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El partido de vuelta por los cuartos de final de la Champions League entre Real Madrid y Chelsea fue electrizante. Lo vieron con intensidad y con sufrimiento los propios hinchas de ambos equipos en el Santiago Bernabeu. Por lo que significó el encuentro sí y sobre todo por sus alternativas cambiantes. Del 3-1 para los merengues en el Stamford Bridge la semana pasada, con el hat-trick de Karin Benzema que pareció sentenciar la serie, hasta la espectacular reacción del conjunto londinense en Madrid para aumentar la tensión y la intriga.
Con un desarrollo no exento de polémicas, como lo fue la anulación del 3-0 temporario del visitante, VAR mediante, por mano casi imperceptible del jugador Marcos Alonso. Minutos más tarde, Chelsea logró la ventaja por el gol de Timo Werner que le daba la clasificación y Real Madrid revivió con el descuento, por intermedio de Rodrygo, a 10 minutos del final.
Cuando el partido fue a suplementario, con el score global igualado 4-4, todo podía pasar. Porque el partido daba para cualquier cosa. Chelsea siempre había sido superior, en acciones combinadas y en envíos de pelota parada, que fueron un suplicio para Real Madrid. Pero se sabe que el equipo madrileño no se resigna hasta el final. Suele ser reactivo en la adversidad. Como si tuviera un impulso adicional que lo transforma en un rival temible hasta cuando parece quebrado. Volvió a suceder con la acción que le brindó la clasificación para las semifinales.
La salida no muy prolija de Chelsea desde el fondo, la pelota de Thiago Silva que queda larga, y en cuatro toques, el delirio del Madrid: Eduardo Carnavinga habilitó al espacio vacío por izquierda a Vinicius, que avanzó, levantó la vista y le puso la pelota en la cabeza al infalible Karim Benzema. ¡Explosión en el Bernabeu, no sólo en las gradas! También en las cabinas de TV. Mientras Miguel Simón, excelso relator de la cadena ESPN, remataba la acción con su tradicional grito de gol, casi encimada salió la voz, en un festejo que cortó de golpe, el comentarista Enrique Ernesto Wolff, que seguramente en medio de la euforia advirtió lo inusual de la reacción.
Hay, claro, una explicación: Quique Wolff, de 73 años, exfutbolista de Racing, River, Las Palmas, Argentinos Juniors, Tigre y el seleccionado argentino (jugó el Mundial de 1974 en Alemania), que se desempeñaba como lateral derecho, también jugó un par de años en el Real Madrid, entre 1977 y 1979, y fue protagonista de numerosos partidos en esa misma cancha. De hecho, salió campeón con Real Madrid en la Liga en dos ocasiones: 1977 y 1978.
Por eso su reacción ante un gol fundamental en un partido bravísimo, en el que el conjunto merengue pudo haber quedado eliminado. La pasión por los colores dominó en ese momento, pero lo pudo controlar, a medias. Situación que obviamente fue refrendada en las redes sociales de inmediato. Una anécdota más para su rico historial como deportista (14 años como profesional hasta que se retiró en 1981) y comentarista y conductor de “Simplemente Fútbol”, un clásico del planeta televisivo deportivo.
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