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Boca, tras la goleada ante Barracas Central: mientras Riquelme busca un DT, los jugadores se despegaron de la almohada y dejaron el egoísmo a un lado
Tras la salida de Ibarra como DT y con el interinato de Herrón, el equipo xeneize triunfó 3-0 mostrando un rendimiento muy mejorado respecto del que venía exhibiendo
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Sólo los jugadores de Boca tendrán la respuesta a la pregunta vinculada a los motivos que permitieron que, con sólo tres entrenamientos dirigidos provisoriamente por Mariano Herrón, encontraran aquellas herramientas (o algunas de ellas) que tanto le reclamaron a Hugo Ibarra en sus últimos meses en el cargo.
De la noche a la mañana es prácticamente imposible para un cuerpo técnico interino modificar tanto a un equipo desde lo futbolístico y emocional al punto de pasar de ser reprobado unánimemente en su propia casa a levantar del sillón a todos los hinchas. Incluso, con la titularidad de muchos nombres que eran elegidos por Ibarra y no respondieron en 2023. Lo expuso el propio Herrón: “Intentamos acomodar algunos aspectos con nuestro trabajo de la reserva. No más que eso”.
El 3-0 frente a Barracas Central tan claro, merecido y contundente no se debió a la fragilidad del rival: es cierto que el Guapo se distancia mucho de la jerarquía del plantel xeneize, pero éste fue el mismo que días atrás desplegó el apático funcionamiento -característico del ciclo caducado el último martes- cuando, todavía a cargo del ahora exentrenador, eliminó de la Copa Argentina a Olimpo, elenco del Federal A.
Es cierto que toda nueva etapa, especialmente la que sucede a una habituada al malhumor, el descreimiento y la crisis, genera una descompresión importante. Ahora bien, aun sin tener un entrenador oficial y al repasar las palabras del DT de la reserva, todo parece simplificarse en que los jugadores se aliviaron, sacándose un peso de encima ante el desgaste que existía. Con Herrón a cargo en el estadio Claudio Tapia, los nombres más apuntados por el hincha se despegaron de la almohada.
El primero que merece una mención es Guillermo “Pol” Fernández. Repentinamente reaccionó y se dio cuenta, después de un tiempo considerable, de que ocupa un rol esencial en la mitad de la cancha: ser el motor en el circuito de juego. No asumir esa responsabilidad con sus 31 años de experiencia y cuando es el portador de la cinta de capitán, roza el pecado futbolístico. Hace dos semanas se retiró del campo de juego de la Bombonera invadido de silbatinas y abucheos estruendosos, pero este sábado en Barracas fue la figura absoluta del equipo.
Porque hizo todo lo que se le reclamaba. Estuvo activo con y sin pelota. Luchó, distribuyó, pidió la pelota y pisó el área. Nada semejante a sus fastidiosas versiones en las cuales no cambiaba la marcha, no era influyente en el juego, se limitaba a lateralizar con pases fáciles y no se acercaba tanto al gol como lo hizo ante Barracas Central. Por eso, tuvo sus lógicos premios en los tantos de Boca.
Al igual que Darío Benedetto y Sebastián Villa, otros que padecieron chiflidos de la parcialidad boquense (el primero menos que el segundo) al momento de salir en la fea derrota ante Instituto (2-3). Los tres tantos ante Barracas contuvieron participaciones de ellos, que no estaban apareciendo. Y pudieron ser más. Porque, realmente, jugaron un gran partido, en diferentes escalas de relevancia.
El rostro del N°9 mutó. “En lo personal me molesta mucho que no juguemos en el torneo como podemos hacerlo”, dijo tras ganarle a los bahienses. Expuso en palabras todo lo que su cara viene diciendo desde el año pasado: el enojo y hartazgo por el exceso de malas funciones. El sábado no paró de sonreír. La fluidez de su “nuevo” equipo lo entusiasmó.
Lo más destacado de Barracas-Boca
“¡Ey, ey, ey!”, se escucharon constantemente sus exigencias para recibir pases en ataque, mientras él aceleraba rumbo al espacio. En pocas palabras, tuvo otro semblante e ímpetu. Es el Benedetto que quiere la gente. Por su parte, el colombiano (ahí sí pudo influir el DT) resolvió las jugadas de manera más simple, sin priorizar el egoísmo, ese punto que siempre se le achaca justificadamente.
Por eso no es casualidad la generación de los goles. En el primero, “Pol” filtró la pelota -como lo hace un enganche- para la diagonal de “Pipa”, que definió cruzado y Agustín Dáttola se llevó por delante la pelota para la apertura del marcador a los 27 minutos. 360 segundos después, Villa desbordó a pura velocidad y enseguida centró fuerte para que Luca Langoni la empujara. Una ráfaga que sentenció todo a los 40 minutos con una mini conducción del colombiano, la participación de Benedetto picando al hueco y, con total visión en la espalda, habilitando sutilmente al centro del área para encontrar la definición de “Pol” con zurda. Otra confianza. Otra claridad. Otro fútbol.
De hecho, dentro del nuevo estilo que se observó, fue muy importante la influencia de los laterales. Nicolás Figal (Luis Advíncula no estuvo) y Frank Fabra aportaron mucho en ataque sin perder la firmeza abajo: se soltaron mucho más con respecto a lo que pretendía Ibarra y se destacaron ante Barracas.
Incluso, la dupla interina (Claudio Morel Rodríguez es ayudante) consiguió en el debut lo que Ibarra recién disfrutó en el partido N°32 (3-0 a Patronato, por la Supercopa Argentina) de los 36 que ostentó su etapa: golear. Ganó 20 veces, en 17 superó al rival por un gol y en dos, venció con dos de ventaja.
Entonces, ¿ahora sí, Boca? No. Una gran función no debe correr el foco. Y está bien que Riquelme y su Consejo de Fútbol continúen en la búsqueda de un técnico. Uno de peso, con suma experiencia, que nada tenga que ver con quienes están dentro del predio o pasado azul y oro.
No porque Herrón no esté capacitado o esos empleados no lo quieran: la experiencia con Ibarra no fue buena y, si se suma el quiebre de relaciones que causó poner a Sebastián Battaglia en el cargo, es preferible evitar una nueva apuesta. Quedó en evidencia que el presente plantel tiene un potencial exprimible: también, que el grupo quiere un entrenador diferente, más respetable.
En todo caso, el actual interino ya dejó sobre la mesa una gran impresión (que puede acentuarse el jueves, en el debut ante Monagas, por la Copa Libertadores) de cara a una futura urgencia o posibilidad. “Si mañana mismo (por hoy) me toca volver a la reserva, nadie me va a quitar lo que viví hoy. Las mejores sensaciones del mundo”, dijo Herrón. Boca, de repente, se lavó la cara dentro del campo, pero afuera no deben conformarse con otro interino.
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