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Sin Messi y con un golazo de Di María, el PSG goleó por 4-2 a Brest como visitante en un partidazo de la Ligue 1 de Francia
El equipo parisino consiguió la tercera victoria consecutiva en el certamen tras un juego vibrante; Di María ingresó sobre el final y decoró el resultado con un golazo
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PSG y Brest jugaron un partidazo en el que David se le animó a Goliat. El resultado, un 4-2 para el equipo parisino, expresa algo diferente, pero en la noche de bretaña se vio un modesto club que puso cara de enojado ante el poderoso de la Ligue1. Luego, todo pareció acomodarse con el correr de los minutos del reloj, pero el equipo local le declaró la guerra a la clásica exhibición de dominancia parisina. Hasta que, como en un cuento, apareció Ángel Di María, recién ingresado, y anotó el gol definitivo... como el que le valió a la selección argentina vencer a Brasil en la final de la Copa América. Y eso que Messi, que se quedó en París, todavía no debutó.
Como era de esperar, la superioridad individual en cada uno de sus puestos se hizo notar. El equipo de Messi -que no viajó a Brest- manejó los tiempos por medio de conexiones entre Ander Herrera, Marco Verratti y un movedizo Kylian Mbappé. Icardi jugó de centrodelantero posicional y se divirtió luchando con la dupla defensiva del rival. La pareja de ataque conformada por el argentino y Mbappé también funcionó en las presentaciones anteriores, pero la lógica indica que una vez que Messi y Neymar estén a disposición, el esquema partirá con un venenoso tridente conformado por ellos dos más el chico maravilla de la selección francesa.
Al comienzo del partido, solo un par de ataques esporádicos del veloz Franck Honorat, de Brest, incomodaron a la defensa del club dirigido por Mauricio Pochettino. Thilo Kehrer y Presnel Kimpembe, guardianes de la defensa en esta ocasión, llevaban una tranquila jornada laboral. Pero no sabían lo que les esperaba.
El primer gol de PSG llegó temprano y a través del español Ander Herrera. El volante pegó de volea, sobre la medialuna, y la pelota evitó todas las piernas que se interpusieron para colarse en el caño derecho del arquero local.
El gol de Ander Herrera
Tres ataques después, Mbappé aumentó con un gol de cabeza a la carrera. El francés se encontró con un rebote y dejó atónita a la defensa. En menos de un segundo, improvisó un frentazo y la pelota entró por el costado más lejano del arquero Marco Bizot.
El segundo de PSG, de Mbappé
Cada tanto, Verrati y Hakimi se lanzaban al área como centrodelanteros; pero no pudieron hacerlo con la comodidad que quizás imaginaron que iban a tener, porque Brest insistía en jugarle de igual a igual a un rival mucho más pudiente. Y esa actitud, finalmente, le dio resultados.
Sobre el final de la primera mitad, Franck Honorat, que había inquietado al lateral Abdou Diallo en una ocasión, se sacó las ganas y convirtió cruzado contra el arco custodiado por Keylor Navas. Una gran parte del crédito del gol se debe adjudicar a Steve Mounié, que lo habilitó con un exquisito taco desde la medialuna.
El descuento de Brest
La alineación presentada por Pochettino abrió varios debates. ¿Quién va a jugar de 9 en el futuro? Allí aparece la dicotomía Icardi-Mbappé, en la que cada uno argumenta explotando con sólidas estadísticas sus principales fortalezas. El joven campeón del mundo suele ir por las bandas y perforar a la carrera, aunque cuando lo ubican cerca de los centrales, pivotea y cumple muy bien su tarea. Icardi, en cambio, se emplaza en el área y apuesta por su olfato goleador. La abundancia de atacantes de élite supondrá un atractivo problema para el cuerpo técnico del equipo de la capital.
Eso no solo ocurre en la defensa. También hay variedad de opciones en el mediocampo. Lo sabe bien Pochettino, que debe tomar la difícil decisión de dejar tres jugadores afuera en el inmejorable menú compuesto por Marco Verrati, Ander Herrrera, Georginio Wijnaldum, Leandro Paredes, Ángel Di María, Rafinha Alcántara e Idrissa Gueye. Combinando nombres, el entrenador podrá optar entre un juego directo, uno de posesión, más (o menos) equilibrio…
El gol de Honorat animó al local, empujado también por 15.097 gargantas que hacían vibrar el estadio Francis Le Blé, el orgullo de la municipalidad que es casa del joven club nacido en 1950. A los 52, Verrati cortó con una falta desmedida y el partido se calentó. Honorat continuó con sus excursiones por la banda custodiada por Abdou Diallo (el senegalés no le podía adivinar los movimientos). Pero a partir de esa jugada el PSG consiguió inclinar -esta vez, de verdad- la balanza. Entonces Goliat buscó sentenciar el partido. Los laterales entraban al área como flechas, los centrales cortaban en mitad de cancha y Mbappé e Icardi, permanecían en el área a la espera de una habilitación. El tercer gol iba a llegar, era solo cuestión de tiempo.
Entonces, a los 73 minutos y luego de un corner en el que nadie pudo cabecear, Gueye recibió a 35 metros del arcó y analizó el panorama. Tenía pase, pero prefirió lanzar un disparo que desconcertó al arquero, quien apenas logró tocar la pelota con los dedos. El bombazo entró igual y PSG se ponía arriba por 3 a 1. Previamente, Julian Draxler había reemplazado a Verrati para buscar ese extra ofensivo.
El bombazo de Gueye para el 3 a 1
A los 77 minutos, el técnico dispuso el ingreso de Ángel Di María. PSG se replegaba para reservar energías; aunque siempre atento a un posible contraataque. En ese caso, qué mejor arma que el Fideo para llevarlo a cabo.
Brest hacía temblar a los azules y llegó al gol en el minuto 85 a través de Steve Mounié y una impecable combinación colectiva. Cinco minutos antes, Keylor Navas se había agigantado ante Honorat para salvar otro gol local.
El nuevo descuento de Brest
Y luego, sí, Di María convirtió el cuarto y definitivo gol, pero lo que importa no es lo que hizo, sino cómo…porque en un contraataque de 4 contra 2, Fideo rebotó con Arnaud Kalimuendo y se encontró de frente a un arquero adelantado y sin defensores que le hicieran cosquillas. Cerca del borde del área, Di María definió de sombrero. Igual que en la final de la Copa América.
El golazo de Di María
Un modesto rival que se quedó con las ganas de enfrentar a Messi
El equipo pirata, como le dicen sus aficionados al Brest, es un modesto equipo de mitad de tabla. Fue fundado hace 71 años a partir de una fusión entre Armoricaine avenir, Milice Saint-Michel, Les Jeunes de Saint-Marc y La Flamme du Pilier Rouge; antiguas instituciones de esa ciudad. Y tiene un encadenamiento con la Argentina que pasa desapercibido: Jorge Higuaín -padre de Gonzalo-, de 1987 a 1988 y José Luis Brown vistieron su camiseta. Tata comenzó también en 1987, pero siguió un año más luego de que su compatriota marchara de Europa para jugar en River Plate. Gonzalo, compañero de Messi en la selección argentina, nació en Brest y obtuvo la nacionalidad francesa. La historia de la seguidilla de insistencias por parte de Raymond Domenech para que Pipita vista los colores de la selección francesa, es conocida. Años después, resulta anecdótico que por obra del calendario, el mejor jugador del mundo hubiera podido presentarse formalmente ahí, en la ciudad que le dio a Higuaín la nacionalidad que nunca asimiló. Pero los que vistieron de traje en las tribunas se quedaron con las ganas.
El resumen de un partidazo
La tabla de posiciones
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