Brasil, con una camada que no encaja en el típico gusto brasileño

Será una experiencia diferente, otra más, la que vivirán los jugadores de la selección de Brasil cuando pisen el Monumental para enfrentar a la Argentina y por eliminatorias. Ninguno de los once del equipo de Dunga que saldrán a la cancha esta noche –el plantel arribó ayer a Buenos Aires y se alojó en el hotel Four Seasons– sabe de qué se trata jugar ante la albiceleste y por los puntos. Aunque la mayoría de ellos sí han disputado el Superclásico de las Américas o se han cruzado por los Juegos Olímpicos o torneos juveniles.

Jugar en el Monumental, en un partido que se presume bisagra, no será una carga emocional fácil de llevar ni siquiera para los más experimentados de Brasil, entre los que podemos contar a Dani Alves, Miranda, David Luiz, Filipe Luis, Douglas Costa y el mismísimo Neymar. De hecho, sólo Alves y Kaká –estará en el banco– participaron del último enfrentamiento ante Argentina por eliminatorias, en 2009. Aquella vez, en el Gigante de Arroyito, los dirigidos también por Dunga (en su primer ciclo) complicaron las posibilidades del equipo de Maradona, con un 1-3 difícil de olvidar.

Pero para encontrar otro partido de clasificación a la Copa del Mundo en el Monumental, tradicional casa de la selección argentina, debemos remontarnos a 2005. En aquella ocasión, un inspiradísimo Juan Román Riquelme y la efectividad de Hernán Crespo fueron suficientes para dejar el triunfo en casa por 3-1. Otra vez aparece Kaká como denominador común, el único que hasta hoy mantiene el "presentismo" en las convocatorias.

Por números y estadísticas, Neymar hoy está por encima de Messi y Cristiano Ronaldo en cuanto a rendimiento. Messi está lesionado, y Cristiano no está logrando mantener el nivel de la pasada temporada, que fue altísimo. En cambio, Neymar viene en crecimiento constante con el Barcelona (Dunga)

Sin embargo, vale detenerse a repasar el equipo que aquella noche acompañaba a un joven Kaká. Dida era el arquero; Cafú, Juan, Roque Junior y Roberto Carlos, los defensores. En el medio estaban Emerson, Zé Roberto, Kaká y Ronaldinho Gaúcho; como atacantes, Robinho y Adriano. Ya se dijo que las comparaciones son odiosas, y es cierto. Mucho más en el fútbol, tan cambiante y dinámico. Aun así se hace imposible no detenerse a pensar en que, a pesar de la derrota que se llevaron de Buenos Aires –por momentos, con baile incluido–, aquella era una selección brasileña de peso, acorde con la historia de los pentacampeones del mundo… aquel Brasil que daba miedo.

Entre un "Brasil en el Monumental" y otro, aquel de 2005 y el que jugará hoy, se visibilizan fácilmente las diferencias de jerarquía entre camadas. Aunque tal vez los aliados de Neymar se lleven un mejor premio que las manos vacías con las que se fueron Cafu, Roberto Carlos, Ronaldinho y compañía. "Pensar en esa generación, la última que pisó el Monumental por eliminatorias, a todos nos trae un poco de nostalgia. Es decir, algo pasó en el medio hasta llegar a este Brasil apático, que no contagia a nadie. Los errores fueron muchos y nadie los supo advertir a tiempo", intentó explicar Filipe Abreu, periodista de la televisión brasileña.

Es un clásico y no hay favoritos. Argentina tiene algunas bajas, pero es un equipo que puede superar esas dificultades. En teoría, nosotros estamos creciendo y ellos comienzan a bajar su producción (Dunga)

El regreso de Neymar, está claro, sirvió para animar un poco a los torcedores que verán desde sus hogares una nueva edición del clásico sudamericano. Además, las ausencias –sobre todo la de Lionel Messi– y las dudas que demostró el equipo de Gerardo Martino en las dos primeras fechas alimentan la esperanza de conseguir un buen resultado aquí y dejar a "los hermanos" en estado de ebullición. Cosas del folclore que no cambian, aunque los apellidos dentro del campo pueden ya no ser lo que eran.

El equipo que enfrentará a la Argentina es el mejor que puede presentar Brasil en este momento. No hay ausencias importantes, y sí hay regresos alentadores. Un buen grupo de jugadores que hasta podría contagiar a todo un país, si no fuese la de Brasil esa camiseta que visten, tan pesada y cargada de gloria.

Los tiempos han cambiado y, en el medio, algo se rompió. "No lo voy a ver, no me interesa. Estos chicos no se parecen en nada a Brasil, ni juegan como el Brasil que yo conozco", dice Etevaldo, que camina apurando el paso por el centro de San Pablo, con el diario debajo del brazo. Enseguida frena bruscamente, da media vuelta y, acompañando cada nombre con los dedos enumera al Brasil de 1970 –omitiendo a Félix, el arquero: "Marco Antonio, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Rivelino, Pelé y Tostao", y sigue su camino. Sin darse vuelta esta vez, y a los gritos para quien lo quiera escuchar, dice: "Eso, eso es una selección brasileña, señor".

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