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Campeón de Europa: Manchester City alcanzó la mayor gloria de su historia en la final de Champions League en que menos se pareció a un equipo de Pep Guardiola
Venció por 1-0 a Inter en un partido muy cerrado, con un gol de Rodri; el arquero Ederson y el zaguero Dias fueron las figuras; Julián Álvarez no ingresó y Lautaro Martínez tuvo una ocasión de gol
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El favorito fue campeón, pero sin tanto fútbol ni el estilo seductor que lo acreditaban como favorito. La Champions League tiene un nuevo campeón, primerizo, algo que no ocurría desde 2012 con Chelsea. Manchester City coronó su gran ambición europea y Pep Guardiola tiene su tercera Orejona, la primera después de las dos (2009 y 2011) que levantó siendo entrenador de Lionel Messi en Barcelona.
Gloria a Manchester City y honor a Inter, que disolvió todos los pronósticos de rival inferior, de partenaire. El paladín del fútbol ofensivo terminó con el arquero Ederson y el zaguero central Ruben Dias como grandes figuras, sosteniendo en tiempo adicional un escueto 1-0. Entre las manos y una rodilla del brasileño, la imperial presencia del defensor portugués y el travesaño, el City tuvo su día más deseado y soñado cuando menos se pareció a sí mismo.
Erling Haaland, integrante de la generación de delanteros destinada a tomar el relevo de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Karin Benzema, finalizó como el máximo goleador de esta Champions, con 12. Pero en la final en Estambul no dejó más que un remate. Su temporada, la primera en Inglaterra, fue magnífica: 52 tantos en 53 partidos, pero con una desaceleración en el último tramo (uno en ocho).
Deslumbrante en gran parte de la temporada, dueño de merecidos elogios, Manchester City fue en Estambul más una extensión estadística que el intérprete del juego seductor que se le conoce. Un campeón refrendado por los números: invicto, fue el que marcó más goles, 32, y el que menos concedió, 5.
Esta vez fue el sufrimiento lo que justificó el alocado festejo del City, un desahogo que desde hacía tiempo venía buscando. Es la perla más brillante del triplete (Champions, Premier League, FA Cup). Un logro que en Inglaterra había alcanzado sólo el vecino más prestigioso de Manchester, el United, en 1999, con el irremplazable Alex Ferguson al mando.
Muy feliz también se vio a Julián Álvarez, más allá de que se quedó en el banco en la final, no tuvo minutos. Campeón de la Copa Libertadores, del mundo en el seleccionado y de la Champions. Todo eso en cuatro años y medio para el cordobés de 23 años. Un elegido, un predestinado. Su contribución en este título europeo fue de tres goles –lugar destacado para el que le hizo a Real Madrid– en 468 minutos, distribuidos en 10 partidos.
Álvarez hizo un balance de su primer año en Manchester City: “Fue magnífico, increíble en lo personal. Crecí mucho como jugador y como persona. Era un desafío para mí. Sabíamos que la final iba a ser difícil. Pep nos dijo en el entretiempo que estuviéramos tranquilos, que comprendía los nervios de jugar una final, que no era fácil, pero que el gol iba a llegar, como ocurrió”.
Una final diferente a lo imaginado
Ninguno de los dos logró salir del corsé táctico que fue el primer tiempo. Un contexto que se ajustó más a lo que pretendía Inter, que evitó que el City lo desordenara con su circuito de pases y que le creara superioridad numérica en algunos sectores del campo con la rotación de sus piezas. El equipo de Guardiola había llegado como un tiro a la final, instancia en la que sintió el peso de la responsabilidad. En esos primeros 45 minutos no fue el conjunto dinámico y creativo de las últimas semanas, en las que enlazó la Premier League y la FA Cup.
Inter tuvo una primera mitad en la que hizo honor a su condición de equipo italiano: orden, rigor táctico, atención a los duelos individuales, espíritu competitivo. Por las bandas, Denzel Dumfries controlaba a Jack Grealish y Federico Dimarco era un perro de presa contra Bernardo Silva. El zaguero Matteo Darmian saltaba al medio para achicar el margen de maniobra de Ilkay Gündogan. Franceso Acerbi y Alessandro Bastoni se repartían para seguirle los pasos a Haaland.
Lo más destacado de Manchester City 1 vs. Inter 0
El DT nerazzurro, Simone Inzaghi, dispuso una partida ajedrecística muy elaborada. El desarrollo era cerrado y tenso, más a gusto de Inter. El City consiguió romper la madeja en una ocasión, con un pase de Kevin De Bruyne para un desmarque de Haaland, cuyo remate fue rechazado por el arquero André Onana. No era una noche como para dilapidar oportunidades.
Inter no necesita atacar de manera sostenida para saberse peligroso. No lo hace ni siquiera en el calcio. Es selectivo en los avances, elige los momentos. Por lo general lo hace con las proyecciones de sus carrileros (Dumfries y Dimarco), la sorpresa que aporta Nicolò Barella o alguna salida limpia de los pies de Marcelo Brozovic o Hakan Calhanoglu. Lautaro Martínez está muy bien integrado a este mecanismo, aunque pueda pasar varios minutos sin tocar la pelota. Es solidario y profundo, no se desenchufa nunca.
De Bruyne sufrió otra vez el maleficio de la final. Hace dos años debió ser reemplazado frente a Chelsea y ahora una lesión muscular lo sacó de la cancha a los 35 minutos. Ingresó Phil Foden en una ubicación –mediapunta por dentro– que bien podría haber recaído en Julián Álvarez.
A los 10 minutos de la segunda etapa, Edin Dzeko fue sustituido por Romelu Lukaku, que suele ser un mejor compañero de tándem ofensivo para Lautaro. En un choque que pintaba como para resolverse por detalles o un error, Martínez fue intuitivo para interpretar una desinteligencia en un pase atrás de Silva a Manuel Akanji. El bahiense se quedó con la pelota en una posición abierta, sin mucho ángulo buscó el arco y fue tapado por Ederson. La acción provocó un colapso nervioso en Guardiola, que cayó de rodillas en el momento de la definición de Lautaro.
Había que esperar a que el desgaste desajustara movimientos tan sincronizados. Que el agotamiento mental también provocara alguna fisura. Akanji rompió líneas y asistió a Bernardo Silva, que hizo un pase atrás para una definición quirúrgica de Rodri. Premio para un futbolista fundamental en toda la temporada. El volante central español es el jugador que más pases realizó en la Champions, vital para hacer circular la pelota y darle equilibrio a una formación ofensiva. Ya había marcado contra Bayern.
El City pudo aumentar con un giro con cambio de ritmo de Foden, pero en el cierre no se defendió con la pelota, su principal arte, sino que se encomendó a las atajadas de Ederson y a la fortuna en su área. El acceso del City al paraíso tuvo unos metros finales llenos de espinas. Las sorteó con algo de suerte, la que seguramente merecía en un instante crítico por haber sido el equipo que siempre se sostuvo más en su fútbol que en el azar.
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