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Jorge Almirón en Boca: las primeras horas del DT, con ritmo frenético para ponerse el club al hombro
Tras seguir desde un palco la derrota ante Colón, el lunes dirigió la primera práctica, fue presentado y vio en acción a la reserva; cuáles son sus primeras prioridades
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Ahora sí, oficialmente apareció el “humo blanco” en Boca, que ya tiene a Jorge Almirón como entrenador. Aunque ya se había puesto el lunes a la mañana al mando de un plantel que el domingo recibió otro mazazo en la Bombonera (cayó 1-2 ante Colón), con el que terminó el interinato de Mariano Herrón, recién por la tarde fue presentado en el estadio como el sucesor de Hugo Ibarra. El desafío de ponerse al hombro a un grande semejante es ideal para sus aspiraciones de resurgir tras varias experiencias frustrantes, así como también es tan inmediato como urgente al visualizar a sus futbolistas: el martes tiene el segundo entrenamiento, el último previo a rendir la primera prueba nada menos que ante San Lorenzo. La vorágine del mundo xeneize ya lo siente encima, y con ello debe comenzar su ciclo.
Por eso es que las primeras horas vistiendo la ropa azul y oro las aprovecha junto a su cuerpo técnico (lo acompañan Maximiliano Velázquez y Pablo Manusovich) para ser simple, directo y evitar vueltas que, además del gasto de tiempo, generen demasiada información en jugadores que vienen de confusión tras confusión.
Conceptos claros y fundamentales. Detalles de lo que le resulta imprescindible ver para empezar a sellar sus formas, pero sin profundizar al máximo. El tiempo acotado -por un calendario que empieza a ajustarse- precisa eso. Cuando aparezcan espacios grandes que permitan transmitir mayores aspectos de su idea, se aspirará a que estos avances ya estén absorbidos y el crecimiento futbolístico sea lógicamente más completo y veloz.
De hecho, Almirón hizo indirectamente una escala de prioridades en su primera conferencia de prensa. “Entendemos que los resultados dan tranquilidad y confianza: estos jugadores necesitan eso y este club lo demanda. Te da mucho margen y un estado de ánimo óptimo”, fue una de sus primeras expresiones. Primero, ganar. Segundo, volver a ganar. “Tienen que dar vuelta la página, recobrar la confianza”, volvió a hacer énfasis. Para, consecuentemente, lograr paz colectiva, soltarse e ir detrás del gran objetivo de su llegada: “La idea, de a poco, se irá desarrollando”.
Igualmente, ya organizó trabajos en los que quedaron marcadas las primeras intenciones de la urgencia futbolística. Es cierto, fueron ejercicios de fútbol reducido y tácticos de defensa y ataque, pero hay conceptos que se plasman de la misma manera que en un partido formal. Según supo LA NACION, puntualizó en la dinámica en pequeños espacios y las transiciones desde la defensiva a la ofensiva, y viceversa. Por tanto, los volantes tuvieron un gran protagonismo: el ritmo, la precisión y la velocidad (con y sin pelota) fueron puntos vitales. Con un detalle imperdible: él corrió en medio de la acción.
“Anoche (el domingo), por el desconcierto ante tantos cambios en el equipo, arrancar perdiendo y tener que revertirlo, los jugadores equivocaron los caminos. Se corrió muchísimo. Vamos a tratar de empezar a correr bien, aprovechar las cualidades que tenemos e intentar mejorar el funcionamiento”, fue revelando detalles de lo que tiene en mente corregir.
Los trabajos los llevó adelante con una buena ventaja, dentro del ritmo frenético de compromisos y la recuperación física de los hombres que jugaron ante el sabalero: Herrón optó por la titularidad de nueve suplentes (según su consideración). Fue para prepararle la mesa: “Hablé con él y me expresó que puso un equipo alternativo, entendiendo que venía un técnico nuevo y no quiso arriesgar a los jugadores para que estén en las óptimas condiciones”, reveló.
Entonces, si bien la derrota cayó como un baldazo de agua fría, en el primer entrenamiento tuvo a disposición a jugadores que, generalmente, son titulares para planificar mejor el encuentro del miércoles ante el Ciclón. Además, es una forma de ganarle la pulseada al poco margen. “Sé que vamos a levantar, a mejorar el juego y armaremos un buen equipo”, se convenció Almirón.
¿En qué se basa, más allá de sus ilusiones? En que está “entusiasmado, porque hay buenos jugadores y, al tenerlos y palparlos, veo una gran disposición”. De todas maneras, avisó que él también tendrá que adaptarse al plantel que tiene, dejando la puerta abierta a que su esquema predilecto (4-3-3, tan usado por Boca últimamente) pueda ser modificado: “Yo tengo una idea, pero tengo un equipo y jugadores que tienen diferentes características”.
Ahora bien, en relación a la seguidilla que afrontará su ya actual equipo, hay otro punto de lo que se vendrá en estas jornadas y que, evidentemente, será una constante de su etapa. Es que no tuvo tapujos en brindar una opinión que se vislumbra firme. Casi como un mandamiento del libro Almirón: “Vienen encuentros muy seguidos, pero los jugadores tienen que acostumbrarse a repetir partidos, más allá de los pocos días que hay de recuperación. Lo he visto y creo que lo pueden hacer. Tenemos que estar preparados para eso. El jugador de Boca tiene que acostumbrarse a jugar cada partido como una final, porque el rival lo toma de esa manera. Aspiro a que el equipo se pueda afianzar y, luego, repita partidos”.
Nada de conformar a todos, por más que también advirtió que “todos van a tener que estar preparados”. Encontrar un once que lo conforme, pulirlo lo máximo posible y hacerlo descansar sólo en momentos puntuales. De eso se tratará.
Tan metido está que, por la noche, retornó al predio, del que quedó maravillado, para presenciar el encuentro de la reserva. Corresponde que un técnico lo haga, porque ahí también puede encontrar material útil, pero el nuevo entrenador de Boca ya decidió hacerlo en su primer día.
“Estoy preparado para esto. Era un deseo personal muy fuerte, yo sabía que algún día iba a venir. Tengo una foto que me saqué acá hace dos años y representa lo importante que es para mí estar acá. De a poquito nos iremos abocando a ser un gran equipo”, terminó trasladando su sueño cumplido. Ahora va por otro: dejar una huella imborrable en un Boca que, por primera vez en tres años, contratando a Almirón muestra interés en tener un estilo.
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