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SAN JUAN.– Boca confía. Le tiene tanta fe al poder de fuego ofensivo que exhibe que por momentos sufre por demás. Confía tanto que hay veces que se relaja, no define los partidos a tiempo y arriesga más de la cuenta, pone en juego triunfos que parecen asegurados. La victoria ante San Martín fue una evidencia más de esta situación. En un encuentro cerrado y frente a un equipo ultradefensivo que paró a cinco hombres en la última línea y cuatro en el medio campo, sólo el nivel de sus individualidades le permitió a los dirigidos por los Barros Schelotto quebrar el cero. Pero lo que pudo haber terminado con un holgado triunfo xeneize terminó en un ajustado 2 a 1, con Guillermo disgustado y viendo los últimos minutos con los brazos en jarra.
Ya son 40 los tantos del conjunto más goleador del campeonato, tras 17 fechas (promedia 2,35 festejos por partido). Y el reparto es bien variado. Darío Benedetto es el máximo anotador, con 9 gritos. Detrás aparecen Cristian Pavón (7), Ricardo Centurión (6), Walter Bou (6), el ya emigrado Carlos Tevez (5), Gino Peruzzi (2), y Frank Fabra, Juan Manuel Insaurralde y el recién llegado Junior Benítez, con uno cada uno. Además Gastón Aguirre (Temperley) y Emanuel Insua (Racing) anotaron en contra de sus vallas.
Pero cuando el arco no se abre se desnudan las falencias, como ocurrió hace ocho días con Talleres. Entonces, “malas decisiones en jugadas puntuales” hicieron que el líder del campeonato dejara tres puntos en el camino. Ayer, en lo que podría describirse como “sabios aciertos en momentos precisos” permitió que Boca encadenara la quinta victoria consecutiva como visitante (3-0 a Gimnasia, 2-1 a San Lorenzo, 4-2 a River, 2-0 a Banfield y el 2-1 de ayer).
Iban 26 minutos de la primera etapa contra los sanjuaninos cuando Pavón marcó un verdadero golazo. Con espacios limitados, se fue a jugar del sector izquierdo, recibió un balón, se hamacó hacia su derecha y, casi desde el vértice del área grande, sacó un zapatazo inatajable para Ardente. La pelota ingresó junto al ángulo izquierdo e infló toda la red. Antes y después de ese rapto de lucidez, Pavón hizo todo mal. Perdió pelotas de manera inexplicable, las pocas veces que logró desbordar a su rival terminó mal la jugada y hasta generó una situación de riesgo a favor de San Martín, al cederle la pelota demasiado corta a su arquero Rossi, en una acción en la que Montagna no llegó a tiempo.
Aún cuando en lo individual se vio un trabajo destacado en varios futbolistas, como equipo a Boca se lo notó partido. Inconexo. Sin juego asociado. Fernando Gago volvió a administrarlo todo desde el medio campo, con pases filtrados entre líneas o abriendo hacia los costados. Pero estuvo demasiado solo. Recién en los últimos 20 minutos hubo más comunicación futbolística con Rodrigo Bentancur, hasta entonces ajeno al juego, tanto en defensa como en ataque. Y arriba, Darío Benedetto realizó un buen partido, aún cuando en buena parte del mismo vio como sus compañeros equivocaban las decisiones finales de cada jugada. Lejos de bajar los brazos, el N° 9 siempre se las rebuscó para fabricar espacios, y hasta terminó habilitando con el pase exacto –con la cara externa de su botín derecho– a Ricardo Centurión, autor del 2 a 0.
Precisamente Centurión demostró una vez más que es uno de esos jugadores que marcan la diferencia y evidenció por qué el equipo lo extrañó tanto ante Talleres. Sin embargo, cuando abusa de los firuletes y provoca a sus rivales con sus amagues, pisadas, caños y gambetas, pareciera estar más preocupado por el aplauso de los hinchas que de lo fructífera que pueda resultar la jugada. Entonces, situaciones de gol se diluyen en detrimento del unipersonal del ex Racing.
¿Qué encontró Boca en su visita a San Juan? La tranquilidad que le ofrece un triunfo clave, para dejar atrás el tropiezo frente a Talleres y mantener los tres puntos de ventaja en la cima de la tabla sobre San Lorenzo, su escolta. También se llevó en su valija (el plantel regresó a Buenos Aires apenas terminó el partido) la certeza de que su poder ofensivo es un arma letal para el rival. En lo que tendrá que seguir trabajando es, precisamente, en suplir con concentración y juego asociado aquellos momentos en los cuales el rival contrarreste a sus anotadores, para perder la menor cantidad de puntos posibles en el camino al título.