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Boca: mientras Battaglia le genera el lugar a Oscar Romero, Aaron Molinas se esfuerza por defender el puesto que fue de Riquelme
Ante Independiente, el juvenil no tuvo un partido destacado, pero asoma como una alternativa de recambio a futuro
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La titularidad de Aaron Molinas fue la sorpresa dentro de las noticias de la semana en Boca para enfrentar a Independiente. No porque el juvenil no hubiera hecho méritos para justificar la elección de Sebastián Battaglia, sino por la forma: el aparente “hartazgo” del entrenador a jugar a ser vertical y vertiginoso con dos extremos y un Eduardo Salvio de bajísimo nivel, teniendo como consecuencia su salida del equipo, para pasar al otro dibujo que fue -algo menos- protagonista en sus primeros meses a cargo, incluyendo un enganche por delante de los tres volantes y detrás de los dos puntas. Ese fue el lugar que le otorgó al chico de 21 años, en una posibilidad de oro dentro de un partido importante y un clima siempre hostil en las tribunas. Aunque todo tiene un trasfondo.
Si de juveniles hablamos, Battaglia bien podría haberle dado la oportunidad a Exequiel Zeballos, la gran promesa del club y de buenas actuaciones (con goles incluidos) durante los amistosos de verano jugando como extremo izquierdo: ahí jugó Sebastián Villa en los primeros tres encuentros de la Copa de la Liga, pero la presencia de “Changuito” lo ubicaría en el costado derecho, donde mejor se siente el colombiano. Sumando la obviedad: si Salvio hubiera justificado en el comienzo del semestre por qué se creyó merecedor de la camiseta N°10, la idea de jugar con atacantes por afuera -quizás- se mantenía.
No obstante, Battaglia no se encaprichó y cambió rápido, optando por Molinas en una clara intención de generar mayor juego, aun teniendo dentro del equipo a Guillermo Fernández y Juan Ramírez, volantes de buena técnica y pase. La apuesta por él no fue una manera de “quemarlo” en un encuentro siempre disputado con fiereza. Al contrario, era para que el oriundo de San Justo lo viera como una posibilidad de oro de mostrarse más. Porque desde que es entrenador del Xeneize, a Battaglia se le han cuestionado sus elecciones al momento de tener al frente algún compromiso más complicado que otros: una de sus decisiones tradicionales durante 2021 era dejar de lado a los de menor experiencia.
Lo mejor del partido
De hecho, la última vez que Boca había visitado el Libertadores de América (fines del pasado noviembre) inexplicablemente lo hizo con suplentes, otra determinación muy criticada por aquel entonces (ni que hablar con aquella derrota 0-1). En la noche del sábado no dudó: fue a jugar el clásico con lo mejor. Y dentro de eso estuvo considerado el chico de 21 años.
Es decir, más allá de la presión que pueda sentir un joven que apenas contabilizaba diez participaciones como titular con la camiseta azul y oro, también la posibilidad significaba sentirse titular. Muchas veces se lo ha elogiado a Molinas por cómo su ritmo, visión, movilidad, desparpajo y precisión en los toques cambiaba el andar perdido de Boca y activaba a sus compañeros, pero claro que todo jugador quiere ganarse la titularidad y, en todo caso, mostrar esas virtudes desde el inicio de un partido. Aquellas veces, la figura de Edwin Cardona lo privaba de ser parte del equipo. Ahora no hubo obstáculos para poder ser considerado.
El refuerzo como “enganche”: Romero
Igualmente, puede que sea algo parcial. Porque hace pocos días llegó al club un jugador de jerarquía que se perfila para tomar las riendas del equipo desde su experiencia y un modelo de enganche que también debe atraer, por ejemplo, a Juan Román Riquelme, el líder del Consejo de Fútbol que pudo incorporarlo en libertad de acciones: Óscar Romero, el paraguayo que supo destacarse hace años en Racing y dejó buenos destellos de su calidad en San Lorenzo. Conocedor del fútbol argentino, como se ve, es una pieza de lujo para terminar de formar un plantel que sumó mucha jerarquía para su sueño de levantar la séptima Copa Libertadores de su historia.
Físicamente, dicen, Romero está óptimo y hasta Javier Valdecantos (preparador físico del cuerpo técnico de Guillermo Barros Schelotto en la selección paraguaya) lo elogió en ese aspecto durante estos días, advirtiendo que “entrena como un caballo”. Entonces, mientras Romero se pone a punto en lo futbolístico, Battaglia prepara la escena a través de Molinas. Para que Óscar se adapte a un funcionamiento que debe seguir trabajándose y que sus compañeros vayan sabiendo lo que es jugar con dibujos que –probablemente- albergue siempre a un enganche.
Si alguna vez Romero precisa un recambio, ya fuera por un flojo rendimiento en algún partido, la necesidad de sacarlo por cansancio o bien por una lesión o suspensión, aceitar a Molinas en su puesto clásico para una eventual aparición hará que las ideas de Battaglia no se alteren demasiado. El plan se mantendrá y el equipo sólo “sufrirá” el cambio de nombres y seguramente la jerarquía entre un jugador internacional y un juvenil que promete, pero recién da sus primeros pasos en la máxima categoría: la visión, la técnica, el pase y la pegada son características que ambos le brindarán siempre a Boca.
Porque Aaron tuvo un rendimiento discreto en Avellaneda. Con el primer gol de Darío Benedetto, Boca se serenó y manejó la pelota. Ahí se vio lo mejor del juvenil, que comenzó a distribuir de lado a lado, con salteos interesantes para que los laterales encontraran espacios y llegaran al fondo para peligrar el área del Rojo. Si bien no rompió el molde en ningún momento, siempre se mostró predispuesto a recibir y hacer mover al visitante. Finalmente, cuando el Xeneize encontró la segunda ventaja, la postura fue algo más conservadora y ya no generó peligro en el arco de Bacchia. Entonces, Battaglia decidió su salida a los 25 minutos del segundo tiempo, cuando Frank Fabra fue expulsado.
Incluso, en medio del triunfo parcial 2-1 (de lo que terminó siendo un 2-2), Battaglia retocó el esquema: mantuvo durante un rato a Molinas como enganche, pero corrió a Ramírez al costado izquierdo y a Villa al derecho para jugar con un 4-2-3-1. Entonces, Salvio puede mantener la esperanza de volver al equipo si sale de su flojo rendimiento; Molinas también puede seguir trabajando para ser útil en la búsqueda de consolidar esa idea y, además, para pelear el puesto con el volante paraguayo como lo hizo en su momento con Cardona. Mientras tanto, Óscar Romero empieza a tener la mesa servida.
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