Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
Cómo y quiénes se llevaron 80 millones de dólares de la FIFA: la intimidad del mayor escándalo del fútbol, en una obra periodística de amplio alcance
El libro “Tribuna de vida”, elaborado por Eduardo Ahmar Dakno, exjefe de Deportes de LA NACION, pone la lupa sobre la mayor estafa del mundo del fútbol y el rol de Julio Grondona. Es también la historia íntima de los 33 años de periodismo deportivo
- 28 minutos de lectura'
Una historia de superación, un llamado a la esperanza, un modo de perseverar. De eso trata “Tribuna de vida”. Es la encarnación en una persona común de un país que, entre 1870 y 1950, atraía a inmigrantes de todo el mundo. Propiciaba la movilidad social ascendente de foráneos y nativos; no descendente como hoy. El fenómeno contribuyó a la construcción nacional. Millones de argentinos tienen en común ese origen. De sus padres y abuelos heredaron bienestar; progresaron.
“Tribuna de vida” rescata hechos y protagonistas observados desde las coberturas periodísticas para LA NACION. Se trata de un trabajo realizado por Eduardo Ahmar Dakno, exjefe de Deportes del diario, de próxima publicación a cargo de editorial Dunken, en venta en Yenny. Rescata todo lo que rodeó a la más exitosa y, al mismo tiempo, más criticada etapa del fútbol argentino, la que va de México ‘86 a Italia ‘90. Recorre los días de gloria de Maradona hasta su triste y solitario final. Desanda los mágicos años del tenis de Gaby Sabatini.
Revela cómo funcionarios, con el presidente Joseph Blatter al frente, se llevaron de la FIFA US$ 80 millones en cuatro años, en la más escandalosa estafa de la historia del deporte. Desentraña el rol de Julio Grondona, que redundó en el cobro de casi US$ 5 millones, y muchos más para otros dirigentes argentinos acusados de soborno. Muestra que la corrupción no es patrimonio nacional, que está instalada en todos los estamentos de la sociedad, pero se juzga y se castiga.
Al margen, la obra, con prólogo del periodista Ezequiel Fernández Moores, revela intimidades de la Redacción a partir de 33 años de experiencia en LA NACION, narra los cambios que el periodismo experimentó en las últimas décadas y finaliza con una visión sobre la Argentina, y sus dos caras: la que nos enorgullece y la que nos llena de pesimismo.
A continuación, se brinda un anticipo de lo que incluirá “Tribuna de vida”, en un capítulo dedicado expresamente a los manejos de la FIFA.
Cómo y quiénes se llevaron US$ 80 millones de la FIFA en cuatro años
El manejo poco diáfano del dinero que recauda y administra la FIFA siempre despertó sospechas. Las presunciones de conductas fraudulentas se expusieron en el informe especial que LA NACION publicó el 27 de marzo de 2015. Eran evidentes la falta de controles, la ausencia de auditorías independientes y externas a la entidad, la discrecionalidad del destino de millones de dólares.
Un par de meses después, en la madrugada del 27 de mayo de 2015, estallaba, en Zurich, el escándalo más grande de la historia del deporte, no sólo del fútbol. La corrupción, lamentablemente enquistada en la sociedad y en todos sus estamentos, tenía nombres, y cifras.
Se juzgó y se condenó a los culpables, aunque entre ellos estuviera el presidente de la FIFA, Joseph Blatter. Los coletazos se sintieron en todo el mundo. Un solo dato da cuenta de la magnitud de la estafa: en el lapso que fue de 2010 a 2014, se comprobó que de la tesorería de la entidad que controla el megamillonario negocio del fútbol salieron por lo menos 79.398.333 de dólares. Correspondían a bonificaciones extraordinarias abonadas a dirigentes. Fueron avaladas por el mayor beneficiario: el suizo Blatter.
Muchas de esas gratificaciones no figuraron en los libros de la FIFA o se registraban bajo otros rubros. De los acuerdos que permitieron los pagos sólo tenía conocimiento un reducido grupo de funcionarios de alto rango. Ellos los aprobaban... Y ellos se favorecían.
“La intención era evitar transparencia. Era encubrir las bonificaciones. Resultaba imprescindible que la menor cantidad de personas supiera de su existencia. Así, los implicados obtenían beneficios superlativos con un mínimo esfuerzo,” señalan los informes de los estudios jurídicos contratados para investigar las irregularidades.
Más que los dos últimos campeones del mundo
“Este modus operandi se vio facilitado por la falta de fiscalización y control. Se ocultaban sistemáticamente las transacciones. No eran declaradas en los asientos contables de forma completa e inequívoca.” El dinero evadido supera la suma de 35.000.000 y 38.000.000 millones de dólares que los seleccionados de Alemania y Francia recibieron por ser campeones en Brasil 2014 y Rusia 2018. Esos montos se repartieron entre 23 jugadores e integrantes de los cuerpos técnicos. Las bonificaciones, entre un puñado de personas…
Blatter, que presidió la FIFA desde 1998 hasta 2015; el francés Jérôme Valcke, experiodista y secretario general, y el suizo Markus Kattner, director de Finanzas y de Recursos Humanos, percibieron un total de 71.595.000 dólares.
Julio Grondona, entonces a cargo del Comité de Finanzas, “cobró premios por un millón de dólares anuales, entre 2010 y 2014. No se basaron sobre ningún escrito y empezaron a efectivizarse el 1° de diciembre de 2010.”
“Blatter aprobó cláusulas bochornosas en los contratos de Valcke y Kattner; Grondona firmó los premios extras. De efectuar los pagos y mantenerlos fuera de los libros se encargó Kattner”.
Si por cualquier razón los dirigentes dejaban la FIFA, se adelantarían los pagos. En caso de muerte, las gratificaciones deberían abonarse a los herederos. Más, y peor aún, Blatter autorizó “indemnizaciones en el supuesto de despidos de Valcke y Kattner, aunque la relación de trabajo se extinguiera por justa causa. Equivalían a los salarios que debían abonarse hasta el vencimiento del plazo de sus contratos.” Y si fueran procesados por conductas relacionadas con sus funciones, “la FIFA pagaría los honorarios de los abogados y las multas derivados de su desempeño.”
“Estas disposiciones van más allá de lo razonable y permisible. No había razones para justificar un comportamiento tan generoso de la FIFA”, sostuvieron los investigadores. “No hay evidencias -agregan- de que Blatter haya objetado las cláusulas en los contratos de Valcke y Kattner”.
“Blatter no sólo le engendró un serio daño económico a la FIFA, si no que afectó su imagen. Tuvo una conducta inexcusable. Era el máximo dirigente de la organización. De él se esperaban los estándares más altos de integridad y transparencia. Además, en ningún momento expresó arrepentimiento por sus acciones,” destacó el Comité de Etica de la FIFA, que llevó adelante una investigación paralela.
Estas conclusiones surgieron de la siguiente documentación:
- El 18 de diciembre de 2002, con efecto desde el 1° de enero de 2003, la remuneración de Blatter se fijó en US$ 1.320.000 por año, con una contribución de US$ 111.000 para gastos de representación, un automóvil y un lugar para vivir, incluidas cargas impositivas. Además, recibiría una recompensa anual ordinaria para ese año de US$ 1.000.000. Por la FIFA, firmó Grondona.
- Tras su segunda reelección, en 2007, Blatter suscribió un nuevo contrato con Grondona. El acuerdo, del 5 de febrero de 2008, fue retroactivo al 1° de junio de 2007. Estipulaba un salario anual de US$ 2.220.000. Los gastos de representación pasaban a US$ 555.000 y se mantenían los beneficios de 2002.
- El 1º de diciembre de 2010 se firmaron bonus extras para Blatter, vinculados con el Mundial de Sudáfrica 2010, por pagarse en cuatro cuotas iguales en 2010, 2011, 2012 y 2013. Los acuerdos incluían a Kattner y Valcke. Blatter cobró US$ 12.210.000; Valcke, 9.990.000, y Kattner, 3.330.000.
Los depósitos a Grondona
- También recibieron gratificaciones por Sudáfrica 2010 Grondona y el camerunés Issa Hayatou (US$ 1.000.000), presidente de la Confederación Africana. El 25 de noviembre de 2010, Blatter y Valcke le confirmaron al titular de la AFA, por carta, el premio de US$ 1.000.000. “Los pagos a Grondona siguieron hasta su muerte, en 2014. Recibió US$ 4.583.333 por contribuciones extras, en cinco pagos: el 1° de diciembre de 2010; el 15 diciembre 2011; el 13 diciembre 2012, y el 6 diciembre 2013, por US$ 1.000.000, y uno proporcional, de US$ 583.333, el 8 de agosto de 2014. Excepto el primero, los otros no parecen tener conexión con Sudáfrica 2010″, concluyeron los abogados.
- En la oficina de Kattner se encontraron archivos en los que se omiten las gratificaciones extraordinarias y sus motivos. “Parecen haber sido redactados para evitar que los auditores los identificaran”, se explica en los informes.
Los montos de bonificaciones para Blatter, Valcke, y Kattner de US$ 25.530.000 en total, no fueron incluidos en el ejercicio 2010. Sólo se asentaron pagos a Blatter, Valcke, y Kattner por US$ 6.382.500.
Las gratificaciones a Grondona y Hayatou de 2010 por US$ un millón a cada uno, figuraron como “varios servicios externos”. No hubo asientos de los restantes pagos a Blatter, Valcke, y Kattner, por US$ 19.147.500 en conjunto.
- El 19 de octubre de 2011 se inscribieron reformas en los convenios con Blatter, Valcke y Kattner, avaladas por Grondona. Sumaban más recompensas extraordinarias, vinculadas con la Copa de las Confederaciones Brasil 2013 y la Copa del Mundo Brasil 2014, por US$ 13.320.000, para Blatter; US$ 11.100.000, para Valcke, y US$ 4.440.000, para Kattner.
- En marzo de 2013, la FIFA creó la Subcomisión de Compensación (CSC). El 1° de enero de 2014 estableció las reglas que regirían las remuneraciones. El artículo 6.2.2 confirmó el derecho del presidente, el secretario general y el director de Finanzas y Recursos Humanos a recibir bonificaciones ordinarias y extraordinarias. Grondona y Valcke las autorizaron.
Kattner cobró las retribuciones en diciembre de 2013 y diciembre de 2014. Las de Valcke, en relación con Brasil 2014, se abonaron en diciembre de 2014. A su pedido, aprobado por Blatter, el “reconocimiento” a Valcke por la Copa de las Confederaciones Brasil 2013 se pagó en septiembre de 2013.
-En los estados financieros no figuran esas transacciones, confirmó Martin Schumacher, director de Finanzas y Contabilidad de la FIFA. En los libros de 2013 y 2014 figuraron los pagos a Valcke y Kattner como “salarios.”
- El 3 de octubre de 2013, la CSC reemplazó la estructura de bonificaciones para Blatter del 19 de octubre de 2011 por un acuerdo de cuatro años basado sobre el desempeño. Firmaron Valcke y Grondona. Fue aprobada por US$ 13.320.000 el 30 de mayo de 2015, retroactiva para el período 2011/14.
- El 10 de junio de 2014 Valcke y Kattner acordaban gratificaciones por la Copa de las Confederaciones Rusia 2017 y el Mundial Rusia 2018. Preveían un premio de US$ 12.210.000 para Valcke, y de US$ 4.995.000, para Kattner.
Los acuerdos fueron firmados por Blatter y Grondona, en el primer caso, y por Blatter, Valcke y Grondona, en el segundo. “Una vez más, no figuran esos convenios en los estados financieros de 2014.” La Sala de Investigación de la FIFA concluyó que Blatter incumplió varias disposiciones del Código de Etica, desde deberes generales (Art. 13) y de lealtad (Art. 15), pasando por conflictos de intereses (Art. 19), hasta ofrecer y aceptar beneficios (Art. 20).
El 29 de septiembre de 2020, Blatter fue informado de la apertura de un proceso. El 6 de noviembre de 2020 presentó su descargo. Adujo que los acuerdos por bonus no eran abusivos, que habían sido firmados por comisiones responsables, que no aumentó sus ingresos entre 2008 y 2015; que su salario de 2007 a 2015 osciló entre US$ 2.664.000 y US$ 8.547.000.
Alegó que Grondona había presentado la propuesta de asignación de recompensas y no tuvo influencia ni en los montos ni en la redacción de los contratos. Aseguró que nunca recibió la bonificación por el Mundial 2014 y denunció falta de imparcialidad e independencia en el juicio. Sobre el Comité de Etica dijo que no tenía autoridad para juzgarlo, por cuanto al momento del proceso no era dirigente de la FIFA. El 15 de diciembre de 2020, el Comité de Apelación denegó todas las objeciones por “insustanciales.”
Recibió un total de 25.530.000 de dólares
“No se discute -dice el informe- que Blatter recibió pagos extras por US$ 25.530.000 en total: US$ 12.210.000, por Sudáfrica 2010, y US$ 13.320.000, por la Copa de las Confederaciones Brasil 2013 y el Mundial de Brasil 2014.”
Según el escrito final y los hallazgos de la Sala de Instrucción, como presidente de la FIFA, “Blatter era consciente de que Valcke y Grondona autorizaban las recompensas por US$ 25.530.000.”
“Por lo tanto, Blatter no podía ejercer su cargo con integridad e independencia. Debería haberse abstenido de realizar esos actos y notificado el conflicto de intereses que, potencialmente, podía influir en sus decisiones. No hay ninguna evidencia de que haya intentado buscar asesoramiento en el Comité de Etica, una acción que podría haber evitado su procesamiento.”
Suscribir las bonificaciones otorgadas a Grondona, Valcke y Kattner no fue compatible con el Código de Etica. Además, Blatter “tuvo que ser consciente del impacto de su conducta para la reputación de la FIFA y evitar un comportamiento que diera lugar a sospechas o procedimientos indebidos.”
Respecto del cálculo y la naturaleza de las recompensas, “no parecen el resultado de una decisión limpia y ordenada, sino la consecuencia de las decisiones secretas de un círculo interno de la FIFA, justificadas con conceptos muy ambiguos, como el éxito de los Mundiales”.
A Blatter se le prohibió participar de cualquier actividad, nacional o internacional, vinculada con el fútbol, sea deportiva, administrativa o de otra índole, por seis años y ocho meses, con vigencia a partir del 8 de octubre de 2021, cuando expiró la pena por idéntico lapso establecida en 2015.
Igual sentencia le cupo a Valcke. Las acusaciones son similares a las de Blatter, con el agregado de “abuso de cargo”. La sanción comenzará a regir el 8 de octubre de 2025, cuando concluya el castigo que cumple actualmente. Kattner quedó inhabilitado por 10 años, a partir del 4 de marzo de 2020. En este último caso, las imputaciones son por “conflicto de intereses y abuso de cargo”.
“Como resulta insuficiente la sanción, en función de la gravedad de los hechos, a Blatter, Valcke y Kattner se les aplicó la multa máxima de US$ 1.110.000. Además, de acuerdo con el artículo 20 del Código de Etica, Blatter “debería devolver a la FIFA todas las bonificaciones extraordinarias recibidas entre 2010 y 2014″, sostuvo el fallo de la Sala de Sentencias del Comité de Ética de la FIFA, con la rúbrica de su presidente, el griego Vassilios Skouris.
“No quiero que se diga más que fui un ladrón”
Más allá de las averiguaciones internas de la FIFA por recibir US$ 25.530.000 en bonificaciones extraordinarias, Joseph Blatter tiene pendiente otra causa. La FIFA, presidida por Gianni Infantino, lo denunció por “gestión criminal”. ¿El motivo? El faraónico proyecto del museo del fútbol de Zúrich, que demandó 555 millones de dólares y fue inaugurado en 2016.
“Se ha ganado el derecho a disfrutar el resto de su vida sin ser atacado constantemente por su ex empleador”, casi suplicó Corina Andenmatten, la hija de Blatter. Pese a todas las pruebas en su contra, Blatter, que el 10 de marzo último cumplió 86 años, en una entrevista con The New York Times aseguraba que se sentía indignado por lo que percibía como un comportamiento irrespetuoso por parte de la FIFA y anunciaba que iba a iniciarle una demanda para que deje a salvo su honor. “No quiero que se diga más que fui un ladrón”, expresó. La presentación exigirá, sostuvo también, el pago de la jubilación. “Blatter recibe lo que le corresponde de acuerdo con la ley”, dijo Alasdair Bell, subsecretario general de la FIFA.
Además, el requerimiento incluiría la “restitución de los relojes de alta tecnología”, valuados en unos 400.000 dólares, que quedaron en su oficina.
Mientras, el 8 de julio último, el Tribunal Federal Penal de Bellinzona, Suiza, absolvió a Joseph Blatter y Michel Platini, expresidentes de la FIFA y de la UEFA, respectivamente, en la causa iniciada por el fiscal Thomas Hildbrand, por presuntos delitos de fraude, estafa, gestión desleal y abuso de confianza en detrimento de la entidad que maneja el fútbol a nivel mundial.
En el primer día del proceso, el miércoles 8 de junio, Blatter se excusó de declarar por problemas de salud. Mientras, Catherine Hohl-Chirazi, abogada de la FIFA, sostenía: “El dinero desviado para fines personales debe ser devuelto y destinado al único objetivo al que estaba previsto: el fútbol”.
Platini fue asesor de Blatter entre 1998 y 2002. El acuerdo, de palabra y sin testigos, preveía una compensación anual de US$ 328.000. El 18 de enero de 2011 el exfutbolista francés reclamó US$ 2.220.000, abonados por la FIFA. “El depósito se realizó sin base legal. Se trató de un pago sin fundamento, induciendo, astutamente, al error de los controles internos de la FIFA, mediante engañosas afirmaciones de los dirigentes”, había acusado el fiscal.
Tras los pasos de Havelange
Blatter sucedió a João Havelange, quien presidió la FIFA entre 1974 y 1998. El desaparecido dirigente brasileño acumuló US$ 45 millones por sobornos para influir en la asignación de contratos para la comercialización de derechos televisivos de la Copa del Mundo.
Su caso se archivó a cambio de cinco millones de euros. La FIFA también cerró el expediente “sin necesidad de procedimientos”. Consideró que la renuncia de Havelange como presidente “honorario” ponía fin a los hechos. Blatter, entonces secretario general, sabía de los sobornos.
Lo comprobó el escocés Andrew Jennings, el periodista que desentrañó la vergonzosa trama de inmoralidad que se adueñó de la FIFA. La revel
surge de una carta de Havelange a Blatter a la que Jennings tuvo acceso. Según el escrito, el por entonces secretario general tenía “pleno conocimiento de todas las actividades” y “siempre fue informado de las operaciones”.
No obstante, en 2013, Blatter declaró ante el Comité de Etica de la FIFA que no estuvo al tanto del proceder de ISL, la quebrada empresa de marketing deportivo que pagó los sobornos. El dirigente suizo fue absuelto. Fue un año antes de cumplirse cuatro décadas de la endémica y “mafiosa”, como siempre la calificó Jennings, conducción de la FIFA que encarnaron, a partir de 1974, Havelange y Blatter.
Todo, al amparo de la ley y el artículo 60 y siguientes del Código Civil de Suiza, bajo los cuales la entidad con sede en Zúrich, dueña del multimillonario negocio del fútbol, figura inscripta como una “organización civil no gubernamental sin fines de lucro”. De ese modo goza de ventajas y exenciones impositivas y evita controles externos.
“Cuando las asociaciones civiles tienen determinado volumen económico, deben estar reguladas, en materia de fiscalización, por las normas aplicables a las sociedades anónimas. La FIFA presenta esas características. Por lo tanto, debe someterse al control ordinario de un órgano de revisión. Tiene que ser independiente y actuar con objetividad. Su conformación no puede depender del Comité Ejecutivo ni del Congreso. En la FIFA no aparece ese órgano claramente delimitado”, afirma el Dr. Daniel Mario Crespo, especialista en derecho deportivo. “La Comisión de Auditoría, si bien tiene características especiales y distintivas -agrega-, no reúne esas condiciones. No tiene el mismo rango que el Comité Ejecutivo y el Congreso. Una reforma estatutaria debe establecer, sin dudas, un verdadero órgano de revisión.
“Eso no se produjo en la FIFA. No hubo una modificación que proteja a un órgano de fiscalización real. En una sociedad anónima, la estructura delimitaría claramente los órganos: el directorio, la asamblea y la sindicatura.
“Se requiere un control efectivo, sistemático, que no sea de naturaleza jerárquica y no sea ejercido sobre la base de situaciones de superioridad o
inferioridad, dirigido al desempeño de los miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA, que puede extenderse a la gestión de los otros órganos”, sostiene Crespo.
Cuesta entender que la FIFA sea una asociación “sin ánimo de lucro”. Pero el Dr. Crespo lo aclara. “Que su finalidad no sea el rédito no significa que no lo obtenga. Sólo indica que ese beneficio no se distribuye entre los socios, como sucede en las sociedades anónimas. Ese lucro debe estar destinado a los objetivos que la FIFA fija en el propio estatuto, sin apartarse de ellos. Que los dirigentes después hagan otra cosa es un tema aparte…”
Por su estructura, influencia e importancia, la FIFA no puede concebirse como una simple asociación civil. A punto tal que tiene que aclarar que tiene carácter no gubernamental. “Forma parte de un súper poder”, concluye Crespo.
“La FIFA es incapaz de reformarse a sí misma”
A mediados de diciembre de 2014, el exfiscal general de los Estados Unidos Michael J. García renunciaba a la presidencia del Organo de Instrucción de la Comisión de Etica de la FIFA. Había sido contratado como investigador independiente para indagar sobre los sobornos pagados para llevar el Mundial a Rusia, en 2018, y a Qatar, este año. Ambas sedes fueron asignadas durante el congreso realizado el 2 de diciembre de 2010, en Zurich. Ese día se afectaron poderosos intereses. El vaso rebalsó. La corrupción derramada sobre la mesa del fútbol salpicó en varias direcciones.
Detrás de la abrupta y sorpresiva dimisión de García quedaban sus contundentes conclusiones. The New York Times las resumió en una frase elocuente. “La FIFA es incapaz de reformarse a sí misma”, sostenía el periódico norteamericano. García concluía dos años de trabajo durante los cuales algunos de los mismos ejecutivos que habían aprobado su contratación y elogiado su informe de 430 páginas obstruían su labor. El documento que le pondría nombres y cifras al escándalo se dio a publicidad en 2019.
Pese a haber logrado en forma holgada la quinta reelección en los comicios que lo enfrentaron con el príncipe de Jordania Alí ben al Hussein,
Blatter presentó su renuncia el 2 de junio de 2015. El dirigente suizo fue arrastrado por el mayor caso de sobornos en el deporte de todos los tiempos.
La causa fue iniciada por un tribunal federal de Brooklyn y llevada adelante por la fiscal general de los Estados Unidos, Loretta Lynch, con intervención del FBI. ¿Qué impulsaba la investigación? La lucha contra las coimas en la FIFA fue sólo una excusa.
La llave de entrada fue la Racketeer Influenced & Corrupt Organizations Act, ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Actividades Ilegales, promulgada en 1970. La norma permite intervenir ante sospechas de corrupción que involucren a extranjeros, residentes o no, personas jurídicas o físicas, que operen en los EE.UU. Una reunión en su territorio o un correo electrónico que pase por los servidores del país constituyen un vínculo de jurisdicción y habilita a abrir una causa. Local e internacionalmente, es un instrumento cuestionado. Hay quienes lo consideran arbitrario.
Lo cierto fue que, más allá de la existencia de delitos hasta entonces impunes, la citada ley permitió a los norteamericanos ingresar en la FIFA y enrostrarle el poder del que adolecían en el fútbol.
“Diseñaron sus esquemas de conspiración en reuniones en los Estados Unidos, utilizaron los bancos y los sistemas de transferencias locales para distribuir los pagos de sobornos”, argumentaba Loretta Lynch cuando se inició el proceso. Los cargos fueron fraude, crimen organizado, lavado de dinero y 45 delitos más. Los imputados fueron 14 dirigentes. Según las investigaciones, formaban parte de una estructura que, al menos durante 24 años, cobró y/o entregó sobornos y comisiones por 150 millones de dólares en negociaciones por la comercialización de derechos de TV de campeonatos mundiales y certámenes continentales, como la Copa América y la Copa Libertadores.
A las acusaciones le sucedieron una rimbombante puesta en escena, allanamientos y arrestos del FBI el 27 de mayo en el Hotel Baur au lac, de Zurich. En paralelo, la Internal Revenue Service (IRS), la agencia de recaudación fiscal de los Estados Unidos, requisaba la sede de la Confederación de Fútbol de Norte y Centroamérica (Concacaf), en Miami.
No se desconoce la gravedad de los delitos. Pero detrás de ellos, en un segundo plano, quedaba la comprobada corrupta elección de Qatar como sede de la Copa del Mundo 2022, el verdadero motivo de la injerencia de la Justicia de los EE.UU. El país árabe desplazaba a la candidatura norteamericana y excluía de un fabuloso negocio a la máxima potencia del planeta. Demasiado para quedarse de brazos cruzados… Pero sin elementos para poder avanzar judicialmente sobre el tema, el foco cambió...
Qatar 2022, el Mundial que costará más que todos los anteriores juntos
La sola apertura de una causa penal a un ejecutivo de la FIFA o de sus entidades afiliadas, por el delito que fuera, vinculado con su desempeño, opera como disparador para la intervención de la organización que maneja el millonario show de la pelota en el mundo.
Así, en sendos fallos del 26 de julio de 2019, fundados en el proceso iniciado por Loretta Lynch en Brooklyn por el mayor escándalo de corrupción en el deporte, suspendió de por vida para ejercer cualquier función ligada con el fútbol, administrativa o deportiva, local o internacional, a los argentinos José Luis Meiszner, extitular de Quilmes, y Eduardo Deluca, presidente honorario de Defensores de Belgrano, fallecido a los 81 años el 4 del último mes, ambos exsecretarios de la Confederación Sudamericana (Conmebol). Además de asumir las costas, fueron multados por 1.000.000 de francos suizos, máxima sanción económica que prevé el Código de Etica de la FIFA. Se los acusó de “fraude informático, confabulación en cobro de coimas y supuestos sobornos.
“En la Argentina no es delito”
“Mi padre no sabe encender una PC. Si le dan una notebook, la puede confundir con un televisor. No sabe para qué sirve la tablet del nieto. Fraude informático no pudo cometer”, subrayó Nicolás, hijo de José Luis Meiszner, quien agregó: “En la Argentina el cohecho y el pago de dádivas entre personas privadas no es delito. Sí está tipificado para funcionarios públicos”.
EE.UU. pidió la extradición de los dos dirigentes, pero fue denegada. “Por cuestiones profesionales, y, obviamente, también familiares, estoy al tanto de la causa. La extradición se negó porque los delitos imputados no existen para la justicia de nuestro país. No pasarían los controles de constitucionalidad que se ejercen en los procesos de extradición. Un estado no puede someter a un ciudadano a la justicia de otro estado en tanto no se vea afectado el orden público y el derecho de defensa en juicio. Ahora, si se tratara de un homicida, lo subirían de los pelos a un avión para juzgarlo donde fuese”, enfatizó Nicolás Meiszner.
Las gestiones por la “comercialización de la Copa Sudamericana, la Recopa Sudamericana y la Copa Libertadores le habrían redituado a Deluca cifras millonarias entre 2004 y 2012,” se desprende de las actuaciones en Brooklyn. En 2020, la justicia suiza ordenó la devolución a la Conmebol de 55.000.000 de dólares incautados de las cuentas bancarias del paraguayo Nicolás Leoz, ex presidente de esa entidad, y Deluca.
“A mi padre jamás le colocaron una esposa, se presentó a todos los requerimientos judiciales y ni siquiera tuvo arresto domiciliario, más allá de ser mayor de 70 años”, agregó Nicolás Meiszner, quien no quiso exponer a su papá -el 8 de febrero último cumplió 78 años- a “remover un estado emocional no aconsejable, con indeseados efectos colaterales. “Todo esto -sostuvo- le produjo un deterioro en la salud muy importante, tuvo un cuadro de depresión, tres infartos y un by pass. Estuvo bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico”.
Un delator premiado
En el dictamen de la Sala de Sentencias de la FIFA se detalla que, durante la indagatoria de la causa abierta por Loretta Lynch, supuestamente Alejandro Burzaco, exCEO de Torneos y Competencias, sugirió que “Meiszner se habría favorecido con al menos US$ 3.700.000 desde 2012″. Fue en negociaciones por la venta de los derechos de los torneos por la Copa Libertadores y la Copa América 2015, 2016, 2019 y 2023.
“Es un delator premiado. El arrepentimiento es parte de un proceso interno, no es una conducta para obtener un rédito. La fianza que han pagado por un funcionario -el hijo de Meiszner se refería a Burzaco, sin nombrarlo- de una empresa de telecomunicaciones para que hoy esté casi en libertad en los Estados Unidos es altísima y la abonó la misma empresa que se habría beneficiado.”
“Si los funcionarios declarados culpables siguen en sus cargos, causarían un daño irreparable al deporte y al fútbol, en general, y a la Conmebol y la FIFA, en particular”, argumentó el griego Vassilios Skouris al rubricar la sanción.
“Hoy mi padre vive de una jubilación”
“No hemos sido notificados -dijo Nicolás Meissner, de profesión abogado- y desconozco si llegó alguna comunicación a la Confederación Sudamericana. Si frente a lo más no fue extraditado, frente a lo menos no le va a preocupar lo que diga la FIFA. Nadie, en ningún lugar del mundo, puede decir que hay una cuenta que permita vincular a mi padre con lo que lo acusan. Jamás tuvo un mandatario y menos movimiento de dinero en el exterior de la República. En la estructura o en el tablero del fútbol mundial, créame, mi padre fue una hormiga casi microscópica. Hoy vive de una jubilación. Se lo puedo asegurar por mis tres hijos”.
La oportunidad de la intervención de Lynch sugiere un proceder vinculado con otros intereses, además de varios interrogantes. Uno es ineludible: ¿Por qué recién en 2015 se inició la querella, cuando las acciones
delictivas comenzaron al menos 24 años antes, según consta en la misma acusación?
“En derecho decimos que, a partir de varios indicios claros, precisos y concordantes, uno puede arribar a una conclusión más o menos certera”, sostuvo Nicolás Meiszner para avalar las sospechas.
Omar Luis Daer, defensor de Carlos Menem en la causa por la venta ilegal de armas a Ecuador, patrocinó a Meiszner. “No es clara la acusación. Se habla potencialmente de fraude informático, nada concreto”, dijo en 2019 Daer, extitular de Argentino de Quilmes y padre del abogado Sebastián Daer, expareja de Mayra Mendoza, jefa comunal quilmeña, involucrado, junto con la funcionaria, en la investigación por presunto desvío de fondos a través de cooperativas de trabajo de esa ciudad del conurbano.
El 18 de enero último, Omar Luis Daer sufrió graves heridas tras un supuesto “intento de suicidio” en su casa del Barrio Parque Bernal.
“Show must go on”
En tanto, en mayo de 2021, poco antes de ser destituido y arrestado, casualmente también por sospechas de irregularidades, el ministro de Finanzas qatarí, Alí Shareef Al-Emadi, anticipaba que, desde 2017, en la organización del Mundial “se invertían unos 500 millones de dólares diarios y que el costo total rondaría los 200.000 millones de dólares”. ¿Estarían incluidas en esa cifra las coimas que recibieron quienes con sus votos lograron concederle la sede del certamen al estado más rico del mundo?
Según una investigación del diario inglés The Times, la cadena televisiva Al Jazeera, creada por Qatar en 1996, “habría ofrecido 356 millones de euros por los derechos de TV de los mundiales de 2018 y 2022, más 118 millones extras” si la sede de este año era el país árabe”.
Aparentemente, los EE.UU. no quisieron, no supieron, no se interesaron o no encontraron fundamentos legales para averiguar sobre el punto. ¿Se daban por satisfechos con el supuesto “castigo” infligido a la FIFA? ¿O fue la
designación del país que preside Joe Biden como “coorganizador” y sede de 60 de los 80 partidos del Mundial 2026, lo que frenó la investigación?
Ningún fiscal norteamericano, que se sepa, inició causa alguna al respecto. Ni Loretta Lynch podía interponer una demanda. En mayo de 2019 pasó de River a Boca. Se unió al bufete de abogados Paul, Weiss, Rifkind, Wharton & Garrison LLP, con sede en la 6ª Avenida, de Nueva York.
Se trata del estudio que representó a la FIFA en la causa por las pérdidas que sufrió como “víctima del esquema de corrupción y actividades delictivas montado por ex funcionarios del fútbol”. ¿El veredicto? La devolución del Departamento de Justicia de los EE.UU. de 201.000.000 de dólares, incautados de las cuentas bancarias de los citados ejecutivos.
Los gastos que demanda el Mundial 2022 tampoco fueron un asunto en el que pudieran inmiscuirse. Con inicio el 20 de noviembre, por el certamen que el 18 de diciembre tendrá un campeón se desembolsarán más dólares que por todos los torneos anteriores juntos. En 2015, The Bank of Merril Lynch estimaba el costo de la organización en 142.000 millones de dólares.
Standard & Poor’s proyectó para Rusia 2018 gastos por 41.000 millones de dólares. El gobierno de Vladimir Putin informó una erogación de 11.800 millones. Extraoficialmente, Brasil 2014 demandó 14.000 millones; Sudáfricca 2010, 5170 millones; Alemania 2006, 3000 millones y Corea Japón 2002, 4500 millones. A años luz quedan los cuestionados 520 millones de dólares, de acuerdo con la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, que demandó Argentina ‘78 durante la dictadura militar.
La FIFA cambió, aseguran. ¿Será así? Lo cierto es que, como con Havelange y Blatter antes, acuerda, elude o gana juicios y toma decisiones controvertidas, como otorgarles a tres países -Canadá y México son los otros dos-la organización de la Copa de 2026. Siempre encuentra “socios” para seguir controlando el muy redituable espectáculo de los mundiales. Es la única que siempre gana.
“La FIFA es incapaz de reformarse a sí misma”, sostenía The New York Times cuando, en diciembre de 2014, el exfiscal general de los Estados Unidos
Michael J. García renunciaba a la presidencia del Organo de Instrucción de la Comisión de Etica. A su cargo estaba la investigación por los sobornos pagados para llevar el Mundial a Rusia y a Qatar.
Nada se modificó con la presidencia del italiano Gianni Infantino (“Ese señor es un maleducado”, dijo de él Blatter, en marzo de este año, en una entrevista con ABC, de España). Para la FIFA, la pelota y el negocio siguen siendo redondos. Obviamente, en los Estados Unidos más que en ningún otro lado. Show must go on…
Otras noticias de Libros
- 1
Diego Simeone, antes de Barcelona vs. Atlético de Madrid: “Nadie te asegura que ganando se abra la puerta para algo importante”
- 2
Torneo Apertura y Clausura 2025: cuándo empieza la competencia en el fútbol argentino
- 3
Copa Argentina 2025: los rivales de Boca, River y cómo quedó el cuadro
- 4
Yuta Minami, el arquero japonés que se metió un insólito gol en contra en su partido despedida... ¡y llamó al VAR!