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Juan Román Riquelme, el exfutbolista que está aprendiendo, ahora sí, a ser dirigente
El vicepresidente de Boca se encontró en Paraguay con Alejandro Domínguez, pero también se reunirá con Guillermo Barros Schelotto
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Juan Román Riquelme tiene una manera particular de ser y mostrarse. Se sabe que a lo largo de su carrera como futbolista ha sumado infinidad de elogios por su enorme clase, pero también muchos contrincantes debido al carácter que ha manejado en los vestuarios –y a veces, hasta en el campo de juego-. No obstante, en su rol de directivo parece estar pasando sus mejores días.
Por un mercado de pases que arrancó perfecto con el arribo de Darío Benedetto, el delantero de jerarquía que esperaban hace años, pero que seguirá teniendo un tinte diferente y especial a los recesos anteriores: restan detalles para sumar a Nicolás Figal y con su Consejo de Fútbol van decididos a comprar a Guillermo “Pol” Fernández. Aunque no es lo único: se ve a un vicepresidente que –justamente- está empezando a entender que su función conlleva una responsabilidad mayor a la de un simple futbolista. Entonces, las comunicaciones en las que debe involucrarse pueden incluir contactos con personas con las que anteriormente no tuvo afinidad.
Por Boca. Por conseguir un mejor equipo, con la jerarquía que pretendió desde diciembre de 2019. Así, por estos días se está observando a un Riquelme con otra postura, en la que las diferencias quedan de lado, el pasado no cuenta y se centra en las negociaciones y los diálogos sin importar quién esté enfrente. Así pasó, por ejemplo, con Christian Bragarnik, allegado a Daniel Angelici, para incorporar al goleador que este jueves llegó al país y se hizo la revisión médica. Y es la manera que optó para tratar con otros protagonistas.
Hombres importantes para la historia de Boca, pero que –se sabe- muy lejos estuvieron de armar una buena relación aun en épocas de gloria. Según lo que pudo averiguar LA NACION con fuentes del club, es cierto que el directivo Xeneize viajó a Paraguay con motivo de la celebración que hizo Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, por sus seis años al mando de la entidad madre del fútbol sudamericano. También lo es que, aprovechando el encuentro, viajó con la decisión de charlar con el dirigente paraguayo acerca de las duras sanciones que se les impusieron a jugadores, integrantes del Consejo y del cuerpo técnico e intentar reducirlas. Aunque también hay un motivo muy importante, vinculado a continuar la búsqueda de refuerzos: verse cara a cara con Guillermo (y Gustavo) Barros Schelotto.
Y es que otro de los anhelos del ex futbolista es aprovechar la libertad de acción que ostenta Ángel Romero desde que se desvinculó de San Lorenzo junto a su hermano Óscar. De hecho, hace varias semanas, el Consejo le acercó el ofrecimiento y el atacante la había aceptado en un principio, pero luego prefirió especular con la aparición de otros ofrecimientos del exterior que –finalmente- no existieron. Por eso, desde el entorno del ex hombre de Corinthians levantaron el teléfono hace unos días para reactivar la negociación que había: Riquelme les avisó que lo quieren, pero se podrían charlas nuevos números (más bajos) por la pesada llegada de Benedetto.
La cuestión es que la programada reunión con el ex entrenador de Boca y actual del seleccionado paraguayo tiene que ver con Romero. De alguna manera, el directivo quiere hacer una especie de trato con Barros Schelotto para mantener contento al delantero y beneficiarse ambos con el rendimiento que saben puede explotar: Boca, contratándolo; Guillermo, convocándolo en estas pocas fechas que restan para la finalización de la Eliminatoria rumbo a Qatar y, en caso de que la Albirroja consiga el pasaje, aspirar mediante su nivel con la camiseta azul y oro a llevarlo al Mundial. También, porque saben que –de no estar conforme- Romero ya dio muestras en Boedo de que puede generar algunos inconvenientes en el vestuario.
Pura casualidad, pero hace pocos días fue Martín Palermo, técnico de Aldosivi, el que confesó que tuvo una charla telefónica con Riquelme. Hombres que tuvieron enormes diferencias y hasta ambos han hecho pública su enemistad, pero en estos días no tuvieron problemas en contactarse y negociar exitosamente por juveniles que Boca –por ahora- no tiene en cuenta: le habría solicitado los préstamos del arquero Agustín Lastra y del zaguero Nicolás Valentini, que estarían a punto de acordar sus llegadas a Mar del Plata.
“Yo sé cuál es el momento oportuno para pedirle algún jugador. Así lo hice con Adrián Sánchez, cuando dirigía en Curicó Unido. Me dijo que no había problema, que me los prestaba”, detalló el máximo goleador de la historia boquense.
Incluso, aquella intención de acercarse a Alejandro Domínguez por el tema de las sanciones también es una muestra de que éste Riquelme bajó aún más a tierra. En cada entrevista, incluso apenas ganada la Copa Argentina en diciembre, repitió las sensaciones de haber quedado eliminado de la Copa Libertadores mediante los errores que cometieron los jueces del VAR, tanto en la Bombonera como en el estadio Mineirao, donde se desató el escándalo que derivó en fechas de suspensión durante la próxima fase de grupos, miles de dólares de castigo y hasta la prohibición de asistir a encuentros Conmebol (a Raúl Cascini y Marcelo Delgado) por dos años.
“Nunca vi que un equipo ganara los dos partidos y quede afuera. Es lamentable. Cuando no te dejan ganar...”, dijo Riquelme más de una vez. Sin embargo, ahora dejó eso atrás: seguir metiéndose el dedo en la llaga públicamente podría repercutir negativamente en esa búsqueda de reducir las sanciones. Y, al mismo tiempo, es una persona inteligente: sabe que de manera presencial impone un respeto forjado por su enorme carrera que puede alivianar la situación.
El viaje a Paraguay de Juan Román Riquelme, algo más que un festejo ajeno y mucho de encuentros que denotan un cambio de postura para hacerle todavía mejor a su club.
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