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Copa Libertadores. Talleres se trajo de Lima un empate histórico con Sporting Cristal y la clasificación
Los cordobeses igualaron sin goles y lograron por primera vez el pasaje para los octavos de final
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Jugó en Lima y espió en Río de Janeiro. Talleres cumplió con su parte y descubrió en la ayuda de Flamengo la clasificación para los octavos de final de la Copa Libertadores. El empate 0-0 con Sporting Cristal y el triunfo 3-0 de Flamengo sobre Universidad Católica (Chile), el combo que determinó que la T lograra una clasificación histórica: por primera vez superó la etapa de grupos del máximo certamen continental de clubes. A una jornada para el final del Grupo H, los ocho puntos que cosecharon los cordobeses resultan inalcanzables para los chilenos, a quienes visitará en la última fecha. La figura de Guido Herrera, argumento principal de una igualdad con sabor a triunfo, para un marcador que sirvió para escribir un capítulo histórico.
Lo mejor para Talleres en el primer tiempo y del juego llegó desde el Maracaná, con los goles de Flamengo sobre Universidad Católica, el rival en la compulsa por la segunda plaza del Grupo H. Padeció el desarrollo el conjunto cordobés, que tuvo en su arquero Herrera al sostén para marcharse con la valla sin goles. Con cuatro intervenciones determinantes, el capitán se levantó como una muralla y figura: desvió un violento remate -desde fuera del área- de Irvin Ávila; le ahogó el festejo al uruguayo Leandro Sosa, que controló y definió en el área menor; rechazó un ajustado tiro libre de Christofer Gonzáles, activo y una pieza de desequilibrio que enseñó Sporting Cristal, que no contó entre los titulares con Percy Liza, con una lesión muscular, y en el descuento se hizo gigante para tapar el último intento que ensayaron los peruanos.
Se enredó Talleres y así lo reflejaba su entrenador Pedro Caixinha, cuyos brazos parecían aspas de un molino de viento. No alcanzaban las indicaciones del portugués para acomodar las piezas; con intervalos que se fueron haciendo cada vez menores, completó anotaciones en un papel que entraba y salía del bolsillo del pantalón. La necesidad de aplicar ajustes era una prioridad para que la T acreditara en la tabla de posiciones del grupo lo que Flamengo le ofrecía en Brasil.
De modo contradictorio, cada gol que anotaron los cariocas ante los cruzados en el primer tiempo se tradujo en nerviosismo y acciones desconcertantes de Talleres. El tanto de Willian Arao en el Maracaná coincidió con el primer pasaje de zozobra: una andanada de remates que ensayó con escasa efectividad Sporting Cristal en el inicio del juego. El festejo de Everton Ribeiro desató otro capítulo inexplicable, con Michael Santos y Yoshimar Yotún intercambiando agresiones. El corolario de esas acciones estuvo en el ingreso de los planteles al vestuario, con discusiones e innecesarios empujones. El árbitro ecuatoriano Luis Quiróz no aplicó sanciones, aunque a los tres minutos del complemento expulsó al atacante uruguayo Santos por una falta sobre el zaguero Gianfranco Chávez.
Con poco, Talleres tuvo espacio para inquietar a un rival que cada vez que fue presionado en el mediocampo se desestabilizó. Un remate de cabeza de Federico Girotti fue la primera bocanada de oxígeno. El delantero juvenil, de las inferiores de River, habilitó luego a Héctor Fértoli, que remató cruzado, pero sin puntería. Los volantes Rodrigo Villagra, Matías Godoy y Juan Ignacio Méndez -su continuidad en el club parece descartada- no lograban imponerse en la pulseada por la posesión y los delanteros perdían con rapidez el balón ante los defensores peruanos.
La tarjeta roja a Santos empujó a Talleres a enseñar una muestra de carácter para aferrarse al resultado que le diera la clasificación histórica. También provocó la primera ventana de cambios de Caixinha: Fernando Juárez reemplazó a Godoy -con una molestia muscular- y Ángelo Martino hizo lo propio con Fértoli. Los cordobeses batallaban para sostener el empate y Sporting Cristal apuraba los ataques para ilusionarse con jugar la última jornada con posibilidades de capturar el tercer puesto, que le permite seguir en la Copa Sudamericana.
Retrasado en el campo, el arco de Alejandro Duarte -el guardavalla germano-peruano de Sporting Cristal- le quedaba cada vez más lejos a Talleres, que decididamente apostó a resistir. La debilidad ofensiva de los peruanos -la presencia en el área no se reflejaba en peligro- agigantaba la tarea de Herrera, al que se le sumó el zaguero Matías Catalán: expeditivo para rechazar, sereno cuando debió cruzar sobre los laterales, aquel error en la salida del primer tiempo quedó en el olvido para el futbolista marplatense.
Las jugadas de pelota parada eran un alivio: consumían tiempo y se presentaban como una fórmula para atacar, mientras que Sporting Cristal decaía en su búsqueda, consumido por la frustración. Hizo un culto al aguante, aunque los sofocones cada vez fueron más intermitentes y en el final tuvo la paciencia e inteligencia para conectar pases. La histórica ágina ya estaba a la vuelta del pitazo final.
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