Independiente perdió con Defensa y Justicia y quedó eliminado de la Copa Argentina en el debut de Milito como DT

Gabriel Milito caminaba con los brazos en alto, como si temiera que todo se le fuera de las manos. Iban menos de cinco minutos del segundo tiempo cuando, pidiendo calma, notablemente ansioso, se dio cuenta de que lo que tenía por delante era un rival tan imprevisible como dispuesto a aprovechar los errores que su equipo repartía sobre el terreno de juego. En su debut como entrenador de Independiente, el día que tanto había soñado, el Mariscal veía cómo su engranaje empezaba a resquebrajarse. En ese momento estaba naciendo el triunfo de Defensa y Justicia.

Lo que sentía Milito y en ese momento aún no lo sabía era una premonición. Porque a los diez minutos el ex jugador de Barcelona se chocó de frente con la realidad. Una realidad que, en su estreno, lo puso contra la pared. Andrés Ríos, de buena actuación, abría el marcador y rompía todos los planes del Rojo. Ese gol causó tal desconcierto que incluso contradijo a Milito: Ezequiel Barco, joya de las inferiores, quien en principio iba a ser llevado de a poco, entró en el momento más incierto del partido, como si tuviera que ser el salvador de la noche.

Casi 60 días de pretemporada y quedar afuera así, es durísimo. Nos desconcentramos un segundo y lo perdimos. Defensa es un buen equipo

Independiente jugó ayer como lo hará siempre que Milito sea su entrenador: con el corazón en la mano y desesperado por tener la pelota, una obligación para este equipo que vive –y vivirá– obsesionado por hacerse fuerte desde el manejo. Pero su método todavía tiene una contracara muy fuerte que deberá solucionar, y es la manera de defenderse. Aunque anoche se enfrentó a un rival que lo puso a prueba en su última línea, los errores fueron tantos que hubo momentos en los que la pasó mal. Y Defensa y Justicia, más allá de sus muy buenas intenciones, no es de los equipos más duros del fútbol argentino.

En un receso anormal, con una prolongación extraña, el Mariscal tuvo tiempo para delinear las líneas fundamentales de su equipo. Ante ese contexto, desde el corazón del club siempre supieron de la importancia del partido de anoche, el puntapié inicial de un proyecto que tendrá su doble filo. Con la expectativa de los hinchas por las nubes, con una enorme e insoportable presión puesta sobre este plantel, no había otro camino que tomar el choque de ayer como una verdadera final. El recibimiento al equipo fue un síntoma: antes de que comenzara el juego, Milito ya se había llevado su primera ovación. “Milito hay uno solo”, cantaban los hinchas, que más tarde, sobre el final, serían puro malestar.

Hay que seguir entrenando, pero las definciones hay que ganarlas. Cuando no se puede jugar, hay que meter. Y nos faltó eso. Hay que encontrar otros recursos para pasar por arriba a nuestro rival

Entre el primer entrenamiento y su debut oficial como conductor de Independiente, Milito tuvo 56 días para implantarle su sello. Lo logró, pero lo que no consiguió todavía es ajustar el retroceso. La imagen de un equipo que busca, intenta, pero que no sabe acomodarse a los momentos incómodos, fue la que dio el conjunto de Avellaneda.

A los 26 minutos del segundo tiempo, la expulsión de Ríos dejó a Defensa y Justicia con uno menos e invitó a Independiente a que fuera, casi al borde de la desesperación, por el empate. Ante la mirada nerviosa de Milito, que a esa altura ya no sabía cómo reaccionar, sus jugadores intentaron torcer la historia. Estuvieron cerca, pudieron haber llegado al empate, pero no lo lograron.

No hubo manera: en el primer partido oficial de Milito como entrenador de Independiente, en la noche que tanto había soñado, sus jugadores se apagaron ante tanta información recibida a lo largo de la pretemporada y el propio Milito no supo cómo corregir los desajustes que, en el estadio de Lanús, lo dejaron al margen de la Copa Argentina de manera muy prematura.

El gol de Ríos

Un clásico: incidentes con los violentos

Una hora antes de que empezara el partido se vivieron momentos de tensión en el estadio de Lanús. Un sector de la barra de Independiente, el liderado por César ?Loquillo' Rodríguez, grupo no alineado a Pablo 'Bebote' Álvarez, se enfrentó con la policía; 40 personas fueron demoradas. Hubo, incluso, disparos con bala de goma. El incidente, uno más en la disputa, produjo demoras en los ingresos: los hinchas ingresaron mucho más tarde.

jw/jpb

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