otro avión”. Claro, la utilería no había salido de Guayaquil. Nos quedamos en silencio hasta que uno gritó: “¡No importa, vamos a jugar así igual!”, ese era el clima, de euforia y de “no me importa lo que está pasando”. Y de golpe otro preguntó al ratito: “¿Y los botines?”. Ya eso era realmente complicado, fue un mazazo. “¡No importa, vamos a jugar en zapatillas!”, gritó otro. Veníamos con una adrenalina tremenda en el micro… Y encima, cuando estábamos llegando, nos agarró una loma de burro, el colectivo pegó un salto, cayó, y se quedó muerto ahí, a unos 700 metros de la cancha. “No te puedo creer, dale, hijo de puta, arrancá”, gritábamos. Brum, brum, lo hizo arrancar y llegó al estadio con lo justo, perdiendo agua, quedó ahí fundido en la puerta del estadio.
6.- ¿En cuánto tiempo se cambiaron?
-Entramos al vestuario y estaban colgadas unas camisetas grises suplentes de El Nacional, que nos prestaban, y ponele 10 o 12 pares de botines. Me puse unos botines, me paré, hice dos pasos y clac, clac, clac, la suela estaba despegada y suelta, ja, ja, como la de un payaso. Yo me tenía que infiltrar el dedo y Canuto, el empeine, veníamos jugando infiltrados, y cuando pregunté por el doctor, uno gritó: “No, el doctor está en Guayaquil, no viajó”. Nos miramos con Tato (Canuto), y nos preguntamos “¿cómo hacemos para jugar?”. De golpe, se abrió la puerta del vestuario, y hacé de cuenta que entró Dios: eran 3 o 4 utileros de la selección, porque la Sub 20 había justo terminado su participación en el Sudamericano disputado en Quito, y venían con bolsos grandes, con camisetas, botines, de todo.
7.- Encima las camisetas de la selección, iguales a las de ustedes.
-Exacto. Apenas vi la ropa de la selección dije: “Hoy no podemos perder”. Hicimos la entrada en calor con una alegría y entusiasmo increíbles. Cuando me fui a poner los botines, sólo había unos 39, y yo calzo 41, pero no importaba, me los puse, me apretaban, terminé con todos los dedos machucados; a Aliendro le quedaban grandes los botines, pero ya estábamos ahí y no podíamos perder. Y ganamos 1-0 en la altura con el gol de Zampedri, que usó la camiseta de Lautaro Martínez. Fue de película realmente. Encima después eliminamos a Junior y entramos a la fase de grupos. Todo redondito.
La hazaña de Quito
8.- Bueno, ahora vamos al comienzo: ¿quién es Cristian David Lucchetti?
-Un tipo sencillo, simple, y con los años mucho más tranquilo. Apasionado por el fútbol, los autos y las motos. Creo que nací para ser jugador de fútbol, es mi vocación, lo llevo en la sangre.
9.- ¿Quién y por qué te puso Laucha?
-En mi casa desde chico siempre fui David, me llamaban por el segundo nombre antes del primero. A los 4 años, el papá de un compañero que jugaba conmigo en el baby me puso Lauchita, porque era chiquito y flaquito, y quedó para siempre.
10.- Naciste el 26 de junio de 1978, un día después del primer Mundial que ganó la Argentina. ¿Les dejaste ver la final a tus viejos?
-Mi vieja estaba internada en el Hospital Español, en Godoy Cruz, con el único televisor que había en el hospital, porque eran habitaciones de a dos, y el esposo de la otra señora había llevado una tele. Así que anduvieron saltando y festejando a lo loco, eso me contaron, y yo nací a las 7 de la tarde del día siguiente, el lunes 26.
11.- ¿Qué es Luján de Cuyo para vos?
-Es mi lugar en el mundo, donde crecí, y donde me hice los amigos que aún conservo y con lo que nos mantenemos conectados virtualmente por los grupos de WhatsApp. Allí viven aún mis viejos, mi hermano, amigos, mis abuelos fallecieron, pero me han dejado recuerdos hermosos. Cada vez que puedo, voy para allá.
12.- ¿Pasaste privaciones de pibe?
-Para nada, somos una familia de clase media. Mi viejo laburó en YPF durante 21 años, en la parte administrativa, y mi vieja en la municipalidad. Tengo un hermano más grande, que es arquitecto, y también jugaba al fútbol, pero como era el inteligente de la familia, se dedicó a estudiar, ja, ja. Era enganche, zurdo, jugaba muy bien, llegó a la primera de Luján Sport Club, pero siempre tuvo muy claro que iba a ser arquitecto. Y yo siempre tuve claro que quería ser futbolista. En el colegio, las maestras preguntaban qué íbamos a ser de grandes y los chicos respondían: bombero, policía, astronauta y yo siempre decía “jugador de fútbol”. A mi mamá siempre le decía: “Yo voy a ser jugador de fútbol y en Buenos Aires” y ella me decía: “Bueno, hijito, sí”, como si fuera imposible (risas)… Cuando uno es chico por ahí no toma dimensión de lo difícil que es alcanzar ciertas metas, pero lo bueno también es tener las cosas claras y luchar por esos sueños.
13.- ¿De qué equipo eras hincha de pibe y quién era tu ídolo?
-De River. Y mi ídolo era Francescoli. Incluso, tengo una foto de cuando River fue a jugar un amistoso a Mendoza, en 1987, contra Gimnasia, nosotros habíamos salido campeones de la Liga Mendocina de Fútbol infantil, y entramos a la cancha de la mano de los jugadores y les regalamos un vino. Yo entré de la mano de Pumpido. El fanatismo que tenía se me fue con el paso del tiempo. Cuando llegué a Banfield, empecé a pensar en Banfield, viví en la pensión, jugué en inferiores, quería ganarle a River, ahí ya ves los colores de otra manera. Incluso, empezás a tenerle bronca a los equipos grandes, por su poderío y favoritismos.
14.- ¿Cuál fue tu primer club?
-Arranqué en Villa Dolores, el club de baby del barrio, a los 4 años. En mi categoría jugaba arriba y en la categoría más grande iba al arco. Así fue siempre, también en las inferiores de Luján Sport Club, mi siguiente club: me daban el dulce para que después fuera al arco en la otra categoría. Dos caramelos y una patada en el culo, ja, ja. En Luján ya jugué en cancha grande a partir de los 10 años hasta los 15, que me vine a Banfield.
15.- ¿Empezaste como arquero o como delantero?
-Cuando estaba en baby, yo quería jugar 10 partidos por día: estaba la categoría A, la más fuerte, y como había muchos chicos, armaron la B. En la A yo jugaba arriba y como en la B no tenían arquero, preguntaron quién quería atajar... y yo levanté la mano, con tal de jugar, me anotaba en todas (risas). Bueno, así empezó todo. Yo venía acostumbrado a atajar, porque cuando íbamos con mi hermano al parque, como es 5 años mayor que yo, me decía: “Dale, atajá”, y eran pelotazos de acá y de allá. Tito Lucatto, el papá de uno de mis mejores amigos de la infancia, me decía siempre: “Dejá de romper las bolas con jugar adelante, andá al arco que vas a salir en la tapa de El Gráfico siendo arquero”. Cuando salimos campeones con Banfield y salí en la tapa de El Gráfico fue el primero que me llamó.
16.- ¿Como delantero hubieras hecho la carrera que hiciste?
-Me gustaba jugar por afuera, era rapidito y metía goles. Creo que no hubiese desentonado, capaz podría haber jugado arriba… no hasta los 44 años, eso seguro, porque hoy juego en los picados y me canso (risas)
17.- ¿Cómo llegaste a Banfield?
-Siempre tenía en la cabeza venir a probarme a Buenos Aires. Un año antes de hacerlo en Banfield vinimos con dos amigos a una prueba en River por un contacto del padre de uno de los chicos. Yo era muy bajito, y cuando me preguntaron de qué jugaba y dije “arquero”, me miraron como diciendo “imposible”. Me probaron 10 minutos entre 170 mil pibes. No toqué la pelota, fue una experiencia muy frustrante, no quedamos ninguno de los tres.
18.- Volvieron al año siguiente.
-Jugamos todo el año en Luján pero fue triste, un golpe de realidad que no esperaba. A fin de año, el técnico de Luján nos comentó que tenía un amigo en Buenos Aires con contactos en un par de clubes y viajamos con dos amigos. Paramos en la casa de una familia amiga de apellido Casataro, en Parque Chacabuco. Siempre le estaré agradecido a esa familia. Este amigo del técnico traía un equipo completo de la ciudad de San Lorenzo, Santa Fe, y nos dijo que al otro día había una prueba contra Huracán. “¿De qué jugás?”, me preguntó. “De arquero”, le contesté. “No, arquero ya tengo”. “Pero también juega de delantero”, le dijo uno de mis amigos (risas). El tipo no entendía nada, me puso en el segundo tiempo y metí 2 goles. “Vos no sos arquero. Mañana jugamos contra Platense, vas a ir como delantero”, me dijo. Fuimos y metí 3 goles, gambeteaba a todos, anduve bárbaro. “El viernes te quiero ver de nuevo, tenemos partido con Boca en Parque Sarmiento”, me dijo. Ganamos 3-2 y metí 2 goles.
19.- Te fichó como delantero, supongo.
-El técnico de Platense me preguntó si tenía un lugar a dónde quedarme a vivir, en ese momento el club estaba muerto, no tenía pensión. A los dos días había una prueba en Banfield para mis amigos, y los acompañé. Miraba paradito a uno costado del campo mientras hacían fútbol y pasó Edilberto Righi, ex arquero de Banfield, que era coordinador de inferiores en ese momento. “¿Vos no te probás?”, me preguntó. “No, porque quedé en Platense”, le contesté. “¿De qué jugás?”, siguió. “De arquero”, le dije, no sé por qué. Me preguntó de qué categoría era, le dije que 78. “¿Sabés que hace falta un arquero en la 78? Tenemos uno solo, vení, voy a probarte”, me invitó y me hizo una prueba de arquero en serio. Le gusté. Después de un ratito, me dijo: “Si volvés a Mendoza a buscar tus cosas, te espero el miércoles que viene acá”. Así que me volví a Mendoza en un camión de un amigo de mi viejo, 170 horas cebando mate, ja, ja creo que me quedó el brazo acalambrado. Hubo que pelear un poco para que Luján me diera el pase y me fui a vivir a la pensión de Banfield. Arranqué con edad de Sexta.
20.- O sea que si ese día Righi no hubiera estado ahí, habrías fichado como delantero en Platense…
-Olvidate. Aparte ni tendría que haber ido ese día a Banfield, fui a acompañar a mis amigos. Es el destino. La cuestión es que a los 4 o 5 meses de llegar al club empecé a entrenarme con la Primera, después hice la pretemporada a comienzos de 1996 y a fines de ese año debuté en un plantel de grandes nombres como Patrulla Jiménez, el Chueco Delfino, Wensel, Guido Alvarenga, Víctor Hugo Delgado, un crack, Craviotto…
21.- ¿A quién tenías como modelo en el arco?
-Me gustaba Ángel Comizzo, porque jugaba muy bien con los pies, y fue muy loco, porque a poco de llegar a Buenos Aires ya lo tenía como compañero y consejero, me hablaba mucho. Y sé que hablaba muy bien de mí. También me gustaba Navarro Montoya y justo me tocó debutar contra él.
22.- ¿Qué recordás de ese debut contra Boca?
-Comizzo se fue a México, empezó a atajar Ciancaglini, después lo pusieron a Mari Gauto, pero se ve que el técnico tenía dudas. Yo tenía 18 años, había ido tres veces al banco, volaba para todos lados. “¿Qué pasa si te pongo el domingo con Boca? Te vas a cagar, ¿no?”, me dijo Oscar López, el técnico. “Nooo, si es un partido de fútbol”, le contesté, pero en el fondo pensaba que no me iba a poner. El jueves hicimos fútbol y me mandó de titular, el viernes lo mismo y el sábado, en la charla técnica, anunció: “Mañana va a atajar Davicito”, ja, ja, me decía así, Oscar. Ahí caí y esa noche casi no pude dormir. Mari Gauto, mi compañero de cuarto, se portó 10 puntos, me dijo: “Vos entrá y gritá, así por lo menos te sacás la adrenalina y los nervios”. Eso hice. Le ganamos 3-1 al famoso Dream Team de Bilardo. Fue el último partido del Mono en Boca, y el segundo de Riquelme.
23.- ¿Cómo anduviste?
-Atajé muy bien, saqué cuatro pelotas jodidas: una a Pompei, otra a Rambert, un cabezazo a Cagna, y una más, casi todos los medios me pusieron entre 8 y 9 puntos. Nosotros llevábamos 8 fechas sin ganar, por eso se venían dando tantos cambios en el equipo, incluido en el arco. Los hinchas hasta corearon mi nombre, muy loco. Antes de empezar el partido, al cambiar de arco me crucé con el Mono y me dijo: “Jugá tranquilo, por algo estás acá, disfrutá el partido”. Lindas palabras, yo solo atiné a decirle: “¿Me regalás el buzo cuando termina el partido?”.
24.- Cambiarle el buzo, supongo…
-No, no, cambiar no, que me lo regalara, el mío me lo había comprado yo, ja, ja, lo tengo todavía. Los buzos que me daban en el club me quedaban gigantes, este lo había comprado yo con la plata que saqué vendiendo limones de la casa de mi abuela. Cuando terminó el partido, me dio vergüenza pedírselo, pero mandé al utilero después y vino con el buzo del Mono.
El debut en Primera
25.- Atajaste 5 partidos, pero después te costó volver al arco. ¿Qué pasó?
-A fines de ese año me convocó Pekerman para las juveniles, el equipo que terminó siendo campeón en Malasia con Riquelme, Aimar y Scaloni, pero me agarró pubalgia, no podía moverme del dolor que sentía en los aductores. Me operé para tratar de llegar al Mundial, pero lo que tenía que ser un mes y medio de recuperación terminaron siendo 6 meses porque se me rompían las adherencias. Volví ya en el Nacional B, porque Banfield descendió, y en el primer partido, contra Argentino de Rosario, tapé un mano a mano y se me cortó el ligamento del hombro. ¡Otros 6 meses sin jugar! Jugué unos partidos en la Reserva y cuando me preparaba para volver contra Quilmes, haciendo fútbol el miércoles previo, se me trabó el pie al salir en un mano a mano y me quebré tibia y peroné. Solito, ¡increíble! O sea que en casi tres años no atajé nada, salvo esos 5 partidos. Gracias a Dios ya había debutado en Primera, y entonces el club me bancó, porque si no, no sé qué hubiera pasado. Volví en el 2000 y ascendimos en el 2001. Ese campeonato lo jugué todo.
26.- Es durísimo el puesto de arquero, porque hay un titular y el suplente no entra nunca, ni un minuto, salvo lesión o expulsión.
-Es muy ingrato en ese sentido. Y tampoco se naturaliza que se pueda cambiar de arquero de acuerdo al rival: si tira más centros y tenés un arquero que domine mejor el área; si se mete más atrás y necesitás de más juego de piernas del arquero. Debería ser más normal el cambio de arquero, como cuando se pone a un volante más o menos defensivo, pero se instaló que si cambian al arquero es una catástrofe. Para mí no debería ser así.
27.- También es un puesto ingrato porque podés atajar perfecto 89 minutos pero te equivocás en la última y todos te van a señalar. Con el resto de los jugadores no es lo mismo.
-Tal cual. Si no sos fuerte de la cabeza, no podés ser arquero. Y siendo fuerte, así y todo es muy difícil. Yo he pasado cien noches sin dormir, mil noches (risas)… Te comiste un gol a los 5 minutos y tenés que atajar los 85 restantes con ese peso, y por más que después atajes varias difíciles, la cagada ya te la mandaste. Con el delantero pasa lo contrario: erró dos penales y tiene hasta el último minuto para meter el gol de triunfo y reivindicarse. Si yo me mandé una cagada y después ganamos 3-1, igual me voy con un gusto amargo. Por más que sea un deporte en equipo, siempre pensás en lo que hiciste. Lo mismo pasa si el equipo ganó 6-0 pero el goleador no la metió. Se va con cierta bronca a la casa, no se va contento.
28.- ¿Cómo viviste la campaña del ascenso 2000/01 con Banfield?
-Fue uno de los mejores grupos que integré, con el Gordo (Garrafa Sánchez), el Yagui Forestello, el Gato Leeb, el Loco González, Sanguinetti, un grupo espectacular, bien de ascenso, humilde, peleador. Nos debían 4 o 5 meses e igual íbamos para adelante. Y cuando las cosas cuestan tanto, se valoran más. Encima veníamos remándola de atrás porque los candidatos eran Quilmes, Instituto y Arsenal. Ese ascenso fue de las cosas más lindas que me pasaron en el fútbol.
29.- Contá alguna de Garrafa Sánchez, debe haber mil.
-Del Gordo tengo varias, era un personaje hermoso, simpático. Aparte de crack, era muy especial. Nosotros entrenábamos en Luis Guillón, y salíamos a comer a un restaurante, el Viejo Aljibe; el plantel y el cuerpo técnico de Falcioni. Terminábamos de comer y volvíamos en 4 o 5 autos a la concentración, y el cuerpo técnico se quedaba de sobremesa. Con Julio, el Gordo no jugaba, iba al banco. Una vuelta, no sé por qué, el cuerpo técnico volvió antes, no nos dimos cuenta, y el Gordo pasaba por toda la fila de habitaciones golpeando las puertas con las manos y gritando: “¿Cuándo me vas a poner hijo de puta?”, ja, ja, y de golpe se abrió la puerta y estaba Falcioni afeitándose, ahí paradito en la puerta, ja, ja. “No vas a jugar nunca, Gordo”, le contestó. Me acuerdo y me río.
30.- ¿Como compañero no lo querías matar por tanto firulete?
-Y… alguna vez, sí. En la primera final por el ascenso contra Quilmes, en cancha de Banfield, hizo todo; hay una jugada en que saca a pasear a 2 o 3 defensores y le da vuelta, frena, engancha y yo desde el arco quería ganar 5-0, la puta madre, pero Garrafa se divertía dentro de la cancha. Terminó el partido y le digo: “Gordo hijo de puta, teníamos que haber ganado 3-0 y terminamos 2-1″. Me contestó: “Tranquilo, que la final está ganada”. En la revancha le metimos 4 a Quilmes, se suspendió el partido, un quilombo, y ascendimos.
31.- ¿Imaginabas una muerte trágica como la que tuvo?
-Después de estar en México y en Racing volví a Banfield, había agarrado el Gato Leeb como técnico y habían dejado libre a Garrafa y no se sabía si el Loco González seguía. Me junté con el presidente y le hablé de la importancia de los dos para armar el gran grupo, me dio el ok, pero me faltaba convencer al Gato. Lo intenté, Leeb aceptó al Loco pero al Gordo ya no lo quería. El Gordo se había comprado una moto que iba a 300 km por hora, y andaba sin casco. Y el accidente fue andando a 20 por hora en la esquina de su casa haciendo Willy: se le enganchó el pantalón y se murió en la esquina de la casa. Una locura. Me quedé mal, estoy seguro de que si hubiese estado en el club, no le habría pasado nada.
32.- ¿Cómo era Luis Garisto?
-De los mejores técnicos que tuve en mi vida. Como ser humano, por los conceptos básicos y por la simplicidad. Él y el Ruso Zielinski, los dos muy parecidos: no franelean a nadie, son simples. Como decía el Gordo: “Yo no afilo, macho”. No tenía que andar abrazándonos ni diciéndote que eras un fenómeno.
33.- ¿Se te cruzó por la cabeza que podían ser campeones con Banfield alguna vez?
-A poco de llegar al club, vi la historia y sabía que no había salido nunca campeón y sí, se me pasó, uno tiene esos sueños imposibles en la cabeza, uno sueña siempre a lo grande. Además, se fueron dando las cosas progresivamente: participación en Sudamericana, después en Libertadores, buenas actuaciones, ya Banfield se había posicionado. Faltaba salir campeón. Y se dio. Fue el sueño mío, el sueño de los abuelos, de los tatarabuelos y de todos los jugadores que pasaron por el club y no lo pudieron conseguir. Gracias a Dios me tocó estar en ese plantel.
34.- ¿En qué momento lo viste posible?
-Después de ganarle 1-0 a San Lorenzo en cancha de ellos, fecha 13 o 14, ahí no podíamos ganar nunca. Sobre el final le saqué un tiro libre bravísimo a Menseguez. Julio siempre fue mesurado, porque no es lo mismo pelear el campeonato con River o Boca que con Banfield. Por más jugadores de experiencia que tengas, hay camisetas que pesan mucho más que otras. Nosotros sabíamos que no podíamos errarle ni en un metro, el margen de error era cero.
35.- ¿Ya se notaba que James Rodríguez era distinto?
-Sí, claro, cuando lo subieron a entrenar a Primera era medio gordito, después se estilizó bastante. La única duda que tenía era si podría cuidar el físico, porque tenía tendencia a engordar, pero técnicamente era distinto, se veía. Aparte, Julio no es de poner muchos chicos y a James lo ponía, porque marcaba mucha diferencia.
Entrevista de Lucchetti a James
Entrevista del "Laucha" a @jamesrodriguez10 @cab_oficial Campeón
— Fans Club Cristian Lucchetti (@FClubLucchetti) April 12, 2020
.
.
.#CristianLucchetti #LauchaLucchetti #laucha #banfield #taladro #ADNBanfileño pic.twitter.com/EZPMbmLLVl
36.- ¿Qué te quedó de tu paso por el fútbol mexicano?
-Mi hija mayor, ja, ja, Milagros Valentina. Me fui a pelear el campeonato, una deuda que tenía. Era un equipazo aquel Santos Laguna con el Pony Ruiz, Borgetti, Vuoso, Fede Domínguez… El fútbol mexicano es más descomprimido, por ahí perdíamos un partido y volvíamos en el avión y mis compañeros venían tomando cerveza, riéndose, y yo con cara de orto por haber perdido. En realidad, no sé qué está bien y qué está mal, porque por otro lado si decís: “Dejé todo ahí adentro, corrí y el equipo rival te ganó, ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a cortar las venas?”. Pasa que acá lo vivimos de una manera muy distinta.
37.- ¿Qué recordás del adelantamiento que te cobraron en la serie de penales contra River, en la Libertadores 2004?
-Sigo pensando que fue un robo. Un robo de los más grandes de la historia. Habíamos perdido 1-0 injustamente en la ida, nos pusimos 2-0 en el Monumental y descontó Salas faltando poco. Fuimos a los penales, le atajé el 2° a Cavenaghi y el 3° al Rolfi Montenegro parado en la línea y cuando vi al asistente con la bandera arriba lo recontra puteé. No me expulsó porque estaba sucio. Incluso el árbitro le preguntó al juez de línea: “¿Qué fue? ¿Gol?”. Creía que la había sacado de adentro. El Rolfi gritaba el gol, ni sabía qué habían cobrado.
38.- Al terminar el partido se lo quisieron comer crudo al árbitro y al asistente.
-Los rodeamos, les dijimos de todo, pero ya está, es al pedo, ya quedaste afuera, te robaron la ilusión. Ahí es cuando vos decís: “¿Para qué todo esto?”. Es lo que pasa habitualmente, sobre todo en la Primera Nacional. Hace poco, ya en Gimnasia, les dije al árbitro y al juez de línea: “Si va a ser así, muchachos, avísennos antes, yo me quedo en Jujuy, no hago 2 mil kilómetros, no concentro, pongo TyC Sports Play en la tablet, mandamos a jugar a los pibes de la Reserva, y no nos hacen perder tiempo. Ya estamos grandes”. Te miran y no te dicen nada, porque si les decís eso, mínimo te tienen que echar.
39.- ¿Qué te habían cobrado?
-Nos anularon un gol que el tipo estaba 6 metros habilitado, desde el otro arco veía que estaba habilitado, no es que le erraste por un metro, fue alevoso. Ya sabés que si te dirigen 5 o 6 árbitros, es muy complicado. En el Nacional son descarados… y mucho no se puede patalear.
40.- ¿Cómo evaluás tu paso por Racing?
-Una experiencia muy linda, peleamos el campeonato, teníamos un muy buen grupo, y se nos escapó al final, una lástima. Me llevó el Pato Fillol, después se fue, y con Rivarola hicimos una campaña bárbara. Anduve muy bien ese campeonato, me comí un par de goles en las últimas fechas, puesto de arquero, digamos, y había ido a préstamo por un año. Volví a Banfield.
41.- ¿Por qué estuviste un solo año en Boca?
-Salí a préstamo otra vez de Banfield, y para Boca fue un año de transición. Borghi armó una línea de 3, y con todos jugadores nuevos: Cellay, Caruzzo, Insaurralde, Somoza… Palermo venía del Mundial, Riquelme de una operación. Hicimos una gira por Australia, volvimos y enseguida arrancó el campeonato sin pretemporada. Encima con la Jabulani, que fue la peor pelota de la historia, por eso la sacaron rápidamente. Y era un club como Boca, muy especial, donde no tenés margen de error. No son excusas, eh, sólo describo las situaciones. Cuando agarró Julio (Falcioni), acomodó más o menos el equipo, arrancó Javi García porque yo había terminado lesionado, pero después atajé el resto del campeonato. Al finalizar el préstamo, hablé con Julio y le dije que tenía ganas de estar más tranquilo, por mi familia, por la salud en general. Y volví a Banfield.
42.- En el medio tuviste un cruce fuerte con Borghi.
-En un entrenamiento, sí. Me llamó un periodista el día anterior y me dijo: “Borghi te quiere sacar, mañana va a hacer fútbol, pero te va a preguntar a vos qué pensás”. Y se dio así, tal cual. Entonces cuando me vino a preguntar cómo me sentía para jugar el domingo, por adentro me dije: “Nah, no puede ser”. Y lo encaré: “¿Cómo puede ser que yo me entere por un periodista lo que vos vas a hacer?”. Discutimos. “¿Cómo le vas a creer más a un periodista que a mí?”, me dijo. “No es que le creo, es lo que pasó”, le contesté. Y salí del equipo. No me quedó ningún rencor, el Bichi me parece un fenómeno como tipo, pero también creo Boca te saca fácil de eje.
43.- En alguna nota dijiste que en esa época se respiraba un ambiente muy pesado por la disputa Palermo-Riquelme, que había que ir 3 veces por semana al psicólogo.
-Ya es pasado para mí. Las cosas negativas hay que sacarlas de la cabeza, ya fue. No se trató, para mí, de una de esas etapas por las que podría decir: “¡Qué buena experiencia!”.
44.- ¿Por qué te fuiste de Banfield después del descenso en 2012 y por qué elegiste Atlético Tucumán?
-Se me terminó el contrato, había estado casi un año sin cobrar… sigo sin cobrar, en realidad. “Falsas promesas”, ¿conocés el tema de Tambó Tambó? Spinosita me dijo: “Quedate tranquilo que vas a cobrar”, y no cobré nunca. Por supuesto no le hice juicio a Banfield, jamás se lo haría, yo amo a Banfield, pero la realidad es esa: pasaron 10 años y no cobré. Listo, cero rencor. Volviendo al team: se terminó el contrato, me fui un mes de vacaciones, ya no quería jugar más. Y cuando volví de vacaciones, el libro de pases de Primera estaba cerrado.
45.- ¿Por qué no querías jugar más?
-Porque había tenido un año durísimo, de mucha presión, un año político en Banfield, nos caímos en picada, nos fuimos a la B. Y cuando uno quiere mucho a un club y se siente tan identificado, te golpea muy fuerte. Al volver de las vacaciones, me llamaron de Olimpo, de Atlético Tucumán, y de 3 o 4 clubes más, todos del Nacional B. “Tucumán no”, decía, pero mi representante me insistió para que me juntara a escuchar. Me contaron del proyecto, me dijeron que Atlético viajaba en avión, la verdad que yo no quería andar en colectivo para todos lados, pensé que por ahí me venía bien ir al interior para despejarme, mis hijas eran chicas, y le dije a mi mujer: “Pruebo 6 meses a ver qué onda y si no anda, en 6 meses estoy acá de vuelta”.
46.- ¡Te quedaste 10 años!
-Así es (risas). Creo que las carreras te las acortan o alargan las campañas. Quizá me hubiese retirado ese año si no me salía algo interesante; después, siempre digo que mis contratos son por 6 meses y veo cómo me siento: si tengo ganas, vamos por 6 meses más. Me acuerdo de que, al terminar mi primer año de contrato, en Atlético me ofrecieron firmar por 3 años más. “Yo no voy a jugar ni loco 3 años más”, les dije. Firmé por firmar, siempre revisando a los 6 meses cómo me sentía. Y al final ascendimos, peleamos campeonatos, entramos en la Sudamericana, luego en la Libertadores, final de la Copa Argentina… Como te dije: las campañas me fueron estirando la carrera.
47.- Repasemos ese ciclo: primero tuvieron que ascender. Les costó bastante.
-Cuando llegué, el club no estaba bien. Veníamos con 3 o 4 meses abajo en los sueldos. En el segundo año hicimos una campaña muy buena con el Negro Ricardo Rodríguez, RRDT, después vino el Chulo (Rivoira) y el famoso campeonato de los 10 ascensos, que lo arrancamos muy bien, fuimos punteros, pero nos caímos y terminamos perdiendo el desempate contra Huracán en Mendoza. Fue un golpe durísimo: 10 ascensos, y no subís, y encima en una provincia como Tucumán, recontra futbolera. Fue una catástrofe. Me dije: “No puede ser, yo no puedo retirarme así, con esta campaña”. Me fortaleció para continuar. Y al año siguiente ascendimos, metimos una campaña bárbara con Azconzábal.
48.- Subieron y dijiste que querías quedarte no sólo para mantenerlo, sino para pelear cosas importantes. Sonó exagerado, pero no lo fue.
-Es que siempre tenés que apuntar a lo más alto, para bajar hay tiempo. Con un grado de realismo, ¿no? En ese campeonato corto de 2016, nos tocó debutar con un buen Racing y le ganamos, después fuimos a la Bombonera contra Boca, que venía de ser campeón, y le ganamos y después contra Unión y ganamos otra vez. Tres jugados, tres ganados. Fue el puntapié inicial, terminamos 3° en nuestra zona y nos clasificamos a la Libertadores.
49.- ¿Conocías al Ruso Zielinski cuando agarró Atlético?
-No. El Ruso es de pocas palabras, como el Gordo Garisto, simple, sencillo, es uno de los tipos que más quiero en el fútbol, no sólo como entrenador, sino como ser humano. Realmente construye desde el anonimato, con perfil bajo, no dramatiza, ganás o perdés y siempre tiene la misma cara, no te va a levantar el tono de voz así ganes 5-0 o pierdas 5-0, siempre con una estabilidad emocional que es difícil de encontrar en el fútbol.
50.- ¿Todavía te lamentás de la lesión en el hombro que te impidió jugar la final de la Copa Argentina 2017 que perdieron contra River?
-Todos queremos estar en una final, pero yo venía jugando 3 o 4 meses con dolor en el hombro, infiltrándome, y corrí riesgos en la semifinal contra Central, que ahí nos jugábamos la clasificación a la Libertadores, porque River ya estaba adentro. Podía pasar que me resintiera y ocurrió en la definición por penales.
51.- ¿Disfrutaste quitarle el campeonato a River en 2020, con aquel 1-1 en la última fecha en Tucumán, cuando ustedes no se jugaban nada?
-La esencia de cada uno es querer ganar. Te hablo de mi forma de ser: juego al metegol y al ping pong con mi hermano y le quiero ganar, ¿cómo voy a querer perder un partido de fútbol, que es mi trabajo? Es una locura. ¿Cómo voy a jugar así nomás? También te motiva más si el rival se juega algo y los ojos están puestos en vos. Y más si sos arquero: mirá si me comía un gol contra River, ¿qué iban a decir? Que estaba puesto, ¿o no?
52.- Pero también si se empeñan de más, la gente dirá: “Están puestos por los otros, están incentivados”.
-La gente siempre habla.
53.- ¿Cómo hiciste para atajar contra The Strongest por la Libertadores sin haber dormido la noche anterior, en 2020?
-Habíamos tenido que internar a Sofía, mi hija menor, con una infección en la boca, garganta y oído, la tuvieron que operar de urgencia, y pasé toda la noche en la clínica, muy preocupado. Cuando se despertó de la anestesia, como ella sabía que se trataba de un partido muy importante, me pidió que jugara. Fui así, sin dormir, y por suerte salió todo bien, ganamos 2-0 a The Strongest y pasamos el repechaje por penales. Lo más importante fue que mi hija se recuperó y se puso bien.
54.- ¿Por qué te abrieron la puerta de salida del Decano?
-Fue más que nada una decisión mía; si hubiera querido seguir, todavía estaría en el club.
55.- Pero tuviste un contrapunto con Azconzábal que te llevó a escribir una carta.
-Azconzábal me dijo que, si me quería quedar en el club, que me quedara, pero que él iba a tener otras opciones, que iba a traer otro arquero y que no iba a jugar, seguramente. Entonces, a esta altura de mi carrera, si no iba a atajar, ¿para qué me iba a quedar?
56.- Podías ir al banco y ganarte el puesto.
-No, no, seguramente iba a ser el tercer arquero. Mi esencia fue siempre jugar al fútbol. Salvo alguna situación puntual, tuve la suerte de jugar en todos los clubes donde estuve. Entonces, con 43 años, si me quedaba sin jugar, para eso me retiraba. Por eso me planteé: me voy a donde pueda jugar, sea en la B, en la C o en la F. La adrenalina que me da jugar no me la da estar mirando un partido desde la tribuna. Y firmé con Gimnasia de Jujuy, en la Primera Nacional.
57.- ¿Vos sentías que estabas en mal nivel?
-No, es más: el último partido fue contra River, que empatamos 1-1, y al otro día a la mañana tuve una reunión con Azconzábal y me planteó la situación. Yo ya venía con alguna diferencia con Azconzábal del ciclo anterior, y sabía que si volvía al club iba a ser difícil mi continuidad. Todos tenemos cosas buenas y malas, y a mí había muchas cosas que no me gustaban de su manera de manejarse. Simplemente eso, no quiero decir que tenía razón yo, eh. Así que cuando él firmó contrato, yo ya sabía que iba a ser difícil que siguiera en el club.
58.- ¿Esperabas otro apoyo de Leito, después de tantos años?
-Pasa que también había sido un año malo para los dirigentes, para el club en general, entonces fue más darle el gusto a la gente que quería a Azconzábal. Era Azconzábal o Lucchetti, seguramente. Fue así.
59.- Declaraste entonces que ibas a volver al club, no sabías en qué condición pero que ibas a volver.
-En junio de este año me propusieron volver, como jugador y como manager, pero respeté mi contrato con Gimnasia de Jujuy. No me parecía lógico irme a mitad de campeonato y romper el contrato con un club que se portó tan bien conmigo y me abrió las puertas en un momento difícil.
60.- ¿Qué vas a hacer ahora?
-Me ofrecieron quedarme un año más en Gimnasia y firmaré en estos días. Quiero jugar. Me gusta el desafío, si Dios quiere, de pelear el torneo, ser protagonista. Ojalá que el año que viene sea un buen año para Gimnasia.
61.- ¿Pero pensás volver a Atlético o no?
-No depende de mí. Tengo muy buena relación con los dirigentes, de hecho me lo propusieron, y si no estoy trabajando en el club es por decisión mía, porque tengo ganas de seguir jugando y porque tengo un contrato firmado. Lo digo con humildad: si tengo ganas de volver a Atlético, no habría problema. Eso creo.
62.- ¿Qué hizo tu familia este año?
-Se quedó en Tucumán. Después de 10 años están muy afincados ahí. Una de mis hijas está en el colegio, la mayor empezó la universidad, mi señora tiene inmobiliaria, y tampoco estoy tan lejos, son 330 kilómetros de San Miguel a San Salvador.
63.- Al final, Azconzábal no lo pudo enderezar y si no era por la campaña de Pusineri se iban derecho al descenso.
-El fútbol tiene cosas inexplicables, a veces no tiene lógica. Los mismos jugadores, que si le preguntabas al hincha había que meterlos en una bolsa y prenderlos fuego, metieron un campañón y estuvieron peleando el campeonato hasta el final.
64.- ¿Por qué siempre usaste pantalones largos?
-Porque me siento más seguro jugando con pantalón largo, es como una marca registrada mía. Bajo un poco la fricción, no siento tanto los golpes y no me raspo tanto, porque soy mucho de ir al piso y tirarme. Lo veía a Nacho González y decía: “No soy el único”, y me mandé. Lo curioso es que me gusta entrenarme con pantalón corto y los partidos los juego con largos.
65.- ¿Me explicás eso por favor?
-No sé, es inexplicable, ja, ja. En un entrenamiento no te tirás con la misma intensidad que en un partido, no chocás. No estoy de acuerdo con los que dicen “se entrena como se juega”, yo pienso que no. Entrenamiento es entrenamiento, el entorno de un partido de fútbol no se compara con nada, para el partido te preparás de otra manera, entonces si a mí para el partido me falta el pantalón largo o las canilleras que uso siempre, no me siento igual. Y eso que en los entrenamientos no los uso.
66.- ¿Le pediste a algún DT que te pusiera de 9 en algún partido?
-Patricio Hernández me estuvo por poner en un partido de Copa Libertadores contra el América, de México. Hasta había mandado hacer una camiseta de juego con el 1 en la espalda y mi apellido. Vitamina Sánchez era su ayudante y creo que él lo tiró para atrás. También me lo propuso Burruchaga, de cara a un partido contra San Martín de Tucumán. Como en los reducidos siempre jugaba adelante, se ve que le gusté y me dijo: “¿Qué pasa si te pongo como delantero?”. Le respondí: “La verdad, a mí me encantaría jugar arriba, pero me parece una falta de respeto para los delanteros, ¿cómo lo van a tomar?”. Encima yo era el capitán. Al final fui al arco y ganamos 1-0 con un gol mío de penal (risas).
67.- ¿Por qué empezaste a patear penales?
-En los entrenamientos me gustaba patear tiros libres y penales, me quedaba fuera de hora y Mané Ponce, ayudante del Gordo Garisto, me dio la idea. Garrafa me decía: “Mejor ni te arrimes al área”, ja, ja, no quería saber nada. Cuando ascendimos, Garrafa casi no jugaba, nos dieron un penal en la Bombonera, faltaban 5 minutos, Oscar Córdoba era el arquero de Boca, íbamos 0-0. Garisto me dijo: “Andá a patearlo”. Encima era en el arco de la Doce. El Loco Cervera agarró la pelota y cuando llegué me dijo “lo pateo yo”. Le contesté: “No, Loco, corrí 100 metros, vamos a hacer un papelón si no lo pateo”, y ahí me dijo: “Si yo lo pateo, lo meto, ¿vos lo vas a meter?”. Me pasó tremenda presión. “Sí”, le contesté. Tomé carrera para pegarle fuerte, Córdoba se tiró a la derecha y me dejó todo el arco, entró por el medio. Ganamos 1-0. Fue el primero que pateé.
68.- ¿Gritar un gol es la venganza perfecta para un arquero, al que se los gritan siempre?
-Lo más lindo del fútbol es meter un gol, no se compara con nada. Podés mandarte una atajada bárbara pero hacer un gol es otra cosa, sobre todo si te hace ganar.
69.- ¿Por qué dejaste de patearlos?
-Cuando sos más grande, empezás a ver las cosas de otra manera. Decís: “¡Si yo estoy para sacar las que van adentro!”. En Atlético, sobre todo, cada vez que había un penal, la gente gritaba “Luccheeetti, Luccheeeeti”, y yo decía: que lo patee el 9, que vive de los goles. Hace 5 años me vienen diciendo: “Pateá el penal, que vas a tener el récord de arquero más veterano metiendo un gol”, y mirá que tuve ocasiones en partidos que ganábamos 3-0, pero esas cosas no me van a cambiar la vida, si a mí lo que me hace feliz es jugar al fútbol, no que los demás tengan estadísticas.
70.- ¿Seguís sin que te guste atajar o le agarraste el gusto?
-Sigo sin que me guste atajar, ja, ja, de verdad. Disfruto entrenar, el día a día, compartir con mis compañeros, los viajes, concentrar, pero el día del partido es un trabajo y no la paso bien, no lo disfruto. Si fuera jugador de campo, lo disfrutaría, sin dudas.
71.- Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol.
-Te va a parecer loco, pero el más feliz fue cuando salí campeón de baby con 9 años, con la categoría 77 de Villa Dolores. Fue una de las finales más recordadas, contra Cementista, salimos campeones de Mendoza, en la capital, y volvimos a Luján de Cuyo en autobomba, parecía que habíamos salido campeones del mundo, ja, ja. Fue realmente inolvidable. Después, hay muchos días hermosos: el del ascenso con Banfield, el de Banfield campeón, el día de Quito… El más triste fue el descenso con Banfield en 2012: ya veníamos desbarrancando, pero cuando se consuma el hecho es muy triste.
72.- ¿Te sorprendió que a la cancha principal del predio de Banfield en Luis Guillón le pusieran tu nombre?
-Fue algo muy lindo, está genial que los homenajes se hagan en vida y no cuando te pasa algo trágico y que ahí se acuerden. Fue un hermoso reconocimiento, y estoy muy agradecido a los dirigentes, a la gente de un club que quiero tanto.
73.- El mejor DT que tuviste y el peor.
-De todos los técnicos sacás cosas positivas, pero los que más me gustaron fueron el Gordo Garisto y el Ruso (Zielinski). De “peor” no puedo hablar por no haberme llevado bien o por tener diferencias.
74.- ¿La cancha más jodida?
-Y… la de San Martín de Tucumán cuando jugás un clásico es pesada, qué sé yo, después hay canchas feas (risas), pero no las nombro porque todavía seguramente tendré que ir a jugar ahí, ja, ja, y el que pone la cara después soy yo.
75.- ¿Cómo ves el proyecto de estadio único en Tucumán?
-No sé si se va a poder llevar a cabo y tampoco creo que quieran jugar ahí, porque tanto Atlético como San Martín tienen su cancha, y eso es fuerte para cada club. Más todavía si lo quieren hacer en Lules, no va a ir nadie. Tucumán es súper futbolera y se vive de una manera especial la rivalidad, es una provincia muy chiquita con mucha gente. San Miguel y Rosario deben ser las ciudades más futboleras del país en cuanto a concentración de gente y de pasión. Nunca tuve problemas en la calle, a pesar de mi identificación con Atlético, siempre me trataron con respeto los hinchas de San Martín.
76.- ¿Te apretó mal alguna vez la barra de tu equipo?
-En el fútbol siempre hubo y hay apretadas, pero nunca llegué a pasarla mal. Las charlas suelen arrancar en tono algo violento pero terminan con un diálogo normal, porque entienden que nosotros somos los primeros que queremos ganar. Si vos perdés, la semana es una cagada. Arrancás lunes y martes y son días durísimos hasta que cambiás el chip. No querés hablar en tu casa, no querés ver lo que dice la prensa, encima prendés la tele para autoflagelarte. Siendo capitán, en los clubes donde jugué siempre tuve muy buena relación con la hinchada, no hubo nunca violencia con fierros y esas cosas.
77.- ¿Los mejores amigos que te dio el fútbol?
-Es difícil generar vínculos, porque uno va cambiando del club, o cambian tus compañeros, pero con Josemir Lujambio y con Leandro González se generó una amistad. Es más, vine a Gimnasia un poco por Leandro. Quedó también un lindo vínculo con el Loco González, con Forestello, con toda esa camada del ascenso de Banfield 2001. Con Erviti hablábamos bastante, con Lucas Melano, el Yacaré Núñez y Javi Toledo compartimos muchas cosas… yo también soy un poco ajeno al teléfono.
78.- ¿Te agarraste a piñas con algún compañero algún vez?
-Nunca.
79.- ¿Los mejores futbolistas con los que compartiste plantel?
-Garrafa era un crack, Víctor Hugo Delgado y el Pulga también, todos con una técnica increíble.
80.- ¿Algún rival al que no querías enfrentar porque te tenía de hijo?
-Y… Palermo era uno, la Gata Fernández también me tenía de hijo mal, el Beto Acosta siempre me hizo goles… en realidad me hicieron goles todos, si llevo 25 años atajando, ja, ja.
81.- ¿Es cierto que te molestaba jugar de noche porque tenías problemas en la vista?
-Ja, ja, ja, eso es un disparate. Lo tiró un periodista que era amigo de un arquero que me quería sacar el puesto. Me enteré, lo llamé por teléfono y le dije de todo. Se disculpó, pero bueno, el rumor ya había corrido. Mirá la letra que yo tengo en el teléfono (me muestra su whatsapp, letra recontra chiquita), ¿a vos te parece que yo no veo? Y en el peor de los casos, si no viera, existen los lentes de contacto. Y yo no uso lentes de contacto. Esa fue insólita.
82.- Hay una muy linda foto tuya con Maradona en el Bosque, cuando fue DT de Gimnasia. ¿Qué relación tenías con él?
-Fue muy loco lo que pasó con Diego ese día, porque estaba el Gallego Méndez de ayudante, y con el Gallego habíamos sido campeones en Banfield. Lo fui a saludar al comienzo, y a Diego, pobrecito, todos le rompían las bolas, así que no lo quise joder. Nunca había tenido un ida y vuelta con él, por timidez y para no molestarlo. Ese día, igual, me quedé un poco con bronca, porque lo tenía a 5 metros. La cuestión es que terminó el partido, yo estaba dando una nota para la tele y de golpe apareció para saludarme. No lo podía creer, esas cosas que me quedarán para siempre.
83.- ¿Qué te dijo, qué le dijiste?
-Yo recién arrancaba con la nota, de golpe lo vi venir, me dijo “estás intacto”, dejé de hablar, le di un abrazo y le dije: “Gracias Diego, me diste la alegría más grande de mi vida”, por el título del 86. Son esas cosas hermosas que te regala el fútbol. Me saqué el gusto de decírselo en persona.
El saludo entre Diego y Lucchetti
84.- ¿Ves a la selección para ganar el Mundial?
-La veo como candidata: por los resultados, por lo que significa la camiseta, por Messi y porque la mayoría de los chicos están en un gran nivel. Pero después es fútbol y hay muchas selecciones con grandes jugadores. Ojalá que salga todo bien y le den una alegría grande al pueblo argentino, que viene golpeado. Y si no, que dejen todo. A veces las cosas no salen como uno desea, pero lo importante es que dejen el corazón y nos representen de la mejor manera.
85.- ¿Cuáles son los atributos más importantes que debe tener un buen arquero?
-Hoy, saber jugar con los pies es muy importante, saber manejarse en el área. A mí me parece buenísimo el arquero que anticipa la jugada, que evita el mano a mano, que sabe leer el juego. Muchos arqueros hacen la lógica y se quedan paraditos; si la sacan, la sacan, y si no la sacan, no pasa nada. Yo siempre fui de correr más riesgos y por eso también me comí más goles, pero he evitado muchos mano a mano por jugar y cortar con los pies. Con eso, también le das la posibilidad de jugar unos metros más adelantados a los defensores, y que el equipo esté más corto.
86.- ¿Cuál es la jugada más difícil para un arquero?
-Los centros son cada vez más difíciles. Muchos periodistas dicen: “Eh, no sale el arquero”. Ahora, me pregunto: ¿les parece casualidad que no salga casi ningún arquero a cortar centros? No salen porque cada vez es más difícil: cada vez se entrena más la pelota parada y cada vez patean mejor. ¿Dónde es más difícil el centro para el arquero? Entre el punto del penal y el área chica. Si te quedás en el arco es gol, y si salís es gol.
87.- ¿Por qué si salís es gol?
-Porque lo más probable es que quedes a mitad de camino, salvo que te tiren un centro llovido. Pero ya no tiran más centros llovidos, como en los 70 u 80, que salías y la pelota venía tranquila. “El área chica es del arquero”, dicen. No, el área chica no es más del arquero, porque viene un roscazo a una altura en que te anticipan, vienen en carrera y los rivales son grandotes. Los centros son distintos y la pelota tampoco es la misma, no es más la Pintier que venía pesada. Es otro fútbol.
88.- Te podés chocar con tus compañeros, incluso.
-Fijate los arqueros a nivel mundial, miden todos 2 metros, porque si miden menos no los contratan, y en los centros se quedan parados en la línea del arco. No salen porque todos los equipos tienen pateadores muy buenos, y aún midiendo 2 metros, si salen no la agarran. Yo me canso de ver esas situaciones y digo: “Mirá, estos hijos de puta, son unas bestias, miden 2 metros y no salen”.
89.- La clave para atajar un penal.
-La potencia de piernas es fundamental. En el caso de Rossi, que es muy alto, se suma su longitud, con lo cual si adivina el palo, probablemente lo ataje. La confianza también juega mucho: en el arquero y en el pateador. Si lo tenés a Rossi enfrente, sabés que ataja penales, y el ejecutante patea con dudas.
90.- ¿Te siguen gustando las motos?
-Me gustan mucho, me gusta la velocidad, pero no voy rápido por cualquier lugar. Tengo motos que son rápidas, uso el casco, y le meto a fondo donde le puedo meter. Tengo motos para la ruta, antes me iba seguido a Tafí del Valle, que es un viaje hermoso. Estoy en un grupo de gente que anda en moto, y por ahí uno dice: “¿Alguien está para ir a Tilcara a tomar un café?”. Y arrancamos…
91.- ¿Cuándo y cómo te enteraste que tenías diabetes?
-Hace más de 20 años, cuando empezaba en Banfield. Mi hermano es diabético de chico y mi vieja es presidenta de la Mutual de Diabetes, tenía un banco de insulina para ayudar a la gente de bajos recursos, o sea que nosotros convivimos con la enfermedad desde hace mucho, y se ve que había cierta predisposición genética y algún episodio, que puede tener que ver con la presión o el estrés, la desató. Cuando me saltó a mí, muchos pensaron que no iba a poder jugar al fútbol profesionalmente.
92.- ¿Cómo reaccionaste, te bajoneaste?
-La diabetes de mi hermano la sufrimos mucho en casa, él tenía hipoglucemia seguido, varias veces vino la ambulancia a la madrugada y debió ser internado. En ese momento la insulina no era humana, era animal, la diabetes era muy peligrosa. Fue un golpe duro para mi familia cuando se detectó mi diabetes, sobre todo para mi vieja, “uh, cómo puede ser”, y esas cosas escuché. Yo le dije “vos quédate tranquila”. Ya conocía los riesgos de la enfermedad si no tomás conciencia. Si no te cuidás, te podés morir, quedar ciego o que te amputen una pierna. El tema es no llegar al límite, porque cuando llegás al límite, ya es tarde.
93.- ¿Cómo lo manejaste vos?
-Como mi vieja era presidenta de la mutual, tuve acceso a los mejores diabetólogos en ese momento. Luego de un par de citas, le dije a mi mamá: “No voy a ver nunca más a un médico”. Porque ellos te hablan de la parte técnica pero no jugaron nunca al fútbol y no saben lo que es jugar estresado, lo que es la presión de ir a la Bombonera o definir un descenso, y la diabetes es hora a hora, entonces no tenía sentido. Y cumplí: nunca en mi vida fui a ver a un médico. Yo me mido la glucemia, me controlo 7 u 8 veces por día, depende lo que coma y si tengo partido, me pongo insulina unas 6 o 7 veces por día. Me inyecto en las piernas, en la panza, en los brazos, mirá cómo tengo los dedos (los muestra), se me formaron callos. Nunca me impresionó pincharme, obviamente te duele un poquito al comienzo, después ya te acostumbrás.
94.- No lo contaste durante casi toda tu carrera ¿Por qué lo hiciste público hace unos años?
-Es que para mí no es nada de otro mundo. Muchos de mis compañeros y entrenadores lo sabían porque me he inyectado antes de los partidos o en el entretiempo. Lo hice público porque un amigo mío, que es diabético, me dijo que podría ayudar a un montón de chicos contando mi historia, y explicando que se puede jugar profesionalmente aún con la enfermedad. A mí no me impide nada: yo puedo caminar, correr, entrenar, no hay ningún impedimento de nada. No es el fin del mundo.
95.- ¿Qué cosas tuviste que dejar de comer?
-Podés comer de todo y podés hacer de todo, siempre con límites. No te podés comer una torta de chocolate, pero sí una porción. Si comés dos porciones de pizza, después tendrás que ponerte un poco más de insulina. Si tenés 400 de glucemia, no te mandes 3 porciones de pizza porque te van a internar con un coma de hiperglucemia.
96.- ¿Cómo es el trato en el vestuario con pibes de 20 o 22 años, te dicen “el viejito”?
-Tengo mi hija de 18, así que es como tratar con ella en un punto. Han cambiado los tiempos: yo no pongo los puntos ni pretendo que me traten de usted. Siempre digo que en todos los órdenes de la vida tiene que existir el respeto, de ellos hacia mí y también de mi parte hacia ellos. Me dicen “el viejito”, sí, pero es normal, ya se lo decíamos nosotros a Craviotto en Banfield.
97.- ¿Por qué seguís atajando a los 44 años y hasta qué edad pensás seguir?
-Sigo porque amo el fútbol y porque disfruto del día a día. Me gusta la competencia, y todavía me siento con ganas y bien; el día que sufra ir a entrenar, voy a darle la mano a todos y me retiraré. No es lo mismo atajar a los 20, que a los 30 o a los 44, pero no sufro los entrenamientos, no es que llego muerto a mi casa ni que necesito 2 o 3 días de recuperación. ¿Hasta qué edad jugaré? No sé, siempre me pongo el límite a seis meses.
98.- ¿Tenés en claro que si atajás un partido en Primera superás el record de Gatti y serás el futbolista más longevo en la historia del fútbol argentino?
-Lo felicito a Gatti, pero no me importa, sinceramente. No lo tengo como una meta, la verdad, aunque todos me anden recordando esos datos. Sigo jugando por otra cosa.
99.- ¿Te vas a retirar en Gimnasia de Jujuy o vas a intentar hacerlo en Banfield o Atlético Tucumán?
-Me voy a retirar en Primera en Gimnasia de Jujuy. Y después la frutilla sería jugar unos meses en Luján Sport Club… como delantero.
Lucchetti en acción
100.- ¿Ya decidiste qué vas a hacer después del retiro?
-Recuperar tiempo con la familia, disfrutar de mis hijas todo el tiempo que no les pude brindar, aunque ya estén grandecitas. Sofía Antonela, la más chica, juega al hockey, es ultra deportista y a Milagros Valentina, la más grande, le encanta la Fórmula 1, y estudia Biología. Lorena, mi señora, estudia para escribana. Y en cuanto al futuro posterior, no lo tengo definido aún. Hice un par de cursos: de manager, de director técnico, son herramientas que tengo. Me gustaría ligarme más a la parte de organización, de coordinación, siempre en relación al fútbol profesional, pero bueno, también se tienen que dar las posibilidades. Uno puede tener muchas ideas pero debe también estar alineado con el proyecto de un club. Veremos. Por lo pronto, quiero seguir disfrutando en una cancha. O intentando disfrutar, en realidad (risas).
Ficha personal
Cristian David Lucchetti.
Nacimiento: 26/6/1978 en Luján de Cuyo (Mendoza).
Inferiores: Villa Dolores y Luján Sport Club, Luján de Cuyo, y Banfield.
Primera: Banfield (1996-2003); Santos Laguna, México (2003-04); Racing (2004-05); Banfield (2005-10); Boca (2010-11); Banfield (2011-12); Atlético Tucumán (2012-2021); Gimnasia de Jujuy (desde 2022).
Títulos: Primera Nacional 2001 (Banfield), Campeón Apertura 09 (Banfield), Primera Nacional 2015 (Atlético Tucumán).
Récord: De jugar un partido más en Primera División se convertirá en el futbolista más longevo en la historia del fútbol argentino. Hasta ahora, la marca es de Hugo Gatti, quien atajó su último partido a los 44 años y 23 días. Lucchetti tiene en la actualidad 44 años y casi 5 meses.
Otras noticias de Las 100 preguntas a...
Arquero y panelista. Jugaba con Spinetta, perdió un riñón en un partido y defiende a los argentinos a los gritos en la TV española
Las 100 preguntas. Bruno Zuculini: por qué "comía como jugaba", la llamada que cambió su vida y un detalle desconocido de la final de Madrid
Sin filtro. El "Profe" Córdoba: cuando Scaloni se rebeló en el vestuario, la vez que mordió a un policía y la muerte de su hijo
Más leídas de Fútbol
En Asunción. Cuándo se juega la final de la Copa Sudamericana 2024
Pasó la Academia. Racing vs. Corinthians: resumen, goles y resultado del partido de la Copa Libertadores 2024
Silbidos para todos. El peor cumpleaños: Huracán no tuvo fútbol ni fuego sagrado, en un 0 a 0 que no lo invita a soñar
Vidal sigue afuera. La lista de Chile para jugar ante Perú y Venezuela: los convocados por Ricardo Gareca