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Boca vulnerable: no gana, extraña a Pol Fernández, sufre en las áreas y se hizo previsible
Boca sabe que no está bien. De la puerta hacia afuera podrá hacerse el distraído, sacar pecho y escudarse en un rótulo indiscutible: es el actual bicampeón del fútbol argentino. Pero, puertas adentro, es consciente de que algo debe hacer para mejorar, tanto en defensa como en ataque, para detener la involución.
La evidencia es irrefutable: desde que comenzó 2021, el equipo que conduce Miguel Ángel Russo aún no pudo ganar. De seis partidos disputados, igualó cinco (0 a 0 con Santos, 2 a 2 con River, Argentinos y Gimnasia, y 1 a 1 con Banfield) y perdió el restante, la desalmada noche del 0-3 frente a Santos en Brasil, que lo eyectó de la Copa Libertadores en semifinales. En este lapso anotó 7 goles y recibió 10. Y sólo una vez pudo mantener en cero su arco.
Es cierto. Uno de los empates terminó con alegría y vuelta olímpica. La estrella número 70 de la historia del club de la Ribera se subió del escudo luego de ganarle por penales a Banfield. Pero el desarrollo de ese encuentro disputado en San Juan fue muy discreto. Sólo pudo abrirlo gracias a una individualidad (un golazo de Edwin Cardona desde afuera del área) y se complicó solo, con uno de los tantos fallos de Carlos Zambrano en el juego aéreo, al no calcular bien y servirle el cabezazo del 1 a 1 a Luciano Lollo, en la última pelota de la noche.
En la Bombonera, los protagonistas fueron los mismos. El peruano marcó de adelante a Guiffrey, que sin saltar marcó de cabeza el 2 a 1 parcial para el Lobo. También fue Cardona el que salvó los papeles. Otra vez con un gran tiro libre, que desde la medialuna del área colgó de un ángulo. Gracias a la pelota parada y al pie derecho del colombiano, el Xeneize rescató un punto que en el juego colectivo no lograba encontrar.
El flojo presente queda expuesto cuando se lo compara con lo que ocurría hace un año. Si de algo se enorgullecía el Boca de Russo en 2020 era de su solidez defensiva y de la garantía de confianza que era Esteban Andrada, que encadenaba récords y vallas invictas. A diferencia de aquello, hoy el arco azul y oro es fácilmente vulnerado: recibió goles en 9 de los últimos 12 partidos.
Hay otro dato que sorprende y evidencia la facilidad con la que los rivales le convierten. En los seis partidos que lleva disputados en 2021, Boca ya recibió 10 tantos. Apenas uno menos de los 11 que recibió en 2020 el equipo, en los 27 encuentros que jugó.
A diferencia de un pasado cercano, a Andrada se lo ve falto de confianza y de reacción, sobre todo en las jugadas aéreas. Aunque también es víctima de la falta de fortaleza defensiva generalizada. Por ejemplo, Zambrano tuvo responsabilidad directa en 9 goles de los 13 que recibió Boca con el peruano en la cancha.
Frank Fabra, ya señalado por su infantil expulsión ante Santos en Brasil, habilitó a medio equipo platense en la jugada que terminó en el 2 a 1 parcial. Leonardo Jara hace lo que puede en el lateral derecho, mientras Buffarini se acostumbra a ser suplente hasta que en junio concluya su contrato.
Mientras tanto, Carlos Izquierdoz se fastidia dentro y fuera de la cancha. "Da bronca, quiero ganar. Molesta no ganar el primer partido de local en nuestra casa. No importa quién hace el gol, quiero ganar y no ganamos", declaró muy contrariado el autor del 1 a 0 parcial.
#CopaDeLaLigaxTNTsports | Carlos Izquierdoz y su autocrítica a pesar de marcar el primer tanto del partido: "Yo quiero ganar, haga goles quien haga goles, no me importa. No ganamos, no sirve el gol."#BOCGIMxTNTsportspic.twitter.com/V2JexFU5KI&— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) February 15, 2021
La debilidad en el plano ofensivo contribuye negativamente a este contexto. El promedio de 1,70 goles convertidos por partido que tuvo en 2020 (46 tantos en 27 juegos) se derrumbó a 1,16 en este incipiente 2021, donde marcó 7 en 6 encuentros.
Pero más allá de los goles convertidos, lo más llamativo es la falta de comunicación que hay del mediocampo hacia adelante. Según datos de OPTA, Mauro Zárate le pasó la pelota a Tevez apenas dos veces durante los 70 minutos que compartieron el campo de juego. El ex Vélez también se asoció en solo dos ocasiones con Villa. En cambio, el Apache y el extremo colombiano se asociaron en nueve oportunidades. ¿Cuál fue la sociedad más frecuente de todo Boca ante Gimnasia? Zambrano e Izquierdoz, con 18 pases entre sí.
Chau invicto y el efecto Pol
Hubo dos hechos bisagra que provocaron este presente. El primero fue la pérdida del invicto. Hasta el 15 de noviembre pasado Boca había ganado 13 partidos y empatado los tres restantes, posicionando al ciclo Russo como uno de los mejores inicios de la historia azul y oro. Con 34 goles a favor y solo 4 en contra (con 12 vallas invictas).
Luego del 0-1 frente a Talleres en la Bombonera, el Xeneize disputó 16 encuentros. De ellos, venció en 5 ocasiones, igualó 7 y cayó en 4. Marcó 19 tantos y padeció 16. Y en apenas 6 oportunidades logró terminar con su arco en cero.
El otro fue, casualidad o no, la salida de Guillermo Fernández. Pol, una pieza clave en la estructura elegida por Russo en 2020, jugó su último encuentro con la camiseta azul y oro el 31 de octubre, en un 2 a 1 a Lanús en el sur. Entonces, el Consejo de Fútbol decidió que no sea más tenido en cuenta, a pesar de que su préstamo concluía el 31 de diciembre.
Carlos Tevez dejó en claro hace unos días el mazazo que significó para el grupo la salida del volante. "Pol, para nosotros, era un jugador fundamental. Como futbolista y como persona. Dentro del grupo cayó muy bien, se unió muy rápido y se vio reflejado dentro de la cancha. El equipo, después de su partida, perdió muchísimo. Faltó dinámica en lo ofensivo y en lo defensivo, cubría todos los espacios y los tiempos. Nos cayó pesada su salida, no pudimos reemplazarlo. El equipo campeón era sólido y sabía a qué jugaba. En el segundo semestre nos costó muchísimo volver a eso para encontrar el equipo". Ese hecho, además, marcó un quiebre en la relación entre el plantel y el Consejo de Fútbol que lidera Juan Román Riquelme.
El combo es complejo y llevará tiempo de trabajo resolverlo. Mientras en su área se muestra vulnerable, en la de enfrente no solo no resuelve, sino que Boca se hizo un equipo previsible, al que solo lo salva una individualidad. Al que los rivales parecen haberle encontrado la vuelta. Para desactivar cualquier intento ofensivo y, al mismo tiempo, complicarlo en su última línea.
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