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Campeón con 8 jugadores: a 40 años de la gran hazaña de Independiente
La final del Torneo Nacional de 1977 se disputaba el 25 de enero de 1978. Independiente jugaba ante Talleres en Córdoba. El partido estaba 1 a 1, idéntico resultado se había dado en la ida en Avellaneda, cuando a los 25 minutos del segundo tiempo Ángel Bocanelli puso en ventaja a los locales. Para el árbitro fue con la cabeza, para los del Rojo fue con la mano. Todo se descontroló: los jugadores de Independiente le reclamaron con vehemencia al juez del partido. Enzo Trossero, Rubén Galván y Omar Larrosa fueron expulsados. El resto del equipo de Independiente quería dejar la cancha. Pero José Pastoriza los frenó: “No se vayan, jueguen, jueguen, sean hombres, se puede ganar”, les dijo su director técnico.
El entrenador metió inmediatamente en la cancha a Daniel Bertoni y a Mariano Biondi. A los 38 minutos de la segunda parte, los dos que habían entrado armaron la jugada que Ricardo Bochini definió para poner el definitivo empate 2 a 2. Ante la igualdad de goles en la serie, Independiente se consagró campeón por tener más goles de visitante.
No se vayan, jueguen, jueguen, sean hombres, se puede ganar
Ya se había consumado la hazaña y el héroe, que ese día cumplía 24 años, decía llorando: “Yo era de los que se querían ir de la cancha. Pensé que todo estaba perdido, pero seguimos luchando y conseguimos nuestro objetivo. Este es un momento de felicidad que nunca me voy a poder olvidar”. Tenía razón: cuarenta años después Bochini sigue recordando esa noche cordobesa: "No me voy a olvidar más ese partido, me acuerdo todo. Ese fue el momento más glorioso de mi carrera, más que el gol a la Juventus en la intercontinental, más importante que el Mundial, más importante que todo. Por todo lo que significó, por las circunstancias, no hay otro partido más importante en la historia del fútbol argentino", asegura el Bocha consultado por LA NACION.
“El entusiasmo por momentos era increíble, delirante, sin dudas exagerado, como si se aguardara un acontecimiento descomunal, mucho más trascendente que un partido de fútbol”, describió LA NACION al día siguiente. El día del partido decisivo, la ciudad de Córdoba era una fiesta con los colores de Talleres. En el Barrio Jardín, hogar del estadio de la “T”, todo era blanco y azul: las veredas, los árboles y los autos. Todo estaba pintado o embanderado con los colores del equipo local.
En la previa corrían rumores sobre el arbitraje. Roberto Barreiro, referí del encuentro, ya había dirigido el segundo partido de la semifinal entre Talleres y Newell´s. En ese encuentro había cobrado un dudoso penal que le dio a Talleres la posibilidad de jugar la final. Era el primer club cordobés en lograrlo.
No me voy a olvidar más ese partido, me acuerdo todo. Ese fue el momento más glorioso de mi carrera
Dentro de los que alentaban por los locales, no había solamente camisetas de Talleres, sino también de muchos clubes del interior. Incluso de rivales de la ciudad como Belgrano e Instituto. Todo Córdoba, todo el Interior hacía fuerza por Talleres. Unas 25 mil personas colmaban el estadio.
Entre ellos, sólo se podía ver un pequeño grupo de hinchas con la camiseta de independiente. Pero la fiesta terminó siendo roja. Los hinchas del equipo de Avellaneda rompieron el alambrado para entrar a la cancha a dar la vuelta con los jugadores, mientras que la gran hinchada cordobesa se fue en silencio por las calles.
Julio Grondona festejaba su primer título como presidente de Independiente, sería nombrado presidente de la Afa al año siguiente
Julio Grondona festejaba su primer título como presidente de Independiente: “Hubo una gran confianza para triunfar. Pero, si no ganábamos, no pasaba nada. Independiente no necesita de una victoria para mantener el prestigio”, decía entonces quien sería nombrado presidente de la AFA al año siguiente y vicepresidente de la FIFA en 1988. Cargos que solamente dejaría al fallecer, en agosto de 2014.
El día siguiente al partido, los festejos siguieron: unos 2000 simpatizantes esperaron al equipo en Ezeiza. Después, una larga caravana de autos siguió al ómnibus de los jugadores hasta Avellaneda, donde 30 mil personas fueron a aclamar a los nuevos campeones. El evento se descontroló y la gente entró a la cancha a sacarles la ropa a los jugadores. Si no se dejaban sacarse las prendas, los derribaban y se las sacaban a la fuerza.
A pesar de que en algunas fotos se ve el brazo extendido del jugador de Talleres, no hay pruebas suficientes para asegurar que el gol de la discordia fuera marcado con la mano
El gol de la polémica
A pesar de que en algunas fotos se ve el brazo extendido del jugador de Talleres, no hay pruebas suficientes para asegurar que el gol de la discordia fuera marcado con la mano. Bocanelli, autor del tanto, lo niega rotundamente: “Me inventaron que hice un gol con la mano”, dijo siempre. Pero lo que sí se puede comprobar, y él mismo admite, es que le había hecho uno con la mano a Sarmiento de Chaco unos partidos antes. En una entrevista para La Voz se lamentaba: “Me pregunto por qué Paco Cabasés [Francisco, entonces dirigente de Talleres] no apagó la luz del estadio y por qué la hinchada no se metió a la cancha a frenar el partido cuando íbamos ganando”. Un ejemplo de honestidad, valentía y juego limpio. Con mano o sin mano, la historia no hubiera sido la misma sin el gol de Bocanelli.
Postales de una noche memorable
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