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La moda del "siga siga": si no hay heridos graves, cada agresión en el fútbol se toma con normalidad
La imagen se tomó como algo natural. Fue en el clásico de Rosario. Leonardo Gil, un gran ejecutor de las pelota paradas, fue a tirar un córner para Central y desde la tribuna de Newell’s lo agredieron con una botella de agua que contenía líquido, por lo que su impacto en la cabeza del futbolista fue pesado. Gil cayó, pero se levantó y el partido siguió como si nada. Eso sí: a partir de ahí, antes de lanzar cada córner, el zurdo tuvo que ser protegido por tres o cuatro escudos de la policía. No es fácil patear en esa circunstancia, pero así y todo un envío de esos de Gil casi termina en asistencia para Barbieri, pero Bittolo salvó el gol en la línea. La definición de la jugada fue una anécdota, porque el fútbol argentino se acostumbró a que –si no hay heridos de gravedad– cada incidente se tome como algo normal, como algo negativo (algo más) de una sociedad que ya no solo no sabe perder, sino que muchas veces tampoco jugar, ya que las agresiones se generan cuando los partidos todavía no tienen su desarrollo o están empatados.
No es la primera que un encuentro no se suspende por la "buena voluntad" de un futbolista, un entrenador o un árbitro. El 22 de febrero de 2015, en el Gigante de Arroyito, Gustavo Alfaro (hoy DT de Boca) estaba dirigiendo a Tigre, pero recibió el impacto de un proyectil en su cabeza. "Las cosas que pasan dentro del campo de juego son lamentables. El árbitro (Diego Ceballos) debía resolverlo; me dijo que tomara yo la decisión, y suspenderlo me habría dado bronca, porque hubiese parecido que quería sacar ventaja", precisó Alfaro aquella noche, encuentro por la 2° fecha del torneo en la que Tigre perdió sobre la hora 1-2 ante Central. Y había agregado: "Las situaciones de inseguridad existen dentro y fuera de la cancha, pero en Brasil, cuando se agrede a alguien, la persona es detenida porque hay alguien que te juzga. Y en Europa, la seguridad está del lado de afuera, no en el campo de juego". Alfaro había afirmado que basó su elección en el principio de que "un cobarde no fuera más importante que treinta y cinco mil personas".
En noviembre de 2018, al Pity Martínez le pasó algo similar a lo de Gil en Rosario pero en la Bombonera, en la primera final de la Copa Libertadores. No fue alcanzado por los proyectiles que caían cuando intentó ejecutar un córner desde la izquierda del ataque de River, el sector que da a los palcos de la cancha de Boca. Iban 25 minutos del primer tiempo y caía de todo.
El 5 de septiembre de 2014, por un partido de la Copa Sudamericana, el que recibió el impacto de un proyectil en la cancha de Rosario Central fue Agustin Orion (por entonces arquero de Boca). La piedra le abrió la ceja derecha y lo dejó ensangrentado. Pero Orion fue atendido por los médicos y tras cinco minutos de demora, se inició el partido.
El 19 de febrero de 2014, Godoy Cruz le ganó sobre la hora a River en el Monumental con un gol de Julio Rodríguez. Y desde la tribuna Sívori baja les tiraron a los jugadores del Tomba con una madera en forma de lanza que dio en la espalda de Leandro Grimi, provocándole una lesión. Al sentir el impacto del objeto contundente, precisamente en su espalda, el exlateral izquierdo de Huracán quedó tendido y solicitó la atención de los médicos para proseguir con las acciones. La sanción fue que le clausuraron un sector del estadio al equipo millonario. River reaccionó rápido y realizó un proceso administrativo con el fin de aplicar una sanción al hincha. "Suspendimos a Walter de Marco como socio", había dicho Rodolfo D'Onofrio, presidente del club de Nuñez.
El 23 de Agosto de 2012, hinchas de Boca que estaban en los palcos le arrojaron un cartel del publicidad al banco de suplentes de Independiente, que festejaba el gol de Ernesto Farías que puso el 3-3, encuentro correspondiente a la Copa Sudamericana. La justicia en lo penal y contravencional porteña citó a declarar a cuatro socios de Boca señalados como los responsables.
El 19 de octubre de 2010, Martín Silva, arquero de Defensor Sporting, de Uruguay, recibió el impacto de un proyectil en el estadio Libertadores de América por los octavos de final de la Copa Sudamericana. Las agresiones no siempre están vinculadas a los resultados deportivos: fue mientras Independiente ganaba 3-1. Silva llegaba a su arco para disputar el segundo tiempo cuando recibió el impacto de una piedra que salió desde la tribuna sur baja. Nadie sabía que había pasado, solo que el guardavalla se tomó la cabeza y salió corriendo desesperadamente hacia su propio banco de suplentes y allí se desplomó. Lo asistieron de inmediato y el médico del plantel uruguayo, Pablo Repetto, advirtió del profundo corte que tenía el capitán. Incluso, se preparó la ambulancia por temor a tener que trasladar al arquero hasta un hospital. Desde lejos, el árbitro brasileño Wilson Seneme miraba todo. Mientras se esperaba la lógica suspensión del encuentro, porque la gravedad de lo sucedido así lo ameritaba, todo se dispuso para continuar con el show. Quizá porque se alcanzó a ver que Silva quería seguir dentro del campo: "Dame otro buzo", dijo el arquero que estaba todo ensangrentado. Cuando Silva volvió a su arco para atajar, fue aplaudido por los simpatizantes del Rojo: "Lo peleamos hasta el final, pero no nos alcanzó. ¿Cómo tomé los aplausos de los hinchas cuando fui al arco? Son los mismos que aplaudieron cuando me pegaron el piedrazo", dijo el arquero, con alta carga de ironía en su mensaje, segundos después de haber quedado eliminado del certamen.
El 7 de marzo de 2005, en la cancha de Racing, le tiraron un hielazo a Martín Palermo (delantero de Boca) desde la popular de la Academia. Ocurrió a los 12 minutos del segundo tiempo, lo que provocó la suspensión momentánea del juego por parte del árbitro Sergio Pezzotta, quien reclamó la presencia policial en el sector.
Son apenas algunos casos. Hubo suspensiones cuando se trató de agresiones generales, como la última al micro de Boca que generó la postergación de la revancha en la cancha de River, o lo vivido la noche del "gas pimienta" en 2015, en donde en el entretiempo del desquite por los octavos de final de la Copa Libertadores un hincha xeneize agredió en el túnel a los futbolistas millonarios con un compuesto químico que les afectó la visión. Pero, por lo general, todo apunta a que siempre "el show debe continuar". Y hasta se toma con naturalidad que se agreda a un jugador visitante cuando intenta patear un córner.
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