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Carlo Ancelotti, el Bianchi europeo: los puntos en común entre el Virrey y el DT más ganador del siglo 21 en las ligas top
Sólo Bianchi presume de otro éxito sin igual. El exVélez y Boca también alzó en cuatro ocasiones el máximo trofeo a nivel continental de clubes, pero en América: la Copa Libertadores; similitudes y coincidencias
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En la previa de la gran final que Real Madrid le ganó a Liverpool, le preguntaron a Carlo Ancelotti cuál era el secreto de su vigencia. El entrenador italiano de 62 años, que horas más tarde entraría en la historia por ser el primero DT en ganar cuatro Champions League, decía con voz tranquila: “La clave es adaptarse a los cambios, porque tengo una gran pasión por este deporte”.
En la época de los drones y entrenadores más jóvenes que (según la lógica) más rápido de adaptan a las actualizaciones tecnológicas y la velocidad que toma el mundo, Ancelotti se sigue moviendo como pez en el agua desde un estilo de conducción que transformó en libro “El liderazgo tranquilo” y una sabiduría táctica para ganarle al paso del tiempo.
En los últimos días, una estadística publicada del diario AS, en España, lo ubicó a Ancelotti como el entrenador más ganador de las ligas Top de Europa en el Siglo 21, tomando como referencia Inglaterra, España, Italia, Alemania y Francia y las competiciones europeas e internacionales. Según los datos de la nota del periodista Fernando Tavero, Ancelotti arrancaba la campaña en segundo lugar, tras los 588 triunfos que logró Arsène Wenger con el Arsenal. Las 39 victorias conseguidas por el Madrid en esta temporada lo pusieron al frente con 618 triunfos.
Las cifras de Ancelotti, que dirigió 1227 partidos en su carrera -repartidos en diez equipos-, superan también en victorias a José Mourinho (573) y Pep Guardiola (563), Alex Ferguson (491), Jürgen Klopp (454), Rafa Benítez (439), Unai Emery (415), Manuel Pellegrini (387) y Diego Pablo Simeone (349), los mejores diez.
Mientras pasa sus días en Francia, lejos del frío de Buenos Aires, Carlos Bianchi sonrió al ver la publicación del medio español, que usó como fotografía de las estadísticas una de Ancelotti fumando un habano. Hay un paralelismo de estilos y gustos futbolísticos entre el Virrey y el entrenador italiano, más allá de que el destino los cruzó en la Copa Europeo-Sudamericana 2003 que finalizó con el triunfo de Boca por penales ante Milan 3-1, luego de empatar 1-1 en los 120 minutos.
Bianchi dirigió 713 partidos (estadística repartida entre seis equipos, aunque la mayoría los hizo en Vélez y Boca), ganó 15 títulos -nueve en la Ribera y seis en Liniers- y sus jugadores, lo que más elogiaban, era su conducción de los planteles, que lograba que todos estén encolumnados detrás del objetivo planteado y que tenía “igual de contentos” a los suplentes que a los titulares. Algo de eso sucede también con Ancelotti.
Aquella final entre Boca y Milan fue planteada, en 2003, como un duelo de “espejos”. Boca y Milan se parecen bastante, informó LA NACION un mes antes del gran choque en Yokohama. “Tienen el mismo sistema táctico (el 4-3-1-2), cuentan con un juego ordenado, compacto y sólido; logran poseer el balón la mayor parte del tiempo y le convierten pocos tantos; sus entrenadores no suelen realizar muchos cambios y se juegan con una base definida; ambos se sienten más cómodos jugando de visitante, cuando el rival le deja espacios para el contraataque. Ningún equipo tiene un enganche bien definido, más allá de las voluntades y el vértigo que aportan Kaká y Matías Donnet”. Fue una final cerrada, con goles de Tomasson y Matías Donnet, y Boca (y el profe Julio Santella) sorprendía al mundo europeo con un despliegue físico xeneize reconocido por todo el estadio en el segundo período del tiempo suplementario.
“Los equipos argentinos tienen características muy precisas, unen la técnica con la tozudez, tiene fuerza física y saben golpear al contragolpe. Más que sobre las individualidades, el Boca Juniors se apoya en el colectivo, en el espíritu de equipo, en la organización”, decía Ancelotti en la previa de la final de 2003. Y sobre el Virrey había dicho: “Bianchi era el técnico cuando Vélez derrotó al Milan en 1994. El estuvo con fortuna alterna en Italia, pero en Boca demostró que fue capaz de darle identidad al equipo. Bianchi ganó tanto que no se puede discutirlo”.
Más allá de gustos tácticos y futbolísticos similares, Ancelotti y Bianchi también tuvieron una vivencia parecida cuando debieron modificarle un puesto a un jugador. En el caso del entrenador italiano fue cuando decidió poner a Sergio Ramos de volante central en Real Madrid. “Cuando se me ocurrió todos exclamaron “¿Cómo? ¿Por qué? Pero es que no estábamos en un buen momento. Habíamos sufrido lesiones y me di cuenta que dábamos ventajas en los pelotazos frontales y en los centros. Poner a Ramos en el centro era una forma de proteger a los cuatro zagueros y me permitía tener otro jugador resiliente para apoyar las jugadas ensayadas, con los centrales Pepe y Varane. Antes de todo lo hablé con Ramos y estuvo de acuerdo. Ni siquiera practicamos, para que nadie supiera lo que íbamos a hacer: quería mantenerlo en secreto”, contó Ancelotti en su libro “Liderazgo tranquilo” y aclaró: “Si Ramos me hubiera dicho que no se sentía cómodo con el cambio, no lo hubiéramos hecho”.
Lo de Ancelotti fue un recurso, algo puntual, como lo fue en 2001 cuando Bianchi puso a Mauricio Serna como líbero en un esquema 3-4-1-2. El Virrey logró un cambio más profundo con Cristian Traverso, de defensor central a N° 5. Con Chicho, de inicios como enganche en Colombia y devenido en volante ofensivo en el Boca del Bambino Veira, el Virrey lo transformó en volante central de marca y juego, ya que le aportaba recuperación y cambios de frente ofensivos muy precisos. Con Traverso la historia fue distinta. Serna se había roto los ligamentos y Boca debía afrontar la Copa Libertadores 2000.
“En enero del 2000 se lesionó Chicho (Serna) y Carlos me dijo: “Vas a jugar la Copa Libertadores de 5; jugá tranquilo, si putean a alguien, me van a putear a mí”, recordó Traverso en una entrevista con Diego Borinsky con LA NACION. “Pah, yo venía jugando poco, justo una semana antes me había contactado Marito Zanabria para ir a Unión y le comenté a Carlos que me interesaba la propuesta. “No quiero estar sentado en el banco”, le dije. “Pensalo, yo quiero que te quedes, en Boca siempre hay partidos para jugar y vas a jugar”. Y a los pocos días se lesionó Chicho. Por suerte me quedé: jugué 13 de los 14 partidos de la Copa. Cuando la ganamos en el Morumbí, Carlos nos vino a abrazar a uno por uno. “Gracias por haber confiado en mí”, le dije.
Hasta jugó de 4 Traverso, un partido: “Con Carlos ya estaba en otra época de Boca, me sentía con más confianza y más respaldado por la gente y por el entrenador. Además, fue por un partido puntual en que no podía estar Hugo (Ibarra). Con ese tipo de entrenadores, el jugador se abre más. Cuando saben llevarte le decís “a este sí le juego”; cuando te quieren imponer las cosas, el jugador se retoba, se pone rebelde y cuesta más”.
Ancelotti sorprende bailando con los jugadores en el campo de juego tras una victoria, pero no es una imagen común, tampoco cuando se enoja: “Los jugadores recuerdan los momentos en que me enojo porque sucede pocas veces. Si me enfadara todos los días, no lo recordarían y eso no tendría el menor efecto sobre ellos”, dice Carletto.
Bianchi tampoco era de enojarse mucho con los jugadores, pero había cosas que no permitía: “No nos saboteemos entre nosotros”, le decía constantemente al plantel para que todos estén encolumnados detrás de un mismo objetivo. En la ruta a la consagración invicta en el Apertura 98, Boca goleó a Huracán 6-2. La Bombonera gritaba “ole, ole, ole”. Al final del encuentro, el DT entró al vestuario y los jugadores lo vieron, por primera vez, como nunca. Los retó, les hizo ver que la mejor manera de respetar a un rival era atacando con seriedad, haciendo la mayor cantidad de goles posibles, pero sin ‘cancherear’ ni sobrar la situación, había que jugar para hacer goles y no para el “ole” de la gente.
El 28 de mayo de 2022 quedará inscrito con letras de oro en la historia del fútbol como el día en que Carletto conquistó su cuarta Champions, convirtiéndose en el primer y único entrenador que alcanza esta mágica cifra. Un récord que corona al italiano como el mejor entrenador que jamás haya visto la máxima competición europea y que le pone por derecho propio en ‘The Only One’. Bianchi, a nivel continental, llegó a cinco finales de Copa Libertadores y ganó 4, una con Vélez (1994) y tres con Boca (2000, 2001 y 2003). La única que perdió fue ante Once Caldas, con Boca, en 2004.
La victoria frente al Liverpool, viejo conocido de Ancelotti, se suma a la conseguida hace ocho años (2014) en Lisboa también con el Real Madrid frente al Atlético de Madrid (4-1 tras la prórroga), la conquistada en Atenas en 2007 con el Milan también frente al Liverpool (2-1) y la primera de la maravillosa serie en 2003 cuando en Old Trafford el AC Milan venció en los penales a la Juventus (0-0; 3-2). Cuatro Champions con dos equipos diferentes.
Otro de los récords marcados con la finalísima de París es que Carlo Ancelotti se convirtió en el entrenador con más finales de Champions disputadas: cinco (2003, 2007, 2014 y 2022). El técnico italiano dejó así atrás a su compatriota Marcello Lippi (Juventus 1996, 1997, 1998 y 2003), al escocés Sir Alex Ferguson (Manchester United 1999, 2008, 2009 y 2011) y al español y también madridista Miguel Muñoz (Real Madrid 1960, 1962, 1964 y 1969.
Además de los 23 títulos, Ancelotti puede presumir de ser el único director técnico en ser campeón en las cinco grandes ligas de Europa. Antes lo fue en Italia (Milan), Inglaterra (Chelsea), Francia (Paris Saint Germain) y Alemania (Bayern Munich). Todavía no dirigió una selección, Bianchi tampoco lo hizo.
Como Bianchi, Ancelotti va por los caminos simples. El Virrey, a los 73, ya está retirado como entrenador de campo, aunque sigue viendo los mejores partidos de Europa y la Copa Libertadores con el entusiasmo de siempre. Y mantiene (por ahora) el título invisible de ser el último entrenador argentino en ganarle una final con un equipo sudamericano a Real Madrid y el único (junto con Guardiola) en ganar tres Copas Intercontinentales. Pep las consiguió en dos oportunidades con Barcelona y una con Bayern Munich; el Virrey superando a Milan (dos veces, 1994 y 2003) y el Real (2000). A los 62 años, la llama de la pasión en Carletto sigue encendida como cuando dirigió por primera vez a Reggiana. Aunque la realidad lo lleve a actualizarse constantemente para mantenerse vigente (y seguir ganando).
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