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Carlos Bilardo y la “batalla cultural” que libró contra los medios y César Menotti para imponer sus ideas
El Doctor afrontó una dura resistencia por parte de las publicaciones, hinchas y hasta futbolistas que él convocaba, que tuvieron una reacción inicial hostil a sus conceptos
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Bilardismo vs. menottismo. Resulta casi poético que los dos directores técnicos que fueron campeones del mundo en la selección argentina, uno sucedido de forma directa por el otro, hayan desarrollado corrientes de pensamiento completamente opuestas y continúen generando debates irresolubles al día de hoy sobre cuál es la forma más efectiva o más correcta de ganar en el fútbol. Pero para quienes conocen el entorno de Carlos Bilardo y vivieron su proceso al frente del seleccionado desde el principio, que el debate exista es, en primer lugar, un logro gigantesco, y luego un reflejo fiel de la resiliencia que mostró el Doctor a lo largo de su carrera.
Para quienes no presenciaron aquel ciclo o estuvieron ajenos al proceso, el documental Bilardo: El Doctor del fútbol, que emite la plataforma HBO Max, ofrece un pantallazo muy claro de la dura resistencia que soportó el Narigón en sus primeros años como seleccionador. En eso hicieron mucho énfasis los realizadores a la hora de contar esta historia, dado que el éxito posterior de aquella selección parece haber borrado de la memoria colectiva el contrapunto teórico: “Además de la deportiva, Bilardo daba una lucha que pasaba por otro plano”, apunta Gustavo Dejtiar, uno de los guionistas, para LA NACION. “Para él, el fútbol también era pelearse con los medios, porque él sabía que no tenía muchas chances de hablar de eso. No lo dejaban”.
Bilardo llegó al seleccionado nacional el 24 de febrero de 1983, después de una campaña mundialista floja en España ‘82 por parte de su predecesor, César Luis Menotti. Desde el principio, su idea fue establecer un modo de trabajo mucho más disciplinado y analítico que aquél al que los futbolistas argentinos estaban acostumbrados hasta ese momento, con extensas jornadas de entrenamiento para perfeccionar áreas específicas, como ataque y defensa en la pelota parada, y minuciosos estudios de video. Para quienes conformaron sus planteles, esto resultó un shock: “Varios jugadores han renunciado en pleno entrenamiento, de patear la pelota, p... e irse”, rememora Oscar Ruggeri en el documental. Entre los que tomaron esa determinación al principio se encuentra incluso Julio Olarticoechea, uno de los pilares del futuro plantel campeón.
Pero así como Bilardo se encontró con una cierta resistencia puertas adentro, eso no se puede equiparar con lo que afrontó fuera de la cancha. Aunque los propios jugadores son los primeros en reconocer que en los primeros dos años de Bilardo la selección jugó muy por debajo de las expectativas, la ineludible sombra de Menotti ejercía una presión insoportable en aquel conjunto. Y el Flaco estuvo en la primera línea de los críticos: “Yo soy terminante con la selección argentina. No puedo salir y ver una selección argentina que no juega bien y decir que jugó fenómeno. No puedo”, admite Menotti en la docuserie.
Detrás de los dichos del rosarino hubo una desenfrenada crítica de los medios de la época contra el flamante director técnico, incluso en la victoria. El director de Bilardo: el Doctor del fútbol, Ariel Rotter, argumenta que esas posturas se debían a que Bilardo representaba una amenaza a las creencias futboleras de entonces: “El paradigma de lo que estaba bien, de ser «ganador», era totalmente opuesto al de él: el jogo bonito; la cultura que baja del fútbol brasileño, que tenía a Menotti como un intérprete local. También esta cosa del futbolista bon vivant, artista, al que no hay que llenar de conceptos porque le matamos la creatividad. Y de pronto llega este freak, que viene a instalar otro paradigma. Y hoy valoramos a aquél que tiene un expertise, una especialidad; al laburante, al que está atento a los detalles”. De todos modos, Bilardo estaba bien preparado para dar esta lucha hasta el último pormenor: “Hablaba con los canillitas para que dieran vuelta las tapas de los diarios, recorría la avenida Corrientes a las 5 de la mañana para que lo hicieran”, sostiene Rotter.
Parece insólito plantear la siguiente situación en retrospectiva: una de las mayores disidencias que plantea la docuserie en el comienzo del ciclo de Bilardo fue su designación de Diego Maradona como capitán de la selección. El Diez no había tenido un buen rendimiento en el reciente Mundial de España, y persistían dudas sobre si podía liderar al equipo argentino hacia un nueva Copa del Mundo. A pesar de ello, la confianza del entrenador fue clara desde el principio: “Cuando empezó el proceso siempre nos dijo que la selección era Diego y diez más. Ya todos sabíamos que Diego iba a jugar siempre”, afirma en el documental Jorge Burruchaga.
La relación Maradona-Bilardo tampoco tuvo un comienzo suave: en una reunión preliminar, el DT nubló al futbolista de conceptos tácticos e indicaciones, por lo cual la llegada del zurdo al equipo fue gradual. Lo que no se esperaba fue que se demorara dos años: “Más allá de que se juntaban, hablaban, estudiaban, discutían, el tipo se puso la camiseta número 10 y la cinta en el 1985″, señala el guionista Sebastián Meschengieser.
El repudio a su figura lo persiguió incluso hasta los más altos círculos del poder nacional. A pesar de haber sellado la clasificación para México 1986, poco antes del comienzo del Mundial se gestó un plan, encabezado por el secretario de Deportes Rodolfo O’Reilly y avalado por el mismísimo presidente de la Nación Raúl Alfonsín, para destituir a Bilardo. El complot llegó a los oídos de los colaboradores del Narigón a partir de una charla en un café de Recoleta, pero cuando O’Reilly quiso comunicarse con Julio Grondona para llevar a cabo su deseo, la respuesta del mandamás del fútbol argentino fue contundente: “Vos dedicate al rugby y a mí dejame manejar el fútbol”. O’Reilly había sido entrenador de los Pumas y jugador y coach de CASI.
El resultado es el conocido. A pesar de haber sido cuestionado Bilardo en todo su proceso, hasta en la preparación y la lista de convocados, el seleccionado albiceleste desafió todos los pronósticos y consiguió el Mundial de 1986, con Maradona en un pico histórico de rendimiento, y todos los conceptos y el trabajo del DT fueron reivindicados por completo. “Hoy no hay un cuerpo técnico en ningún lado que no tenga un editor de videos sentado al lado del director técnico”, identifica Nery Pumpido en la producción. “A él, en su momento, lo criticaban todos, y nosotros también, pero ahí demostró que era un adelantado a esa época”, añade el ex arquero.
Rotter valora también el esfuerzo del Doctor por imponer formas que no se solía trabajar o eran menospreciadas hasta su llegada, y que fueron fundamentales para su victoria: “Se enfrentó con un sistema encolumnado en la lírica y la creatividad del fútbol, y él vino a decir «esto se gana con una pelota parada, con estudiar al rival, con sacar ventaja en los tiros libres, con que no te saquen un jugador de la cancha cuando está lesionado»”.
Por supuesto, existen todavía quienes cuestionan aquellos métodos. Una de las voces en contra más vehementes de la docuserie es la del ex entrenador personal de Maradona Fernando Signorini: “Bilardo es un c..., un tipo que le tiene un miedo espantoso a la derrota”. Menotti sostiene sus viejas posturas, pese a las afirmaciones de su sucesor sobre supuestas similitudes con él: “En lo futbolístico, con el Bilardo de la selección no veo ninguna coincidencia. Bilardo jugaba con stopper. Teníamos grandes diferencias”.
A pesar de todo, Meschengieser encuentra valor en que la discusión nunca cese, porque de esa manera Bilardo se mantiene presente en el inconsciente colectivo: “Son debates que nunca van a saldarse. Hablar desde el lugar del que está dispuesto a discutir hasta el último minuto que pueda sobre sus ideas. Pero eso es bienvenido: no hay que cerrar ningún debate, sino ponerle cada vez más condimentos”.
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