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Boca: sin el paraíso de los penales, el equipo de Jorge Almirón vuelve a su mar de dudas y falta de gol
Perdió 1-0 ante Tigre en la Bombonera; cuarto partido oficial consecutivo sin convertir; Benedetto, que formó pareja ofensiva con Cavani, fue reemplazado tras el primer tiempo
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Sin penales, no hay paraíso. Esa parece ser la actualidad de Boca. Cuarto partido consecutivo sin convertir goles. En la Copa Libertadores, lo solucionó con las atajadas de “Chiquito” Romero y la fiabilidad de los ejecutantes. En esa instancia decisiva mostró la convicción y las respuestas que son más difusas e inciertas en los 90 minutos.
De regreso a la Copa de la Liga, segunda derrota consecutiva, incapaz de neutralizar un gol rival. Hace una semana fue el de Sarmiento en Junín y anoche el del ordenado Tigre, que volvió a ganar después de 15 años y nueve derrotas consecutivas en la Bombonera.
Los hinchas recibieron al equipo con euforia por la clasificación en Avellaneda y lo despidieron con tibios aplausos, de compromiso, reprimiendo algunos silbidos que hubiera merecido una producción tan desvaída.
A Boca le quedan 25 días para la primera semifinal contra Palmeiras. La ilusión sigue más agarrada a cuestiones aleatorias (los penales, el empuje de la Bombonera) que a un funcionamiento o un estilo establecidos.
Inexpresivo, apagado, como si la clasificación en la Libertadores hubiera tenido un efecto somnífero más que estimulante. Almirón, que continuamente hace girar la rueda de las formaciones, dispuso una con una buena cantidad de titulares. Y con un triángulo ofensivo prometedor: Zeballos, volcado sobre la izquierda, con Cavani y Benedetto. Estos dos integraban por primera vez la pareja de ataque. Al uruguayo, hasta anoche, había sido único delantero o pareja con Merentiel o Janson.
El compacto de Boca 0 - Tigre 1
No hubo química instantánea. Cavani y Benedetto se buscaron poco y se encontraron menos. Es cierto que Boca tuvo en la primera etapa un notorio déficit de juego. Lento, parsimonioso, con pases anunciados, salvo cuando Weigandt rompía con alguna proyección o Zeballos engañaba con la gambeta a un Garay que pronto le fue encontrando la vuelta.
Campuzano volvía a mostrarse irrelevante. Ni era salida ni interrumpía el circuito que Tigre armaba por el medio entre Menossi –claro y resolutivo con la pelota-, Prediger y Paradela. Equi Fernández no encontraba socios. La construcción de Boca del juego era muy dificultosa. No le sumaba temperatura a la fría noche.
En Tigre debutó Lucas Pusineri, que se inclinó por una alineación con jugadores de buen manejo de la pelota. En el centro de la defensa, Robert Rojas lideraba los cortes y anticipos, bien respaldado por Luciatti.
Tigre tenía más concepto de juego, triangulaba, buscaba descargas al vacío. Badaloni no podía ser descuidado por Valdez y Valentini. Boca, como si nada, no se enteraba del flojo partido que hacía. Ofensivamente, solo contabilizaba aproximaciones, generalmente con centros pasados para la entrada del pujante Weigandt, el único que se movía con energía.
Tanta chatura, Boca la terminó pagando. El córner desde la derecha fue conectado por el cabezazo de Luciatti, que le ganó a Benedetto en el salto. Romero voló con menos reacción que en los penales y Tigre se ponía en ventaja, que ciertamente no era inmerecida.
Los hinchas empezaron a alentar más fuerte de lo que lo venían haciendo, a ver si el equipo se despertaba de alguna vez. La desorientación le duró hasta el final del primer período. Luciatti estuvo cerca del segundo con otro cabezazo y a Cavani se lo vio corriendo desesperadamente hasta su área para frenar a un rival. Un desconcierto total era Boca.
Almirón deshizo la doble punta para la segunda etapa. Afuera Benedetto, que no aprovecha las salteadas oportunidades que le da el entrenador. Sigue resignando presencia el delantero con mejor promedio de gol en Boca post-Palermo.
Ingresó Taborda, el habilidoso media-punta repescado de Platense. Boca necesitaba más elaboración, sociedades. Y también un punto más de intensidad. Tigre tuvo una ocasión con Castro y un cabezazo de Rojas antes de hacer un repliegue ante la presión local.
El perfil ofensivo se acentuó con la entrada de Bullaude por el irresoluto Campuzano. Boca agitaba el partido, aunque le faltaban claridad y profundidad. La expectativa que generó Cavani en un tiro libre en la puerta del área se diluyó con un remate muy desviado del uruguayo.
Muchos de los intentos se concentraban en Zeballos, que no siempre decidía bien. Aumentaban el nerviosismo y la ansiedad. Las imprecisiones se sucedían. La entrada de Janson fue la última carta ofensiva. También entraron dos pretorianos para los últimos 10 minutos: Rojo y Fabra.
La impotencia quedó reflejada en los toques intrascendentes a lo ancho del campo, sin poder entrarle a un Tigre bien plantado. A los hinchas se les fue la paciencia con tanto pase de pie a pie, sin generar nada. La intrascendencia en su máxima expresión. A Tigre no le hizo falta ni una atajada salvadora de su arquero Rojas. Boca enfiló derecho a la derrota. No caía de local desde abril, frente a Estudiantes. Las únicas atenuantes fueron las ausencias de Medina y Barco, dos jugadores que le pueden quitar la palidez al equipo. Boca se reencontraba con su público para celebrar una clasificación que quedó más aguada por el juego que por la lluvia.
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