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Coronavirus. Las divisiones inferiores: el difícil arte de mantenerse en forma y seguir aprendiendo sin jugar con el compañero
El balón trata de no quedarse quieto, pese a todo. El coronavirus, ese depredador silencioso que ya mató a más de cien mil personas en todo el mundo, paró la pelota. Toda la pirámide del fútbol argentino está en pausa: desde la Superliga hasta las infantiles, pasando por el futsal y las inferiores. En medio de la emergencia, un dormitorio es vestuario, un bidón de agua se transforma en un obstáculo a sortear con la pelota y una botella vacía de suavizante puede servir en un ejercicio aeróbico. Con ayuda de algún familiar o en soledad. Con pelota o sin ella. Con wi-fi o con 4G, pero siempre con una camarita para filmar lo que hacen, los futbolistas del mañana intentan no perder el estado físico ni el año educativo. Y lo hacen desde el único lugar habilitado: sus casas.
La pandemia y el aislamiento obligatorio decretado por el Gobierno hicieron que los clubes buscaran soluciones alternativas para no perder el contacto diario con sus futbolistas de inferiores, hoy diseminados en las provincias como migrantes silenciosos. Hubo un éxodo: las pensiones se vaciaron de un día para otro. Todos, a sus casas. River y Boca armaron logísticas especiales para que sus familias pudieran retirarlos de los clubes.
Racing se ocupó de que ninguno de sus 500 chicos quedara a la deriva. San Lorenzo hace un seguimiento específico a sus 440 futbolistas para estar cerca estando lejos. En todos los clubes, una característica común: las plataformas electrónicas. Zoom, la app revelación de la cuarentena, para que los entrenamientos sigan siendo --de alguna manera- grupales aunque todos aparezcan de a uno, las charlas tácticas (sí, las hay en tiempos de cuarentena y aún sin partidos) y los ejercicios físicos. Microsoft Teams para que los jugadores-alumnos se mantengan al día con las tareas escolares. Rutinas alimentarias por WhatsApp. Ida y vuelta de videos de rutinas por Whatsapp.
"Todas las categorías trabajan con una aplicación para estar conectados al mismo tiempo. Se trabaja la parte física con el seguimiento del preparador físico y las cargas difieren según la categoría. Algunos días se trabaja con el DT aspectos tácticos y, por otro lado, los arqueros con los entrenadores de esa área", cuenta Fernando Guarini, vocal titular y presidente del Fútbol Amateur de River, en diálogo con LA NACION.
Boca hace algo parecido y se basa en "microciclos". Son ejercicios encargados por el área técnica y física del club para que los chicos hagan en sus casas. Y tiene en cuenta las herramientas que cada uno pueda tener a su disponibilidad. Las directivas vienen con un bonus track: consejos nutricionales. Para evitar el aburrimiento, los trabajos personalizados se renuevan cada tres o cuatro días. Como si fuera La Masía, los juveniles de las inferiores xeneizes reciben en sus computadoras o su celular un cuestionario relacionado con la táctica unificada para todas las categorías. Esa elegida por Juan Román Riquelme desde que asumió en el Departamento de Fútbol y que rescata del olvido a un puesto con genes bien argentinos: el enganche.
"Yo les pasé una ficha a los técnicos en la cual tienen que informarme cómo están los chicos y sus familias. Cómo se vive en sus barrios o ciudades, y si hay infectados en zonas cercanas. También, a los entrenadores les pedí un detalle de todo lo que están viviendo, un informe de cada futbolista y sus características. Además, a los juveniles les sumamos charlas con los médicos, la psicóloga y la nutricionista", explica Fernando Kuyumchoglu, coordinador general de las divisiones inferiores de San Lorenzo. Antes de que se declarara el aislamiento obligatorio, el Ciclón había implementado algunas medidas de cuidado en los partidos de los juveniles. "Cada chico se traía su botella de agua, dado que no permitíamos que compartan los bidones. Y para entrenarse se bañaban y cambiaban de a una categoría por vez, para no cruzarse", detalla Kuyumchoglu.
El coordinador del Ciclón cree que la situación actual llegó para quedarse. Y que el regreso a la normalidad llevará un buen tiempo. Le preocupa la pensión del club, el regreso de muchos futbolistas que son el futuro y que viven en sus provincias. "Para un padre o una madre va a ser difícil que puedan mandar a su hijo a la pensión si el virus sigue dando vueltas. Nosotros tenemos a muchos chicos del interior. Y además están los más grandes, que viven en otras pensiones o con familiares. Va a ser muy complicado, porque estarían al borde de contagiarse. Es imposible volver a juntar una cantidad tan grande de chicos de un día para el otro. Creo que esto va a ser a largo plazo, igual que el colegio y el resto de los deportes del club".
A los 75 años, Miguel Gomis, coordinador del fútbol amateur de Racing, integra el grupo de riesgo de la enfermedad que cambió el mundo. "A mi edad, lógicamente, comencé antes con las restricciones para el día a día. Deberemos tener mucha paciencia, todos y cada uno de nosotros", le contó a la página oficial del club. Gomis y su grupo de trabajo crearon la "Metodología Academia", definida así por el coordinador: "Es un modelo de funcionamiento que ya venimos desarrollando, y que se puede cumplir incluso en un contexto de crisis global".
En este contexto, se basa en mantener un contacto cercano con cada uno de los futbolistas del semillero académico, que se esfumaron por obligación del predio Tita Matiussi y ahora se entrenan en sus casas. "Armamos grupos de comunicación a distancia con cada división, desde la más grande de Juveniles a la más chica de Preinfantiles. Estamos al tanto de la situación de cada uno de ellos y de su entorno familiar. Hablamos de casi 500 chicos en total y de un grupo de trabajo con diversos coordinadores", describió Gomis.
La llegada de Lucas Pusineri a la dirección técnica de Independiente hizo que Fernando Berón volviera a su puesto original: coordinador del fútbol amateur. "Todos los chicos de la pensión están en su casa, entrenando con sus categorías por Zoom desde las 9.30 de la mañana con los cuerpos técnicos de cada divisional. Son entre 40 y 50 minutos con los preparadores físicos y otros 50 minutos con los directores técnicos", relata Berón.
Y agrega: "No es un entrenamiento normal. Los que no pudieron conectarse mandan un video con lo que hicieron y tienen sus devoluciones". La asistencia no es perfecta, aunque sí muy aceptable: un promedio de 26-28 chicos de los 33-35 que tiene cada categoría. Las condiciones de vida de cada uno varían en forma notoria, así como el acceso a internet, a un plan de datos de celular o una computadora.
Berón cuenta que aunque no haya partidos sí hay charlas técnicas, pero en ellas no se habla de los rivales de ocasión. Ni de los árbitros. O del estado de la cancha. "En momentos como este terminan transformándose en charlas de la vida", asegura. Según el entrenador que supo dirigir a la primera división a fines del año pasado, los futbolistas juveniles necesitarán "al menos cuatro semanas de preparación" para volver a jugar con los partidos oficiales. En el actual escenario de incertidumbre, eso implica que el torneo actual de inferiores, suspendido por la Superliga, está prácticamente perdido.
Banfield es otro de los clubes que hace contacto vía Zoom para no perder el tiempo. "Cada categoría tiene dos opciones de entrenamiento: la cuarta, por ejemplo, lo hace a las 8 o a las 9. Son los mismos ejercicios replicados", cuenta Hugo Donato, ex mediocampista del club en la temporada 93-94 que coordina el fútbol amateur del Taladro. "Se hacen usando lo que cada uno tiene en sus casas. Los profes pasan tips para hacer pasadas de estaciones neuromusculares. El trabajo consta de seis estaciones de 20 segundos. Van rotando y hacen más de 10 repeticiones. Un día ejercitan el tren superior; al día siguiente, el tren inferior", detalla Donato. Y postula: "Hay que sacar a los chicos de la computadora y el celular".
Los entrenadores repiten que "el camino será largo" porque si bien la pelota puede entrar en juego en los ejercicios, no es lo mismo los trabajos con balón que puedan hacer en un espacio reducido que en la cancha y en el contexto global de jugar con el compañero, eso está claro. Está la técnica individual, pero sabiendo que esa técnica también tendrá que volver a ser colectiva más allá de lo que ejercite cada uno por su cuenta.
Donato menciona un aspecto vital en tiempos de aislamiento: la ansiedad. "Desde el gabinete de psicología les prestamos atención a los categoría 99, a los que le receso los mata. Ellos tenían que demostrar cómo estaban para que el club les hiciera contrato". Los futbolistas de esa categoría a los que el club decide no mantener al final del torneo quedan en libertad de acción. El campeonato está en pausa y no se sabe, siquiera, si continuará. Mucho menos, cuándo lo hará. Para esos jóvenes que ayer eran adolescentes y sueñan con vivir del fútbol, la incertidumbre es doble: no saben si el club los contratará ni cuándo volverán a jugar.
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