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Boca - River. Agustín Rossi y Franco Armani: cómo se convirtieron en indispensables, cada uno por su vía
La final de 2018 los marcó y otro superclásico vuelve a ponerlos frente a frente, ahora como cartas ganadoras de los rivales históricos; estilos diferentes con la ilusión de un boleto para Qatar
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Para los superclásicos siempre se esperan grandes encuentros y muchos goles. Que los jugadores se destaquen al máximo para aportar a la causa. No obstante, el domingo próximo, los ojos también estarán puestos muy al detalle sobre los arqueros Agustín Rossi, determinante en Boca, y Franco Armani, esencial en River: es apenas la segunda vez que cuidarán los respectivos arcos en la Bombonera, ya que la única oportunidad que los enfrentó allí fue nada menos que en la primera final de la Copa Libertadores 2018.
Jamás hará falta recordarle a alguien que aquella disputa terminó con el conjunto de Núñez levantando el trofeo hasta el cielo madrileño, pero sí –dentro de la historia completa– habrá que poner a Brandsen 805 como la coordenada en común para explicar cuándo y cómo comenzaron a explotar sus figuras bajo los tres palos que todavía hoy defienden. Logros, caminos y carteles diferentes, pero hoy igual de intocables.
Aquella fue una jornada especial para ambos, más allá de que al primero le tocó ponerse los guantes para hacer la suplencia de Esteban Andrada y el segundo ya estaba consolidado como el “1″ de Marcelo Gallardo. Ese 11 de noviembre de 2018 para Rossi significó ganarse los primeros aplausos estruendosos y justificar por qué había sido el arquero titular durante un año y medio, mientras que para Armani fue el partido que empezó a decretarlo como leyenda.
Y suena paradójico, pero también va de la mano con la expectativa que generan sus presencias para este domingo: sus grandes actuaciones de aquella tarde incluyeron dos goles en cada uno de sus arcos. A veces, no lograr la valla invicta no es sinónimo de mal rendimiento.
El exguardamenta de Estudiantes no tuvo responsabilidades en los goles de Lucas Pratto ni en el de Carlos Izquierdoz, en contra. Salvó a su equipo en las repetidas embestidas, especialmente, en el primer tiempo: con esas atajadas ya escuchó en las tribunas un reconocimiento que se repetiría al culminar la igualdad.
Rossi era criticado por ser “un arquero que no te salva ni gana partidos”. Sin embargo, tamaña actuación derivó en el debate acerca de sostener su confianza o volver a ubicar en el arco a Andrada, que reaparecería tras una fractura de mandíbula que le sacó la actividad por dos meses. Finalmente, para ir a Madrid convenció más el retorno y el resto es conocido.
Diferente fue lo de Franco Armani, que había llegado a River hacía casi un año y ya era una sensación en el fútbol argentino por imponer toda la jerarquía de, por ejemplo, haber sido campeón de la Libertadores 2016, con Atlético Nacional. También sabía lo que era ser figura en superclásicos: en ese glorioso 2018, el arquero se había destacado en la Supercopa Argentina ganada en Mendoza por 2-0 y en el triunfo en la Ribera (mismo resultado) por la Superliga.
Todo eso lo expuso sobre el epílogo del partido de ida. Carlos Tevez hizo una jugada memorable a pura potencia y dejó mano a mano a Darío Benedetto, que tuvo el 3-2 en su pie derecho a los 89 minutos: la rapidez de Armani para achicar y toda su humanidad jugada al disparo lo impidieron. Una consagración.
Los números marcarán contrastes importantes. El arquero riverplatense atajó doce veces ante Boca y sufrió solamente dos caídas, siendo una de ellas la revancha de la semifinal copera 2019 (0-1) que no afectó el pasaje a la final por el 2-0 en el Monumental. Fue parte de cinco éxitos, cinco paridades y cinco vallas invictas ya que vivió, además de los triunfos mencionados, dos empates sin goles: una dolorosa al ser eliminados por penales en octavos de final de la Copa Argentina 2021.
Rossi estuvo en nueve enfrentamientos ante River y sólo triunfó en dos: lejano el 2-1 de hace casi cinco años en el Monumental y cercano el 1-0, en el mismo escenario, de marzo último. Luego, tres igualdades y cuatro derrotas, con apenas dos vallas invictas.
No obstante, las actualidades de uno y otro parecen estar más cerca que nunca. Mientras Armani tuvo apenas algún bache en el rendimiento en un pasado no muy lejano, pero siempre manteniendo su porte implacable, Rossi fue agigantándose con la madurez de los años y la confianza que le cedió la continuidad en Lanús (préstamo de 18 meses) y, luego, con el buzo azul y oro titular.
Se transformó en indiscutible. Sus intuiciones a la hora de los penales lo elevaron: en 2022 lleva detenidos ocho remates, una mitad durante definiciones por esa vía y otra en los 90 minutos. Ahora bien, si se saca la lupa, la estadística es enorme: en los últimos seis años atajó 20 penales (16 en Boca, tres en Lanús y uno en Defensa y Justicia), siendo el que más cantidad desvió en el mundo.
River lo padeció en 2021 durante las definiciones de la Copa de la Liga (retuvo las ejecuciones de Fabrizio Angileri y Leonardo Ponzio) y de la Copa Argentina (Julián Álvarez fue la víctima). Una materia en la que Armani no se siente cómodo: más allá de que en la primera no pudo estar por un brote de Covid-19, en la segunda no logró quedarse con ningún remate.
Aun con todo lo que ganó en el club, el santafesino tiene una revancha: en ese último superclásico del triunfo xeneize tuvo responsabilidad –compartida con Leandro González Pirez– al permitirle a Sebastián Villa el gol de la victoria. Una noche en la que, justamente, Rossi se desquitó siendo la figura absoluta y dejando atrás el anteúltimo clásico, en el que fue responsable en los goles que convirtió River para ganar 2-1.
El arquero boquense vive con necesidad de revancha desde que el Consejo de Fútbol dio de baja la negociación por su renovación. Tanto que, además, empezó a ser mucho más importante más allá de penales. “¡Rossi es de Boca, de Boca no se va!”, grita, entonces, la gente. El “1″ tiene otra chance para repetirle al Consejo que comete un error.
Rossi y Armani se reencuentran en la Bombonera tras casi cuatro años, cuando sus figuras comenzaron a elevarse. En el medio, también, el Mundial: el de River, adentro; el de Boca, buscando meterse. Para eso, el superclásico también puede ser trascendental.
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