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Copa América: preguntas y respuestas de un torneo errante que ¿va a Brasil?
Desde el domingo a la noche, la organización del torneo puso al fútbol sudamericano patas para arriba; las razones de un cambio de sede que nadie puede dar por seguro todavía
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La Conmebol resolvió que la Copa América se dispute en territorio brasileño. Lo hizo después de que Colombia, primero, y la Argentina, después se bajaran de la organización por motivos políticos y sanitarios. El Consejo de la Confederación Sudamericana lo resolvió por unanimidad, y luego de que la Confederación Brasileña de Fútbol consultara al Gobierno encabezado por Jair Bolsonaro sobre la posibilidad de hospedar el torneo. La luz verde dio paso a las confirmaciones. Sin embargo, las idas y vueltas de los últimos meses y una organización de apuro (el primer partido está previsto para el 13 de junio, es decir, en 11 días) dejan muchas preguntas en el aire.
¿Por qué la Conmebol eligió a Brasil?
Por descarte. Colombia y Argentina estaban fuera de carrera. Bolivia nunca compitió. El secretario de Deporte de Uruguay, Sebastián Bauzá, descartó a su país. Lo mismo ocurrió el domingo con Paraguay. Chile acudió a la reunión de ayer a la mañana con el mandato de Sebastián Piñera, de postularse para hospedar la mitad de los partidos. No más. Ecuador había insistido con una tenue candidatura, pero nunca tuvo la logística ni el músculo para tener todo el torneo. Venezuela también dijo que abría los brazos para organizar partidos, pero en rigor nunca estuvo en danza. Perú, tampoco. Le quedaba Brasil y sólo Brasil. Una vez que el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, resolvió que el torneo se jugara pese a todos los contratiempos, los diez países aceptaron por unanimidad que el único “capaz de poner en marcha la maquinaria de la Copa América” era el que comanda Jair Bolsonaro. Y hacia allí fue la Copa América.
¿Brasil se había postulado para organizarla?
La CBF brasileña trabajó en silencio. Es más, ni siquiera comunicó en su página web ni en las redes sociales que su propuesta había sido elegida por los demás países, algo que a muchos les pareció curioso. El presidente, Rogerio Caboclo, hizo una movida de ajedrez: se sabía presionado por conflictos internos que jaqueaban su continuidad e incluso su status dentro de la Conmebol. Al conseguir el visto bueno de Bolsonaro logró que el resto de los países ahora lo elogiara por haber resuelto un problema.
¿Cuáles serán las subsedes?
Estaba previsto que las ciudades seleccionadas para recibir a las delegaciones fueran confirmadas en la tarde del lunes. No ocurrió. Bolsonaro, que se comprometió ante la CBF por teléfono y que, además, tendió puentes con la Conmebol por su cuenta, se encontró con un problema: los gobernadores de los estados (provincias) brasileños. Las metrópolis candidatas se fueron cayendo de a una como en un castillo de naipes. Los administradores provinciales, en su mayoría, no querían pagar el costo político de un torneo criticado, por ejemplo, por los principales infectólogos del país. Así, Pernambuco y Río Grande do Sul se negaron a aportar sus estadios. San Pablo, mencionada como sede, por la tarde-noche pasó a estar en duda. Y Manaus, famoso por su cepa del coronavirus y por la escasez de tubos de oxígeno durante la pandemia, también fue por unas horas sede del torneo. A la tarde se descartó. Pero la pulseada entre los gobiernos estaduales y el Ejecutivo nacional continuó hasta la noche. Porque además la CBF le había prometido a la Conmebol que podría tener cierta injerencia en las ciudades elegidas, algo que terminó siendo utópico.
¿El torneo en Brasil está confirmado?
Aunque la Conmebol haya asegurado en sus redes sociales que sí, y que el calendario de partidos se mantiene, el Gobierno de Bolsonaro no asegura que la Copa América se desarrolle en su territorio. “Lo dejo en claro: la Copa América es un evento privado. Quien negocia las sedes y la estructura es la CBF, que ya garantizó 10 delegaciones con un máximo de 65 personas, todos vacunados y testeados, y partidos sin público. Un detalle: el evento no está confirmado”, dijo el Ministro de la Casa Civil de Brasil (una especie de Jefe de Gabinete), Luiz Ramos. ¿Entonces? Este martes, el Gobierno brasileño (como antes el colombiano o el argentino) tendrá que dar una respuesta definitiva.
¿Por qué se juega la Copa América, pese al contexto?
Los argumentos que la Conmebol esgrime en privado para seguir adelante con el torneo de selecciones más antiguo del mundo son varios. Primero, quiere que los seleccionados sudamericanos no pierdan competencia. Ya dejaron de jugar la doble fecha de Eliminatorias de marzo porque los clubes europeos no cedieron a los jugadores y no quieren que la historia se repita con la Copa América. Segundo: el calendario. Suspender ahora implicaría que el torneo no pueda disputarse hasta después del mundial de 2022. Tercero: sentar un precedente sanitario. Si las burbujas de Conmebol no son seguras para organizar una Copa América, cada vez que desde Europa tengan que prestar a los futbolistas para las Eliminatorias lo van a pensar dos veces. Cuarto: la economía. Hay asociaciones nacionales (Venezuela, Bolivia, Ecuador, por citar algunas) que necesitan el premio de US$ 4 millones por participar de la Copa América para (sobre)vivir.
¿Cómo tomaron la mudanza a Brasil en la selección argentina?
En el búnker de Ezeiza donde el equipo dirigido por Lionel Scaloni ya duerme bajo el formato de burbuja sanitaria la primera reacción fue de sorpresa. No se esperaban que la Copa América viajara a Brasil. Luego, lo aceptaron a regañadientes y no faltó quien reviviera los fantasmas de la edición 2019, con el arbitraje polémico en la semifinal contra Brasil y las declaraciones de Lionel Messi que le valieron expedientes disciplinarios y una sanción.
¿Por qué la Argentina había descartado organizar el torneo?
Matías Lammens, ministro de Turismo y Deporte del gobierno que encabeza Alberto Fernández, habló de “un gesto” a la hora de calificar la decisión de no hospedar el torneo continental. Se refería a cierta empatía por parte del Poder Ejecutivo con cientos de miles de argentinos afectados por la pandemia del coronavirus y las restricciones impuestas para mitigar el virus. Más allá de que en los últimos días se insistió desde el Gobierno y desde las autoridades sanitarias con el “riesgo epidemiológico cero”, lo cierto es que la Copa América tuvo dentro del Gabinete a tres defensores: Lammens, Santiago Cafiero (jefe de Gabinete) y el presidente Fernández. La línea dura del kirchnerismo no la quería y, de hecho, criticó en público su realización. Que el encargado de confirmar la negativa del Ejecutivo a organizarla haya sido Wado De Pedro, un camporista, refuerza ese escenario.
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