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Boca: Miguel Russo, Juan Román Riquelme y la compleja situación en la ruleta de los número 9
La pandemia de coronavirus les impide a los dirigentes de Boca, y también de los demás equipos argentinos, pensar con facilidad en lo inmediato: es imposible encontrar ese reloj que marque con exactitud cuánto falta para que vuelva a rodar la pelota. Sin embargo, habrá situaciones que en el corto plazo deberán resolverse, aunque las manejen con prudencia debido a la enorme incertidumbre. Y Juan Román Riquelme, cabeza del Consejo de Fútbol, y Miguel Ángel Russo tienen una compleja por delante: la ruleta de los N° ‘9’.
Se acerca el momento de las definiciones y, a priori, sobrarán atacantes. Siempre y cuando no existan complicaciones para que los más importantes continúen en la institución xeneize. Porque el 30 de junio se vencen los contratos de Carlos Tevez, Mauro Zárate y Franco Soldano. El equipo de trabajo que lidera Román, y en el que tiene la compañía de Marcelo Delgado, Jorge Bermúdez y Raúl Cascini, ya se puso en los hombros las negociaciones. Con el visto bueno desde ambos lados: Russo los quiere en su plantel y ellos expresaron hace tiempo sus ganas de seguir vistiendo la camiseta azul y oro.
No obstante, si se prolonga el tiempo de negociar es porque los tiempos cambiaron: las dificultades económicas son mayores por la crisis que ya muchos están sintiendo y, por lo tanto, los números de los nuevos contratos seguramente se modificarán hacia abajo. Cada uno de ese trío de atacantes tiene detrás diferentes situaciones de las que dependen para obtener un feliz desenlace en esta historia.
Por el lado de Tevez la resolución parece fácil y rápida. Todo se encaminaría con normalidad, aunque siempre los "asteriscos" haya que revisarlos y discutirlos. Por un lado, porque es ídolo y esta gestión prioriza el cuidado de aquellos jugadores que tienen ese cartel. Segundo, por un resurgimiento futbolístico que entre Riquelme y Russo lograron con apenas una charla a solas en la que le transmitieron al experimentado jugador mucha confianza y convencimiento. También, mérito de Carlitos: se puso por delante el desafío de volver a su mejor nivel y con total compromiso lo logró.
Fue la pieza clave para obtener agónicamente la reciente Superliga. De un Tevez que acostumbró a ser apuntado por su flojo nivel, sobre todo, desde que volvió del fútbol chino, pasó a ser un héroe que recuperó el cariño de la gente, ahora nuevamente incondicional: seis goles y una asistencia en el sprint final de siete fechas, convirtiendo el de la consagración frente a Gimnasia. Por eso, el aplausómetro de la Bombonera está a punto de explotar cada vez que la voz del estadio menciona su nombre: aplausos que superan a cualquier otro protagonista e incluye una ovación que, previamente, había perdido fuerzas. Y aunque pueda generar algún temor cómo se encuentre físicamente luego de esta cuarentena que aparenta no tener una real fecha de vencimiento (con bajo perfil, sólo muestra sus entrenamientos en el contacto con el cuerpo técnico), todo lo anterior justifica una nueva firma.
Diferente es el caso de Zárate. Porque como se suele decir, todo nuevo ciclo renueva los aires y algunas cosas se pueden invertir. Eso experimentó el ex hombre de Vélez, llamativamente teniendo un entrenador que lo hizo debutar en Primera en el Fortín. El conocimiento de sobra de uno hacia el otro facilitaba su titularidad, pero los nuevos trabajos físicos parecen no haberle dado piedad a su cuerpo y en el primer encuentro del 2020 ante Independiente se desgarró: se perdió varios encuentros y le ganaron el puesto, jugando desde ahí sólo cinco minutos.
Es decir que ese enorme crecimiento del Apache y su comienzo de año torcido se fusionaron para que las tribunas reduzcan ese entusiasmo ensordecedor que generaba Mauro Zárate en los tiempos de Gustavo Alfaro, cuando el equipo dependía muchas veces de sus gambetas individualistas y su buena pegada. La necesidad de que su salario se revea para la renovación puede incluir una charla más duradera que con Tevez: su peso en Boca no es similar al del ídolo, aunque Russo pretende que Zárate siga.
Zárate no fue el único que cambió su imagen en el arranque de ciclo de Russo. Franco Soldano también lo vivió, aunque en dirección contraria. Mal considerado, quizás injustamente, por los fanáticos después de que Alfaro lo utilizara más como volante por la derecha que como delantero en una versión que no funcionó, el actual técnico sí lo puso en el ataque. Y aunque sólo convirtió un gol en siete compromisos, los aplausos fueron apareciendo con un claro mensaje: el sacrificio para presionar o recuperar la posesión, en campo propio, acaso la función que le asignó Russo, generaron reconocimiento.
En su caso, para seguir contando con él, la institución xeneize depende directamente de las charlas con Olympiacos, el club griego dueño de su pase. Si Riquelme y compañía desean ejecutar la opción de compra deberán desembolsar cinco millones de dólares, pero se intentará renovar el préstamo un año más, algo que tanto Boca como su agente ven factible. El club de la Ribera no está en condiciones de pagar la opción.
El que tiene fijo su lugar en el club es Ramón Ábila, otro que alternó entre lo malo y lo bueno: se convirtió en el suplente de su amigo Tevez, pero creció en su condición física, bajando de peso y dejando atrás las constantes lesiones musculares que sufrió en el pasado, tanto con Alfaro como con Guillermo Barros Schelotto. Así, aportó lo suyo desde el banco: tres gritos en sólo 283 minutos disputados. Y ese murmullo habitual que generaban sus distracciones en el campo fue modificándose por gritos de expectativas ante cada ingreso.
Los regresos de Walter Bou y Mateo Retegui
Pero a Russo le sobran más opciones como centrodelanteros. Y aquí seguramente empiece el análisis de quién o quiénes acortarán la lista de los N°9. En 2020 no tuvo minutos Jan Carlos Hurtado: mucho habrá influido su participación en el Preolímpico, que le impidió estar a disposición en el inicio del ciclo, lo que derivó en no entrar luego en las prioridades. Además, a partir del 1° de julio se sumarán Walter Bou y Mateo Retegui, que vuelven de sus préstamos en Unión, de Santa Fe, y Estudiantes, respectivamente, donde sacaron a relucir un buen nivel.
¿Cómo les fue a ellos en 2020? El entrerriano fue titular en ocho de los diez compromisos que afrontó el Tatengue entre Superliga, Copa Superliga y Copa Sudamericana: tres gritos en 651 minutos. El hijo del Chapa (entrenador de Las Leonas), en cambio, empezó a perder el terreno que había ganado el año pasado y sólo fue titular en dos ocasiones de los siete partidos del sprint final del campeonato local: igualmente se las arregló para marcar dos tantos en 317 minutos.
Por sus edades (Hurtado tiene 20; Bou, 26; Retegui, 21), si hay que decidirse por uno, la conclusión inmediata del Departamento de Fútbol xeneize es que se le puede dar una revancha a la Panterita Bou después de un pasado en Boca que entusiasmó, con un gol a River incluido, en el Monumental, en 2016. Pero la realidad marca que, primero, la evaluación la realizará Russo en la vuelta a los entrenamientos ("¿Cuándo y cómo termina esta peste?", es la pregunta que les impide a los dirigentes responder con certezas sobre cada caso desde lo futbolístico), mientras que -por otro lado- esos jugadores mantienen la esperanza de ganarse un lugar en el plantel por otro nombre extra que aparece en esta historia.
Sebastian Villa, un caso aparte
Sebastián Villa está muy comprometido con la denuncia penal que recibió por parte de su ex pareja, Daniela Cortés, por violencia de género y amenazas. Los directivos xeneizes lo ven más afuera que adentro del club, aunque consideran que es prematuro dar sentencia sobre su situación antes de que la Justicia se expida sobre el caso. Pero la situación del colombiano podría influir indirectamente en los casos de sus compañeros.
Esos jugadores que están a la expectativa podrían encontrar un hueco si finalmente se produce la salida del atacante colombiano. Porque si bien tiene características muy diferentes a las de un N°9, algunos directivos creen que ese vacío (en caso de que se vaya como muchos piensan) puede ocuparse con Bou, Retegui o bien con más participaciones de Hurtado.
El ‘9’ siempre ha sido una cuestión de la que el Consejo de Fútbol se ha ocupado en enero. Con el gran rendimiento de Tevez y la buena compañía de Soldano, quizás aquello deje de correr a partir de la satisfacción que sienten. Sin embargo, en medio de tanta incertidumbre por la pandemia, pueden retomar el interés para un futuro no muy lejano.
¿Los 9 del futuro?
El principal fue Paolo Guerrero. Con el peruano hubo negociaciones constantes porque era el anhelo de Riquelme para poder ganar la séptima Copa Libertadores de la historia del club, tras trece años de sequía. Sin embargo, dicho por Bermúdez públicamente, no hubo buena disposición para ajustarse a la realidad económica del club.
Uno con pasado azul y oro: Jonathan Calleri. Su representante, Néstor Fabbri, reconoció hace semanas que hubo charlas en enero, aclarando que podían no ser para lo inmediato. Otro fue Guido Carrillo, que fue buscado permanentemente por la gestión de Daniel Angelici, pero asumió que el llamado de Riquelme lo movilizó: "Hablé con él, pero no fue una propuesta concreta. Ya me ha pasado que me han llamado de Boca y dije que "no", pero si pasa hoy no sé qué diría". Y, por último, hace un tiempo que en Boca sueñan con Edinson Cavani, el uruguayo que es estrella en Europa. Aunque el final puede ser similar al de Guerrero.
Por ahora, la ruleta de los centrodelanteros sigue girando sin definiciones. Boca espera volver a entrenar y que Russo pueda definir quiénes serán los ‘9’ que pertenecerán a su plantel.
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