Palmeiras es sinónimo de “cuco” para todos los conjuntos sudamericanos en los últimos años. Inclusive para un gigante como Boca. Al menos, este Boca, que busca ahogar penas de hace más de 16 años. No obstante, hay una diferencia. Mientras festeja el pasaje a semifinales tras los penales con Racing y levanta bien alto las cejas al ver que el recorrido del cuadro lo une al del poderoso conjunto brasileño, también esboza una sonrisa que otros no podrían dibujar. Recuerdos, de los gratos. Y en instancias semejantes como la que los volverá a cruzar a fin del presente mes. Cruces pesados en los que el club de la Ribera estuvo a la altura. En el pasado de su época dorada, pero también durante estos tiempos. Una ilusión que lo condena.