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Con un Neymar superlativo en Montevideo, Brasil le hace un guiño al Mundial de Rusia
MONTEVIDEO.- ¿Cómo marcarlo? ¿Cómo neutralizar a Neymar ? Para frenarlo, solamente con falta. La duerme en su pie. Avanza en un zigzag desconcertante, entrega pases precisos por la zona menos esperada, patea fuerte sin tomar impulso. Uruguay entero cruzaba los dedos cuando Neymar tenía la pelota.
Fue la noche soñada de Paulinho, con tres goles frente a la Celeste en el Centenario, pero una estrella como Neymar opaca a cualquiera.
"Es para aplaudirlo", dijo un funcionario del estadio uruguayo cuando en el minuto 74, el delantero del Barcelona bajó un centro largo, muy largo, con la rodilla, y tiro un "sombrerito" sobre el guardameta Martín Silva, que parecía liquidar el partido.
Pero no es sólo Neymar. Ni es él y Paulinho. El equipo rinde, muestra potencial. Cuando se iba al frente, Uruguay se defendía y en la cancha del visitante quedaba sólo el golero Alisson. Guardameta que además tapó esos tiros que son "casi-goles", y luego pasan al olvido.
Brasil ganó, goleó, se alejó en la tabla y ya casi está en Rusia 2018, camina con la confianza de un recorrido victorioso, sueña con ganar la Copa que le fue esquiva en su casa, otra vez en su casa, pero que ahora mira con deseo, y argumentos deportivos, para que vuelva a sus vitrinas.
El Centenario estaba prácticamente repleto y la previa se vivió con mucha alegría, aunque también cautela. Los hinchas admitían ante las radios y canales de TV que un empate ante este Brasil era un buen resultado.
Muchos fueron a hinchar por la Celeste pero también a ver a Neymar. Y la estrella deslumbró. Uruguay comenzó sufriendo el toque brasileño los primeros minutos, pero logró zafar de esa presión ofensiva y se largó adelante.
Pasaban ocho minutos de las ocho de la noche y comenzaron a prenderse miles de luches en el histórico Centenario: eran los teléfonos móviles de hinchas uruguayos que querían registrar la foto de un gol de Cavani ante Brasil. Luces multiplicándose en las cuatro tribunas ante un inesperado penal.
Cavani tiene el olfato de gol, pero además tiene entrega, da batalla, es pícaro, y los rivales saben que no lo pueden descuidar. Pero no es fácil cuidarlo.
A la Celeste le faltaba Luis Suárez y eso era mucha ventaja para enfrentar al líder de la tabla sudamericana, a un eterno rival. Lo tuvo que ver en el vestuario, por televisión, sufriendo en cada jugada en la que él se veía en el mismo campo de juego.
Si los charrúas se conformaban con un empate en lo previo, ese gol tempranero, que de alguna manera modificaba las estrategias de los entrenadores provocaba que "Tite" no se quedara quieto y moviera sus piezas en la cancha, como un titiritero. El Maestro Tabárez entraba en la historia de las estadísticas, como el entrenador que ha dirigido a una selección nacional en más partidos. Anoche llegó a su encuentro número 168.
Así, desplazó del ranking al entrenador alemán Joseph "Sepp" Herberger, que condujo al combinado de su país para ganar la Copa Mundial de 1954.
Pero ese récord será con sabor amargo para Tabárez: tras el partido reconoció que Brasil había sido mejor y que había que corregir errores para la próxima semana.
La selección uruguaya se vio sorprendida y superada, pero no se entregó. Por momentos empujó con más fuerza que buen juego; fue "alma, corazón y vida", como el vals criollo peruano de Adrián Flores.
Asumió muchos riesgos en búsqueda del empate, al quedar expuesto a las corridas de Neymar que hacían levantar a todo el Estadio, con una mezcla de admiración, envidia y bronca.
"El segundo gol nos desacomodó y pudimos empatar", dijo el capitán Diego Godín anoche en el vestuario del mítico Centenario.
El 4 a 1 final dejó a Brasil en la puerta del Mundial de Rusia, y a Uruguay más abajo de lo que estuvo en fechas anteriores, pero mejor posicionado en relación a otras Eliminatorias, en las que batallaba para llegar al repechaje para sacar pasaje a Rusia 2018.
Mientras los brasileños festejaban y le hacían guiñadas a la Copa del Mundo, los uruguayos comenzaban a pensar en Perú, que es su próxima estación del tren que lleva cuatro selecciones al Mundial.
La cifra
51
mil entradas
fueron vendidas para el partido; en total, hubo más de 55.000 personas en el mítico estadio Centenario, que lució cubierto en sus cuatro costados.
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