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Con histeria y sin lógica: hubo más técnicos que se fueron que fechas jugadas
El campeonato todavía no llegó a la mitad, pero en 12 jornadas ya dejaron su cargo 13 DTs; algunos ya consiguieron nuevo club y otros denunciaron presiones de la barra brava
Que el fútbol argentino es histérico no es ninguna novedad. Que los torneos largos no ayudan a que se tenga más paciencia con los entrenadores, tampoco. Con las salidas de Ricardo Caruso Lombardi (Huracán) y Christian Díaz (Olimpo) ya hubo más técnicos salientes (13) que fechas disputadas (12) en el Torneo de Primera División 2016/2017.
Es que mandan los resultados. Siempre. Algunos directores técnicos tendrán un par de fechas más de plafón por haber sido ex jugadores del club, otros porque los dirigentes se apiadan y generan un respaldo que no deja de ser un parche… hasta la próxima derrota. Las diferencias pueden ser excepciones. Pero hay una frase que puede resumir las presiones que viven los DT y que se dio hace poco. La dijo Pablo Lavallén, por entonces conduciendo a San Martín de San Juan, luego del triunfo de su equipo ante Vélez por 2-0. “Que a los 20 minutos del primer tiempo haya dos o tres hinchas que insultan a los jugadores porque dan un pase atrás... eso genera violencia”. La pronunció en el programa Paso a Paso, de TyC Sports. Lavallén se había cruzado en el medio del partido con algunos simpatizantes ante numerosos reclamos. Y al final explotó con una frase que describe que lo que se cuestiona es el resultado, nadie repara en las formas. Hoy los hinchas tienen un nivel de exigencia tan alto que insultan hasta cuando un lateral no es enviado al área o cuando se da un pase atrás para descongestionar una jugada y empezar el avance de manera más clara por el otro sector. El ejemplo Lavallén sirve también para demostrar que los ciclos de un DT se cumplen, pero ese mismo entrenador puede firmar un puñado de días después con otro club, como sucederá ahora con Atlético Tucumán. Los procesos finalizan, pero eso no implica que ese mismo entrenador no tenga energía para comenzar otro objetivo, aunque con otros colores y contextos. Y pensar que hace tan sólo nueve fechas, luego de rescatar ante River un punto (1-1) en el Monumental, Lavallén era uno de los entrenadores más elogiados por planteos audaces y animarse a jugar sin especular. Pero no todo pasa inadvertido (más adelante quedará claro el por qué). Con Leonardo Madelón sucedió algo similar: tras ser eliminado Unión de la Copa Argentina ante River, el técnico entendió que su proyecto en Santa Fe había llegado a su fin. Hoy dirige a Belgrano.
Fueron 13 los entrenadores que dejaron su cargo durante este certamen (ver aparte). Hoy siguen cuestionados Diego Milito (Independiente), aunque consiguió algo de tranquilidad tras vencer a River, y Ricardo Zielinski, que en el sube y baja de la semana, tras la caída con Boca, perdió algo del terreno que había conquistado tras golear a Independiente en el clásico de Avellaneda.
Otro que la pasó mal durante un par de partidos fue Pedro Troglio, que tras perder con Newell’s en Rosario, opinó: “La próxima fecha tenemos que ganar. Estamos necesitados. Acá yo tengo menos espalda que mi nene de un año. Tengo una espalda chiquita más allá de las buenas sensaciones que habíamos dejado el torneo pasado; no es como cuando dirigía a Gimnasia”. Pero Tigre levantó y a Troglio le creció la espalda.
Huracán buscará su tercer entrenador en tan sólo 12 fechas, mientras tomará las riendas otra vez Néstor Apuzzo, un bombero siempre listo para dar una mano, aunque su función está en la formación de las divisiones inferiores. Arrancó Eduardo Domínguez, siguió Caruso Lombardi, que tras debutar con un éxito en Tucumán, se animó a decir: “Hay tanta sanata en esto… Si los jugadores te entienden, esto es fácil”. ¿Y ahora? Las sucesiones no es un tema menor. ¿Qué perfiles buscan los dirigentes? ¿Similares a los que se fueron? ¿De estilos opuestos? Hay casos que son analizados con más profundidad, pero la mayoría de los clubes se las juega por nombres que seducen por personalidad o porque son más accesibles desde lo económico. Así es que Defensa y Justicia mantuvo una coherencia en la escuela futbolística entre la salida de Ariel Holan y la llegada de Beccacece, algo parecido ocurrió con Sarmiento (Burruchaga reemplazó a Schurrer) y Belgrano (Madelón sustituyó a Teté González). Pero otros clubes generaron golpes de timón. Aldosivi entendió que su plantel necesitaba un estilo más arriesgado y por eso llamó a Darío Franco para que reemplace a Quiroz; Vélez cambió los papeles también viajando de Bassedas a De Felippe, Arsenal modificó el ciclo Rondina por el de Lucas Bernardi, y el mencionado caso de Caruso Lombardi por Domínguez.
Fue inhumano lo que tuvo que vivir el plantel de Independiente en la llegada al Libertadores de América para jugar con River y ni un ídolo como Gabriel Milito sabe que puede estar a salvo de los cuestionamientos. Incluso tras la victoria, el DT dijo: “Si toca aceptar que un proceso tiene que terminar, lo haremos”. Fue más grave la denuncia de Christian Díaz, que tras irse de Olimpo sostuvo: “Gracias a la barra por lo armado el otro día, por venir al entrenamiento, fumarnos sus porritos… Querían que Olimpo perdiera con San Lorenzo y lo lograron, salió como lo tenían pensado”. Un manto de sensatez parece siempre aportar Jorge Almirón. El DT del último campeón señaló hace unos días en el diario Olé: “Los jugadores necesitan paciencia. Es muy duro jugar sabiendo que –al primer error– llegará el castigo de la tribuna”. Y si los futbolistas juegan nerviosos, eso también les llega a los entrenadores.
Volviendo al ejemplo inicial de Lavallén, los directores técnicos pueden vivir una profesión ingrata desde las presiones y las exigencias en el corto plazo de resultados, pero saben que pueden irse vencedores de un club aún sin haber levantado ningún trofeo. Cuando Lavallén se fue de San Juan, Maxi Lugo le escribió una nota diciéndole: “Voy a estar agradecido de por vida con vos y todo el cuerpo técnico porque volví a disfrutar del buen fútbol dentro de una cancha, volví a ser feliz los fines de semana”. Es apenas un extracto de la carta, señales de que –aún en un fútbol con cada vez menos paciencia y menos realismo en función de los objetivos proyectados– no todo está perdido. Lavallén, como puede suceder con muchos otros DT, incluso en la vorágine de la ruleta rusa, pueden irse de un club con una mueca de satisfacción.
Dichos y respuestas
Díaz apuntó contra la barra de Olimpo y los dirigentes
Christian Díaz se fue de Olimpo y disparó: “La barra quería que perdiéramos, por la bandera que pusieron y las visitas a los entrenamientos. Las barras no tienen por qué estar adentro de los predios, pero han estado. Es una lucha que los dirigentes dan y generalmente están perdidas y nosotros somos rehenes de ellos. No hace falta que te den una trompada o te rayen el coche para sentir la agresión. Los dirigentes debieron frenar la presencia de esos inadaptados”.
Dagna minimizó las declaraciones del técnico
Alfredo Dagna, presidente de Olimpo, sostuvo en declaraciones a LU2: “Gracias a Dios nosotros tenemos hinchada. A mí me consta qué clase de personas son. Se trata de laburantes y gente que se gana el mango”. Según el dirigente, lo denunciado por Díaz fueron “hechos aislados”. Y agregó: “El motivo de su salida está muy lejos de ser por eso”.
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