Carlos Tevez: cómo cambió para convertirse en un jugador fundamental en Boca

Carlos Tevez se va dando cuenta solo de que el perfil bajo, ese que avisó tener cuando retornó desde China y no fue sincero mientras Guillermo Barros Schelotto era su entrenador, puede cambiar la mentalidad y poner las cosas en su lugar. Una muestra clara es lo que sucedió anoche en la Bombonera, en la que terminó siendo la figura y el artífice principal de la victoria que le permitió a Boca ser el líder definitivo del grupo de la Copa Libertadores.

No solo por su gol agónico, que apareció faltando menos de un minuto del adicional para que finalizara el encuentro clave ante Atlético Paranaense. Sino que, es evidente, saber en su propia cabeza dónde está parado exactamente dentro de la consideración de Gustavo Alfaro y qué rol cumple dentro del grupo hace que, por ejemplo, sea capaz de avalar públicamente la decisión del técnico de darle la titularidad a Mauro Zárate: en el pasado también lo hacía, pero en su interior no lo aceptaba. O, incluso, aquello le permite ingresar al campo desde el banco de suplentes con un espíritu y una inteligencia propia de un jugador que supo ser decisivo en muchos momentos de su exitosa carrera. Con esas ganas, impulsó a sus compañeros en la última media hora rumbo al objetivo de ganarle a los brasileros. Y lo consiguió, nada menos que con su firma.

Tevez se está dando cuenta solo de cuál es el remedio en esta historia que, desde su último regreso, tuvo duros golpes y constantes tires y aflojes que comenzaron a distorsionar la imagen que el hincha tenía sobre el ídolo: justamente, para muchos, esa última palabra empezó a ponerse en discusión hace tiempo. Sin embargo, esa humildad y ese compañerismo están reivindicando esa gran relación que predominó mayoritariamente. "Carlos quiere hacer las cosas bien para que cuando le toque irse, lo haga por la puerta grande", explicó Alfaro hace unos días. Ayer, el N°10 volvió a mirar hacia los cuatro costados de su segunda casa y encontró lo que tanto extrañaba: "¡Carliiiiitos, Carliiiiitos!". Y hasta el tradicional "que de la mano, de Carlos Tevez, todos la vuelta vamos a dar". Gritos de guerra y alabanzas que hacía rato no se oían por la Ribera.

"Fue un desahogo personal. Es un click que uno necesitaba tener en su cabeza, un envión muy grande para mí. Estoy muy contento de poder revertir mi situación personal. Todos saben que, desde mi llegada, en la gente siempre estoy bajo la lupa. Entonces, quiero demostrarles en cada partido que uno está bien, que tira para el mismo lado porque quiere lo mejor para Boca. Y todo eso hay que mostrarlo adentro de la cancha", sostuvo con sinceridad el hombre de la noche ante la pregunta de por qué había festejado al estilo Topo Gigio. Por todo ese combo, el corazón del Apache volvió a latir fuerte.

Desde que asumió su situación, su nivel escapó de esa burbuja apática constante para situarse en una versión apenas mejorada: por ejemplo, eso se vio cuando fue fundamental para ganarle con su gol a Defensa y Justicia, por entonces animador de la Superliga e invicto, y para remontar un partido en Santa Fe, ante Unión, también con un grito de él. Más de dos meses debieron pasar para que el capitán volviera a ser verdaderamente importante. Sin embargo, se puede decir que hace años no es tan decisivo como lo fue anoche ante Paranaense. "Me sentí bárbaro y creo que leí el partido muy bien, lo que el equipo estaba necesitando. El partido estaba para jugar rápido por las bandas con Mauro (Zárate) y Pavón, y después lastimarlos por el medio. Cuando el equipo te necesita, uno tiene que estar", expresó muy conforme Tevez tras el 2-1.

Mientras que a Alfaro le gusta mucho que sus jugadores lo metan en esos duros (pero lindos) problemas de elección a partir de los altos rendimientos que hacen a la competencia interna. Por eso se fue a dormir con una enorme satisfacción por la gran noche de su "abanderado": "Su gol termina siendo anecdótico. Pero yo me quedo con la ovación que recibió de la gente en el final del partido. Esa es una caricia cálida al alma que Carlos se la merecía. Es una manera de reivindicar a un ídolo que tenemos dentro del plantel", expresó contento el "mister", tal como lo llama -con mucho respeto- Tevez a su entrenador.

Uno que sufrió el último tiempo viendo a su querido amigo sentado en el banco de suplentes fue Daniel Angelici. "Yo nunca voy a poder ser objetivo al hablar de Carlos", avisó hace unos días el presidente. Y parece ser que tan unido está Boca hoy que la lucha es compartida e incluye al mandamás: pareciera que cada batalla la ganan entre todos. Por eso, ni bien finalizó el encuentro, Tevez miró inmediatamente al palco que le pertenece al Tano y apretó el puño, con cara ruda, como dedicándole el gol y el triunfo que mantiene la calma que reina desde enero. "Le tengo mucho cariño a Daniel", expresó minutos después.

Asumir el presente y sus condiciones parecen ser las fórmulas para catapultarlo. Entender que se puede ser importante, incluso, jugando pocos minutos, también. Este Tevez acepta lo que antes no: porque quiere el éxito boquense y volver a ser titular indiscutido en el corazón de los hinchas.

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