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Boca no tiene pies ni cabeza, pero Hugo Ibarra pide paciencia y dice que el equipo estará a la altura en la Copa Libertadores
La derrota por 3-2 ante Instituto generó bronca y malestar en la Bombonera; el entrenador, tras una semana en la que estuvo un día internado, dice que está con fuerza para seguir
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Inexistente al comienzo y caótico al final. Una fórmula nociva llevó a Boca a otra derrota, la segunda consecutiva, en una serie negativa que lo expone duramente con la obtención de un solo punto de los últimos nueve. Para encontrar a Boca en la tabla de posiciones hay que bajar hasta el décimo puesto, con el riesgo de quedar más retrasado cuando se cierre la fecha.
Hizo cambios Ibarra en la formación sin que se notase una mejoría. En los entrenamientos de la semana sacó y puso, fue y volvió. El resultado final no le dio la razón al entrenador, que abandonó la cancha con una expresión vacía, la mirada al piso, mientras la Bombonera, que en las malas prioriza el apoyo a las quejas, esta vez no pudo reprimir gritos destemplados, tamizados por silbidos. Ante este paisaje infrecuente, Ibarra prefirió destacar la histórica fidelidad del hincha: “La gente siempre alentó y está. El hincha de Boca siempre es agradecido. Como grupo, hay que mejorar. Al hincha le digo que seguiremos trabajando, dejaremos todo por el club, las cosas no salen como uno quiere, pedimos paciencia. Cuando ellos tuvieron paciencia, el equipo se repuso y llegó el campeonato. Se viene la (Copa) Libertadores y este plantel estará a la altura”.”
En la fecha anterior, Boca perdió contra un rival que hasta entonces no había ganado (Banfield) en el torneo. Ahora, el que le encontró la vuelta fue uno de los últimos dos ascendidos, Instituto, que no festejaba una victoria en la Bombonera desde 1986.
Entre los defectos de Boca, las distracciones ocupan un lugar preponderante. Se desarma fácilmente, pierde el hilo de la jugada, algunas piezas se desacomodan, otras llegan tarde, el resto mira. Pagó muy caro ese tipo de desajustes. Antes de los 20 minutos, Instituto, que hacía 17 años que no pisaba la cancha de Boca, ya estaba 2-0 arriba. El primer gol, con una jugada de estrategia a partir de un tiro libre, con una apertura a la banda para el cabezazo de Graciani; la pelota dio en la parte superior del travesaño, con todo Boca en Babia: un regalo para que el central uruguayo Varela la empujara al gol.
Lo más destacado del partido
La desventaja no hizo de despertador para Boca; siguió dormido, sin enterarse del partido. Un equipo sin ritmo ni coordinación. Nadie pegaba un grito para reaccionar. Instituto se dio cuenta de que estaba ante una oportunidad de las que no sobran. Con intensidad y un trabajo en bloque llegaba primero a las jugadas divididas.
Instituto perdía rápidamente por lesión a Graciani, pero el que estaba realmente golpeado era Boca. Equi Fernández rifó una pelota, la cobertura defensiva fue deficiente y el centro-delantero Adrián Martínez puso el 2-0.
Boca hacía agua atrás y no tenía presencia ni gobierno en el medio, salvo por la intervención de Payero para intentar articular un ataque. Los de arriba, a arreglárselas como puedan. Villa, aun en esta versión rebajada, siempre tiene a mano algún desborde. Benedetto, en lo suyo: puede pasar varios minutos sin tocar la pelota, pero no deja de ser una amenaza cuando le queda alguna para definir dentro del área. Y Langoni nunca se esconde ni se guarda una corrida que pueda lastimar al rival.
Con mayor posesión, Boca no le daba una utilidad cierta a la pelota. Ni circuito de pases ni precisión ni aventuras individuales para que algún compañero lo siguiera. Más que atacar, Boca se aproximaba al área adversaria.
Payero era el más criterioso y comprometido. A él le cometieron un foul en la puerta del área que transformó en el descuento con un tiro libre impecable. Una luz para Boca en medio del túnel. Se fue al descanso preocupado y con cosas para corregir, pero al menos tenía el envión anímico de que se metía en partido en lo referente al resultado.
Abonado al desconcierto, Boca concedió el tercer gol antes de que se cumpliera el primer minuto del segundo tiempo. Otra vez, lagunas defensivas que toman la dimensión de un océano. Chiquito Romero, que en partidos anteriores había tenido atajadas de mérito, mostró su lado flaco al descuidar el primer palo en la definición de Santiago Rodríguez.
La inacción de Boca alcanzaba al banco, donde Ibarra no se activaba para hacer cambios que se antojaban urgentes. Cuando se decidió a hacer modificaciones a los 20 minutos, sorprendió con la sustitución de Payero -había sido el mejor de los tres volantes- y de su goleador, Benedetto, que no disimuló su fastidio cuando se metió en la profundidad del banco.
Cinco minutos más tarde, la Bombonera hizo explícito su disconformidad con silbidos para Villa y Pol Fernández. El ambiente se ponía espeso. La paciencia se empezaba a agotar. Boca iba, chocaba y a sus espaldas quedaban espacios que la Gloria exploraba con incisivos contraataques. Uno lo llegó a tapar Pol Fernández en una desesperada corrida hacia atrás, con toda la defensa desparramada. Chiquito Romero evitó el cuarto con una tapada al punzante Martínez.
Boca había cambiado casi todo el ataque con los ingresos de Oscar Romero, Briasco y Merentiel. Este último hizo de agitador, no dudó en ir al choque y fajarse con cualquiera que se le acercara. Boca, sin libreto, lo intentaba por la vía heroica. En el tumulto de un córner, Merentiel encontró el descuento, 2-3. Quedaban cinco minutos, más el descuento de un partido cada vez más caliente, crispado.
Boca intentaba disimular su impotencia con arrestos emocionales. Instituto se paró firme para no verse arrastrado por la vorágine. Estaba dispuesto a defender con agallas lo que había conseguido con atrevimiento y astucia.
La caldera sumó más grados con un posible penal del arquero Carranza a Merentiel, que el árbitro Baliño descartó tras revisar el monitor del VAR. “No estuvimos a la altura. Fuimos muy imprecisos, nos costó un poco, cuando nos estábamos acomodando nos hicieron un gol”, fue la visión de Ibarra, que pasó una semana con diferentes sobresaltos. El miércoles debió pasar la noche internado en el Hospital Italiano de San Justo, por una hemorragia nasal y una suba de presión. El episodio le dejó una enseñanza que quiso compartir en la conferencia de prensa: “Estoy bien, muy fuerte y contento de dirigir a este plantel. Tuve dolor de cabeza, me automediqué, cosa que no corresponde y sufrí un pico de presión. No recomiendo a la gente que haga lo que yo hice. Estoy bien. Vayan al médico”.
Final y decepción grande en la Bombonera por lo futbolístico. El equipo no aparece; no hay estilo ni individualidades. Boca está en zona de nadie, sin pies ni cabeza.
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