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Boca quedó groggy y tambalea en un momento crucial
La derrota con River es un fuerte golpe anímico para un plantel que debe recuperarse rápido; la buena noticia es que se mantiene como único líder y la consagración depende de sí mismo
El clima en el vestuario de Boca era similar al que se vivió aquella fría noche de julio de 2016, cuando la derrota ante Independiente del Valle derrumbó los sueños de alzar la séptima Copa Libertadores. El silencio y las caras largas lo invadían todo.
No era para menos. El 1-3 sufrido ante River caló hondo en el plantel azul y oro. Al punto que sus integrantes tomaron la decisión de eludir a la prensa y salir por una puerta de servicio que da al vestuario del árbitro, para evitar alguna declaración en caliente que sólo le echara leña al fuego.
Tres postales resumen el dolor que sintió Boca con la derrota ante River. La primera, el gesto de enojo consigo mismo de Fernando Gago , cuando un mal pase suyo en el medio campo derivó en el contragolpe que terminó con el gol de Sebastián Driussi, que selló el superclásico. Justo el capitán xeneize, el mismo que apenas una hora antes había sido el responsable de darle esperanzas a su equipo, al anotar, de tiro libre, el 1-2 parcial, sobre el final del primer tiempo. Las otras, el cabizbajo Gustavo Barros Schelotto caminando rumbo al vestuario, con las manos en el bolsillo e intentando buscar explicaciones en el césped de la Bombonera, y el rostro de Guillermo en la conferencia de prensa post partido, con respuestas breves y secas, y con un tono de voz monocorde.
Excusarse en la clara posibilidad que tuvo el equipo xeneize de llegar al 2 a 2, en esa doble tapada milagrosa de Batalla ante los remates de Bou y de Peruzzi, es el mismo error que se comete cuando se barre la basura bajo la alfombra. No resolvería nada. Boca jugó muy mal ayer. Sólo el amor propio, un error de cálculo del arquero millonario en el gol de Gago y el empuje de su gente lo arrimó en el resultado. Pero ante River quedaron demasiadas cosas en evidencia, y los entrenadores se fueron más expuestos que nunca.
Todo queda en evidencia
La defensa xeneize fue un concierto de errores y ratificó con la actuación de ayer todas las críticas que venía recibiendo, que se intensificaron desde que comenzó 2017 y que el DT, al menos en público, siempre negó. Apenas habían pasado 20 segundos e Insaurralde ya había regalado un balón, abriéndole la puerta al primer ataque millonario. A los 4 minutos, una falla de Vergini derivó en un mano a mano que salvó Rossi. El ex Newell's no la pasó nada bien. Tanto fue así que las pocas veces que recuperó balones, apresuró el pase y lo regaló. A los 18 minutos Boca ya perdía y Peruzzi , que había calculado muy mal en el centro que terminó en el 1 a 0 del Pity Martínez, cometió otro error que casi le cuesta al equipo el 0-2. Apenas antes del descuento de Gago, el Nº 4 volvió a cometer el mismo error conceptual que en diciembre en el Monumental: despejó, de cabeza, hacia el centro de la cancha. Aunque tuvo suerte y esta vez la jugada no terminó en un gol del rival. Fabra, el único que se destacó en la última línea, jugó al límite y debió haberse ido expulsado por un planchazo sobre Moreira, en una acción en la que barrió pelota y tobillos del rival.
A esta altura, resulta incomprensible que Wilmar Barrios no sea titular. Que haya regresado al banco de suplentes después del gran nivel que había exhibido ante Patronato, Atlético de Rafaela y Arsenal es un error. Incluso, aún en el banco, se imponía su ingreso ante la desafortunada lesión de Centurión, para reacomodar el medio campo, ubicado el colombiano como Nº 5 clásico para liberar más a Gago. No sucedió: el que saltó al campo de juego fue Walter Bou, que se paró apenas al lado de Benedetto y tardó demasiado en encontrar su lugar en el partido. Cuando finalmente ingresó por Pablo Pérez, el colombiano resultó clave para que Boca recuperara el medio y se entusiasmara, aunque todo se derrumbó con el 1-3.
Esta semana será clave por otro factor. El cuerpo técnico tendrá que tomar decisiones importantes después de lo que se vio ante River, para lograr que el grupo reaccione. Para colmo, se abre la incógnita generada por la nueva lesión de Centurión, en principio sólo una "molestia en el isquiotibial derecho", pero que podría ser un desgarro.
La única buena noticia que puede encontrar Boca para reponerse del golpazo anímico está en la tabla de posiciones. Allí, el equipo de la Ribera se mantiene como líder absoluto del campeonato, con 49 puntos, y Newell's, su escolta y próximo rival, sigue a tres de distancia. Claro que lo que enciende las alarmas es, precisamente, lo cerca que aparecen los de Núñez en el espejo retrovisor. El equipo que conduce Marcelo Gallardo llegó a las 45 unidades, pero puede sentirse virtualmente a un punto de la cima, algo que logrará en caso de ganar, el 12 de junio, su partido pendiente de la fecha 22 con Atlético, en Tucumán.
Será una semana muy complicada. Los Mellizos deben transmitir tranquilidad en un momento muy delicado. Boca sabe que agotó todas las instancias. Que no puede cometer más errores si quiere consagrarse. Restan sólo seis fechas y con la victoria de River el campeonato volvió a abrirse. Y en este escenario, ya no sólo se trata de jugar y tratar de ganar todo lo que le queda -Newell's (L), Huracán (V), Independiente (L), Aldosivi (V), Olimpo (V) y Unión (L)-, sino de recuperarse mentalmente.
Boca quedó groggy. El líder del campeonato tambalea en el momento menos indicado.
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