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El día que las elecciones en Boca salvaron a Mauro Zárate y el problema personal por el que no pudo brillar
El delantero tenía todo para ser una figura destacada y hasta rompió su amor con Vélez por la transferencia en 2018, pero sus propios demonios atentaron contra sus grandes condiciones; sus estadísticas y las chances desaprovechadas en la Ribera
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A Mauro Zárate lo salvaron las elecciones. Si Boca no hubiera votado nuevo presidente, en diciembre de 2019 el delantero hubiera sido desafectado del equipo.
“No lo aguantamos más”. Palabras más, palabras menos, ese fue el mensaje unánime que el 25 de noviembre de 2019 le bajó el plantel al entonces entrenador Gustavo Alfaro, un día después de que el Xeneize le ganara 2 a 0 a Unión en la Bombonera. Fue después de ver a Zárate entrenándose a la par de todos, sin ningún inconveniente físico.
La gota que rebalsó el vaso se había empezado a derramar el viernes 22, tres días antes de aquel partido con Unión. Al recibir la pechera que lo ubicaba como suplente en la práctica de fútbol, su humor cambió. El delantero acusó por la tarde una molestia muscular que ningún integrante del cuerpo médico pudo comprobar. Así, se automarginó del encuentro con el Tatengue. No toleraba más calentar un lugar en el banco. Quería ser titular. El club lo cuidó y habló de “una molestia en el isquiotibial izquierdo” para cubrir esa desobediencia.
La bomba la desactivó a tiempo Nicolás Burdisso, por aquellos días director deportivo del club de la Ribera. A dos semanas de los comicios, y en medio de una campaña electoral muy caliente, marginar del plantel al exVélez hubiera derivado en un escándalo inoportuno. Se repite: si ese mismo hecho hubiese ocurrido en otro contexto político, lo hubieran desvinculado inmediatamente.
El voto popular provocó un fuerte cambio dirigencial, y eso activó el reemplazo de varios. Entre ellos, los de Gustavo Alfaro y Nicolás Burdisso, a quienes los sucedieron Miguel Ángel Russo y un Consejo de Fútbol liderado por Juan Román Riquelme.
Todos los goles de Zárate en Boca
Pero la herida nunca cicatrizó. Y, además, Zárate jamás dio muestras suficientes de merecer o sostener esa titularidad que reclamaba. Y tuvo un 2020 para el olvido, en el que jugó apenas 10 partidos y no marcó goles.
De todas maneras, consciente de su enorme capacidad como futbolista, el Consejo de Fútbol decidió hacer un esfuerzo económico para renovarle su contrato, en julio del año pasado. Sobre todo porque Russo lo quería: había sido el entrenador que lo había hecho debutar en primera división en el club de Liniers. Renovado el cuerpo técnico, también se renovaron las ilusiones de ver explotar al delantero.
Sin embargo, si bien arrancó como titular en el debut oficial de Russo ante Independiente (0-0), luego volvió a trastabillar. Y si bien el futbolista se quejó una y otra vez de la falta de oportunidades, las estadísticas refutan ese punto de vista.
Boca Juniors informa que el jugador Mauro Zárate firmó este jueves la rescisión de su contrato tras tres años en la institución y le desea lo mejor en la nueva etapa de su carrera profesional. Mucha suerte. pic.twitter.com/zLEWhGC2sF
— Boca Juniors (@BocaJrsOficial) June 3, 2021
Un refuerzo de lujo
Zárate llegó a Boca en agosto de 2018. Guillermo Barros Schelotto, que pidió su contratación, quería un delantero que pusiera en aprietos la titularidad de Carlos Tevez. En ese breve cuatrimestre, el nuevo refuerzo disputó 20 partidos y marcó 4 tantos (dos juegos más que el Apache y la misma cantidad de goles). Cerró el año con el sabor amargo de no haber sido considerado para jugar ni siquiera un minuto en las finales de la Copa Libertadores contra River.
El cambio de calendario, y de entrenador, reactivaron las oportunidades. A pesar de declarar en su presentación que el abanderado del club era Tevez, Gustavo Alfaro lo tuvo muy en cuenta. De hecho, con él fue con el que más continuidad tuvo y con el que mejor rindió: 43 encuentros y 13 conquistas.
En el primer semestre jugó 27 encuentros, de los que se recuerda el disputado contra Vélez, el club que lo vio nacer y del cual se fue al club de la Ribera en medio de un escándalo mediático. Esa noche, en la Bombonera y por los cuartos de final de la Copa de la Superliga, marcó uno de los penales de la definición con una curiosa gorra de natación que le protegía una herida en su cabeza. Primero lo celebró con mucha efusividad y más tarde, con el triunfo consumado, echó más leña al fuego ante los micrófonos, al declarar: “Pasó el equipo grande”. Eso caldeó todavía más los ánimos en Liniers.
En la segunda parte de ese año los problemas físicos comenzaron a complicarlo. El 21 de agosto, frente a Liga de Quito y por la Libertadores, sufrió un desgarro en el sóleo derecho. En total, disputó 16 encuentros de ese segundo semestre de 2019, que terminó con la ocultada crisis interna por su negativa a ser suplente contra Unión. Por eso fue que ni siquiera fue convocado para el partido del 8 de diciembre contra Rosario Central, disputado en Arroyito el mismo día de las elecciones, que le bajó el telón al año futbolístico de Boca.
¿Por qué no logró brillar?
Con la relación con sus compañeros en un punto de no retorno, el arribo de Russo, el hombre que lo había hecho debutar en la primera división de Vélez el 21 de mayo de 2004, le renovó las expectativas de ser titular.
Pero una y otra vez, Zárate desaprovechó oportunidades. Una de las últimas fue a comienzos de este año, frente a River. Allí, fue noticia por un contundente insulto contra Ramón Ábila por un pase que Wanchope no le dio y que registraron las cámaras Y de enero de 2020 hasta el anuncio de su despedida, jugó solo 22 partidos y marcó 4 goles. Al mismo tiempo, se le cuestionó su activa presencia en las redes sociales. En ese mismo lapso realizó 82 posteos en Instagram, donde en varias oportunidades dejó en claro su fanatismo por el conjunto azul y oro.
Mauro Zárate siempre mostró enormes cualidades como futbolista. Fue campeón mundial Sub 20 en Canadá 2007, donde compartió delantera con Sergio Agüero y convirtió el gol del triunfo en el 2 a 1 de la final ante República Checa. Sin embargo, su carrera fue siempre muy volátil. Duró demasiado poco en cada uno de los 11 clubes por donde pasó. Donde más estuvo fue en Lazio (4 años).
¿Dónde está entonces el problema? En marzo de 2018, en una entrevista con el suplemento Enganche, Zárate lo confesó: “Cuando me siento importante y me das la confianza de jugar todos los partidos, bárbaro. Pero cuando veo que por ahí paso a un segundo plano y no siento eso, la cabeza empieza a maquinar. Me pasa que me siento superior al que está jugando y me pongo ansioso. Y por ahí el técnico está viendo algo que yo no veo. O se da cuenta que el equipo necesita lo que le da ese jugador y no lo que le puedo dar yo. En ese momento, lo indicado es luchar por el puesto y ganármelo. Pero la ansiedad me mata. Son pequeños errores que te marcan.”
El domingo 23 de mayo pasado, el delantero tuvo una acalorada charla con Miguel Ángel Russo. Muy molesto por la decisión del cuerpo técnico de ni siquiera citarlo para el superclásico con River por la Copa de la Liga y luego no haber jugado ni un minuto frente a Barcelona, de Ecuador, en la igualdad por la Copa Libertadores. El delantero sintió que no era tenido en cuenta y que no tuvo oportunidades, incluso, cuando muchas veces ocupó en silencio un lugar entre los suplentes. Luego de eso, y todavía con acción en el semestre, tomó la abrupta decisión de decir adiós y negociar la cláusula de salida, seis meses antes del final de su contrato. Y dos partidos antes de finalizar la participación xeneize en el semestre.
Mauro Zárate tenía todas las cualidades para ser una gran figura de Boca. Incluso, para condicionarle la titularidad a Carlos Tevez de un modo similar al que en 2006 Rodrigo Palacio hizo con el Mellizo Barros Schelotto, curiosamente el hombre que lo llevó al club de la Ribera con ese objetivo. Pero sus propios demonios volvieron a complicarle la existencia. Y, a los 34 años, lo eyectaron de Boca.
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