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Boca vive horas decisivas: cumbre Battaglia - Riquelme en Ezeiza, con el DT más debilitado que nunca
El Consejo de Fútbol espera “un gesto” del entrenador, que a su vez se siente con fuerzas para seguir y con el apoyo del plantel
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Apenas 110 días pasaron desde que el Consejo de Fútbol de Boca decidió confirmar a Sebastián Battaglia como el DT oficial del equipo. La obtención de la Copa Argentina (con tres triunfos por la vía de los penales de cuartos de final en adelante), inclinó la balanza en favor del hasta entonces entrenador interino. Sin embargo, por estas horas se hace difícil poder confirmar que el permanezca mucho más en su cargo.
El empate con sabor a derrota de anoche ante Godoy Cruz en la Bombonera terminó de inclinar la balanza en su contra. Sobre todo en la paciencia de los hinchas. Tener como entrenador y como vicepresidente a dos grandes ídolos de la historia reciente de la institución giró el foco: el público apuntó a los futbolistas. Con la dirigencia anterior, sin dudas anoche hubiera habido insultos hacia ellos. Por lo realizado en otras épocas, cuando vestían pantalones cortos, los ídolos se han ganado ese blindaje.
Hacía demasiado tiempo que no sonaba en el coliseo xeneize el hiriente “A ver, a ver los jugadores…”. Fue el paso posterior a lo que ya se venía observando y era tangible en el ambiente cada vez que Boca jugaba de local. Más allá del habitual aliento al equipo “en las buenas y en las malas”, se distinguía una absoluta indiferencia, muy marcada al final de cada tiempo. Más claro: apoyo de la boca para afuera, y al mismo tiempo murmullos, enojos y descargo en redes sociales y ámbitos privados, lejos de la Bombonera.
En toda esa conjunción resulta llamativo el silencio generalizado de la institución. Abruma. Descoloca. Aun cuando fue la primera vez que lo hizo, no sorprendió que Battaglia cancelase la conferencia de prensa por no tener el ánimo suficiente para hablar. Hubiera sido muy riesgoso hablar en caliente. Ya había sido demasiado sincero el domingo, cuando reconoció que su Boca era un equipo irregular, algo que atribuyó a “cosas del fútbol”. Pero los responsables del departamento de Comunicación del club se enteraron de esa decisión por televisión.
Algo parecido les ocurrió a los integrantes del Consejo, quienes una vez alertados por la determinación del DT se reunieron de urgencia en las oficinas de Brandsen 805 hasta las 2 de la mañana. No estuvieron solos. De la charla también hicieron partícipe al presidente Jorge Ameal y a un puñado de integrantes de la CD.
Sólo ellos saben el contenido de ese ida y vuelta, pero el mensaje que se bajó fue el mismo que sobrevoló el estadio apenas el micro con el plantel dejó la Bombonera: no habría comunicación entre el club y el cuerpo técnico hasta este mediodía, cuando se verán las caras en el predio de Ezeiza, como sucede cada día.
Sin embargo, Boca volvió a meterse en un juego peligroso. En un círculo vicioso del cual difícilmente se sale ileso. La institución contrata a un entrenador con el apoyo unánime de la dirigencia y de los hinchas, comienza una nueva etapa de entusiasmo e ilusión, aparecen unos primeros resultados positivos, hay vuelta olímpica y se incorpora una estrella al escudo. Y entonces, cuando todo parece despegar para potenciarse como equipo y elevar la vara de los objetivos, comienzan los tropiezos, los murmullos, los llamativos bajones de nivel de algunos integrantes del plantel, las distracciones, la pérdida de puntos de manera casi amateur. Entonces, los nubarrones vuelven a instalarse en Brandsen 805 (y en su sucursal de Ezeiza) y el clima no se despeja hasta que el entrenador es eyectado de su cargo. Borrón y cuenta nueva. Y entonces aparece un bombero para apagar las llamaradas (¿será Ibarra?), que se hará cargo de un plantel heredado y precisamente eso argumentará si los primeros resultados no son positivos. Y la rueda vuelve a comenzar. Agotador e ineficaz.
En medio de todo esto, y como si fuera una partida de truco, desde el Consejo de Fútbol permiten que otra vez trascienda la frase vinculada con que “esperan un gesto” del entrenador. Significa que por el momento nadie en Boca tomará la decisión de echar a Battaglia, ya que nadie quiere cargar el costo político de despedir a dos técnicos en ocho meses. Pero esa postura también tendrá un costo político, porque precisamente en esos cargos es donde se deben tomar decisiones, sean o no simpáticas. Con Russo fue similar: hubo un operativo desgaste hasta que no quedó alternativa de desvincularlo.
Al menos hasta las primeras horas de hoy, del lado del cuerpo técnico la postura está muy lejos de dar un paso al costado. Desde que salió de la Bombonera, Battaglia se enfocó en planificar la práctica de esta tarde, programada para las 16. Aunque resulta díficil creer que alguien en su situación puede esquivar el tema de fondo: su inestabilidad.
Más allá del fastidio que le generan los últimos resultados y, fundamentalmente, el hecho de que el equipo no encuentra un funcionamiento aceptable y que se sostenga en el tiempo, el entrenador se siente con las fuerzas suficientes como para seguir intentándolo. Porque, además, sigue sintiendo el apoyo del plantel. De hecho, el único que habló anoche con los medios fue Javier García. Y en su discurso fue contundente: “Nosotros nunca ponemos en tela de juicio al técnico. Somos autocríticos. Por momentos tenemos buenos partidos y por momentos no. La crítica sobre Battaglia la ponen ustedes, los medios, que hablan y opinan mucho. No nosotros”.
Boca, a la vez, también padece un doble discurso que no lo favorece. Mientras las voces del Consejo ponderan el trabajo de Battaglia y declaran estar “muy conformes con Sebastián”, condicionan con hechos su libertad para trabajar.
Dos situaciones muy puntuales exponen esto. La primera fue aquel episodio de noviembre en el cual Riquelme, luego de una derrota 1-0 como local ante Gimnasia, hizo bajar del micro a todo el plantel y los volvió a meter en el vestuario. Según sus palabras, lo hizo para felicitarlos. Raro. El Riquelme futbolista jamás se hubiera bajado de ese micro.
El otro sigue latente. Mientras Battaglia sentenció y repitió en dos oportunidades que, como consecuencia de su falta de respeto, Agustín Almendra no volverá a jugar en primera división y mientras él sea el DT es un tema terminado, Jorge Bermúdez, en representación del Consejo, dijo en una entrevista con TyC Sports que esperan “que de apoco Agustín siga mostrando lo que futbolísticamente tiene y que muy pronto el Mundo Boca lo pueda recuperar”. Y en esa misma charla agregó: “No vamos en contra del técnico, no lo obligamos a que cambie de parecer, simplemente respetamos sus tiempos y esperamos que las cosas se den naturalmente”. Contradictorio.
“Si pierde con Estudiantes y River se tiene que ir”. “Si no le gana a Always Ready, se tiene que ir”. Cuando el hecho de seguir o no en un cargo se limita a lo que determine el resultado de un partido, la suerte parece echada. El asunto pasa porque quienes trabajan para tomar decisiones, las tomen y se hagan cargo de ellas. Ya sea darle o no continuidad al proyecto que hasta el momento encabeza Sebastián Battaglia como técnico de Boca.
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