Boca y el muro de Hugo Ibarra por los 500 minutos sin recibir goles: cómo ganó firmeza en el fondo sin los centrales titulares

Boca le ganó sobre el final a Vélez en la Bombonera y se apoderó de la cima en la tabla de posiciones de la Liga Profesional del fútbol argentino. El Xeneize ganó en siete de los últimos ocho partidos del certamen local y las novedades, durante estos encuentros, estuvieron en la vuelta al gol de Darío Benedetto, la aparición explosiva de Luca Langani (un wing con desequilibrio y presencia en las redes rivales) y un nuevo juvenil que sorprende a propios y extraños: Gonzalo Toro Morales, que ya venía de convertir ante Quilmes, por la Copa Argentina, hizo el gol del triunfo ante el Fortín, por la 22° fecha. Sin embargo, hay otra estadística a la que se aferra Boca en este presente que le sonríe: suma 500 minutos sin recibir tantos en el certamen vernáculo.

El último gol que recibió Boca fue del Pulga Luis Miguel Rodríguez para Colón, en Santa Fe, a los 39 minutos del primer tiempo. En esa jornada el equipo de Hugo Ibarra se impondría 2-1, por los goles de Norberto Briasco y Luca Langoni. Luego, si bien ganó por la mínima diferencia y sin marcar tanta supremacía, sumó de a tres puntos ante River (1-0), Lanús (1-0), Godoy Cruz (1-0) y Vélez (1-0), cortando la serie de festejos por la igualdad ante Huracán 0-0, en la Bombonera. Contra el Sabalero, Ibarra ubicó la siguiente defensa: Rossi en el arco, luego Nicolás Figal como lateral derecho, Facundo Roncaglia y Marcos Rojo como centrales y Frank Fabra como lateral izquierdo.

¿La estadística está apoyada en un rendimiento defensivo mejorado? ¿Crecieron los niveles individuales de la última línea? ¿Hubo partidos que ganó sin merecer? ¿Fallaron los delanteros adversarios? ¿Tuvo suerte? La primera explicación de estos más de 500 minutos sin recibir goles tiene que ver con Agustín Rossi. El arquero xeneize se afianza cada vez más en un puesto en donde, desde la dirigencia, pretendieron darle competencia con la llegada de Sergio Romero. Pero Rossi (más allá del cambio de contextos y la ovación que recibía de la gente) se agiganta cada vez más.

Sin ir tan lejos, este domingo ante Vélez el arquero preferido de los hinchas de Boca volvió a tener atajadas “gana partidos”, como suele afirmarse en la jerga futbolera. En la Bombonera, con el partido igualado sin tantos, a los 12 minutos de la segunda etapa apareció en toda su dimensión para taparle un mano a mano a Walter Bou. El 9 recibió un pase de Janson y definió con zurda para poner la pelota en el palo izquierdo del 1, pero Rossi la mandó al córner en gran reacción. Antes de eso, también en el segundo tiempo, Rossi mandó al córner un gran zurdazo a colocar del juvenil Mateo Seoane, de 18 años.

Si la seguidilla se remonta al clásico con River, Rossi tuvo una atajada clave ante un cabezazo de Emanuel Mammana, tras un tiro de esquina de Quintero en el primer tiempo. Y en la segunda parte, Agustín Palavecino, que había ingresado por Aliendro, remató al arco con el borde interno, buscando el segundo palo, pero Rossi estaba atento a su disparo. Fue el primer intento al arco del Millonario en la segunda parte, en un superclásico con muy pocas llegadas de riesgo. En el clásico, Boca terminó con diez jugadores por la expulsión de Marcos Rojo, que fue con la plancha arriba ante Nicolás De la Cruz.

Esa tarde, en el superclásico, Ibarra formó con su defensa ideal: Rossi; Advíncula, Figal, Rojo y Fabra. Pero el trabajo defensivo de Boca en general fue muy bueno, incluso desde la aparición de Martín Payero en el medio campo, con presiones colectivas que resultaron positivas. Boca, ante River, defendió bien no sólo por la última línea. Mostró presencia en bloque.

Y hubo un “bonus track táctico” de Ibarra, ya que frente a Colón y River terminó defendiendo con línea de 5. A los 29 minutos del segundo tiempo ante el Millonario, en la Bombonera, con los ingresos de Cristian Medina por Payero y de Carlos Zambrano por Juan Ramírez, Boca quedó parado así en un dibujo 5-3-2: Rossi; Advíncula, Figal, Zambrano, Rojo y Fabra; Pol Fernández, Varela y Medina; Benedetto y Briasco.

Contra Lanús, en el Sur, tuvo algo de fortuna. Mientras Agustín Rossi celebraba el gol agónico de Benedetto, Lanús sacó del medio y Toto Belmonte estuvo a centímetros de empatarlo con un remate desde el mediocampo. Hubiera sido un blooper si entraba. Pero como atajador volvió a destacarse: Rossi tapó una subida de Blando por la derecha, intervención clave tras un centro envenenado.

Y había empezado a atajar bien, metido y concentrado, desde los 12 segundos. Eso fue lo que tardó Lanús en patear al arco. Brian Blando aprovechó un mal pase de taco (displicente, eso sí) de Frank Fabra a Figal y el delantero granate sacó un fuerte remate al arco que Agustín Rossi envió al córner con esfuerzo. Ante el equipo de Kudelka, en el fondo jugaron: Rossi; Advíncula, Zambrano, Figal y Fabra. Como se ve, Figal (menos como lateral izquierdo) actuó en todas las posiciones de la última línea).

Sin embargo, desde lo defensivo también respondió bien desde lo colectivo Boca ante Lanús, ya que terminó con diez jugadores porque Nicolás Figal sufrió una lesión en su rodilla derecha y, como Boca había hecho todos los cambios, se quedó en el mediocampo pero ni siquiera puede patear. Ibarra corrigió la decisión poniendo a Alan Varela como segundo marcador central.

Contra el Globo el partido fue chato, casi no generaron llegadas ni de un lado ni del otro. Ante el equipo de Diego Dabove, la defensa xeneize formó con Rossi en el arco, Advíncula, Roncaglia, Rojo y Fabra. Matías Cóccaro, un delantero con oficio, generó preocupación y buenos movimientos, pero luchó más de lo que jugó con Rojo y Roncaglia.

Ante Godoy Cruz fue una apuesta fuerte de Ibarra, ya que no contaba con los futbolistas seleccionados: Advíncula y Zambrano con Perú; Fabra con Colombia. Entonces se paró en Mendoza un equipo con Rossi en el arco y luego Marcelo Weigandt, Roncaglia, Gabriel Aranda (otro central con proyección y firmeza) y Agustín Sandez. En el segundo tiempo, tuvo el trámite bajo control, aunque sufrió algunos sobresaltos. Primero, un remate desde afuera del área de Ojeda llegó a las manos de Rossi, cuando parecía que la pelota se desviaba en el camino. Luego, Weigandt sacó al córner de cabeza, cuando Romero desperdició la posibilidad de un contragolpe.

Entremedio de Godoy Cruz y Vélez, Boca se presentó por la Copa Argentina ante Quilmes. Ahí sí Javier García recibió dos goles, aunque el arquero suplente de Rossi respondió bien, con atajadas positivas. Y en la línea de fondo estuvieron todos surgidos de las inferiores: Weigandt, Roncaglia, Aranda y Sandez. Y tras una molestia del lateral izquierdo ingresó Nahuel Genez, otro zurdo con proyección. Hasta cuando tiene un contratiempo en el mismo partido parece que Ibarra saca conejos de la galera defensiva. Quilmes le llegó más de lo que al DT xeneize le hubiera gustado, pero se fue satisfecho con la evolución que van teniendo los juveniles de la cantera xeneize.

Frente a Vélez volvió a cambiar a la defensa. Atajó Rossi y en la última línea estuvieron Advíncula, Zambrano, Aranda y Fabra. Sin los centrales titulares, paradójicamente el lateral derecho peruano y el lateral izquierdo colombiano tuvieron un partido sólido, con buenos duelos en los mano a mano y concentrados para activar los retrocesos. Más allá que algún que otro toque displicente, los experimentados laterales tratan de afirmarse incluso con un Ibarra que, desde el mensaje, siempre buscó darle prioridad a la faceta defensiva.

Hay un protagonista que pasa inadvertido pero que mucho tiene que ver también con la mejora defensiva: Alan Varela. El N° 5 se siente cómodo como el eje, no sólo piensa en atacar o distribuir bien el balón, con alta eficacia en las entregas, sino que se mueve y se la pasa pensando qué sucedería, cómo quedaría parado Boca, si el equipo pierde la pelota en ataque: allí se ofrece como “tiempista” para dar una mano en el respaldo de las jugadas, en la recuperación de la pelota y las coberturas.

Ibarra sufrió lesiones y expulsiones que le impidieron sostener a su defensa ideal en los últimos partidos, pero encontró respuestas en el recambio. Tras vencer a Lanús, cuando le preguntaron por el estilo de juego y éste aparecía difuso, respondió: “Los equipos se arman atrás y adelante. Cuando no recibís goles, es fundamental. Lo primero que tenemos que hacer es sostener el arco en cero. De a poco le vamos dando una identidad al equipo”. Mientras da pelea en el torneo y trata de ganar puntos para seguir como DT en 2023, el entrenador le da impulso a su equipo con goles de sus delanteros, un medio campo que suma protagonismo y una defensa que no recibe goles.

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