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Copa Libertadores. Enzo Pérez y 10 más: la gesta americana de River que da la vuelta al mundo
Triunfo histórico en el contexto más adverso de su historia por las 20 bajas por covid, con un arquero que no lo es y los jugadores que le quedaban venció 2-1 a Independiente Santa Fe y dio un gran paso a la clasificación a los octavos de final
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El partido ya era histórico, porque River lo debió afrontar en las condiciones más adversas en sus más de 100 de vida. Y también pasará a ser inolvidable porque lo sacó adelante sin sucumbir al covid-19 que le aisló a 20 futbolistas. Una página imborrable para River, por un contexto sin antecedentes y una respuesta dentro de la cancha que le hace inflar el pecho de orgullo. En la debilidad extrema, sacó fuerzas. Disminuido, se agrandó todo lo que le dieron su corazón y carácter.
Detrás del 2-1 ante el tibio Independiente Santa Fe hubo un River que, en medio de la obligada improvisación, actuó como un equipo de 11 gladiadores. De un espíritu granítico para golpear rápido con dos goles y armar una coraza para defender a Enzo Pérez, que después de toda una vida trajinando de área a área, a los 35 años, con 1,78 de altura, se puso un buzo fluorescente y los guantes de arquero. Sin el oficio del puesto, defendió el escudo como hincha de River que es.
El resumen de una victoria inolvidable para River
Un encuentro de la elite profesional, por una copa continental, con la clasificación y mucho dinero en juego, River lo debió afrontar como se hace en el barrio. Contando los jugadores para llegar a los once, sin que sobrara nadie en el banco para hacer un cambio, con un arquero que nunca lo había sido en el fútbol competitivo, con dos debutantes (Lecanda y Peña) que se unían al reducido grupo que había logrado esquivar al virus.
Si el fútbol en pandemia ya era extraño por la falta de público, el que le tocó jugar a River entró en la dimensión de lo inimaginable, seguramente irrepetible.
"Este club nunca había vivido una situación parecida a lo de hoy. Quedará marcada a fuego porque no jugamos en condiciones normales. Fue una noche mágica de copa; quiero rescatar la actitud de este grupo y de todos los que nos acompañaron"
Marcelo Gallado
Antes que sobresaltarse por alguna intervención fallida de Enzo, River se mordió los labios por lo desenfocado que arrancó Fontana para la definición. Sin un arquero de oficio y con un centro-delantero sin gol ya parecía el colmo. Pero el comienzo furioso de River absorbió los tiros al bulto del exdelantero de Banfield. A los 5 minutos, con el gol de Angileri y el cañonazo de Álvarez, River ya le ganaba 2-0 a un Independiente que insinuaba tener todavía menos que su rival.
Previo a la rápida ventaja, Enzo tuvo la ocasión de tomar algo de confianza con un tímido tiro libre en forma de centro. Unos minutos antes, el volante había completado sobre el arco que da al Río de la Plata el calentamiento más heterodoxo que haya tenido alguien que va a atajar. Ningún trabajo con las manos, nada de tirarse; solo toques de la pelota con los pies y movimientos de elongación, con una muslera en la pierna derecha para protegerlo de la distensión que sufrió el domingo en la Bombonera.
La nueva normalidad de Enzo bajo los tres palos lo dejó lejos del festejo de los goles con sus compañeros; por eso se abrazó con un alcanza-pelotas cuando Angileri abrió la cuenta con un derechazo.
“Tus compañeros te van a proteger”, lo tranquilizó César Zinelli, el preparador físico que tomó la posta de “Tato” Montes, el entrenador de arqueros contagiado del virus. Y los otros 10 jugadores de River lo custodiaron como si fuera un tesoro en el primer tiempo. Con una línea de cinco defensores, River se cerró en la zona central, no cedió espacios para que un adversario sin pólvora lo buscara con remates de media distancia.
Llamó la atención la poca inteligencia de Independiente Santa Fe para forzar algún error con los córners que dispuso en el primer tiempo desde la derecha. Todos los ejecutó un derecho, con la comba abierta, sin que a Pérez le cayera una pelota caliente en la boca del arco. Los jugadores locales defendieron esos centros más cerca del arco que lo habitual, ya que Enzo tenía la orden de no salir.
Ubicado detrás del arco, Zinelli le daba indicaciones y lo apoyaba. En los primeros 45 minutos no necesitó demasiadas instrucciones porque los colombianos inquietaron poco. Atrapó alguna pelota aérea suelta, acomodó un par de veces la barrera, no se quiso complicar con una pelota que envió al córner y hasta se tiró hacia su izquierda para desviar al córner un remate que se iba un metro afuera. “Con la adrenalina que tenía por ahí me perdía un poco en la ubicación. Nunca estuve tan nervioso, solo disfruté cuando terminó el partido”, expresó el mendocino. Le podía faltar ubicación a Enzo, pero no arrojo. La primera etapa se fue sin que se cumpliera ningún pronóstico agorero, con las lógicas preocupaciones muy controladas.
Las reservas físicas de River se fueron acabando en el segundo tiempo. Ya no pudo sostener el desarrollo tan arriba y echó el resto para defender la ventaja. Llegó el descuento, un centro atrás de difícil lectura para Pérez. River igual aguantó, con Enzo haciendo el último esfuerzo para cortar un centro soportando la carga de un adversario. Tras el final, River sintió que había ganado más que un partido. Se emocionó y abrazó como si hubiera sido la final. Lo que hizo pasó en América y dará la vuelta al mundo.
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