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Boca-River: la cabeza fría de Gago vs. el soldado Rojas, otro superclásico del domingo
El duelo en la mitad de la cancha lo protagonizarán dos expertos en la materia
En las gateras, prestos para partir rumbo a la recta final del campeonato aguardan ansiosos Boca y River. No es para menos. El desenlace del superclásico marcará el pulso de las últimas fechas. Es tan cierto que las matemáticas posicionan a otros equipos como rivales con mayor peligro para la fantasía de coronación del equipo de Barros Schelotto, como que por juego e impacto post partido, un triunfo en La Bombonera posicionará a los de Gallardo como la gran amenaza.
En tiempos en los que todos contribuyen a un estado de ansiedad que con periódica habitualidad conspira contra el juego, los dueños de la pausa suelen hacer la diferencia en esta clase de enfrentamientos. Partidos de detalles, de esos en los que la balanza se inclina a partir de sutilezas, el resultado, como siempre, se resolverá en las áreas, pero el dominio, como nunca, se cocinará en la mitad del campo.
A Fernando Gago no hace falta que nadie le explique de que se trata esta historia. Jugó clásicos de todos los tipos. Derbys madrileños y romanos u otros choques con alto pedigree, acreditan una foja de servicios “clase A”. Extrañado en su ausencia y valorado en cada retorno tras sus recurrentes lesiones, todo Boca se mueve al compás de su mediocentro. Sin un enlace clásico, es él quien marca cómo, por dónde, con qué velocidad y con qué intérpretes se arma cada movimiento ofensivo de su equipo. Gago será la primera estación de un ataque que irá ganando velocidad con el paso de los minutos y explotará cuando la bola llegue a Centurión y Pavón.
Su posición en el campo será decisiva. Si es capaz de iniciar desde la mitad del campo, todo Boca estará listo para producir transiciones rápidas y sobre todo claras. Si por la presión rival su punto de partida se produce entre los centrales y muy cerca del área propia, entonces necesitará más movimiento de sus apoyos (laterales y compañeros de mediocampo) para encontrar opciones de pase y no caer en pelotazos que arriesguen la posesión. No reaccionar ante posibles roces, equilibrar con más intuición que marca la permanente subida de Peruzzi y Fabbra y sostener la intensidad en su ritmo serán sus grandes desafíos.
Enfrente, Ariel Rojas volvió a ponerse la camiseta “millonaria” hace un par de meses y fue como si el tiempo no hubiera pasado. Su inclusión los mejoró a todos. Desligó a Ponzio de un exagerado protagonismo en el armado del juego, liberó a Nacho Fernández para lograr mayor llegada al área rival como interior, permitió que “Pity” Martinez pudiera recostarse por la banda derecha y auxilió defensivamente a Casco en cada oportunidad en la que el lateral confirmó que lo suyo es más productivo atacando que defendiendo.
Parece mucho para un solo jugador, pero Gallardo recuperó a un soldado clave que jamás buscará los reflectores pero que resulta indispensable para lograr lo mejor de la tropa. Menos determinante que Gago en la arquitectura de cada movimiento ofensivo, Rojas bascula con excepcional pericia para que un equipo como el suyo, que toma riesgos en ataque, no se descompense en defensa. Válvula de escape como opción de pase frente la presión rival, pulido en su técnica individual y con gran interpretación de la temperatura del partido, Rojas sabe cuándo enfriar y cuándo ponerle ritmo al partido. Su cruce posicional con Pablo Pérez será vital para entender el partido.
Entre tanto vértigo y adrenalina es bueno que el clásico proponga algo de reflexión. Mientras todos corran, ellos elegirán al detalle los caminos por dónde transitar. Cuando todo se incendie, ellos tendrán un freezer en el cerebro.
Gago y Rojas le pondrán pausa al Boca-River del domingo. Solo por eso, aunque parezca poco, su presencia ya se celebra.
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