Cómo Kylian Mbappé superó las “distracciones” argentinas para convertir sus tres penales

Francia cayó frente a la Argentina en la tanda de penales de la final del Mundial de Qatar, pero los europeos mantuvieron chances de dar el golpe hasta el final gracias a un líder, Kylian Mbappé. El delantero se convirtió en apenas el segundo jugador en marcar un hat-trick en una definición de Copa del Mundo (el primero fue el inglés Geoff Hurst, contra Alemania en 1966), con dos penales convertidos de gran manera. Los tres tantos totales terminaron por ubicarlo por encima de Lionel Messi como el ganador del Botín de Oro al máximo goleador del certamen, con ocho tantos, la mayor cifra en 20 años.

Además, en la resolución por penales volvió a acertar, ejecutando el primer disparo. El registro perfecto de Mbappé en los tiros desde los once metros no debe ser subestimado. Enfrente tenía a nada menos que Emiliano Martínez, un arquero especialista que ya había mostrado su impacto en los pateadores contra Colombia y Países Bajos, y a todo un equipo argentino dispuesto a hacer lo posible por desconcentrar al rival. Pero, como lo expuso el profesor de ciencia deportiva noruego Geir Jordet, el jugador de Paris Saint-Germain se mantuvo inmutable en cada ocasión.

La primera vez que tomó la responsabilidad de rematar un penal en la final ocurrió a los 33 minutos del segundo tiempo, cuando un largo período de dominio argentino se vio interrumpido por una corrida de Randal Kolo Muani que terminó en una falta de Nicolás Otamendi. Los dos primeros jugadores que intervinieron para distraer a Mbappé fueron Marcos Acuña, que pisaba el punto de penal, y “Dibu”, que quiso hacerse con la pelota. Mbappé actuó rápido para evitar ambas situaciones, y después realizó su rutina para patear: giró la cabeza hacia el árbitro Szymon Marciniak, comenzó su carrera apenas sonó el silbato y ocultó su postura corporal hasta el último momento para no revelar hacia dónde iba a dirigir el balón. Martínez adivinó la dirección y llegó a tocar la pelota, pero la ejecución fue demasiado fuerte y bien destinada, y Francia descontó: 1-2.

El primer penal de Mbappé: 1-2

El delantero después marcó el 2-2 con una volea perfecta y muy difícil, pero en el tiempo extra la selección argentina recuperó la ventaja vía Messi. Sin embargo, a los pocos minutos una mano de Gonzalo Montiel generó otro penal y Mbappé tuvo una nueva chance de poner a su país a la par en el tanteador. En esta ocasión, los jugadores argentinos adoptaron una postura mucho más agresiva, con Enzo Fernández y Otamendi sumándose a Martínez y Acuña para que el número 10 errara. Pero surgieron otros franceses para asistir al número 10: Kolo Muani y Youssouf Fofana se encargaron de que Mbappé pudiera rematar sin distracciones, entendiendo el penal como un trabajo en equipo.

Luego, la estrella de PSG repitió las características de su primer tiro, incluida la dirección, y anotó el 3-3 final. Jordet destaca su habilidad para convertir en una situación de inmensa presión: según un estudio realizado por él, los penales que cambian el resultado de derrota a empate o de empate a victoria son convertidos en apenas 60% de los casos.

El segundo: 3-3

La igualdad se mantuvo y llegó el momento de la tanda decisiva. Visto que la agresividad inicial no surtió efecto, Martínez apeló a tácticas más “conciliadoras”, como estrechar una mano con Mbappé, el primer lanzador. Pero se repitió el escenario: el francés disparó otra vez a la derecha del arquero, que llegó a tocar la pelota. Tres penales, tres goles del delantero.

El tercero: 1-0 en la serie

No obstante, la labor de Mbappé no terminó cuando consiguió el 1-0 en la serie. En una muestra de liderazgo positivo más que necesaria en el plantel, el 10 fue el primer jugador en ir a consolar a los ejecutantes que malograron sus penales, Kingsley Coman y Aurélien Tchouaméni.

Al final de aquella noche en Lusail, Kylian Mbappé debió de sentir que había hecho todo lo que un jugador puede hacer para llevarse el título de campeón mundial, lo cual volvió más profunda su decepción ya que su contribución terminó siendo insuficiente. Pero al delantero de 24 años le quedarán muchas más oportunidades de llegar a finales y brillar como en Qatar. Y si esas futuras definiciones debieran resolverse en penales, no habrá nada que quite su enfoque para cumplir su parte.

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