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Boca sigue con el pie derecho: ganó en el último minuto, sigue en la racha positiva y ya está arriba en la tabla
Pasó el examen de conseguir un resultado positivo después del Superclásico y venció a Lanús con gol de Benedetto
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Relajado o motivado para aprovechar el envión. Esa era la incógnita instalada sobre cómo se mostraría Boca ante Lanús después de vencer a River. Era un llamado de atención de quienes, evidentemente, sabían bien de lo que hablaban. El equipo de Hugo Ibarra (con casi medio equipo diferente) pareció sedado a diferencia de lo que se vio el domingo. Pero está en racha, como Darío Benedetto: ingresó en el segundo tiempo y en la última jugada del encuentro aportó un triunfo clave para mirar temporariamente a todos desde arriba.
Tanto Hugo Ibarra como Marcos Rojo y hasta el vicepresidente segundo, Juan Román Riquelme, le habían dado mucha importancia al encuentro de anoche tras vencer al conjunto millonario. Sus declaraciones pusieron al encuentro con Lanús casi a la altura del superclásico, por las respectivas dificultades: entre la exigencia exitosa ante el mayor rival y la obligación de no reducir las energías en la Fortaleza granate, para poder seguir el hilo de la alegría y tranquilidad.
Ganarle a los de Núñez no tiene comparación y, caer ante el elenco del Sur, no hubiera significado tirar por la borda la euforia del domingo pasado, pero sí hubiese generado el reproche de no vencer la pulseada sobre la frase hecha que puertas adentro dijeron tener asimilada en la previa a visitar a Lanús. Porque, como sostienen quienes vivieron -y ganaron- un Boca-River, el encuentro posterior es más difícil, porque la clave pasa por ratificar lo hecho.
Así las cosas, Boca debía seguir la línea que lo llevó, más allá del superclásico alegre, a los cuatro triunfos consecutivos. Con un riesgo a medias: Ibarra debió acudir a cinco modificaciones por las consecuencias físicas de la batalla, tensión e intensidad. Los ingresos de Carlos Zambrano (por el suspendido Rojo) y Esteban Rolón, Oscar Romero, Norberto Briasco y Luis Vázquez (en reemplazo de los tocados Martín Payero, Alan Varela, Luca Langoni y Benedetto, respectivamente). Aunque había –asimismo- dos puntos de ventaja: sumaron minutos recientes y resaltaba la chance de acoplarse al crecimiento grupal.
Lo mejor del encuentro
Entonces, el desafío del equipo de Ibarra era mantenerse en esa vara. No en la del buen juego, algo a lo que este ciclo no acostumbra, pero es innegable que la postura actitudinal empezó a ser otra. Incluso, tenía la posibilidad de oro: ganar significaba llegar al liderazgo parcial de la Liga Profesional, a la espera de los encuentros de este jueves, tanto de Atlético Tucumán como de Gimnasia.
Por ahí pasaba el temor a la relajación: si este equipo sin identidad baja los brazos (en este caso, por tanta resaca y cambios) y no impone ganas, corre riesgo de volver a entrar en el mareo y la confusión. De hecho, así lo padeció en los primeros 20 minutos, en los que el equipo dirigido por Frank Kudelka mostró más guapeza.
Siendo un espejo de lo que había sido Boca tres días antes: dos futbolistas de Lanús para atorar a uno solo de azul y oro. O, simplemente, corriendo más. Incluso, a los pocos segundos de juego, Frank Fabra expuso todo lo que Ibarra no quería: displicente, taqueó débil y a cualquier lado, ocasionando un rápido ataque de Brian Blando y un remate que debió sacar Agustín Rossi del ángulo.
Es decir, el equipo que se ubica último del campeonato, supo lo que debía hacer: sin dudarlo, fue en búsqueda de cada pelota con los dientes apretados. Y Boca lo sufrió. Recién superado ese tramo, Oscar Romero desperdició una chance increíble, posicionado cómodo desde cerca del punto penal. Entonces, el dueño de casa serenó un poco su actitud de llevárselo por delante.
Boca, hasta el final del primer tiempo, fue sólo eso. Evidentemente, la claridad que se mostró ante los micrófonos sobre estar atentos a no bajar –sin querer- las revoluciones luego de semejante festejo no se reflejaron al momento de la acción. No fue una casualidad que el entrenador hiciera dos modificaciones antes de empezar la segunda mitad. La visita no se sentía cómoda, en días en los que esa palabra tomó tanta relevancia antes y después del superclásico.
El segundo tiempo expuso lo que fue, es y, seguramente, será el Boca de Ibarra. Lanús empezó a cuidarse más y Boca no creció en lo futbolístico ya que, si bien tuvo la pelota, careció de ideas. Sin embargo, cuando se le permite crecer, por estos días Boca se sube al vagón: Benedetto ingresó en los últimos 25 minutos, casi no participó, pero estuvo en el lugar indicado para empujar desde abajo del arco la asistencia de Fabra, en una escapada cuando el equipo de Ibarra jugaba casi con diez por la lesión de Figal. Puede mostrarse desconcentrado, a veces displicente; incluso sufre bajas por lesiones o sanciones. Pero esta versión de Boca parece encontrar siempre una respuesta a todo. Y con eso le alcanza para estar (por ahora) arriba.
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