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Copa Libertadores. Cinco claves para palpitar el Boca-River en la Bombonera
Las series River-Boca por la Copa Libertadores parecen durar una eternidad, como si consumieran todo el año calendario. Primero se las palpita, se las ve venir por las campañas de cada uno, un paso a paso que conduce a que terminen cruzando sus caminos. Después porque la ida y la revancha quedan muy separadas en el tiempo; el año pasado se debió al ataque del ómnibus de Boca que frustró el partido en el Monumental y lo llevó a Madrid. Ahora porque la Conmebol, con un criterio de programación muy discutible, estableció un paréntesis de tres semanas entre el partido de este martes y la vuelta del 22 en la Bombonera.
El 2-0 dejó a River como un claro vencedor y mucho mejor perfilado para una revancha que se puede empezar a visualizar en estos cinco puntos:
- Las tres semanas favorecen más a Boca para reagrupar filas después del golpe, cicatrizar heridas y entregarse a charlas de reconstrucción. Necesita tomar distancia de los 90 minutos que lo mostraron inferior, recargarse de confianza y creerse las palabras de Gustavo Alfaro con la derrota todavía aún fresca: "Estamos vivos, la serie está abierta y vamos a dejar la piel ante nuestra gente". Por el envión, a River le convendría enfrentar a Boca lo más rápido posible, pero Marcelo Gallardo demostró ser inmune al paso del tiempo: sus equipos, más allá de que cambien nombres, no tienen fecha de vencimiento.
- Boca deberá hacer la clase de partido al que está menos acostumbrado con Alfaro: buscar el gol antes que esperarlo. No está obligado a salir a lo loco ni a quemar las naves en los primeros minutos porque un gol, aun si se produce con el partido avanzado, puede ser muy movilizador, y más con una Bombonera que empujará con sus rugidos. Noventa minutos en la Bombonera es mucho tiempo. Boca deberá asumir riesgos en ataque luego de que River le moviera los cimientos de lo que venía siendo su fortaleza: la fiabilidad defensiva. O sea que Boca debe recuperar su punto fuerte y aumentar su producción ofensiva. Enorme desafío, a la altura del rival y de lo que está en juego, la clasificación a la final.
- El instinto copero que desarrolló este River le permitirá ir a la Bombonera sin complejos ni deudas, con sentido de la responsabilidad y sin temores. Nunca en la historia tuvo ante su clásico rival una racha tan favorable en situaciones definitorias, en forma de copas locales e internacionales. Se podría aburguesar o entregarse a la complacencia, pero la mente le sigue alimentando la ambición. Por la convicción con que aplica su plan de juego asumirá que el golpe de gracia a Boca radicará en ir a buscar el gol como lo hace frecuentemente, en lugar de apretarse en su campo a aguantar, posibilidad que no tiene mucha cabida en su ideario.
- River irá con un gran crédito: en la ida, todos los jugadores dieron la talla, algunos rindieron mejor que otros, pero ninguno defeccionó, como sí ocurrió con varios en Boca. Con los 11 de arranque del Monumental ya estaría bien armado, pero a ellos les puede sumar a un Pratto y Scocco con más rodaje, a un Juanfer Quintero que en estas semanas tendrá los primeros minutos oficiales de fútbol tras la grave lesión, a un Ponzio al que el cuerpo solo le permite llegar a citas subrayadas en rojo en el calendario. ¿Y si como en la final de la Libertadores pasada Gallardo va con una línea de tres zagueros, en este caso con Paulo Díaz sumado a Martínez Quarta y Pinola, con Montiel y Casco a la altura de los volantes? Con la incorporación del chileno Díaz, Gallardo presentaría batalla al juego aéreo de Boca, una de las armas de las que más quiere cuidarse. Lo seguro es que River tiene más de una variante de eficacia comprobada.
- En Boca ya no está la mayoría de los jugadores que perdieron la final de la última Libertadores. Los nuevos no parecen preparados y listos para dar el salto que no pudieron aquellos. El 0-0 ante River conseguido por la Superliga, cuando Alfaro no quería permitirse una derrota por razones anímicas, por ahora es un trampolín a la nada, sin certeza de que abajo haya agua. El director técnico deberá tocar teclas. No estará el suspendido Capaldo, un volante laborioso al que Alfaro promovió con un fuerte respaldo. Sin Capaldo, ¿el técnico romperá el doble pivote central para darle lugar a un jugador más creativo? ¿Intentará ponerlo a punto a De Rossi –desde su llegada fue de más a menos- para un choque que requerirá de hombres templados? Seguramente Alfaro archivará el invento de Soldano de N° 8. Pondrá entre algodones para que llegue en plenitud Salvio, hoy quizá el delantero más desequilibrante por velocidad y profundidad. Necesitará que Reynoso y MacAllister den un paso al frente y no se los trague la intrascendencia. O que Zárate juegue el gran partido que le sale cada tanto. ¿El crepúsculo de Tevez tendrá un último resplandor? Todo para acompañar mejor a Ábila, un tanque ávido de que lo alimenten más que en el Monumental.
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