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Copa Libertadores: Racing, Nacional, Gardel y una vieja polémica: ¿de quién era hincha el Zorzal?
En épocas de pandemia, con los estadios cerrados para los hinchas, Carlos Gardel se dará un verdadero lujo: ver un partido de local y de visitante en esta extraña Copa Libertadores 2020. Es que el Zorzal estuvo sentado en la platea A del Cilindro el pasado 17 de septiembre, cuando Nacional de Uruguay venció 1 a 0 a Racing, y también estará presente en el palco Atilio Narancio del Gran Parque Central, donde el Bolso recibirá a la Academia este miércoles para definir el Grupo F. Sí aún hoy se cruzan las versiones sobre el lugar del nacimiento de Gardel, cómo no va a haber tironeos sobre de qué cuadro era hincha el mítico cantor de tangos, que tiene su estatua en las dos canchas.
El Gardel tricolor está sentado con las piernas cruzadas en la platea de Nacional desde 2013, imitando la posición en que fue fotografiado durante una visita al Parque Central en 1928. El Gardel racinguista, en tanto, aparece desde 2015 reclinado sobre una butaca con su mano izquierda estirada, esperando el abrazo del curioso que busque sacarse una foto con él. Además de coincidir en los homenajes al hombre que grabó más de 900 tangos, rancheras y milongas, Racing y Nacional también comparten que tanto Independiente como Peñarol, sus rivales históricos, buscan disputar la simpatía del Morocho del Abasto.
"Quizás eso se deba a que no era fanático de ningún equipo, pero sí era muy burrero. En el turf trabó amistad con el jockey Leguizamo y el actor Elías Alippi, hinchas de Racing, que alguna vez lo convencieron para ir a ver partidos. Y ahí -cuenta Fernando Paso Viola, presidente del Departamento de Historia de Racing- descubre a Pedro Ochoa. Así nació la inclinación hacia Racing, por quien ya tenía simpatía cuando cantaba en Teatro Roma y el club Leales y Pampeanos, donde había mucho racinguista".
La amistad de Gardel y Ochoa quedó inmortalizada en el tango Patadura (1928): "Burlar a la defensa con pases y gambetas y ser como Ochoíta, el crack de la afición". La historia, según relata la Revista De Cabeza, cuenta que la mención al delantero tres veces campeón con la Academia surgió luego de una larga noche de sábado compartida. Al mediodía del domingo, Ochoa no estaba en condiciones de salir a jugar hasta que se apareció el cantor de tangos en el vestuario para animarlo, con la promesa de incluirlo en alguna canción si finalmente saltaba a la cancha. Cuando los hinchas de Independiente argumentan que que Gardel era rojo lo sostienen desde su amistad con Raimundo Orsi, quien ganó cinco títulos con Independiente y luego fue campeón del mundo con Italia en el 34, al que alguna vez su amigo le sugirió: "Venite a Racing. ¿Sabés lo que serían Ochoíta y vos juntos".
Además de las anécdotas mitológicas, al Zorzal y a la Academia los une desde 1930 el carnet de socio número 11.860, que acercó al club el coleccionista gardeliano Victor Sacullo, junto con una certificación oficial fechada en 1970. En esos años, Racing venía de conseguir su heptacampeonato entre 1913-1919, lo que atraía a Gardel, también vinculado en sus inicios a Albertó Barceló, poderoso caudillo de Avellaneda a comienzos de siglo XX. Por todo eso fue que en 2014 el departamento de márketing del club pensó en la estatua, sin conocer que ya había una en el estadio de Nacional. La idea, cuentan, era replicar la iniciativa que había asomado en el centro porteño, donde Borges y Álvarez, los icónicos personajes de Alberto Olmedo y Javier Portales, invitan a sacarse una foto a los peatones que caminaban por calle Corrientes. La estatua de Gardel estuvo lista para colocarse en el Cilindro el 12 de diciembre de 2014, 48 horas antes de que Racing definiera el título ante Godoy Cruz. Por una cuestión de cábala se decidió inaugurarla con el título ya consumado, en enero de 2015.
"Gardel era un dandy, una figura mundial. La manera de ser de él era quedar bien con todos, en un momento en el que no existía la mediatización de ahora. Y él usaba el fútbol para socializar, para tejer relaciones y entablar nuevas amistades. Era muy común hacerse amigo de los jugadores y decir que era hincha de ese equipo. Para cualquier equipo tenerlo en su estadio era motivo de orgullo, por eso aún hoy se lo atribuyen", explica el periodista Maximiliano Kronenberg, autor del libro Perón, Gardel y los deportes.
Acaso el mejor exponente de eso sea lo que ocurrió en el Mundial de 1930, cuando se apareció en la concentración del plantel argentino antes de la competencia y, ya con el título consumado para los uruguayos, pasó a saludar al vestuario a los primeros campeones del mundo. En el Museo Casa Carlos Gardel, en el barrio del Abasto, hay una foto trucada del Mago con la copa Jules Rimet. Un anticipo de las fakes news. Más allá de la disputa futbolera, la partida de nacimiento que figura en ese museo y un testamento escrito de puño y letra por el cantor dicen que nació en Toulouse, Francia.
Los dos clubes más grandes de Uruguay se discuten títulos, orgullos, paternidades y motes. En esa pelea, lógico, también entra Gardel. Del lado de Peñarol se basan en una frase de su amigo íntimo, Lorenzo Bicain, quien asegura que le dijo "Peñarol es pueblo y yo soy de Peñarol". Además, afirman que existe una foto del Zorzal gritando un gol mítico en la historia manya: el de José Piendibene al arquero español Zamora, aún hoy recordado por su imbatibilidad en el arco. La foto, sin embargo, no aparece. Sí está testimoniada su presencia en el amistoso entre Nacional y Barcelona, en 1928. A Gardel, que vivió en Cataluña, lo unía una fuerte amistad con el plantel del Barca, sobre todo con Josep Samitier, legendario delantero del club culé. A los pocos días, Barcelona enfrentó a Peñarol. Y el Mago, sacan pecho los tricolores, no estuvo.
Esa foto derivó en la estatua que se inauguró en 2013, uno de los pocos testigos que tendrá el choque entre el Bolso y Racing. "A Gardel lo unía una buena amistad con Scarone y Nasazzi, jugadores emblemas de esa época. En el 28 estuvo en el Parque Central, en ese partido que Nacional le ganó 3 a 0 al Barcelona. No se puede decir que era fanático, pero sí que era simpatizante", realta Federico Viana, integrante de la Comisión de Historia de Nacional, que agrega que el Rey del Tango cantó para el plantel tricolor en la concentración de Santa Lucía, a unos 50 kilómetros de Montevideo, adonde se acercó especialmente. Marcelino Pérez, ex futbolista luego devenido en periodista, recrea aquella visita en una linda crónica titulada "Cuando nos cantó Gardel", en la que precisa que interpretó Palomita Blanca.
El 24 de junio de 1935, la temprana y trágica muerte de Carlos Gardel en un choque de aviones lo transformó en mito que dio lugar a todas estas leyendas. El accidente fue en el aeropuerto de Medellín, donde tres décadas después casi vive su propia tragedia el Equipo de José: en marzo de 1967, en medio de una tormenta, el vuelo fue tan traumático que los futbolistas de Racing llegaron a imaginar su placa al lado de la Gardel. "Si nos salvamos de esta, tenemos que ser campeones", fue la consigna del plantel al aterrizar. Cumplieron unos meses después, la única vez que la Academia ganó la Libertadores, algo que buscará repetir este año, con otro guiño de Gardel de por medio.
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