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Copa Libertadores: medio siglo de ese Estudiantes tricampeón que primero caía muy bien y después fue muy criticado
LA PLATA.– "Primero éramos el equipo simpático y después nos empezaron a criticar porque nos convertimos en un problema", repiten los integrantes de aquel Estudiantes que se consagró tricampeón de América, hace exactamente 50 años (27 de mayo de 1970).
Tienen razón. Los elogios se transformaron en descalificaciones, a tal punto que al conjunto platense de esa época le colocaron el mote de "antifútbol"; curioso, porque Rinus Michels, el DT de La Naranja Mecánica, aquella Holanda brillante de los setentas, advirtió que él no había creado el "fútbol total" y que esa innovación llevaba el sello de Osvaldo Zubeldía, el entrenador pincharrata. Dos rótulos antagónicos: uno indicaba que ese equipo no practicaba fútbol y otro señalaba que tenía más fútbol que ningún otro.
De una crítica despiadada (Estudiantes fue más que un cuadro que jugaba al límite del reglamento) a una exageración de un entrenador que eligió quitarse méritos (Michels tomó recursos de Zubeldía pero agregó otros). En el medio de las etiquetas extremas, está la realidad: ese plantel fue ganador y disruptivo.
¿Qué tan exitoso fue? Camino a conquistar tres veces en fila la Copa Libertadores de América se enfrentó con Independiente, Deportivo Cali (Colombia), Millonarios (Colombia), Universitario (Perú), Racing, Palmeiras (Brasil), Universidad Católica (Chile), Nacional (Uruguay), River y Peñarol (Uruguay). Derrotó a todos. Jugó 24 partidos y ganó 18. Las apenas tres caídas fueron como visitante. Hizo 39 goles, recibió 15 y registró en esos tres torneos (1968, 1969 y 1970) una efectividad de 81,25 por ciento.
El tricampeonato subcontinental no fue un único logro del Estudiantes de Zubeldía. Hubo más. Mucho más. Obtuvo seis títulos en menos de tres años.Quebró la hegemonía de los cinco grandes en el profesionalismo argentino (desde 1931 hasta entonces, únicos campeones). Fue campeón del mundo. Se sacó de encima a varios gigantes, como Peñarol (club más ganador de Sudamérica hasta el momento), el Santos de Pelé y el Manchester United de Bobby Charlton.
¿Fue, realmente, transformador aquel Estudiantes? ¡Sí! Modificó los cánones de la época e incorporó al fútbol elementos que hoy continúan vigentes. El estudio al adversario, las jugadas preparadas, los tiros de esquina con pierna cambiada, la trampa del off-side, los entrenamientos en dos turnos y las concentraciones prolongadas son algunas de sus innovaciones.
En la actualidad es habitual que los entrenadores publiquen libros. Zubeldía llegó al Pincha con el suyo: Táctica y estrategia del fútbol (escrito con Argentino Geronazzo). El DT asumió a principios de 1965 con el material terminado, que salió de la imprenta unos meses más tarde. Así comienza aquella obra: "Táctica, en fútbol, es el arte de disponer y de emplear los jugadores de un equipo sobre el terreno. O para decirlo de otro modo: el arte de coordinar la acción de once jugadores. Estrategia es la planificación y dirección de una táctica". Ahí, en el segundo concepto, radicó la clave. Estudiantes por lo general iniciaba con un dispositivo 4-3-3, esquema ya conocido, pero desarrolló un plan novedoso. Incorporó los recursos mencionados y, además, aceitó un sistema elástico que podía mutar a un 4-4-2 o incluso a un 4-4-1-1.
"Por algo ganamos tres Libertadores seguidas y superamos a contrincantes de tanta jerarquía. Éramos un equipo difícil que preparaba cada cotejo, que siempre salía a ganar y que contaba con un técnico fuera de lo común. Zubeldía fue un adelantado y nosotros supimos entender qué nos convenía. Yo, por ejemplo, era número 9 y, si era necesario, bajaba a defender. El único al que dejábamos tranquilo, siempre arriba, era Juan Ramón [Verón], porque en cualquier momento se le prendía la lamparita", detalla para LA NACION Marcos Conigliaro, que protagonizó el encuentro decisivo de cada copa.
Zubeldía planificaba y los futbolistas llevaban a la práctica. Sin embargo, Estudiantes fue más que ellos. Miguel Ignomiriello sentó las bases: armó el conjunto que trascendió como "La Tercera que Mata" y moldeó a las figuras del futuro (entre otros, Alberto Poletti, Eduardo Manera, Ramón Aguirre Suárez, Oscar Malbernat, Carlos Pachamé y Eduardo Flores). El profe Jorge Kistenmacher los preparó físicamente. El doctor Roberto Marelli resultó una pieza vital del cuerpo técnico y la medicina fue una pata importante de un proyecto integral (él mismo lo explica en su libro Estudiantes de La Plata campeón intercontinental). El presidente, Mariano Mangano, acertó en la mayoría de sus decisiones, como comprar el country de City Bell (allí se entrena el plantel desde 1968).
Cuando el Pincha salió campeón metropolitano en 1967 se convirtió en sensación. El chico que se animó contra los grandes. Un año más tarde, cuando ratificó su poderío en el plano continental, recibió las primeras descalificaciones. Así las respondía Carlos Bilardo en una entrevista con Osvaldo Ardizzone para revista El Gráfico: "Cuando alguien empieza a ganar de pobre, cuando se sale de la nada, hay un poco de resistencia".
¿En qué se apoyaban los reproches? En algunas características que irritaban a sus oponentes y a parte de la prensa: la pierna fuerte, la especulación con el reloj (utilizaba bastante el pase a su arquero, que podía tomar la pelota con las manos) y la trampa del fuera de juego. Las críticas fueron en aumento y tocaron su techo en la Copa Intercontinental de 1969, cuando algunos futbolistas de Estudiantes agredieron duramente a rivales de Milan, de Italia. El Pincha debía afrontar el futuro con tres jugadores sancionados (Poletti, Manera y Aguirre Suárez) y con todas las miradas encima. Parecía el derrumbe.
Por eso, tras la consagración de 1970, Juvenal –también en El Gráfico– destacó la "performance ejemplar" del conjunto platense y explicó: "Marcó, cuidó sus posiciones, defendió la pelota, enfrió el partido y buscó un resultado. Pero lo hizo JUGANDO AL FÚTBOL". Así, en mayúsculas, lo puso el periodista que en otro tramo escribió: "Estudiantes nos ha dado una extraordinaria lección de fútbol. Pero, sobre todo, nos ha dejado ejemplo de dignidad y conciencia para enfrentar a la vida".
A lo largo del tiempo fueron varios los que se animaron a destacar sus virtudes. Roberto Fontanarrosa, en su extraordinario libro No te vayas, campeón, lo retrató así: "Era un equipo tenso, atento, supermotivado, calculadoramente frío para explotar todo resquicio del juego y del reglamento en procura de sacar ventajas. Nunca podía uno imaginar un Estudiantes desconcentrado, relajado o ausente frente a un compromiso. Era un conjunto pensante, con muchos jugadores que podían (como se dice ahora) leer el partido y operar sobre la marcha".
Más acá en el tiempo y más allá espacialmente, el periodista Hughes describió a Zubeldía en el diario ABC, de España, como "pionero y revolucionario en el fútbol argentino y mundial. Padre de Bilardo, abuelo de Simeone, y modelo del entrenador obsesivo actual". Y luego se preguntó: "¿No debería un buen técnico, o al menos una generación, llevar siempre al límite su reglamento, hasta forzar su modificación?".
Estudiantes jugó 24 partidos para ser tricampeón de América (1968, 1969 y 1970): ganó 18, empató tres y perdió tres. Marcó 39 goles y le hicieron 15.
Eso hizo Estudiantes. Exprimió las normas, innovó, trabajó, siguió trabajando y luego se consagró. El Pincha de Zubeldía fue, ¿qué duda cabe?, un equipo revolucionario y ganador. Un elenco que, hace 50 años, ganó su tercera Libertadores consecutiva.
Las alineaciones finalistas
1968 (vs. Palmeiras)
Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero y José Medina; Carlos Bilardo, Carlos Pachamé y Felipe Ribaudo; Marcos Conigliaro, Eduardo Flores y Juan Ramón Verón.
1969 (vs. Nacional, de Uruguay)
Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero y Néstor Togneri; Carlos Bilardo, Carlos Pachamé y Eduardo Flores; Christian Rudzki, Marcos Conigliaro y Juan Ramón Verón.
1970 (vs. Peñarol)
Néstor Errea; Rubén Pagnanini, Hugo Spadaro, Néstor Togneri y José Medina; Carlos Bilardo, Carlos Pachamé y Jorge Solari; Juan Echecopar, Marcos Conigliaro y Juan Ramón Verón.
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