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Copa América 2021: la lista de Lionel Scaloni, con un cero en factor humano y muchos nombres ofensivos
El DT desafectó a Juan Foyth, una decisión que expone el castigo de un error en el 2-2 ante Colombia; también sorprendió sacando a Ocampos; el entrenador generó un buen recambio de nombres y aportó buenas apuestas, pero el juego del equipo es deficiente
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Suele ser complejo analizar las decisiones de Lionel Scaloni. Por un lado, en favor del entrenador, logró un recambio de nombres que ilusionan por presente y por potencial armado de sociedades en la selección argentina; por el otro lado, pega volantazos de un partido a otro y resuelve algunas cuestiones con cero tacto humano, como la desafectación de Juan Foyth, que no irá a la Copa América. El ex Estudiantes pagará demasiado caro el error de querer salir jugando ante Colombia, cuando iba tiempo de descuento en Barranquilla, y la posterior marca que no fue sobre Borja, que anotó el 2-2 de cabeza. ¿Pudo Scaloni haber pensado mucho antes en que Foyth no iba a la Copa América? Difícil de sostener ese argumento cuando la AFA no informó ninguna lesión y Foyth fue titular como lateral derecho en línea de 4 ante Chile (y muchos partidos más en su ciclo) y fue el cambio en Barranquilla cuando resolvió modificar el esquema del 4-3-3 al 5-3-2. Foyth pasó de ser el jugador N° 12 a irse. Una decisión que, además, no es bien vista en ningún grupo de jugadores. La otra resolución sorpresiva fue la salida de Lucas Ocampos, una producción made in Scaloni que no rindió bien ante Chile -es cierto-, pero ¿otro que pasa de titular a irse? ¿Así de exigente es la vara del DT? ¿Así será para todos de ahora en más?. Además de Foyth y Ocampos, se quedaron al margen Palomino y Buendía. Julián Álvarez sigue en el predio de Ezeiza porque la AFA espera incluirlo ante un nuevo PCR de Armani de este viernes positivo) o la lesión de Alario (así tendría el cambio permitido).
La selección no tenía, hasta acá, problemas de nombres. Lo suyo era netamente futbolístico, de plan de juego e identidad. Y en eso, como en cualquier equipo, las responsabilidades mayores son del cuerpo técnico. Cuesta ver un estilo que no cambie siempre en función del adversario y tampoco se ven sociedades pese a que los futbolistas ya suman varios partidos juntos. Se ven jugadores con capacidades para vestir la celeste y blanca pero no un guion que los contenga para que cada uno desempeñe su mejor papel. Cuando todavía Los Agüero, los Di María, los Mascherano y los Biglia eran indiscutidos en el predio que la AFA tiene en Ezeiza, se escuchaba por lo bajo: “Ya nos van a extrañar cuando nos vayamos”. Hoy la principal falencia no es con quiénes ataca la Argentina, sino que se ataca ‘a lo que salga’, a lo que se pueda.
El gol de Borja a Argentina
Sin embargo, sin dejar de darle importancia a lo que aquellos nombres propios de la camada anterior hayan aportado, Scaloni había logrado sorprender (gratamente) con aquellos que no estaban en el radar de muchos, pero que terminaron sosteniendo su convocatoria en los inicios (con un puñado de encuentros o un puñado de minutos) con rendimientos correctos o por encima del aprobado: Nicolás González, Lucas Ocampos, Nahuel Molina y Julián Álvarez; el último, Cristian Romero, que debutó ante Chile como si tuviera cien partidos en la selección. Y el entrenador les abrió el abanico a futbolistas que tampoco estaban en el radar del futbolero promedio como el arquero Emiliano Martínez, el central zurdo Lisandro Martínez, y el mediocampista -ex Vélez- Nicolás Domínguez.
En la lista entregada para la Copa América de Brasil a la Conmebol (difundida por la Confederación Sudamericana en la noche del jueves y no por la AFA), aparecen los titulares Otamendi, Paredes, De Paul, Messi y Lautaro Martínez; también Armani, aunque su nombre estuvo en jaque hasta último momento porque seguía dando positivo de Covid-19. Está bien que se cubran las posibilidades con cuatro arqueros, más en tiempos excepcionales.
Con respecto la nómina se vislumbra –desde las características- las presencias de jugadores ofensivos que pueden complementarse. Entre los delanteros, además de Messi, hay tres N° 9: Lautaro Martínez, Agüero y Alario (otro de los que sigue en duda por su lesión); y luego un conjunto de futbolistas que pueden adaptarse a jugar por los costados, por detrás del 9 o como una segunda punta: Di María, Nicolás González, Papu Gómez, Angel y Joaquín Correa. Julián Álvarez aparece como variable si finalmente Alario no puede viajar.
A excepción del faro Messi, que se mueve con libertades y puede aparecer por todo el frente de ataque, los demás podrían llenar el casillero necesario. El problema lo tiene Scaloni a la hora que se analiza el juego colectivo, un rendimiento que está lejos de lo que la selección grupalmente podría entregar y que no ofrece una sola autocrítica por parte del entrenador. Ante Colombia se quedó con las situaciones de riesgo generadas, pero no apunta que todo termina siendo resuelto por la impronta individual de los futbolistas desequilibrantes, una pelota parada o un tiro libre de Messi; no hay conexiones entre laterales y volantes; Messi y De Paul finalizan más acciones que el N° 9, Lautaro Martínez. Papu Gómez no tiene minutos casi, pero podría ser un revulsivo para aportar gambetas, una característica distinta.
Están las listas y las decisiones de Scaloni durante los partidos. A favor del técnico, vale reconocer que ante Colombia se lesionaron los dos mejores hasta ese momento, Emiliano Martínez, con presencia en centros y autoridad, y el Cuti Romero (que no se sabe cuándo volverá a estar disponible). Pero antes resolvió dejar afuera del banco a Guido Rodríguez quien –desde las características- es el volante táctico más 5 que todos los que cuenta el DT. Raro: evaluó que podía necesitar un central más para ofrecerle resistencia a un eventual doble 9, pero nunca supuso que la zona de volantes podría llegar a necesitar una oposición o fricción mayor a la que suelen ofrecer Paredes y De Paul.
Scaloni dio muestras de no temblarle el pulso cuando debió dejar afuera de las convocatorias a históricos como Agüero y Di María. Tampoco en subir y bajar a futbolistas que surgieron con él y sintió que ya no los necesita. Pero lo de Foyth hace ruido. Es, desde lo conceptual, una decisión que expone el castigo de un error. Por el contexto y la situación, una decisión resultadista que hasta los entrenadores que no fueron futbolistas no hubieran tomado.
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