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Boca vs. Palmeiras: las claves de la primera semifinal por la Copa Libertadores en la Bombonera
Hoy se juega la primera semifinal de la Copa Libertadores, en la Bombonera
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Palmeiras duplica a Boca en cantidad de goles a favor en su recorrido hasta aquí en la Copa Libertadores, aunque el Xeneize le saca una leve ventaja en los goles recibidos (apenas 4 contra 6). Y si bien los penales casi siempre fueron un aliado del equipo de Jorge Almirón, la realidad es que buscará superar primero al conjunto brasileño desde el juego y luego anotando goles, para no depender de la fortuna que también aparece desde los 12 pasos.
Lo reconoció hace unos días Sergio Chiquito Romero en una entrevista con LA NACION, cuando le preguntaron si los penales eran ¿suerte, ensayo, intuición?: “Siempre hay un trabajo atrás. Y siempre los nombro porque sin ellos yo sería un arquero más: el trabajo de Gayoso, de Javi [García], de Lea Brey… entre los cuatro hacemos un gran grupo. Si el grupo está unido, nos podemos enfrentar contra cualquier cosa, esa es la realidad. Y por más que uno pueda tener intuición, o tirarse bien o mejor que otro arquero, la suerte siempre tiene que estar. Mirá la definición contra Almagro, por la Copa Argentina... yo la termino sacando con el pie izquierdo y soy derecho… Entonces la cuota de suerte siempre tiene que estar, y más en la posición del arquero. Por ahí metés esa mano increíble y pega en el palo y sale, por eso necesitás esa cuota de suerte. Los penales están ayudando y desde mi posición le estoy pudiendo dar ese respaldo al equipo”. Entonces, siempre es preferible intentar clasificarse sin esperar esa instancia.
¿Y para eso? Ahí es donde Boca debe mejorar sus registros, incluso los defensivos. Como se marcó, Palmeiras está a una conversión de duplicarlo en goles convertidos, pero también en oportunidades de gol claras: según datos de Opta Stats Perform, el Xeneize suma 22, contra las 42 del conjunto brasileño. Y un subdato interesante dentro del mismo rubro: la eficacia a raíz de esas situaciones también es mayor en Palmeiras, que tiene un 40,5% de acierto en la conversión sobre esas oportunidades claras, mientras que Boca tiene apenas un 22,7%.
“Si un equipo juega bien, el gol lo hace el 9″, suele ser una máxima de algunos entrenadores. Boca ofensivamente genera algunas buenas sociedades y triangulaciones, pero en poca cantidad. Encima, le cuesta horrores resolver positivamente ante el arco rival, su eficacia es baja. Por diferentes motivos, Darío Benedetto, Exequiel Zeballos, Edinson Cavani, Lucas Janson, Norberto Briasco y Luca Langoni no suman ni un solo gol en la actual Copa Libertadores, Miguel Merentiel apenas uno y entre Luis Vázquez (2) y Sebastián Villa (1) suman 3, que ya no están.
Los artilleros de Boca en la Copa Libertadores son Luis Advíncula (3) y Marcelo Weigandt (2). El líder en remates a los límites del arco ya no pertenece al plantel: Vázquez, con 7. ¿Quién lidera los remates totales (independientemente si van en dirección al arco o no)? ¡Nicolás Figal!, con 7. En Palmeiras los delanteros llegan más entonados: más allá de haber sufrido la dura lesión de Dudú, tiene al máximo anotador Artur (5) y Rony (3), y otros atacantes también se anotaron en la red: Rafael Navarro y Endrick, con uno cada uno. El defensor paraguayo Gustavo Gómez sumó 3 festejos mientras que el carrilero por la izquierda Joaquín Piquerez, 2. Y los registros de quienes más patean son Veiga (10) –los que van al arco- y Rony (11) –en la sumatoria de remates totales-.
Boca no convirtió en 5 de los 10 partidos, mientras que Palmeiras sólo no anotó en dos de los 10, en tres de ellos hizo 4 goles (Deportivo Pereira 4-0, Bolívar 4-0 y Barcelona de Guayaquil 4-2) y una vez tres tantos, ante Cerro Porteño (3-0).
Mientras Palmeiras hace años se entrena y juega bajo la conducción del portugués Abel Ferreira, que ya sabe lo que es ganar una Copa Libertadores, lo que sucede por el lado de Jorge Almirón parece depender (vaya paradoja) de un ex lateral izquierdo: Valentín Barco. El zurdo, que con el actual entrenador xeneize se acostumbró a jugar más adelantado, como volante y extremo, es el mejor eslabón para conectar el juego asociado en Boca. Zeballos tiene desequilibrio, Janson también puede llegar al gol (como hizo ante Central Córdoba) y Benedetto rompió en la Copa de la Liga Profesional una racha de diez partidos sin convertir. La gran apuesta de Juan Román Riquelme para este año fue la llegada de Edinson Cavani, pero el uruguayo todavía está tratando de adaptarse al ritmo sudamericano (un solo gol, ante Platense) y Briasco no logra aprovechar las chances que le dan. El rendimiento mostrado por el 9 ante Lanús, en la Bombonera, no modificó esta apreciación.
Quizás el mayor caudal ofensivo que tiene el Boca de Almirón de cara a la llave con Palmeiras sea sus variantes para que los mediocampistas lleguen al gol “atacando el espacio”, subiendo posiciones desde atrás. Cristian Medina es el mejor ejemplo de cómo un futbolista puede potenciarse con el cambio de entrenador: a su técnica le agregó despliegue (pisa mucho más el área rival), sentido colectivo y gol. No es el único mediocampista con esa capacidad. Pol Fernández, aunque es utilizado como 5 tras la salida de Alan Varela, siempre tuvo esa característica, lo mismo Equi Fernández. Y Ezequiel Bullaude, uno de los refuerzos del último mercado de pases, también tiene esa capacidad. De todos, el que más alma tiene de delantero es Vicente Taborda, futbolista que recuperó Almirón tras su préstamo en Platense.
Los laterales tienen protagonismo ofensivo: Lucas Blondel, recién llegado de Tigre, ya anotó dos goles; mientras que Frank Fabra siempre atacó mejor de lo que defendió. Las proyecciones del colombiano son una debilidad de Riquelme. La falta de continuidad muchas veces condicionó su regularidad pero el zurdo colombiano sabe cómo hacer daño por los carriles externos o internos. Weigandt es otro lateral que siempre parece estar cerca del gol.
Pero a ellos también hay que sumarles a dos “ex” laterales: Luis Advíncula y Valentín Barco. El peruano se muestra lento y desconcentrado tácticamente para marcar como 4, pero se acomoda bien cuando juega más adelantado, aportando goles y asistencias, siendo más desequilibrante que otros delanteros con más capacidad de gambeta y duelos individuales. Barco tiene rebeldía y buen pie para jugar en corto y en largo, pero sobre todo, cambio de ritmo y efecto sorpresa sobre el adversario. Boca sí perdió tiempo con él en no trabajar la evolución física a la par de la futbolística. Mientras estuvo separado por el conflicto contractual, quizás también algunos pensaron que no era tan bueno como se decía. Y hoy Barco padece esa falencia desde el roce con los rivales y también en la potencia de sus remates. Así y todo, es la llave principal para acercarse al buen juego.
Lo que no termina de cerrar Boca es su funcionamiento general. Porque a las buenas intenciones y triangulaciones en la zona del mediocampo, le falta la inclusión del 9 como finalizador. Los gritos no deben ser exclusivos de ellos, pero tampoco quedar al margen. Los volantes llegan al gol, pero sus delanteros sufren la falta no sólo de eficacia, sino muchas veces la ausencia de chances claras para convertir. En una misma jugada, las decisiones de uno pueden ser diferentes a la de los demás. ¿Cuántas chances claras tuvo Cavani en sus 8 partidos con la camiseta de Boca? ¿Tres? El gol a Platense, ante Racing en Avellaneda y otra ante Defensa. ¿Alguna más?
La mejor sociedad de los atacantes que permanecen en el plantel, por el “entendimiento” que se generó entre ellos con pocas prácticas, la componen entre Merentiel y Langoni (hoy lesionado), otro indicio de que algo falla en los metros finales. Y ahí aparece la sumatoria de detalles que fomentan la incomunicación. Ahí, en cambio, es donde le saca ventaja Palmeiras, que llega más, hace más goles y encima demostró ser sólido en defensa.
“Si un equipo juega bien, el gol lo hace el 9″, dicen. Y es lo que necesita lograr Boca de cara a las semifinales de la Copa Libertadores para vulnerar a un equipo con oficio y no depender sólo de Chiquito Romero o los penales.