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Copa Libertadores: Conmebol afronta el dilema de qué hacer con el trofeo, a falta de espacio para las chapitas de los campeones
La Confederación Sudamericana restauró el trofeo de 1960, que levantará Boca o Fluminense en Río de Janeiro en noviembre
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En los pasillos de la sede de Conmebol, ubicada en Luque, Paraguay, cuentan que la Copa Libertadores, el trofeo, es como un niño mimado del presidente Alejandro Domínguez. Es el dirigente paraguayo, en el poder desde 2016, quien lo entregará al campeón el sábado 4 de noviembre en Río de Janeiro, Brasil. La chapita del flamante monarca se unirá a las que ya tiene la base de la copa. Y ya casi no habrá espacio: después de noviembre, en el trofeo existirá lugar sólo para una chapita más, la del ganador de 2024. La Confederación, entonces, está obligada a tomar una decisión para el futuro.
A fines de 2021, el propio Domínguez anunció en las redes sociales la restauración completa del trofeo que simboliza “la gloria eterna” para los clubes sudamericanos. Conmebol informó que la copa había sido trasladada a la joyería Camusso, de Lima, su lugar de nacimiento. “Quiero mostrarles algo que tiene mucha relevancia histórica”, dijo el directivo con el lauro en sus manos, ya arreglado. “La copa ya venía siendo golpeada por el cariño, el aprecio, el afecto y muchas otras cosas que le pasaron en el tiempo”, agregó el presidente. Palmeiras, campeón en 2021, fue el primer equipo en recibir el trofeo reparado.
De acuerdo con lo publicado por Conmebol, para realizar la restauración se usó como guía el modelo original, de 1960, al igual que aquellos materiales: plata 925 y bronce. La idea era que la copa estrictamente dicha, es decir, su parte metálica, quedara tal cual como cuando la levantó Peñarol en aquel año inaugural. En 2021, la base fue modificada para hacerles espacio a las placas originales con los nombres de los clubes campeones. Camusso, la joyería encargada de la puesta en valor y de la creación del trofeo, también se hacía cargo de las chapas. El trofeo tuvo entonces su necesario lavado de cara.
“El encargado de definirlo y comunicarlo si la base del trofeo se amplía o si se achican las chapitas será Domínguez”, dicen fuentes en Paraguay. Parece claro que el cariño que el presidente le tiene al trofeo, al que vio por primera vez en 1979, cuando fue campeón Olimpia, su club, hace inviable su reemplazo. Los nuevos campeones, entonces, quedarán mencionados en la copa. La pregunta es cómo, dado que desde 2024 no habrá lugar para más. “Agrandar la base y achicar las chapitas de los nuevos campeones harían que este trofeo pudiera ser usado por los próximos 10, 15 años”, informan desde Luque.
Domínguez recibió la semana pasada a dos ídolos de Fluminense y Boca, los finalistas de 2023. Ambos viajaron a Paraguay en sus nuevas funciones: el ex delantero brasileño Fred, retirado en 2022, lo hizo en calidad de “director de planeamiento deportivo”. Juan Román Riquelme, por su parte, representó al conjunto xeneize desde su cargo de vicepresidente segundo. Según reconstruyó LA NACION, Domínguez le mostró a Riquelme la flamante Copa Libertadores. Y puntualizó en las seis chapitas de Boca, relucientes. “Todo el trofeo está hecho de vuelta, todo en plata, usando la matriz original”, detalló Domínguez al hacer la presentación. Riquelme lo vio en la sede de Conmebol y quiere tenerlo en las vitrinas de La Bombonera por séptima vez. De lograrlo, entraría en la historia en otro rubro estadístico: nadie lo consiguió como futbolista y como dirigente.
Once Caldas, el campeón que rompió el trofeo
En 2004, el humilde Once Caldas entró en los libros cuando venció en la final de la al legendario Boca Juniors, que venía de celebrar en tres ocasiones entre 2000 y 2003. Lo que nunca se había visto fue que en pleno festejo los jugadores del club de Manizales habían roto el trofeo en su parte superior.
El 1 de julio de 2004, tras el 1 a 1 en el desquite en Colombia, Boca desperdició los cuatro penales que ejecutó en la definición. Para Once Caldas el logro fue mayúsculo: era apenas la segunda coronación de un club colombiano en el máximo certamen sudamericano. La había logrado Nacional, de Medellín, en 1989.
Curiosamente, recién ahora se conoce el video que muestra cómo la copa se rompió mientras los futbolistas celebran el día más importante en la historia del club, en la noche más feliz en el estadio Palogrande.
“Después de que nos entregaran las medallas vino la celebración en grande. Agarré la copa, la besé y empecé a saltar con ella. Pensé que era compacta, pero el muñeco de encima estaba sostenido apenas por un cablecito y las orejas estaban como unidas con pegamento. De repente, el muñeco se salió por un lado, la tapa de arriba del balón se abrió y una oreja se cayó. Cuando me di cuenta pasé la copa y seguí celebrando. La verdad es que no me importó; en la emoción del momento a uno lo que menos le importa es si la copa se rompe o no. Uno puede seguir celebrando con media copa, como lo hicimos”, contó hace un tiempo Herly Alcázar.
La explicación de Alejandro Domínguez sobre la restauración
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