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Cómo resucitaron los wines en el fútbol argentino
Los desbordes por las puntas, una saludable tendencia que se recuperó en el torneo que termina mañana
Ezequiel Cerutti se pega a la raya derecha, corre, se frena, pisa la pelota, amaga, vuelve a acelerar, se va del lateral de turno, llega al fondo y tira un centro medido para que Nicolás Blandi la empuje al fondo del arco. Gol de San Lorenzo. Casi al mismo tiempo, Cristian Pavón vuela sobre el barro de la Bombonera, le gana la espalda a su marcador, mete la diagonal a fondo y define sobre la salida del arquero. Gol de Boca.
La escena, aun con sus variantes de pierna cambiada o de volante habilidoso y profundo, se repite con Cristian Espinoza en el Ducó, Lautaro Acosta y Pablo Mouche en la Fortaleza de Lanús, Marcos Acuña en la Academia, Franco Cervi en Arroyito, Lucas Janson en Tigre, Claudio Villagra en Banfield, y siguen las firmas...
¿Qué pasó? ¿Resucitaron los punteros en el fútbol argentino? ¿No nos dijeron que se habían extinguido? "Todo tiene su motivo", dice Pedro Troglio, el actual técnico de Tigre: "Hay tan pocos espacios por el medio que el único lugar de la cancha donde tenés la oportunidad de producir un uno contra uno es por afuera".
Durante mucho tiempo, aquella máxima futbolera de que "para ser profundo hay que ser ancho" pareció perder vigencia. Desde fines de los años 70, cuando el 4-3-3 comenzó a perder vigencia y los viejos wines se vieron obligados a convertirse en cuartos volantes o carrileros, la imagen de esos locos generalmente bajitos, escurridizos, veloces y tan hábiles como ciclotímicos fue desdibujándose en el recuerdo. Y las alas pasaron a ser tierra de nadie. O mejor dicho, de cualquiera.
Para ratificar es línea, el español Rafa Benítez, ex técnico del Real Madrid, el Liverpool y el Nápoli exponía su teoría hace un par de años: "El clásico extremo [puntero] rápido o habilidoso se enfrentaba a defensas mucho menos preparados que los actuales. Hoy en día la preparación física, técnica y táctica es mucho más completa y los jugadores rinden más".
Solo la escuela holandesa mantuvo el amor por los antiguos amantes de los desbordes. Johan Cruyff los sostuvo contra viento y marea en su época de entrenador del Barcelona; sus discípulos Frank Rijkaard y Pep Guardiola le añadieron la variante de situarlos a pierna cambiada, con un juvenil Lionel Messi como estandarte de lo que podía generar un zurdo sobre la raya derecha.
Y de aquella semilla brotó una nueva transición que al menos en la Argentina se hace notar con más fuerza en los últimos meses. "Me siento cómodo porque al lado mío tengo dos flechas que pican a todas", subrayó hace unos días Carlos Tevez, adaptado por fin a su posición de falso 9 apoyado por Pavón y Carrizo, fórmula que los Mellizos Barros Schelotto encontraron para recuperar el funcionamiento perdido en Boca. "Si tengo que elegir a uno de mis compañeros para explicar esta campaña de Lanús elijo al Laucha Acosta", dice Maxi Velázquez, capitán de los granates que baten récords de efectividad en el torneo Transición.
Es cierto que los punteros actuales ya no tienen delante un único marcador que les obstruya el paso. Deben decidir rápido, antes que llegue la ayuda defensiva del volante de ese lado o de uno de los integrantes del doble cinco. Y al mismo tiempo deben convertirse en tapón para la subida del lateral contrario. Pero aun sin ser los mismos van recuperando su importancia.
De hecho, la forma y la eficacia con que las se ocupan las bandas sirven para explicar en parte el destino de cada equipo en el actual semestre. Están los que tienen su usina de jugadas de gol en los arrabales de la cancha. Por ejemplo, Lanús, San Lorenzo y el Boca de Guillermo, que apuestan por establecer especialistas en desbordes, ya sea con el perfil a favor (Cerutti, Pavón) o cambiado (Acosta, Blanco, Carrizo, Mouche). O Godoy Cruz y Rosario Central, que prefieren subir a los laterales y volantes externos (Abecasis, Zuqui, Ceballos, Silva, Montoya, Salazar, Cervi, Álvarez…). O Racing y Huracán, que impulsan fórmulas mixtas con un único puntero fijo (Acuña, Espinoza) y ocupantes alternativos en el sector opuesto. Pero todos con la idea puesta en abrir el campo y llegar a fondo.
En cambio, los que han sido incapaces de encontrar variantes que que generen profundidad por las alas –River, Independiente, Newell’s, por nombrar algunos casos- se vieron castigados con resultados frustrantes.
Puede ser casualidad o incluso una moda. Pero lo cierto es que de pronto, y cuando nadie lo esperaba, caímos en la cuenta que aquellos punteros que estaban muertos y enterrados gozan de buena salud. Bienvenidos sean, los estábamos esperando.
pv/fc
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