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Branco: “Scaloni lo potenció: Argentina cuenta con la mejor versión de Messi”
“En Qatar, llegó la hora de que América del Sur recupere el protagonismo en la Copa del Mundo”, avisa el ex defensor lateral brasileño, campeón en 1994
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Fumador, hipertenso, diabético, 130 kilos, 39 grados de fiebre, 69 de saturación de oxígeno y 8/5 de presión. El 16 de marzo de 2021, Cláudio Ibrahim Vaz Leal ingresó de emergencia en un hospital de Barra da Tijuca. Lo trasladaron a un centro de mayor complejidad en Copacabana con pronóstico reservado. Tenía Covid, una severa neumonía bilateral y descompensaciones varias. “Cuando me subieron a la ambulancia tuve mucho miedo. Pensé que tal vez ya no volvería a mi casa, ni vería a mis hijos”… acepta. Estuvo en estado crítico en terapia intensiva, y la internación se prolongó por 18 días. “Ha sido el rival más duro con el que me enfrenté en mi vida”, describe Branco. De él se trata, el exlateral izquierdo brasileño, dueño de un cañón en la zurda, campeón del mundo en la Copa de Estados Unidos 1994. Conversa con LA NACION desde Río de Janeiro, totalmente reintegrado a sus funciones como director de las selecciones juveniles brasileñas.
Tiene 58 y disfruta del “segundo tiempo”, como lo define entre bromas, que le regaló la vida. Reducir a Branco al episodio del ‘bidón del ‘90′ sería no comprender su dimensión futbolística. “Desde del Covid cambié todo. He cambiado, especialmente, la manera de mirar hacia adentro mío. Tenemos que cuidarnos cada vez más, esa ha sido la gran lección de la batalla que tuve contra el Covid. Y es muy importante pensar en los otros y cuidar a las personas cercanas, pero uno no puede dejar de cuidarse nunca. Hoy intento tener hábitos más saludables y me cuido mucho más de lo que me cuidaba. Le estoy muy agradecido a Dios y a todos los que rezaron por mi salud”, detalla. Jugó tres mundiales (12 partidos; 1986, 1990 y 1994), alzó la Copa América 1989 y dibujó un surco en su lateral. Branco es gaúcho, del Estado de Rio Grande do Sul, de una ciudad llamada Bagé. Cuando era niño jugaba futsal en el club Guaraní de Bagé, y todos los jugadores del equipo eran negros. Él era el único… branco. “¡Pásame la pelota, branco!”, “¡Buen remate, branco..!”, escuchaba. Y nunca más dejaría de ser Branco.
–¿Qué Mundial esperás en Qatar? ¿Qué fútbol creés que vamos a ver?
–Un Mundial siempre tiene sus favoritos, pero es difícil predecir lo que pasará. Por el fútbol que está jugando, Brasil será fiel a su estilo de juego ofensivo y envolvente. Creo que este será un Mundial distinto porque la mayoría de los jugadores estará en la mitad de la temporada, en muy buenas condiciones físicas y técnicas, en plena actividad.
–¿Tenés definidos tus candidatos al título?
–Brasil, Francia, Alemania, Argentina, Inglaterra... Pero siempre puede haber una selección sorpresa, como Croacia, que llegó a la final en el último Mundial de Rusia.
–Ubicás a la Argentina entre los candidatos. ¿Por qué? ¿Cuáles son las virtudes del equipo de Scaloni?
–La Argentina tiene a Messi y ganó la última Copa América. Scaloni logró armar un equipo que funciona bien colectivamente. Scaloni lo potenció y Argentina cuenta con la mejor versión de Messi.
–Desde la consagración de Brasil en 2002, ningún sudamericano ha vuelto a ganar la Copa del Mundo. ¿Por qué Europa se está fortaleciendo y distanciándose tanto de América del Sur?
–Europa se fue encerrando a nivel de selecciones, compiten entre ellos, y hoy las escuelas europeas y sudamericanas casi no se enfrentan. De todos modos, América del Sur es muy fuerte, sumamos nueve títulos mundiales contra los 12 que tiene Europa. Siento que llegó la hora de que América del Sur recupere el protagonismo en los mundiales.
–¿Hay menos talentos en Sudamérica hoy? ¿Tenemos menos superestrellas de las que solíamos tener?
–Él fútbol está muy globalizado. Seguimos formando óptimos jugadores, pero las otras potencias del fútbol mundial también mejoraron mucho sus sistemas de captura y formación de jugadores.
–Como director de las selecciones juveniles de la CBF asumís un trabajo que también hace la AFA: buscar jugadores jóvenes con doble nacionalidad y convencerlos de que jueguen para Brasil y no para un país europeo. ¿Te imaginabas este escenario?
–Tenemos el compromiso de identificar a todos los talentos brasileños con potencial para jugar en la selección. Vestir la camiseta amarelinha es distinto a todo, es una enorme responsabilidad. Tenemos en la CBF a un equipo que sigue a todos los jóvenes que se destacan en Brasil y fuera del país. La meta siempre es asegurarnos que un jugador talentoso pueda escribir su historia representando a Brasil.
–¿Qué opinás de Messi? ¿Creés que es el mejor argentino de la historia?
–Vi a Messi de cerca en 2005, en el Mundial Sub 20 en Holanda. Argentina salió campeón y él fue el goleador y la figura del torneo. Messi es uno de los grandes de la historia, sin dudas, pero dejo el debate sobre quien es el mejor futbolista argentino de la historia para… ustedes [risas].
–No vale Messi. Entre los jugadores argentinos de la actualidad, ¿quiénes son tus preferidos?
–Argentina siempre tiene grandes jugadores. Me gustan Di María y Lautaro Martínez, son jugadores decisivos y diferentes a los demás.
–No has tenido compañeros argentinos en los clubes en los que jugaste. ¿Pero sos amigo, o mantenés relación con algún exfutbolista argentino?
–Nunca he tenido argentinos en mis equipos, es cierto, pero siempre me gustó enfrentarlos. Admiro mucho el espíritu competitivo de los argentinos, y siempre nos tratamos con mucho respeto. Hace poco estuve en Uruguay, con la selección Sub 20, y charlé mucho con Javier Mascherano.
–¿A qué argentinos preferías evitar? Por la rigurosidad del juego…, digamos.
–[Risas] Todos los argentinos son muy duros. Pero el que era realmente muy difícil de enfrentar era Maradona. Y yo me lo cruzaba mucho en la cancha, en la selección y también en Italia, cuando yo jugaba en el Brescia y en Genoa. Para mí era siempre un placer enfrentar a la Argentina porque se trataba de partidos de un nivel muy alto en todo sentido.
–¿Y cómo fue jugar contra Maradona? ¿Cómo sentiste su muerte?
–Era difícil jugar con Diego, pero también era un placer. Maradona era impresionante. Nosotros éramos amigos, nos encontrábamos en Italia en la casa de Careca, en Nápoles, y hablábamos siempre que él venía a Brasil. Nos llevábamos muy bien. Todos los que amamos el fútbol hemos sentido mucho la muerte de Maradona.
–¿Roberto Carlos, Marcelo, Júnior o Branco? ¿Quién ha sido el mejor lateral izquierdo en la historia de Brasil?
–Digo que cada uno ha sido el mejor en su época. Todos conquistaron el hincha brasileño, porque siempre han sudado hasta la última gota y también porque demostraron su calidad durante mucho tiempo en esta posición.
–¿Neymar todavía puede llegar a ser el mejor jugador del mundo o ha pasado su tiempo? ¿Y a quién ves como la futura estrella de Brasil?
–Neymar es nuestro principal referente, un jugador único. Puede hacer todo dentro de la cancha. En Brasil siempre surgen jugadores de mucho talento, es difícil decir apenas un nombre de una futura estrella. Lo que sí puedo decir es que tenemos todas las categorías muy bien mapeadas y muchos que hace unos años eran prometedores hoy ya tienen espacio en la selección mayor. Nuestro último ciclo olímpico mostró que tenemos mucha calidad para el futuro, e incluso muchos ya podrán estar en Qatar, como Antony, Rodrygo, Vinícius Jr., Bruno Guimarães, Paquetá, Richarlison, Pedro, Matheus Cunha...
–En Brasil hoy se habla mucho de Endrick, el chico de 16 años de Palmeiras que ya buscan desde Europa. Como exjugador y actual director de la CBF, ¿cómo se cuidan los procesos en un caso así?
–Endrick es un joven con mucho futuro. Este año ha sido campeón del Torneo de Montaigu, en Francia, con la selección Sub17, y además fue el goleador y la figura del Torneo [NdlR: entonces tenía 15 años, cumplió 16 en julio]. Está siendo muy bien cuidado en su club y por la CBF. Creo que la selección siempre tiene que potenciar a los jugadores de talento. El tiempo nos mostrará el camino a seguir, no hay una receta ni fórmula que valga para todos los casos.
Las críticas de la prensa arreciaban contra Branco y el entrenador Carlos Alberto Parreira en la antesala del Mundial ‘94. Problemas físicos lo habían alejado de la plenitud y el puesto era de Leonardo. Pero un golpe de Leonardo sobre el norteamericano Tab Ramos, en los octavos de final, sacó al brasileño del Mundial. Llegaban los Países Bajos y el veloz delantero Marc Overmars en los cuartos… ¿Branco estaría a la altura? Muchos medios pidieron que jugara el joven Cafú, aun con el perfil cambiado. Pero entró Branco, marcó el gol de su vida de tiro libre para llevar al Scratch a las semifinales y, en la final, convirtió su penal en la electrizante tanda contra la Italia de Arrigo Sacchi.
–¿Creés que con los años se le fue dando más valor a la selección campeona en 1994?
–Nunca dejamos de recibir el cariño de los hinchas. Es impresionante como aquel título nos volvió especiales para los brasileños, porque Brasil no ganaba el título mundial desde 1970. Somos los símbolos de una conquista que fue un desahogo para los hinchas.
–¿Y el gol de tiro libre contra Holanda, en los cuartos de final, fue el más importante de tu vida?
–Sí, sin dudas. Ese gol dejó mi nombre grabado en el corazón de los brasileños. Y el gol, también representó mucho para mí por el momento que yo vivía. Pocos creían en mí, yo venía de una lesión y tuve que luchar mucho para ponerme en condiciones de jugar el Mundial... El gol ha sido mi redención, y me sentí abrazado por el hincha. Y, además, fue un gol fundamental en un partido durísimo. Y de tiro libre..., fue un remate mágico.
–Fuiste un gran lanzador de tiros libres, y Brasil siempre tuvo ejecutantes excepcionales. Pero en los últimos años hay muy pocos goles de tiro libre en el Scratch. ¿Qué pasó? ¿Brasil ya no tiene especialistas?
–Pero este no es un problema exclusivo de Brasil, lo sufre todo el mundo. Y no hay un único motivo, creo que es un conjunto de motivos que tiene que ver con la evolución de la táctica. Y, también, los jugadores practican mucho menos los tiros libres. En mi época de jugador, nosotros nos quedábamos mucho tiempo pateando tiros libres después de los entrenamientos. Hoy, los fisioterapistas no permiten eso, hay mucha preocupación en no exigir demasiado a los músculos. Mira, no estoy criticando a los fisioterapistas, apenas estoy diciendo que él fútbol moderno es así.
–Una pregunta de curioso… En la final del Mundial de 2014, ¿hinchaste por la Argentina o por Alemania? Alemania acababa de derrotar por 7 a 1 a Brasil…
–Yo solo quería ver un gran partido (risas)… Y así fue. Los dos equipos habían hecho méritos para ganar el Mundial.
–Cada vez hay más entrenadores extranjeros en Brasil, incluso han pasado argentinos como Sampaoli, Mohamed, Crespo, Holan, Vojvoda, Gareca, Bauza… ¿Creés que algún día podría un extranjero llegar a dirigir al Scratch?
–Creo en el intercambio de conocimientos, creo que es muy valioso para nuestro fútbol. Hoy en día, estamos recibiendo a muchos entrenadores, principalmente de Portugal, pero en el pasado reciente, fueron los brasileños los que salieron a dirigir al exterior. El criterio siempre debe ser la calidad y la competencia. No importa tu nacionalidad. Mientras tanto, tenemos grandes entrenadores brasileños. Y Tite es uno de ellos.
‘Expediente bidón’: ya no tiene sentido hablar de la trampa
La leyenda cuenta que 1994, en un aeropuerto de los Estados Unidos, en aquel Mundial que consagraría a Branco, el plantel brasileño se cruzó con la Argentina. Ya no estaba Bilardo, eran los días de Alfio Basile como entrenador… pero en el cuerpo técnico albiceleste permanecía el masajista ‘Galíndez’ [Miguel Di Lorenzo], el hombre señalado por la garrafa, sí, el bidón, cuatro años antes en Turin, en el clásico por los octavos de final de Italia ‘90 que llevaría a Claudio Cannigia a la inmortalidad. Parece que el lateral izquierdo acorraló a ‘Galíndez’ en un baño a los gritos de “¡Usted me envenenó!”. Años más tarde, Branco se habría encontrado casualmente con Bilardo, en Guatemala, y también le habría descargado su fastidio: “Desgraciado ¿qué me quisiste hacer?”. En diálogo con LA NACION, ahora en 2022, Branco prefiere evitar el tema. Se disculpa, pero aclara que quedó en el pasado. Está convencido de que ya no vale la pena.
En 2005, en Armenia, Colombia, Branco fue uno de los actores que disfrutó de la aparición de Lionel Messi. Entonces también era coordinador de las selecciones juveniles y asistió al Sudamericano Sub 20. En uno de los salones del hotel Estelar, ubicado sobre la avenida Bolívar, conversó con LA NACION al respecto. “El agua que me dieron tenía un sabor extraño. ¿Qué hubiera pasado incluso si me hubiese tenido que someter a un control antidoping”. Y agregaba: “En ese momento entraron los auxiliares argentinos a asistirlo con seis bidones de agua en sus manos. Cuatro de ellas con tapas de un mismo color y dos de color diferente. Yo tomé de estas últimas, pero había algo preparado que me dejó medio atontado y jugué el resto del partido viendo borroso, me sentía incómodo, como si el estadio me diera vueltas”.
Siempre se sospechó de la conducta de la Argentina. Hasta que en 2007, Maradona lo confirmó, entre bromas, en el programa Mar de Fondo, por TyC Sports. Incluso, culpó a Bilardo. Desde entonces, aquellos jugadores de la selección se han referido al tema de manera elíptica, con sonrisas y gestos cómplices. Ya nadie se atrevería a desmentirlo sin caer en el ridículo. “Personas como Bilardo deberían ser alejadas del fútbol porque los partidos se ganan trabajando todos los días y no con maniobras para drogar al rival”, apuntaba entonces.
Lo que Branco nunca hizo fue menospreciar el triunfo argentino: “No voy a ser tonto y querer justificar aquella derrota con el engaño de los bidones. Argentina ganó justamente, por las genialidades de Diego y porque contaba con un jugador diferente como Caniggia”. Años después, en un amistoso de leyendas del mundo, compartió el momento con Ruggeri, Goycochea y Basualdo…, que no tuvieron mejor idea que seguirlo con un bidón. ‘Agua mala, agua mala’, repetía Branco. Un buen hombre víctima de una trampa.
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